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La liga internacional de criminales de guerra

Por Chris Marsden
6 Marzo 2010

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La emisión en diciembre pasado de una orden judicial de arresto para Tzipi Livni, la otrora ministra del exterior Israelí y actual líder de la oposición, es nada menos que el último evento en confirmar la existencia de una institución internacional jurídica que considera que Israel debería ser procesado por crímenes de guerra por su trato de la población Palestina.

Livni fue un miembro del gabinete de guerra durante la Operación Cast Lead, la ofensiva contra Gaza entre el 27 de diciembre del 2008 y el 18 de enero de 2009. Unos 1.400 palestinos — la mayoría de ellos civiles, incluyendo 400 mujeres y niños — fueron asesinados, más de 5.000 personas fueron heridas y 21.000 hogares y otras infraestructuras esenciales fueron destruidas.

En octubre del año pasado, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas aprobó un informe del juez sudafricano, Richard Goldstone, declarando que la guerra era “un ataque deliberadamente desproporcionado diseñado para castigar, humillar y aterrorizar una población civil, disminuir radicalmente su capacidad económica local, tanto como para el trabajo como para suplir a la sociedad misma; e imponer por encima de todo un creciente sentimiento de dependencia y vulnerabilidad”.

La orden judicial contra Livni fue emitida por la Corte de Magistrados de Westminster bajo el pedido de un grupo de abogados que actúan en nombre de 16 palestinos demandantes. Livni iba a dar un discurso en la conferencia de la Fundación Nacional Judía el 13 de diciembre pasado. Sus partidarios dicen que ella canceló su aparición debido a un “conflicto de horarios”. Sin embargo, el New York Times reportó que Livni fue advertida sobre la orden judicial y la amenaza de poder ser arrestada.

Este evento está lejos de ser el primero en que una figura política o militar israelí sea confrontada con la amenaza de ser procesada. En el 2001 una orden judicial fue emitida en Bélgica para el arresto del ex primer ministro Ariel Sharon, el ex jefe de gabinete Raphael Eitan y Amos Yaron, el ex jefe del Comando Norte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) por sus roles en las masacres de Sabra y Shatila en 1982.

En septiembre del 2005, el ex jefe del Comando Sur del FDI, Doron Almog, tenia orden de arresto en el Reino Unido por decretar la demolición de 59 casas de palestinos civiles. La orden judicial fue supuestamente emitida de manera secreta bajo la ley del Reino Unido, pero le pasaron el dato a los diplomáticos israelíes y Almog rehusó bajarse del avión por dos horas hasta que partió de nuevo para Israel.

Una orden judicial de arresto también fue emitida por España para siete israelíes involucrados en el bombardeo en julio del 2002 de un edificio de vivienda en la ciudad de Gaza que mató al líder militar de Hamas Salah Shehadeh y otros 14 civiles, incluyendo a su esposa y siete hijos. Moshe Ya'alon, el vice primer ministro israelí y ministro de asuntos estratégicos, y el ex ministro de defensa, Benjamin Ben Eliezer, estaban entre los acusados.

En septiembre, se le pidió a la Corte de Westminster que emitiera una orden judicial de arresto para Ehud Barak, el ministro de defensa, bajo el Acta de Justicia Criminal de 1988, por su involucramiento en la Guerra de Gaza. La corte aceptó el reclamo de la Oficina de Asuntos Extranjeros que definía a Barak como un ministro en actividad que se reuniría con sus contrapartes británicas y que por lo tanto disfrutaba de inmunidad bajo el Acta de Inmunidad Estatal de 1978.

Ex ministros, que no viajan en asuntos oficiales, como Livni, no disfrutan de tal inmunidad. Por esta razón Ya'alon y Avi Dichter, el ministro de seguridad pública y el jefe de la agencia de seguridad Shin Bet, respectivamente, han rechazado invitaciones para asistir a eventos en Gran Bretaña.

El gobierno del primer ministro israelí Binyamin Netanyahu ha montado una campaña para acabar con toda posibilidad de futuros arrestos bajo las provisiones de jurisdicción universales de las Convenciones de Ginebra y otras leyes internacionales. Sin embargo, para los aliados de Israel, Tel Aviv está pateando contra una puerta abierta.

Siempre que se ha dado la amenaza de un proceso judicial contra un oficial israelí, Washington ha presionado para que se prevenga. Esto ha llevado al abandono de los cargos belgas contra Sharon y compañía y ha producido cambios en la ley belga para que se debilite la posibilidad de procesos similares en el futuro. En junio de 2009, una corte española archivó su investigación de los bombardeos de la Ciudad de Gaza. Junto a esto, los EE.UU. lideró un bloque de seis naciones que votaron en contra de la aceptación del informe de Goldstone, mientras que Gran Bretaña y Francia se abstuvieron.

La respuesta de Gran Bretaña a las protestas oficiales de Israel sobre de la orden judicial contra Livni fue nada más que una mera adulación. Esta consistió en promesas por parte del secretario de asuntos extranjeros David Miliband y el primer ministro Gordon Brown para que se altere la ley que permite que se enjuicie en cortes británicas a ciudadanos extranjeros.

En el lenguaje directo del realpolitik imperialista, Miliband declara: “Israel es un compañero estratégico y un amigo cercano del Reino Unido. Estamos determinados a proteger y desarrollar esos lazos”. ¡Hasta ahí llegaron las afirmaciones del mundo occidental de conservar la ley internacional y los derechos democráticos!

Al igual que la posición tomada por los EE.UU., la respuesta del Reino Unido involucra más que la mera lealtad a un aliado. En todo esto hay una cuestión básica de supervivencia.

Una y otra vez los portavoces de Israel han advertido que los líderes de las grandes potencias - incluyendo a George Bush y Tony Blair por Irak y a Brown y al presidente Barack Obama por Afganistán — son amenazados con procesos judiciales bajo las provisiones de la jurisdicción universal. El mismo Netanyahu ha advertido, respecto al reporte de Goldstone: “No es solamente nuestro problema... Si acusaron a oficiales del FDI, a comandantes del FDI, a soldados del FDI, a pilotos del FDI o incluso a sus líderes, ellos también los acusarán a ustedes. ¿Acaso la OTÁN no está peleando en muchos lugares? ¿Acaso Rusia no está peleando en muchos lugares?”

El concepto de jurisdicción universal permite el proceso judicial por las cortes internacionales o nacionales cuando el caso es considerado ser un crimen contra la humanidad y no es probable que pueda ser juzgado bajo el propio estado del supuesto acusado. Es la base para la creación de un rango de instituciones como la Corte Criminal Internacional (CCI), establecida en el 2002, el Tribunal Criminal Internacional para la ex Yugoslavia y la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Los EE.UU. y otras grandes potencias han estado muy felices de que estos cuerpos sean utilizados contra aquellos regímenes que ellos han señalado como hostiles a sus intereses, como Serbia. Pero al igual que Israel, los EE.UU. se oponen a la jurisdicción universal sobre ellos mismos y por lo tanto no aprueba ni al CCI ni al CIJ.

Cuando Obama dio su discurso de aceptación del premio nobel de la paz, arguyó explícitamente que la guerra es un instrumento de la política extranjera de los Estados Unidos y defendió las acciones militares cuyos propósitos “se extiendan más allá de la auto-defensa de una nación en contra de un agresor”. Él insistió en que tales guerras imperialistas preventivas - del tipo ya conducidas en Irak y Afganistán — eran esenciales para que los EE.UU. mantengan su posición como el centro de la “arquitectura para mantener la paz”, establecido después de la Segunda Guerra Mundial.

Esto supuestamente incluye comportarse de acuerdo a “ciertas reglas de conducta” y que los EE.UU. actúen como “el porta estandarte en la conducta de la guerra”. Para este fin, Obama personalmente reafirmó “el compromiso estadounidense de respetar las Convenciones de Ginebra” y “otras leyes internacionales de guerra”.

Esta es una mentira más. Algunos periódicos han afirmado que España y Gran Bretaña fueron los primeros en aplicar el concepto de jurisdicción universal, con la orden judicial del juez español Baltazar Garzón por la extradición del ex dictador chileno Augusto Pinochet. En realidad, el concepto está enraizado en las Convenciones de Ginebra, que fueron adoptadas el 12 de agosto de 1949.

En cuanto concierne a los crímenes de guerra, las Convenciones requerían de las naciones signatarias, como Gran Bretaña y los EE.UU., que aprueben las leyes necesarias y “provean sanciones penales efectivas” para personas “que cometan u ordenen de que sean cometidas” cualquier “infracción grave” de las Convenciones. El Artículo 129 declara que cada signatario “estará bajo la obligación de buscar a las personas que sean sospechosas de haber cometido, u ordenado haber cometido, tales infracciones graves, y traerá a tales personas, sin importar su nacionalidad, ante sus propias cortes”.

Es por eso que el informe de Goldstone hizo un llamado explícito a los países signatarios de que usen su “jurisdicción universal” para que busquen y enjuicien aquellos israelíes, así como también aquellos líderes de Hamas, acusados de crímenes de guerra.

En realidad, los poderes imperialistas y sus aliados operan, de hecho, como una liga internacional de criminales de guerra, dedicada a la defensa mutua y autoconservación. Es por eso que los EE.UU. rechazan la jurisdicción universal cuando amenaza a sus amigos, así como a sus propios políticos y personal militar.

Ahora Brown y Miliband han dejado en claro que ellos también repudiarán la independencia de las cortes para así prevenir cualquier proceso judicial por los crímenes de guerra que sea contrario a los intereses estratégicos del imperialismo británico. Al hacer esto, ellos esperan salvarse de la posibilidad de ser llevados ante la justicia. Pero ellos deberían saber que algunos crímenes son demasiado grandes para que su proceso judicial sea evadido para siempre.

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