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Sufrimiento y lucha: seis meses después del terremoto
en Haití
Por Patrick Martin
31 Julio 2010
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Seis meses después de que un terremoto destruyera la
mayor parte de Haití y acabara con la vida de más
de 300,000 personas, se ha hecho poco por los sobrevivientes.
Las promesas de las Naciones Unidas y de las grandes potencias,
particularmente los Estados Unidos, han producido sólo
una gota de ayuda.
De los miles de millones prometidos en una serie de conferencias
con bastante publicidad mediática, solamente un 2 por ciento
ha sido entregado en realidad.
La escala de la devastación producida por el peor desastre
natural del siglo veintiuno aún nos deja estupefacto. El
número de víctimas fue por lo menos de 300,000 y
de acuerdo a ciertos estimados casi 500,000, de una población
total de 8 millones, es decir, el peor desastre, en términos
de la proporción de la población, en la historia
moderna. El equivalente en un país del tamaño de
los Estados Unidos sería un número de víctimas
de 10 a 20 millones.
Prácticamente todas las muertes fueron causadas por
el colapso de casas y otros edificios en los centros urbanos de
Haití, particularmente las sobrepobladas barriadas de Puerto
Príncipe, la ciudad capital. Unos 188,000 hogares fueron
dañados, de acuerdo a una encuesta, de los cuales 105,000
fueron completamente destruidos, junto con 1,300 escuelas, 50
hospitales, el palacio presidencial, el edificio del parlamento
y el puerto de Port-au-Prince.
Unos estimados 25 millones metros cúbicos de escombros,
mucho de ello concreto y varillas de acero, sigue siendo el principal
obstáculo físico tanto como para la reconstrucción
como para la vida diaria. Menos del 5 por ciento ha sido removido
desde el terremoto, y los restos continúan bloqueando las
calles y las carreteras y ocupa bastante de la superficie terrestre
en las barriadas que alguna vez rodearon a Port-au-Prince.
Cuatro reportes hechos públicos el mes pasado documentan
la crisis cada vez más profunda en Haití.
Un reporte de las Naciones Unidas publicado el 19 de Junio
encontró que 1.5 millones de personas están viviendo
en más de 1,200 tiendas de campaña, mayormente al
alrededor de Puerto Príncipe. El reporte advirtió
que con la apertura de la temporada de huracanes el primero de
Junio, aquellos en refugios temporales estaban particularmente
en riesgo, especialmente aquellos localizados en áreas
costeñas bajas o al lado de barrancos que podrían
ser convertidos en embravecidos ríos en el caso de una
tormenta.
Un reporte del Comité del Senado de Relaciones Extranjeras
del 29 de Junio declaró que el reasentamiento de refugiados
era el principal problema, con los planes para el retiro de personas
de las tiendas y hacia estructuras más sólidas se
encontraba sólo en formas de bosquejos prematuros.
El reporte declara: Aunque muchas prioridades de ayuda humanitaria
han sido satisfechas, hay muchos signos problemáticos de
que la recuperación y las actividades de reconstrucción
a largo plazo están decayendo.
El reporte del senado critica tanto como a los donadores de
ayuda internacional, quienes entregaron sólo el 2 por ciento
de los 5.3 mil millones de dólares que prometieron, como
a los oficiales gubernamentales haitianos, que son descritos como
si estuviesen atrapados por una parálisis en la toma
de decisiones.
El panel advierte que la comisión de reconstrucción,
co-presidida por el primer ministro haitiano Jean-Max Bellerive
y el ex presidente estadounidense Bill Clinton, tiene el
potencial de desacelerar las cosas a través de pesados
y enormes obstáculos burocráticos en un momento
en que Haití no puede permitir las demoras. La comisión
llego a mantener su primer encuentro el 17 de Junio, más
de 5 meses después del terremoto.
Una evaluación publicada por el grupo de ayuda Doctores
Sin Fronteras, fechada en Julio del 2010, nota que el terremoto
destruyó el 60 por ciento de las instalaciones de salud
existentes en Haití, incluyendo el único centro
de emergencias traumática, y ese 10 por ciento de personal
médico haitiano o murió en el terremoto o abandonó
el país después.
El reporte encontró mejoras substanciales en la entrega
de asistencia sanitaria básica, comida y agua como resultado
de una verdadera lluvia de simpatía internacional después
del terremoto, pero una crisis cada vez más profunda de
cobijo y condiciones de salubridad. Sólo hay un vertedero
de basura para una ciudad capital de más de 3 millones
de personas y está lleno al desbordamiento.
Las ciudades de tiendas de campaña que se han crecido rápidamente
por todos lados se han vuelto en desagües abiertos debido
a las fuertes lluvias que comenzaron en Mayo.
De lejos, la más grande amenaza a las condiciones
de vida de las personas ha sido el fracaso de proveer cualquier
refugio substancial y robusto, el grupo de doctores declaró.
Revestimiento y tiendas de campaña nunca fueron nada
más que una solución bastante temporal. Ellos tienen
una esperanza de vida al alrededor de seis meses... las tiendas
de campaña están empezando a deteriorarse y la lluvia
está exponiendo el problema.
Mientras que las instalaciones médicas ya no están
abrumadas con miles de víctimas de lesiones traumáticas,
estas han sido reemplazadas por la carga normal de
un país severamente empobrecido. Las infecciones y parásitos
intestinales son ahora las quejas más comunes.
La asistencia sanitaria para las mujeres es particularmente
problemática, con una esperanza de vida femenina de tan
sólo 58,8 años en Haití, y una tasa de mortalidad
maternal de 630 muertes por 100,000, 50 veces más la tasa
que hay en los EE.UU.
El terremoto trajo consigo devastación psicológica
así como física. Muchas personas que escaparon
de los edificios que se caían hace seis meses aún
están muy asustadas como para buscar refugio en las ruinas,
el reporte continúa. El esfuerzo de ayuda sólo
ha mantenido a las personas con vida pero no está facilitando
algunos de sus más grandes sufrimientos. Las condiciones
de vida son duras y los niveles de frustración están
creciendo.
Mientras que millones pasaron por experiencias profundamente
traumáticas -la pérdida de seres queridos, la destrucción
de hogares, severas heridas físicas, amputaciones- hay
menos de 10 psiquiatras practicantes en el país entero.
El coordinador haitiano del grupo advirtió: Hay
un impresionante abismo entre el entusiasmo y las promesas por
ayudar a las víctimas del terremoto en las primeras semanas
y la dura realidad que hay medio año después.
Un reporte por la Cruz Roja británica, publicado el
8 de Julio de que las agencias de ayuda aún estaban proveyendo
la mayoría de la agua potable y las instalaciones de aseo
seis meses después del terremoto, un esfuerzo que no puede
ser sostenido indefinidamente. Todos estamos empleando nuestra
capacidad al máximo y simplemente conteniendo una situación
crítica, en vez de solucionarla declaró Alaistar
Burnett, un director de operaciones en el grupo.
Incluso antes del terremoto, las condiciones de salubridad
en Haití estaban entre las peores del mundo, con sólo
el 17 por ciento de la población teniendo acceso a servicios
higiénicos, condiciones que sólo se igualan a Somalia,
un país destrozado por una guerra.
Crecen las tensiones sociales
Varios de los reportes ya citados toman nota de las intensificadas
tensiones sociales dentro de Haití, dónde una minúscula
élite de enorme riqueza está buscando mantener su
garra sobre la sociedad.
La Organización Internacional para las Migraciones (IOM,
siglas en inglés), una agencia de las Naciones Unidas especializada
en alojar a refugiados, ha estado intentando mediar crecientes
conflictos provocados por los intentos de terratenientes haitianos
que buscan desalojar a los campos de refugiados de sus propiedades
para que puedan construir en ellos o venderlos. De los más
de 1,200 campos, solamente 206 tienen reconocimiento oficial y
protección. El resto es vulnerable a violentos desalojos.
El Christian Science Monitor describió tal evento
en su edición del 2 de Julio: Ralph Stevens Stephen,
ahijado del terrateniente de una propiedad en el vecindario Delmas
60 de Port au Prince, que ha sido usado como un campo no oficial
de refugiados desde Enero, recientemente visitó el campo
con 10 hombres armados en uniformes de policía para obligar
a las 178 personas sin hogar a que se vayan. El residente Oxeana
Ismael recuerda el día en que los hombres armados se aparecieron
-sin ninguna identificación oficial y conduciendo coches
sin identificación- y amenazaron en regresar con gases
lacrimógenos si los desposeídos no se van en 15
días.
Leonard Doyle, un portavoz del IOM, declaró al periódico
de que él estaba consciente sobre los 30 campos que habían
sido desalojados a la fuerza o que estaban en un riesgo inminente.
En su reporte, Doctores Sin Fronteras tomó nota de que
la frustración y el enojo están creciendo
porque poco se ha hecho para las condiciones de vida desde el
terremoto. Un motivo de esto fue el cambio de la libre distribución
de agua durante los 3 primeros meses a un sistema de cobros de
honorarios, lo cual pone una tensión en tanta gente
que no tiene empleos ni ingresos.
De acuerdo a una columna de opinión en Los Angeles
Times del 25 de Junio, escrito por Thomas Johnson, coordinador
de ayuda para la organización benéfica danesa Dan
Church Aid, la decisión de poner un fin a la distribución
gratuita de agua fue el resultado de presiones en el gobierno
haitiano por parte de la élite local. Él escribió:
Los hombres de negocios más adinerados de Haití
también tienen una interés sobre cómo la
reconstrucción está tomando lugar. Un amigo describió
un momento absurdo de un encuentro reciente de cierto número
de agencias de ayuda humanitaria con el presidente Rene Préval.
El presidente, mi amigo me comento, anunció que acababa
de recibir un mensaje en su BlackBerry del propietario de una
de las compañías privadas de agua de Haití.
El hombre estaba preocupado de que las agencias de ayuda humanitaria
estaban dando agua gratis a las personas en los campos y que esto
arruinaría la economía. Nadie en el salón
supo como contestar.
La columna de Johnson da una descripción vívida
de las condiciones en la ciudad capital:
En más de 10 años de ayuda humanitaria,
jamás he visto campos de refugiados como aquellos de Puerto
Príncipe. Los estándares internacionales que definen
a lo que la gente tiene derecho de ninguna manera están
siendo satisfechos. Los campos de refugiados haitianos están
congestionados más allá de la imaginación,
con tiendas de campaña destartaladas puestas al borde en
cada metro cuadrado de espacio disponible.
Con la temporada de lluvias que ahora comienza, las abarrotadas
condiciones y los baños públicos, sobrecargados
de impuestos, levantan inquietudes bastante serias sobre una epidemia
de cólera. Las mismas tiendas de campaña son un
batiburrillo.
Los primeros intentos de las familias en crear refugios
han ido aumentando con el laminado plástico que es suministrado
por agencias internacionales. Pero las viviendas improvisadas
ciertamente no soportarían un huracán. Si uno fuese
a golpear a Puerto Príncipe, el número de víctimas
tan sólo podría ser adivinado.
No habría lugar para que las familias desplazadas
busquen refugio en una ciudad donde la mayoría de hoteles,
edificios públicos, escuelas e iglesias aún permanecen
en pilas masivas de escombros. Se espera que la limpieza de los
escombros tome tiempo. Pero lo que es escandaloso es de que ni
siquiera ha comenzado. En cuatro días después de
conducir a través de esta sobrepoblada y extendida ciudad,
sólo vi una excavadora operando.
El coordinador de ayuda toma nota entre el contraste de la
enorme escala de la necesidad social y el egoísmo de la
aristocracia dirigente:
Mientras tanto, en tanto que los haitianos ordinarios
sufren, las familias de la élite de Puerto Príncipe
continúan viviendo en hogares elegantes y lujosos más
arriba que las polvorientas dispersiones urbanas. Estas familias
han controlado la riqueza de Haití por generaciones, y
muchas están ahora sacando ganancias de la última
tragedia del país. Todas las agencias de ayuda humanitaria
necesitan carros y camiones de renta, viviendas, oficinas, depósitos
y suministros locales, y la élite de Haití tiende
a controlar el acceso a esas cosas. Los trabajadores experimentados
de agencias de ayuda humanitaria han visto este fenómeno
antes; nuestros esfuerzos para ayudar a los más pobres
siempre terminan volviendo a los ricos más ricos.
Réplicas políticas
El gobierno de Préval es el instrumento de esta élite
y busca salvaguardar los privilegiados estilos de vida del puñado
de millonarios haitianos. Su indiferencia al sufrimiento en masa
y su incompetencia ya sea en la distribución de ayuda humanitaria
y los planes de reconstrucción han sido ampliamente notadas.
Una de sus pocas iniciativas ha sido en buscar 44 millones de
dólares para la construcción de prisiones y equipar
a la Policía Nacional Haitiana (PNH), con dinero proveído
por el gobierno canadiense.
En espera de este aumento de la PNH, conocida por la tortura
y abuso de prisioneros bajo una serie de dictaduras así
también como bajo el mandato de los presidentes civiles
Préval y Jean-Bertrand Aristide, la principal fuerza represiva
en Haití sigue siendo MINUSTAH, la fuerza de paz de las
Naciones Unidas, la cual tomó control del país en
el 2004 después de la expulsión de Aristide por
una fuerza expedicionaria estadounidense.
Desde fines de mayo, ha habido enfrentamientos entre MINUSTAH
y la población local en Puerto Príncipe. Los soldados
brasileños, desplegados como parte de MINUSTAH, dispararon
armas automáticas al aire después de un enfrentamiento
con manifestantes en el empobrecido vecindario de Cité
Soleil en la capital Haitiana.
Las tropas de MINUSTAH y la policía haitiana invadieron
la Escuela de Etnología de la Universidad Estatal de Haití
después de una serie de protestas. Ellos dispararon gas
lacrimógeno y balas de caucho. Esto provocó una
demostración de protesta al día siguiente en la
cual las principales consignas fueron Abajo con Préval
y Abajo con la Ocupación.
Las tropas de MINUSTAH dispararon descargas similares en el
campo de refugiados en Champs de Mars, cerca al palacio presidencial,
hirieron a varios niños y enviando a clínicas a
muchas víctimas de gas. Tantas como 60,000 personas viven
cerca de Champs de Mars, de acuerdo a estimados públicos.
El gobierno de Préval ha programado elecciones presidenciales
y parlamentarias para el 28 de Noviembre, después de posponer
el voto parlamentario, previamente programado para el 12 de Febrero,
debido al terremoto. De manera significativa, el primer anuncio
de la elección fue hecho por Edmond Mulet, representante
civil de MINUSTAH, en vez de Gaillot Dorsinvil, presidente del
Consejo Electoral Provisorio de Haití (CEPH), el cuerpo
responsable bajo la constitución de organizar elecciones.
Partidarios del partido de Aristide, Fanmi Lavalas, han mantenido
demostraciones callejeras para protestar por las reglas de las
elecciones, las cuales prohíben a los candidatos de Lavalas
de ser presentados como candidatos en el voto. Largas marchas
se realizaron en Mayo, haciendo un llamado por la renuncia de
Préval, el retorno de Aristide de su exilio en Sudáfrica
y el rechazo al estado de emergencia que restringe de gran manera
los derechos democráticos.
A pesar de las políticas a favor de los negocios y del
imperialismo llevadas a cabo en sus breves periodos en el poder,
Aristide aún retiene algo de apoyo popular. Como en toda
su carrera política, el exiliado presidente busca el apoyo
de los EE.UU. y hay poca duda de que está entablando intensas
negociaciones a puerta cerrada con la administración Obama.
Una señal de cambios políticos se encuentra en
el hecho de que las protestas callejeras fueron realizadas por
Lavalas en alianza con Evans Paul, ex líder de la oposición
de derecha a Aristide y un antiguo favorito de Washington.
Asimismo, el Republicando de alto rango del Comité del
Senado de Relaciones Extranjeras, Richard Lugar, públicamente
urgió al gobierno haitiano de que permita a Lavalas participar
en las elecciones de Noviembre.
Esta sugerencia fue rechazada con enojo por Préval,
el antiguo compañero de Aristide. Préval defendió
la prohibición en Lavalas, alegando que se originó
debido a luchas revoltosas dentro de ese partido.
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