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Tambores de guerra estadounidenses en Yemen tras el incidente
de la línea aérea
Por Bill Van Auken
30 Enero 2010
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 29 de diciembre, 2009.
Tras el fallido intento el día de Navidad del joven
nigeriano de 23 años Umar Faruk Abdulmutallab de detonar
una bomba en el vuelo de Northwest Airlines con destino a Detroit
procedente de Ámsterdam, se han intensificado los tambores
de guerra a favor de una mayor intervención militar estadounidense
en Yemen.
Aunque los altos cargos estadounidenses indicaron inicialmente
que creían que el sospechoso había actuado solo
y que no tenía relación formal con ninguna organización
terrorista, esto no impidió que los principales dirigentes
políticos de ambos partidos y la mayoría de los
medios de comunicación estadounidenses plantearan inmediatamente
la posibilidad de una guerra en Yemen, donde Abdulmutallab tiene
vínculos familiares (su madre es yemení) y donde
hay presencia de al-Qaeda.
Posteriormente las noticias de los medios de comunicación
citaron a altos cargos estadounidenses sin dar nombres que afirmaban
que Abdulmutallab había dicho en los interrogatorios que
había asistido a un campamento de al-Qaeda en Yemen, donde
una página web que afirmaba hablar en nombre de la organización
reivindicó el atentado fallido.
Sea cierta o no la conexión yemení con el incidente,
ha demostrado ser muy fortuita para la administración Obama
que, de forma paralela a su escalada en Afganistán, ya
ha emprendido una intervención militar secreta en el empobrecido
país árabe.
Como informaba este lunes el New York Times, "en
medio de dos importantes guerras sin terminar, Estados Unidos
ha abierto sigilosamente una tercera, en gran parte un frente
encubierto contra al-Qaeda en Yemen".
Citando a altos cargos militares y de la inteligencia estadounidense
sin dar nombres, el Times informa de que la Agencia Central
de Inteligencia estadounidense (CIA) ha enviado "al país
a varios de sus operativos de campo de alto nivel con experiencia
en contraterrorismo" mientras que "algunos de los más
secretos comandos de Operaciones Especiales han empezado a adiestrar
a fuerzas de seguridad yemeníes en tácticas contraterroristas".
Con la administración Obama la ayuda militar estadounidense
a Yemen ha ascendido a 70 millones de dólares frente a
la prácticamente nula de 2008.
Las noticias sobre las cada vez mayores actividades de operativos
de la CIA y comandos de Operaciones Especiales en Yemen siguen
a una serie de ataques aéreos estadounidenses encubiertos.
El 17 de diciembre aviones de combate estadounidenses que dispararon
misiles crucero atacaron lo que los altos cargos de Washington
afirmaban eran campos de adiestramiento de al-Qaeda en las provincias
de Sana'a y Abyan. Sin embargo, altos cargos en Yemen afirmaron
que los ataques habían costado la vida de más de
60 civiles, 28 de ellos niños.
El 24 de diciembre se llevó a cabo un segundo ataque
en la remota región de Shabwa contra lo que los altos cargos
estadounidenses describían como un encuentro de operativos
de al-Qaeda. De nuevo los yemeníes que están en
la zona afirmaron que no había habido semejante encuentro.
Altos cargos de la inteligencia estadounidense afirmaron que
uno de los objetivos del ataque del 24 de diciembre era Anwar
al Awlaki, un clérigo musulmán ciudadano estadounidense
nacido en Nuevo México. Aunque Awlaki ha estado relacionado
con el mayor del ejército estadounidense Nidal Malik Hasan
que el mes pasado fue el autor del tiroteo de Fort Hood, a él
mismo no le han acusado de crimen alguno. El intento de llevar
a cabo esta ejecución extrajudicial no ha provocado la
menor crítica en ninguna sección de los medios de
comunicación o de la clase política en Estados Unidos.
Según se ha informado, se han utilizado aviones de guerra
estadounidenses junto con una acción militar saudí
contra una rebelión interna en la provincia Saada situada
al noroeste cerca de la frontera con Arabia Saudí. El objetivo
de los ataques es un movimiento armado conocido como los huzíes,
del nombre de su ex comandante, que se formó para defender
a la población zaydí shia. La población zaydí,
grupo dominante en el país hasta 1962, cuando un golpe
nasserita derrocó a la monarquía gobernante, ha
sido oprimida y discriminada por el actual gobierno.
Los combatientes huzíes acusan a Estados Unidos de haber
emprendido unos treinta ataques contra Saada desde el pasado mes
de agosto, cuando el régimen yemení emprendió
una ofensiva militar denominada "Operación Tierra
Chamuscada".
Los círculos de la política exterior estadounidenses
han tratado de presentar la guerra contra los huzíes como
una lucha contra la influencia iraní en la región.
Al mismo tiempo el régimen yemení ha hecho la improbable
afirmación de que el grupo está respaldado por al-Qaeda,
que se basa en el fundamentalismo sunní y ha emprendido
ataques terroristas contra poblaciones chiíes.
La intervención militar estadounidense en Yemen se está
llevando a cabo en apoyo del régimen dictatorial del mariscal
de campo Ali Saleh, que ha sido jefe del Estado durante más
de treinta años, primero como presidente de Yemen del Norte
hasta 1990 y después, tras la unificación posterior
a la Guerra Fría, como presidente del país unificado.
Con 23,8 millones de habitantes, Yemen es el país más
pobre del mundo árabe. Más de la mitad de la población
vive por debajo del umbral de pobreza. Más del 40% de los
yemeníes están en paro y el 54% son analfabetos.
Además del movimiento huzí en el noroeste del
país, el régimen de Saleh se enfrenta a un movimiento
separatista en el sur. Ha tratado de sofocar estos movimientos
de oposición con extrema brutalidad. Además de llevar
a cabo operaciones militares de castigo colectivo que han costado
las vidas de miles de civiles y convertido a otras decenas de
miles más en refugiados, ha suprimido sistemáticamente
a la disidencia política.
El mes pasado el Comité de Naciones Unidas contra la
Tortura publicó un punzante informe sobre ellas condiciones
de Yemen en el que se mencionaba "la toma de rehenes e informes
de que miembros de una familia fueron secuestrados y detenidos
para garantizar que las personas a las que se estaba buscando
se entregarían, así como detenciones arbitrarias
y desapariciones forzadas".
Según el informe eran comunes "los secuestros y
los asesinatos extrajudiciales", incluido contra menores.
El informe señala que "se ha encarcelado a niños
de siete u ocho años, que permanecen con los adultos y
con frecuencia sufren abusos". "También se ha
condenado a muerte y ejecutado a niños".
El informe señala que las fuerzas de seguridad y las
autoridades de las cárceles ejercen la tortura con impunidad.
Un documento presentado ante el Comité de Naciones Unidas
por un grupo de organizaciones de derechos humanos yemení
establecía una lista de varios activistas de la oposición
que han sido torturados hasta la muerte, al tiempo que describía
cómo a los detenidos (niños incluidos) se les golpea
con cables, se les quema, se les cuelga de las manos y brazos,
se les viola y amenaza con violación.
Éste es el carácter del régimen con el
que, según el Times, "la Casa Blanca de Obama
está tratando de estrechar lazos duraderos". El despliegue
de comandos de Operaciones Especiales y operativos de la CIA no
hará sino intensificar esta represión atroz.
Como dejaba claro el Times, cuanto más ayude
Washington en esta represión, más intensa y letal
será la represión. "El problema es que la implicación
de Estados Unidos crea simpatía por al-Qaeda", declaró
al periódico un funcionario yemení. "La cooperación
es necesaria, pero no cabe duda de que tiene un efecto sobre el
hombre de la calle. Simpatiza con al-Qaeda".
De forma similar, Associated Press citó las palabras
de Gregory Johnsen, un experto en Yemen de la universidad de Princeton,
quien afirmaba que la creciente intervención militar estadounidense
en el país "probablemente era contraproducente".
Afirmó que los ataques aéreos y los subsiguientes
vídeos y fotografías de mujeres y niños masacrados
por los misiles estadounidenses proporcionaban "un campo
de reclutamiento a al-Qaeda".
Estas preocupaciones parecen tener poco peso en Washington
o en los medios de comunicación estadounidenses, ya que
la administración Obama sigue forjando una tercera guerra
de Estados Unidos en las regiones ricas en petróleo que
se extienden desde Oriente Medio a Asia Central.
El incidente de Northwest Airlines ha provocado llamamientos
a una acción militar más directa por parte tanto
de los políticos republicanos como de los demócratas.
El senator Joseph Lieberman, el denominado "demócrata
independiente" que dirige el Comité de Seguridad Nacional
del Senado, pidió el domingo una intervención militar
"preventiva" en Yemen.
"Alguien de nuestro gobierno me dijo ayer en Sana'a, la
capital de Yemen, que la guerra de Iraq era una guerra de ayer",
dijo Lieberman en una entrevista para Fox News. "Afganistán
es la guerra de hoy. Si no actuamos preventivamente, Yemen será
la guerra de mañana. Éste es el peligro al que nos
enfrentamos".
El senador Arlen Specter, un demócrata de Pennsylvania
que intervino en el mismo programa, estaba de acuerdo y afirmó
que un ataque militare a Yemen es "algo que deberíamos
considerar".
"Yemen es el nuevo FATA, o lo será", dijo
la diputada Jane Harman, una demócrata de California Democrat
que pertence al Subcomité de Seguridad Nacional sobre inteligencia.
Se refería a las Áreas Tribales Administradas Federalmente
(FATA en sus siglas en inglés), en las que la CIA y el
ejército estadounidense han estado llevando a cabo cada
vez más frecuentes ataques con misiles y las tropas de
Operaciones Especiales incursiones terrestres.
Como ocurre en cada campaña a favor de la guerra, los
medios de comunicación estadounidenses han acatado esta
línea. El Washington Post publicó un artículo
en portada con el titular "Un grupo de al-Qaeda en Yemen
está ganando importancia".
A pesar de que el artículo del Washington Post
reconocía que todavía había que demostrar
la afirmación de que al-Qaeda había organizado el
atentado fallido, continuaba: "De ser cierta la afirmación,
representa ... la aparición de una nueva amenaza importante
para Estados Unidos, Oriente Medio y el Cuerno de África".
Como es habitual, los informativos por cable fueron aún
más categóricos y belicosos. "¿Entonces
estamos perdiendo el barco ahí?", preguntó
el lunes por la tarde la presentadora de CNN Kyra Philips a un
"experto" en contraterrorismo. "Estamos en guerra
en Afganistán, estamos en guerra en Iraq. ¿Deberíamos
estar en guerra en Yemen?".
Si Estados Unidos está preparando otra guerra más,
esta vez en Yemen, no es para erradicar el terrorismo o proteger
a estadounidenses. La afirmación de que estos métodos
pueden lograr estos supuestos objetivos se puede usar para justificar
la intervención militar estadounidense prácticamente
en todas partes desde Pakistán a Somalia, Indonesia, Filipinas
y todo Oriente Medio.
El verdadero objetivo del imperialismo estadounidense es imponer
su control hegemónico sobre los suministros energéticos
estratégicos y los oleoductos y rutas de transporte por
barco que lo transportan a las principales potencias del mundo.
Yemen controla el estrecho de Bab-el-Mandeb que comunica el Golfo
de Adán y el Mar Rojo, y proporciona acceso a la Canal
de Suez Canal, un punto de paso vital a través del cual
los buques cisterna transportan unos tres millones de barriles
de petróleo al día.
La administración Obama llegó al poder con la
consigna del "cambio" gracias en gran parte a la hostilidad
del pueblo estadounidense hacia las dos guerras emprendidas bajo
la presidencia de George W. Bush. Ahora, en vez de acabar estas
guerras, la Casa Blanca de Obama continúa la ocupación
de Iraq, envía al menos 30.000 soldados estadounidenses
más a Afganistán e incluso inicia otra intervención
militar estadounidense en Yemen.
Estas acciones militares significarán aumentar la muerte
y la destrucción de estos países, un número
cada vez mayor de soldados estadounidense muertos y heridos, y
la creciente posibilidad de un conflicto mucho mayor y potencialmente
global.
La creciente amenaza de una guerra estadounidense en Yemen
demuestra la imposibilidad de oponerse al militarismo estadounidense
dentro del marco del sistema capitalista de dos partidos. Esta
lucha exige una movilización política independiente
de la clase trabajadora contra la administración Obama
sobre la base de un programa socialista para acabar con el sistema
del beneficio que es la fuerza motriz de la guerra imperialista.
Traducido del inglés para Rebelión
por Beatriz Morales Bastos
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