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Deuda soberana: una nueva etapa en la crisis financiera global
Por Nick Beams
25 Febrero 2010
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el autor
Los temblores que estremecieron a los mercados financieros
a fines de enero representan el inicio de una nueva etapa en la
crisis financiera global ocasionada por el temor en los altos
círculos financieros y gobernantes de que se desate una
vasta explosión social en respuesta al intento de los gobiernos
de pagar por el rescate masivo de bancos con cortes sin precedentes
a empleos, salarios y servicios sociales.
En su libro La Lucha de Clases en Francia, Karl Marx
nota que "el crédito público descansa en la
confianza de que el Estado se deja explotar por los usureros de
las finanzas ". En los últimos 18 meses, los usureros
se han más que llenado con el cuerno de abundancia creado
por el rescate de las principales naciones capitalistas a los
bancos, una suma equivalente al 30 por ciento de su combinado
producto bruto interno (PBI), que estabilizó los mercados
financieros y les produjo grandes ganancias. El mismo Gobernador
del Banco de Inglaterra, Mervyn King, admitió en un discurso
pronunciado el año pasado, que "nunca como hoy en
el campo de la actividad financiera tan pocos le deben tanto dinero
a tantos."
Si bien las intervenciones y paquetes de rescate aparentan
ser operaciones complejas, en esencia fueron muy simples: deudas
multibillonarias simplemente han sido transferidas de los libros
contables de los bancos y casas financieras al estado. Ahora viene
la próxima faseel repago de la deuda con salvajes
cortes en gasto social y una drástica reducción
de los estándares de vida de la clase trabajadora. Ya empezó
este proceso en Grecia, con el anuncio de que el gobierno buscará
cortar el déficit presupuestal del actual 13 por ciento
de PBI al 3 por ciento en los próximos dos años.
Los mercados se mantuvieron tranquilos después que la
Unión Europea endosara la propuesta griega. Sin embargo,
al poco tiempo eso cambia. En palabras de un comentarista, "se
desvaneció el cálido resplandor que siguió
a la decisión de Bruselas " apenas se anuncia el llamado
a una huelga general en Grecia para el Febrero en protesta contra
los cortes.
Los temblores que sacuden los mercados financieros expresan
en los círculos financieros y gubernamentales dos temores
interconectados. Primero se teme que los acontecimientos griegos
son sólo el inicio de una crisis financiera que se extenderá
a toda Europa. Segundo, se teme que la situación de los
últimos 18 meses, cuando gobiernos en todo el mundo cedían
frente a las demandas de los bancos y mercados financieros sin
que la clase trabajadora intervenga, está a punto de acabar.
Apenas se hace pública la crisis griega, la atención
pasa a otros miembros de la UEIrlanda, Portugal, Italia
y España. La semana pasada, subió el precio de los
"credit default swaps" (permutas por riesgos financieros)
en la deuda portuguesa, reflejando temores en la capacidad del
gobierno de aplicar el programa de austeridad. Un ministro expresó
temor de que el país se estaba tornando ingobernable y
que lo que "está en juego es la credibilidad del estado
portugués".
El costo de un swap para la deuda española también
aumentó después que el economista y columnista del
New York Times, Paul Krugman alertara que "los más
graves problemas no están en Grecia, sino en España".
De acuerdo a Barclays Capital, los pasivos externos netos equivalen
al 87 porciento del PBI para Grecia, 91 porciento para España
y 108 porciento para Portugal.
Si la crisis se limitara a Grecia, o aún a los llamados
países mediterráneos, sería posible contenerla.
Pero el incremento de las deudas al presupuesto es un fenómeno
universal. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha pronosticado
que la relación entre la deuda y el PBI en las economías
avanzadas aumentará a 115 porciento para 2014, comparado
al 75 porciento en 2007un incremento sin precedentes durante
tiempos de pazcon Estados Unidos y Gran Bretaña siendo
los más afectados.
Hasta el momento, la UE ha decidido no darle asistencia a Greciatemiendo
sentar un precedente que luego la obligaría a rescatar
a Irlanda, Portugal y aún Italia. Simultáneamente,
la UE opone a la intervención del FMI porque el rescate
de países miembros de la UE por un organismo internacional
pondría en duda al sistema financiero europeo y la estabilidad
del euro. Como resultado de la presión de la UE, una reunión
de ministros de los G7 dejó en claro que las autoridades
europeas se encargarían de la crisis griega.
Los críticos de la UE dicen que su actitud está
creando problemas aún mayores. En un comentario titulado
"Europa en riesgo de otra depresión global",
el economista Simon Johnson, ex funcionario del FMI, escribe:
"¿Qué están haciendo las grandes economías
europeas, especialmente Francia y Alemania, para apaciguar el
temor de que los países más débiles de la
eurozona no podrán salir de la deudaun pánico
que empuja las tasas de interés hacia arriba y hace más
difícil que los países con problemas paguen su deuda?
Los europeos con dinero en el bolsillo no están haciendo
nadaa excepción de insistir que todos los países
bajo presión ajusten sus presupuestos rápidamente
y de maneras que probablemente son políticamente imposibles.
Semejantes medidas precipitadas de austeridad fiscal contribuyeron
directamente al comienzo de la Gran Depresión de los 1930".
El inicio de esta nueva etapa de la crisis financiera mundial
le plantea grandes cuestiones políticas a la clase trabajadora.
Para la élite dirigente todo depende de su capacidad de
aislar, romper y suprimir la lucha de la clase trabajadora. Para
esto depende directamente en los socialdemócratas y la
dirección sindical para disipar la oposición popular
a los cortes, canalizarla en direcciones nacionalistas y, sobretodo,
impedir el desarrollo de una perspectiva socialista.
Sin embargo, la propia naturaleza de esta crisis plantea la
necesidad objetiva de la unificación de la clase trabajadora
en torno a un programa socialista. Las complejas interconexiones
financieras globales significan que la crisis en una región
es transmitida casi inmediatamente a lo largo de todo el sistema.
La crisis hipotecaria en los EE.UU. dio inicio a la crisis financiera
mundial. Ahora la crisis de la deuda europea amenaza con profundizarla.
Por lo tanto, en todos los países debe iniciarse una
lucha política para resolver la crisis de acuerdo a los
intereses de la clase trabajadora y la sociedad en general, demandando
la expropiación de todo el sistema financiero para ponerlo
bajo control internacional público y democrático.
Sólo de esta manera se puede romper el control de la oligarquía
financiera y llevar adelante la reconstrucción de la sociedad
para satisfacer la necesidad humana y no las ganancias de los
bancos.
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