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Cuatro semanas después del terremoto
El hambre hace estallar cada vez más protestas en Haití
Por Bill Van Auken
13 Febrero 2010
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el autor
El sábado [6 de febrero] Haití fue testigo de
la mayor manifestación desde el terremoto del 12 de enero,
ya que cuatro semanas después del desastre aumenta la frustración
unida al hambre constante y a la falta de hogar.
Miles de personas, la mayoría mujeres, se manifestaron
por las calles de Petionville, un barrio periférico de
Puerto Príncipe, denunciando al alcalde local, Lydie Parent,
por acaparar comida para revenderla y no distribuirla a las personas
hambrientas.
Una cantidad importante de la ayuda alimentaria se ha canalizado
hacia mercados informales de Haití, se ha vendido a precios
elevados y ha dejado claros beneficios a algunos de los altos
cargos responsables de su distribución.
Reuters informó de que los manifestantes congregados
alrededor del edificio municipal clamaron si la policía
dispara contra nosotros, lo quemaremos todo.
Tengo hambre, me muero de hambre, dijo uno de los
manifestantes a la agencia de noticias. Lydie Parent se
queda con el arroz y no nos da nada. Nunca distribuyen donde nosotros
vivimos.
Situada en lo alto de la montaña, Petionville ha sido
tradicionalmente el coto de la elite económica de Haití.
Sin embargo, alrededor de las mansiones amuralladas de los hombres
de negocios y de los políticos del país surgen grupos
de chabolas. Desde el 12 de enero uno de los principales centros
de reunión de los ricos, el Petionville Club, ha sido transformado
en el mayor campamento para las personas sin hogar de la capital,
donde más de 40.000 víctimas del terremoto buscaron
refugio en el campo de golf de nueve agujeros del club.
Enviados para vigilar esta enorme línea divisoria social
hay 360 soldados de combate estadounidenses de la 82 División
Aerotransportada, que han establecido su campamento alrededor
de la piscina y del restaurante del club.
El pasado viernes, el ex presidente de Bill Clinton también
se encontró con los manifestantes al volver a Haití.
Cientos de personas se reunieron fuera del cuartel general de
la policía judicial, que es actualmente el cuartel general
provisional del gobierno haitiano, mientras Clinton visitaba ahí
a presidente del país, Réne Préval.
Nuestros hijos se queman al sol. Tenemos derecho a tiendas
de campaña. Tenemos derecho a un cobijo, dijo a la
Agencia France Presse (AFP) una de las manifestantes, Mentor
Natacha, de 30 años, madre de dos hijos.
Otros cientos de personas se manifestaron fuera de la embajada
estadounidense.
Clinton, que el pasado mes de mayo fue nombrado enviado especial
de Naciones Unidas a Haití, se vio obligado a reconocer
que no se ha conseguido que casi un mes después del terremoto
llegue ayuda suficiente a la mayoría de la población
haitiana. Lamento que tarde tanto en llegar, dijo.
Estoy tratando de llegar a los lugares donde se queda retenida
la ayuda.
Clinton visitó también la clínica Gheskio
en Puerto Príncipe y anunció que su fundación
va a donar diferentes suministros. Sin embargo, el director de
la clínica, Jean William Pape, declaró a AFP que
la clínica está desbordada y que no han recibido
la ayuda adecuada.
Nos hemos visto desbordados porque además de cuidar
a nuestros pacientes de sida, tuberculosis y otras enfermedades
infecciosas, tenemos que cuidar a unos 6.000 refugiados,
afirmó Pape. No tenemos material suficiente. No tenemos
tiendas para ellos y está llegando la estación de
lluvias y vivimos en una zona de inundaciones.
Según la información de la prensa, apenas han
llegado al país 10.000 de las 200.000 tiendas que pidió
el gobierno haitiano. Clinton afirmó que la semana que
vienen llegarían otras 27.000, lo que todavía sigue
siendo muy insuficiente para cubrir la gran necesidad de tiendas.
El ex presidente se sintió obligado a desmentir que
hubiera sido enviado a la devastada nación caribeña
como un gobernador colonial de facto. Lo que no quiero ser
es el gobernador de Haití, afirmó Clinton.
Quiero construir la capacidad del país para trazar
su propio curso. Pueden confiar en que no soy un neocolonialista,
soy demasiado viejo.
Sea cual sea el papel personal de Clinton, su intento de humor
autocrítico no puede ocultar el hecho de que Washington
está desempeñando precisamente un papel de potencia
neocolonial en Haití. Pocas horas después del terremoto
el Pentágono emprendió una operación que
hasta el momento ha visto el despliegue de unos 16.000 soldados
y la toma del control de los aeropuertos e instalaciones portuarias
del país por parte del ejército estadounidense.
La Guardia Costera y los barcos de guerra de la armada estadounidenses
han impuesto un bloqueo en las costas de Haití que asegura
que cada una de las víctimas del terremoto que trate de
escapar a Estados Unidos será rápidamente repatriada.
El coronel Gregory Kane, oficial de operaciones del destacamento
especial estadounidense en Haití, afirmó que las
tropas estadounidenses permanecerán en Haiti el tiempo
que sea necesario. Estaremos en Haití el tiempo que
sea necesario y que seamos bienvenidos por el gobierno de Haití,
afirmó.
Grupos de ayuda y altos cargos de gobiernos de Europa y América
Latina han cuestionado claramente la militarización estadounidense
de la respuesta al desastre haitiano. Muchos culpan a Washington
del aumento del número de muertos al haber priorizado,
en los primeros días críticos inmediatamente después
del terremoto, el despliegue de tropas sobre la provision de la
desesperadamente necesitada ayuda.
La militarización de la ayuda y la obsesión por
la seguridad siguen siendo evidentes casi un mes después
del terremoto. Esto quedó reflejado en un informe de AFP
sobre la distribución de comida el fin de semana. Rodeados
de decenas de soldados estadounidenses fuertemente armados, mujeres
mayores e incluso hombres jóvenes luchaban bajo el sol
tropical por llevarse sacos de arroz, informó la
agencia de noticias. En otra parte de la ciudad un destacamento
de aproximadamente una docena de soldados argentinos, algunos
encerrados en un vehículo blindado de transporte de personal
equipado con una torreta, escoltaba hasta su destino a un camión
pequeño de plataforma cargado con comida.
El gobierno haitiano, por su parte, ha demostrado carecer casi
completamente de poder y volverse cada vez más impopular
entre el pueblo haitiano. La pintada de Abajo Préval,
el presidente de Haití, ha empezado a aparecer cada vez
más en las paredes de la capital.
El presidente Préval, al que la población prácticamente
no ha visto desde el terremoto, anunció el pasado fin de
semana durante una reunión con altos cargos de la vecina
República Dominicana, que se calcula que el número
de personas que han muerto durante el terremoto ha ascendido a
un cuarto de millón, mientras que 250.000 hogares han quedado
destruidas y más de un millón de personas se enfrenta
a la necesidad urgente de un cobijo ante la inminente llegada
de la estación de lluvias.
Al hablar con los medios de comunicación el sábado,
urgió a la población haitiana a permanecer en calma.
Entendemos las dificultades a las que se enfrenta la población
que duerme a la intemperie, sin hogar; entendemos la frustración
por las dificultades para distribuir comida y agua, afirmó,
pero es con disciplina, con solidaridad, con paciencia como
seremos capaces de resolver los problemas a los que nos enfrentamos.
La verdadera posición de clase del régimen haitiano
quedó en evidencia en una entrevista concedida por el primer
ministro del país al periódico colombiano País.
Quienes más perdieron en Haití el 12 de enero
no fueron los pobres, sino lo que quedaba de clase media,
afirmó, porque los pobres no tenían casas
antes y siguen sin tenerlas. La clase media, que había
permanecido en Haití, que había hecho un esfuerzo
para construir una casa, un pequeño negocio, lo ha perdido
todo.
Las organizaciones de ayuda han citado el hecho de que los
pobres no tuvieran casas como un factor importante
en la actual crisis, en el sentido de que no tienen medios para
reconstruir ni ningún sitio al que ir. Según el
grupo católico de ayuda Cáritas Internacional, el
70% de las personas desplazadas por el terremoto en la capital
no eran dueños de sus casas antes del desastre.
Animadas por el gobierno, más de medio millón
de estas personas han abandonado Puerto Príncipe para volver
a las zonas rurales de las que muchos de los pobres de la capital
habían emigrado y en las que todavía tienen familiares.
Sin embargo, la razón principal por la que habían
emigrado a la capital era que no podían mantenerse con
la agricultura. Ahora estas zonas ha visto llegar un enorme flujo
de personas hambrientas para las que hay muy poca o nada de comida.
Los suministros de ayuda aún no han llegado a las zonas
rurales y se teme que los agricultores empiecen a utilizar sus
reservas de semillas como comida, lo que pone en peligro la cosecha
del año que viene y provocará aún más
hambruna.
Mientras tanto, el Miami Herald informó el sábado
de que hay una nueva crisis con los vuelos de emergencia médica
que llevan a niños haitianos gravemente heridos a hospitales
estadounidenses para ser tratados allí y que una vez más
está costando vidas.
El mes pasado el ejercito suspendió los vuelos después
de que el gobernador de Florida, Charlie Crist, enviara una carta
a la administración Obama preguntando si el gobierno federal
iba a asumir los costes que estaban teniendo los hospitales estatales
a los que se había llevado a la mayoría de las jóvenes
víctimas haitianas.
Tras una creciente protesta pública por la suspensión,
la administración Obama accedió a asumir la factura
a través del Departamento de Salud y Servicios Humanos
estadounidense.
Pero ahora este Departamento ha impuesto unos requisitos tan
estrictos para los vuelos médicos que pocos pacientes los
cumplen y quienes no lo hacen se están muriendo en Haití.
Ellos quieren trámites burocráticos. Nosotros
no los tenemos, declaró al Miami Herald el
director del hospital infantil de Miami, el doctor William Muinos,
que dirige la unida pediátrica de un hospital de campaña
en Puerto Príncipe. No tienen pasaporte, no tienen
documentos de identidad, no tienen hogar. No tienen nada.
El periódico citaba el caso de una niña de 15
años, Whitney Constant, a la que se le dijo que la iban
a llevar a Florida para recibir tratamiento, pero después
las exigencias del gobierno detuvieron el traslado. Tres días
después de la fecha en que hubiera debido viajar, contrajo
gangrena lo que obligó a los médicos a amputarle
la mitad inferior de una pierna y el pie de la otra.
Otra niña de 14 años murió de embolia
pulmonar el pasado martes. Los médicos afirmaron que habría
sobrevivido si hubiera sido evacuada. Le dijeron que iba
a salir, afirmó el doctor Muinos. En 24 horas
se rompió la promesa
El Departamento de Salud y Servicios Humanos levantó
el embargo de los vuelos pero impuso unos criterios tan estrictos
que no se puede conseguir que nadie vaya, afirmó
Elizabeth Grieg, directora del hospital de campaña. Declaró
al Miami Herald que desde que se reiniciaron los vuelos
sólo han sido aceptados nueve pacientes del hospital, seis
de los cuales habían sido programados para salir antes
de que el ejército suspendiera los vuelos el mes pasado.
Traducido del inglés para Rebelión
por Beatriz Morales Bastos
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