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El significado político de las revelaciones de WikiLeaks.

Por Nick Beams
31 Diciembre 2010

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Nick Beams, Secretario Nacional del Partido Socialista por la Igualdad (PSI) de Australia, pronunció este discurso en dos reuniones públicas en Melbourne y Sydney el 20 y 21 de diciembre, respectivamente..

Que Estados Unidos y otros gobiernos imperialistas por todo el mundo hayan tomado medidas extraordinarias contra WikiLeaks y su fundador, Julian Assange, indica que las revelaciones de los cables enviados por Estados Unidos tienen un profundo significado político.

La última década está repleta de experiencias políticas importantísimas que han dejado una profunda marca en la consciencia de los pueblos. Todo empezó con el robo de las elecciones estadounidenses en el 2000. Éste fue seguido por los eventos del 11 de septiembre (que todavía nadie ha explicado), la invasión de Afganistán y, en 2003, la guerra contra Irak, cuyas razones se basaron en una mentira: que el régimen iraquí poseía "armas de destrucción masiva".

Las revelaciones de WikiLeaks han estremecido al mundo porque revelan la verdadera naturaleza de la llamada "diplomacia".

Nos recuerda el escándalo de otra época, cuando Trotsky, como Comisario de Relaciones Exteriores del gobierno soviético durante la Revolución Rusa en noviembre de 1917, reveló varios secretos diplomáticos.

En una declaración emitida junto con la revelación de expedientes provenientes de los archivos del gobierno zarista, Trotsky escribió lo siguiente: "La diplomacia secreta es un instrumento necesario para la minoría propietaria que se ve obligada a engañar a la mayoría para someterla a sus intereses. El imperialismo, con sus siniestros planes de conquista y sus alianzas y convenios con otros ladrones, desarrolló el sistema de la diplomacia secreta a un nivel superior. La lucha contra el imperialismo, la cual agota y destruye a los pueblos de Europa, es, a la misma vez, una lucha contra la diplomacia capitalista, la cual tiene suficiente razón para temerle a la luz del día. El pueblo ruso y los pueblos de Europa y todo el mundo deberían aprender acerca de las verdades documentadas que los industrialistas y financieros, en alianza con sus agentes parlamentarios y diplomáticos, traman en secreto. Los pueblos europeos han pagado por el derecho a saber esta verdad con incontables sacrificios y una desolación económica universal".

Estas palabras fueron escritas hace más de 90 años, pero no dejan de estremecernos aún hoy día porque, como los documentos que WikiLeaks han revelado, todavía siguen las mismas intrigas imperialistas en contra de los pueblos del mundo. Los documentos del régimen zarista fueron revelados en medio de la Primera Guerra Mundial, y revelaron su verdadera índole. Hoy día, la revelación de los documentos toma lugar a medida que entramos en la segunda década de la interminable "guerra contra el terrorismo" y los ámbitos militares y políticos del imperialismo.

En uno de sus primeros comentarios acerca de las revelaciones de WikiLeaks, el Ministro de Relaciones Exteriores de Australia, Kevin Rudd, habló en nombre de todos los imperialistas al insistir que la diplomacia secreta es una necesidad. Vale la pena citar todo lo que dijo:

"No creo que nadie se haya aprovechado de lo que ha sucedido con las revelaciones no autorizadas de información clasificada, pues, como pueden ver, la diplomacia es necesaria. La diplomacia se lleva a cabo en secreto porque trata de resolver problemas para los cuales no existen otras soluciones públicas. Por lo tanto, lo que está en juego es la esencia de cómo maniobramos con las dificultades internacionales; la maquinaria por medio de la cual tenemos que lidiar con los obstáculos internacionales; el mecanismo por medio del cual tenemos que resolver los problemas internacionales, en el lenguaje con que luchamos con los problemas internacionales. Y cuando todo esto sale al dominio público, se convierte en un problema para que todos nosotros combinemos nuestros esfuerzos para derribar varios de nuestras dificultades más fundamentales. Por consiguiente, nosotros en Australia condenamos la revelación de este material. No le ayuda a nadie. La verdad es que un verdadero problema para todos nosotros".

Pero, si los debates secretos se revelaran, ¿cuáles serían las controversias, imposibles de resolver en público, que crearían "un verdadero problema para todos nosotros"?

Seguro que las órdenes que Hillary Clinton le dio a los diplomáticos estadounidenses para que obtuvieran información sobre las contraseñas, los detalles biométricos y los números de tarjetas de crédito de los representantes de la Organización de las Naciones Unidas se podrían catalogar de esa manera. La reunión de semejante información, que se considera delito criminal, toma lugar con fin de chantaje. Semejante información es bastante útil, pues a un diplomático de la ONU se le puede discretamente informar que si él o ella no vota de cierta manera, puede que cierta información posiblemente le cause tremenda vergüenza; información que, luego de ser obtenida por medio del acceso tarjetas de crédito y otros detalles, podría revelársele al público.

Y la verdad es que se puede crear "un verdadero problema para todos nosotros" cuando se revelan los comentarios del dirigente obrero, Kim Beazley, a la Embajada de Estados Unidos en septiembre de 2006. Según el cable, "Beazly hizo la siguiente acusación: que el gobierno y sobre todo Downer, Ministro de Relaciones Exteriores-había pérfidamente tergiversado los hechos cuando Downer sostuvo en Beijing, durante agosto de 2004, que el conflicto entre Estados Unidos y China sobre Taiwan no necesariamente cumpliría con las obligaciones ANZUS de Australia para ayudar a Estados Unidos". En caso de guerra entre China y Estados Unidos, a Australia no le quedaría otro remedio que defender militarmente a Estados Unidos, según Beazley. De otro modo, la alianza quedaría efectivamente muerta y enterrada, lo que Australia nunca podría soportar".

En la misma conversación en que comprometió a Australia participar en una guerra lanzada por Estados Unidos contra China, Beazley insistió que el Partido Laborista apoyaba la participación militar en Afganistán y que "seguiría haciéndolo hasta que el infierno mismo se congelase".

También tenemos la conversación de Rudd con la Ministro de Relaciones Exteriores, Hillary Clinton (quien acababa de ser nombrada a dicho puesto), el 24 de marzo de 2009. Rudd, quien se auto denominaba como "un realista bestial en cuanto a China", abogó para que a China se le "integrara" a la comunidad internacional al mismo tiempo que "también preparaba los planes para desplegar la fuerza si todo salía mal". Es decir, si China no aceptaba las restricciones geopolíticas que Estados Unidos exigía como necesarias (verdadero significado de la integración a la comunidad internacional), el resultado sería la guerra.

La lista sigue y sigue. El contenido de estas conversaciones, llevadas a cabo en secreto detrás de las espaldas de los pueblos mundiales, es exactamente como Trotsky lo describiera: "los siniestros planes de conquista…alianzas y transacciones entre ladrones".

Pero virémonos ahora hacia los temas más generales que WikiLeaks ha planteado con sus revelaciones y como la gente por todo el mundo los lee y sigue con gran interés. Una joven hizo notar lo siguiente durante una manifestación en Sydney en apoyo de Assange:"George Orwell dijo que 'Durante tiempos de engaño universal, el que dice la verdad comete un acto revolucionario'. Y nosotros sí que vivimos en tiempos de engaño universal".

Tiene razón. Pero este engaño universal no es simplemente el producto de individuos. Es consecuencia de un sistema social.

En la política, como dijera Trotsky, el engaño es función de la estructura clasista de la sociedad: "Los opresores integran la mentira a un sistema diseñado para confundir y desconcertar a las masas y así mantener su dominio…La revolución revienta la mentira social. La Revolución habla la verdad. La Revolución comienza con darle su verdadero nombre a las cosas y a las relaciones sociales".

En cambio, nosotros podemos decir que los deseos por saber la verdad, las exigencias para averiguarla y la profunda apreciación por obtenerla significa que comenzado un nuevo período de revolución social.

No es solamente en la esfera de la diplomacia y de las relaciones entre las potencias imperialistas que el engaño juega una función sociopolítica fundamental. Las mentiras y las mistificaciones son partes íntegras de la estructura de la economía y la sociedad capitalistas. La totalidad del análisis de Marx, sobre todo en El Capital, se consagra a revelar las verdaderas relaciones sociales subterráneas que las "realidades" cotidianas y las apariencias esconden bajo el capitalismo.

El propósito más elemental de la perspectiva científica marxista consiste en quitar la máscara detrás de la cual se esconden las relaciones sociales y revelar con precisión la realidad de la sociedad capitalista y como su estructura se basa en la existencia de clases sociales. Es en base de ello que se puede establecer un movimiento revolucionario para derrocarlo.

Es del desarrollo de las condiciones objetivas lo que hace posible que millones comprendan lo que antes no se podía contemplar o entender; desarrollo que determina hasta qué punto las amplias masas pueden entender el análisis científico del marxismo.

La crisis cada vez más profunda del capitalismo mundial, la cual los cables de WikiLeaks nos revelan con increíble perspicacia, ahora crea las condiciones objetivas en que las relaciones sociales, económicas y políticas, durante décadas sepultadas bajo el peso de mistificaciones y mentiras, quedan desnudas ante todos.

Consideremos los últimos treinta años. Durante la década de los 1980, la ex Primer Ministro de Inglaterra, Margaret Thatcher, presentó la consigna de las minorías reinantes, "No existe alternativa", la cual hasta un acrónimo adquirió: TINA. No había alternativa posible al dominio del "mercado" y a los intereses bancarios y políticos que éste servía. Cada vez que se abogaba por reformas sociales, surgía el grito: "¡No hay dinero!" La creciente desigualdad social, pues, no se debía a la estructura de una economía basada en las clases sociales, sino que era la culpa del individuo y de sus flaquezas humanas.

Pero cuando la crisis económica mundial estalló repentinamente cuando Lehman Brothers se fue en quiebra en septiembre de 2008, el dinero no faltaba para rescatar a los bancos y a otras instituciones financieras. Se ha calculado que la cantidad total monetaria que se les obsequió equivale a aproximadamente un 25% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial. El Banco Federal de Reservas de Estados Unidos (FED) por sí solo le entregó a los bancos y a otras empresas financieras un total de $3 billones, cantidad que nunca fue aprobada legalmente por el Congreso nacional. Como comentara el Financial Times: "Las instituciones de Wall Street, que ahora están de nuevo en pie, sobrevivieron simplemente porque fueron salvados por los impuestos que el pueblo". Goldman Sachs recurrió a la ayuda financiera del FED durante 84 ocasiones, y Morgan Stanley 212.

Hay otra ficción política, la cual tiene que ver con el papel que juega el estado. ¿Cuántos galones de tinta se han gastado para refutar el análisis de Marx en cuanto a que el poder ejecutivo del estado moderno no es nada más que un comité para administrar los asuntos de la burguesía en general? ¿Qué ha revelado los hechos de los acontecimientos históricos?

A medida que la crisis económica se desarrollaba, los gobiernos y los bancos centrales de todos los países actuaron tal como Marx había anticipado: integrando a sus libros de contabilidad los activos tóxicos sin valor de las instituciones bancarias y financieras. Hoy día, debido a las exigencias de los mercados financieros, estos mismos gobiernos organizan la destrucción de lo que todavía queda del sistema de bienestar social con tal de ofrecer los recursos para pagar las deudas contraídas por las actividades frecuentemente ilícitas y casi ilícitas de los bancos.

La filosofía política liberal siempre se ha opuesto al concepto marxista de que, a fin de cuentas, el estado consiste de cuerpos de hombres armados para imponer la dictadura del capital. "¡Eso no es verdad!", insisten los académicos, periodistas y comentaristas. "¡Eso no es más que otra vulgaridad marxista!"

Nos dicen que el estado se basa en el imperio de la ley, que funciona dentro del marco de la democracia parlamentaria. Pero la veracidad del análisis marxista se comprueba todos los días a medida que los ejércitos y la policía se movilizan contra los estudiantes y trabajadores de España, Grecia, Gran Bretaña y otros países por toda Europa que se manifiestan en contra de la austeridad presupuestal que los mercados financieros dictan.

Y en este país, toda una serie de ataques policiales bien organizados hacen cumplir las proscripciones promulgadas por la legislación Fair Work Australia (Trabajo Justo en Australia), las cuales criminalizan casi todas las actividades laborales industriales en defensa de empleos, salarios y condiciones de trabajo.

De la misma manera, la afirmación que la justicia está por encima de los intereses clasistas se refuta todos los días con la persecución de Julian Assange por parte de las autoridades judiciales que actúan bajo la presión del gobierno de Estados Unidos.

Toda persona que crea que las medidas en contra de Assange son motivadas por consideraciones jurídicas sin duda se encontrará esperando a Santa Claus cuando baje por la chimenea…

También se han desenmascarado grandes mentiras históricas. Una de las mayores es que la Revolución Rusa fue, de alguna manera, una conspiración ilícita que aplastó al capullo de la democracia liberal rusa cuando ésta estaba justamente a punto de florecer. Los liberales de la Guerra Fría insistieron durante años que la democracia florecería en la Unión Soviética y en Europa Oriental solamente con la restauración del capitalismo. Hace veinte años que sus sueños se hicieron realidad. ¿Cuál ha sido el resultado? A Rusia la gobierna el régimen criminal de Putín, el cual actúa como la Mafia. Por otra parte, en Hungría, para mencionar no más que un solo país de Europa Oriental, los judíos otra vez viven temerosos debido al resurgimiento de partidos anti semitas.

Una de las realidades políticas más significantes reveladas por los cables de WikiLeaks es la medida en que Estados Unidos y sus agencias se han involucrado en todo aspecto de la vida política australiana. No es exageración decir que Australia es casi una nación satélite de Estados Unidos. Los conductos principales de esta situación son el Partido Laborista Australiano y la burocracia de los sindicatos obreros.

Todos aquellos que participaron en la deposición de Rudd el 2324 de junio de 2010estaban en comunicación-y a cada rato conversaban-con funcionarios de la embajada de Estados Unidos. Mark Arbib, senador derechista por New South Wales (NSW), fue una de las figuras claves. Era el contacto "protegido" que se había relacionado con funcionarios estadounidenses desde que había comenzado a ascender a la fama con el apoyo de las bases de los sindicatos laboristas en NSW. En su libro acerca de las operaciones internas de la CIA, Inside the Company (Diario de la CIA), Philip Agee, ex operario de dicha organización, distingue entre los operarios y los espías. La CIA emplea a los primeros directamente; los espías eran los que reportaban a ella y actuaban para defender los intereses [de la organización]. Era en ese sentido que Arbib era agente del estado norteamericano.

Cuando se reveló que era espía, uno de sus mentores, Stephen Loosley, ex burócrata derechista del Partido Laborista Australiano (ALP) y senador por New South Wales, insistió que las actividades de Arbib no habían sido ni raras ni lamentables. Había pláticas y comunicación regulares entre la jerarquía del Partido Laborista y la embajada de Estados Unidos. Loosley recuerda haber informado a la embajada en 1991 que Keating iba a reemplazar a Hawke como dirigente del Partido Laborista y como primer ministro.

Loosley aclaró que Arbib había estado haciendo lo que hacía durante décadas. Arbib no tuvo que iniciar contacto con la embajada; fue integrado a una red que ya existía y cuya existencia era bien conocida en los ámbitos periodistas. Como puntualizara el corresponsal Paul Kelly, de El Australiano: "La tradición de relaciones políticas íntimas entre la derecha del ALP y Estados Unidos se ha llevado a cabo por más de una generación. Fíjense, por ejemplo, en Chris Bowen, Stephen Conroy, Bill Shorten y a Arbib. Todos se han visto más y más amarrados a las redes estadounidenses". [El Australiano, 10 de diciembre de 2010]

En otras palabras, las revelaciones acerca de Arbib y demás sólo representan el descubrimiento reciente de una vieja relación histórica. Analicemos sus orígenes y examinemos los temas políticos claves que ésta plantea.

Como ya se sabe, el papel fundamental del Partido Laborista y de la socialdemocracia en general no consiste en luchar para movilizar a la clase trabajadora y derrocar a la sociedad capitalista. Más bien, su tarea central es subyugar a la clase trabajadora al dominio capitalista.

Los socialdemócratas sobre todo aceptan que la burguesía es dueña del destino de la sociedad. Pero las relaciones internas de la burguesía en cualquier país, así como entre los diferentes elementos de la burguesía a nivel internacional, cambian como consecuencia de los desarrollos históricos; y son esos cambios lo que expresa la orientación de la socialdemocracia.

Trotsky hizo un importante análisis de este tema cuando escribió acerca de la situación europea en la década de los 1920. Según nota, los socialdemócratas de Europa se habían convertido en críticos acérrimos de sus "propias" burguesías. ¿Cómo se podía explicar eso? No había sido resultado de ningún sentimiento oposicionista por parte de sus dirigentes, todos quienes habían jugado un papel clave en traicionar el levantamiento de la clase trabajadora luego de la Revolución Rusa. Más bien reflejaban los cambios en la actitud de la propia burguesía europea.

Con el avance del imperialismo estadounidense inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial y su intervención en lo que anteriormente habían sido asuntos europeos, un nuevo dueño se había apoderado de la casa. Los socialdemócratas, explicó Trotsky, ahora admitían que tenían que adaptarse al "dueño de los dueños"; es decir, al imperialismo yanqui.

Los acontecimientos históricos en Australia se fueron por un rumbo algo diferente. La burguesía australiana definía sus intereses y privilegios dentro de las restricciones del Imperio Británico y sus actitudes encontraban su reflejo en la orientación del Partido Laborista. A vísperas de la Primera Guerra Mundial, Andrew Fisher, dirigente del Partido Laborista, declaró que el gobierno Laborista se comprometería a defender el Imperio Británico hasta "el último hombre y el último chelín".

La situación después de la guerra causó grandes cambios y nuevas potencias imperialistas aparecieron. Durante la década de los 1930, la Cuarta Internacional explicó que, en el conflicto que se acercaba entre ellas, Australia se aliaría a cualquier potencia imperialista que la defendiera contra Japón. Tan pronto estalló la Guerra del Pacífico con el bombardeo de Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941, era obvio que Inglaterra no iba a poder cumplir dicha misión. La rapidez del avance japonés mostró que el control británico de lo que Whitehall había llamado "El Lejano Oriente" se había derrumbado.

En un mensaje de Año Nuevo hacia fines de 1941, el Primer Ministro Laborista, John Curtin, anunció la nueva orientación de su gobierno: "Sin ninguna inhibición de ninguna clase, quiero dejar bien claro que Australia se guía de Estados Unidos, libre de todo remordimiento en cuanto a nuestros vínculos o relaciones con el Reino Unido "

Dudo bastante que Kim Beazley haya leído el panfleto de Trotsky, Europa y los Estados Unidos, que analiza la manera en que la socialdemocracia cambiaba sus alianzas. No obstante, el ex dirigente Laborista, en una conversación con el embajador estadounidense en septiembre de 2006, ofreció un resumen bien conciso de las conclusiones de Trotsky.

En las minutas de la conversación se lee lo siguiente: "Beazley reforzó los comentarios de Rudd acerca de que los Laboristas históricamente le habían brindado un fuerte apoyo a la Alianza, y recordó que el gobierno Liberal dirigido por Menzies después de la guerra tenía muy serias preocupaciones muy reales acerca de la política de Washington durante esa época, la cual se creía que promovía la desestabilización en el Sudeste de Asia. Los Laboristas, por otra parte, se guiaban del Primer Ministro Curtin, quien aceptaba a los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial como la única esperanza para una paz duradera después de la guerra…Los australianos se quedaron obsesionados con Estados Unidos y se llevaban de todas las movidas de Washington, quizás en lo extremo".

En otras palabras, durante y después de la guerra, los Laboristas aceptaron al nuevo "jefe de todos los jefes": el imperialismo estadounidense. Por otro lado, los Liberales bajo las riendas de Menzies se alinearon con el Imperio Británico, que rápidamente entraba en decadencia.

Pero ahora se ha presentado un nuevo cambio en la situación: la crisis palpable del imperialismo estadounidense y el surgimiento de varios rivales. Al verse cara a cara con el deterioro de su propia economía y la creación de nuevos rivales, recurre al militarismo y a la opresión que a diario organiza a escondidas. El gran servicio de WikiLeaks es que ha sacado a luz del día varias de estas actividades.

El ataque contra WikiLeaks y la persecución de Julian Assange correctamente han causado que millones de gente alrededor del mundo se levanten en oposición. Ello se debe a las revelaciones que han comenzado a aclarar las amargas experiencias de la última década. Menciono sólo unas pocas: la guerra falaz contra el terrorismo; las mentiras para lanzar las guerras contra Irak; los crecientes y continuos ataques contra los derechos democráticos; el enriquecimiento de un minúsculo sector de la sociedad por medio de actividades bancarias que sólo pueden llamarse delictivas; la expansión de la desigualdad social.

Hay sectores crecientes de la población, sobre todo en la juventud, que se inquietan por saber la verdad y porque detrás de una maraña de mentiras los políticos capitalistas, no importa de qué color simbólico pinten su orientación política, están poniendo en práctica programas que amenazan el futuro de la humanidad.

Estos sentimientos son totalmente lógicos, pero todavía les falta una clara perspectiva política. Eso solo se puede desarrollar atacando el problema en sus raíces, comprendiendo que el peligro de guerra, los ataques contra los derechos democráticos y el caos socio económico que se va profundizando son todos las expresiones del derrumbe del sistema capitalista mismo.

La lucha por la verdad y por los derechos democráticos significa que hay que entablar una lucha para derrocar el sistema social, el cual, a razón de su misma esencia, es la fuente de las mentiras y la opresión. Ello significa una orientación hacia la clase trabajadora internacional, que es la única fuerza social capaz de derribar el orden imperialista, para armarla con un programa y una perspectiva revolucionarios

La reacción de los gobiernos en todos los rincones al ataque contra WikiLeaks y la persecución de Assange tiene su significado: que no existe ningún sector de la clase gobernante que defienda los derechos democráticos. ¿Cómo podría ser de otra manera cuando todos los gobiernos ahora atacan la posición social de la clase trabajadora al mismo tiempo que planean a escondidas ataques militares contra sus potencias rivales?

Nadie, me apuro en añadir, debería creer que la oposición en este país que ha salido de los ámbitos políticos y periodistas a favor de WikiLeaks refleja que Australia se ha comprometido excepcionalmente a defender los derechos democráticos. Las mismas figuras de la prensa que firmaron la declaración-que expresaron sus inquietudes acerca del ataque contra WikiLeaks y declararon su compromiso con una "prensa libre y sin miedo"-todos regurgitaron las mentiras acerca de "las armas de destrucción masiva". La defensa de la democracia no es lo que principalmente les concierne. Más bien los conmueve el miedo de que Australia, que más y más depende de China, se vea amarrada al sangriento carruaje del imperialismo yanqui que marcha a toda velocidad hacia la guerra.

La defensa de los derechos democráticos es una cuestión clasista. Tiene que basarse en un movimiento político de la clase trabajadora, lo que significa el establecimiento de un nuevo partido socialista revolucionario de las masas. Tiene que haber una ruptura completa no solo con el Partido Laborista y toda la maquinaria de los sindicatos obreros-la cual ha sido completamente comprada y pagada por las agencias del imperialismo-sino también con todas esas organizaciones izquierdistas falsas que de una manera u otra tratan de amarrar a la clase trabajadora a esa maquinaria.

La crisis financiera mundial ha revelado que en la esfera de la economía todos los problemas a los cuales la clase trabajadora se enfrenta son internacionales. Ahora los cables de WikiLeaks han revelado lo mismo en la esfera política.

La manera de seguir adelante se basa en el establecimiento de un partido cuyo programa y orientación luchan por la unificación internacional de la clase trabajadora. Esa es la perspectiva del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, partido mundial de la revolución socialista, y de su sección australiana, el Partido Socialista por la Igualdad (PSI). Le instamos a que se integren como militantes.

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