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El significado político de las revelaciones de WikiLeaks.
Por Nick Beams
31 Diciembre 2010
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el autor
Nick Beams, Secretario Nacional del Partido Socialista por
la Igualdad (PSI) de Australia, pronunció este discurso
en dos reuniones públicas en Melbourne y Sydney el 20 y
21 de diciembre, respectivamente..
Que Estados Unidos y otros gobiernos imperialistas por todo
el mundo hayan tomado medidas extraordinarias contra WikiLeaks
y su fundador, Julian Assange, indica que las revelaciones de
los cables enviados por Estados Unidos tienen un profundo significado
político.
La última década está repleta de experiencias
políticas importantísimas que han dejado una profunda
marca en la consciencia de los pueblos. Todo empezó con
el robo de las elecciones estadounidenses en el 2000. Éste
fue seguido por los eventos del 11 de septiembre (que todavía
nadie ha explicado), la invasión de Afganistán y,
en 2003, la guerra contra Irak, cuyas razones se basaron en una
mentira: que el régimen iraquí poseía "armas
de destrucción masiva".
Las revelaciones de WikiLeaks han estremecido al mundo
porque revelan la verdadera naturaleza de la llamada "diplomacia".
Nos recuerda el escándalo de otra época, cuando
Trotsky, como Comisario de Relaciones Exteriores del gobierno
soviético durante la Revolución Rusa en noviembre
de 1917, reveló varios secretos diplomáticos.
En una declaración emitida junto con la revelación
de expedientes provenientes de los archivos del gobierno zarista,
Trotsky escribió lo siguiente: "La diplomacia secreta
es un instrumento necesario para la minoría propietaria
que se ve obligada a engañar a la mayoría para someterla
a sus intereses. El imperialismo, con sus siniestros planes de
conquista y sus alianzas y convenios con otros ladrones, desarrolló
el sistema de la diplomacia secreta a un nivel superior. La lucha
contra el imperialismo, la cual agota y destruye a los pueblos
de Europa, es, a la misma vez, una lucha contra la diplomacia
capitalista, la cual tiene suficiente razón para temerle
a la luz del día. El pueblo ruso y los pueblos de Europa
y todo el mundo deberían aprender acerca de las verdades
documentadas que los industrialistas y financieros, en alianza
con sus agentes parlamentarios y diplomáticos, traman en
secreto. Los pueblos europeos han pagado por el derecho a saber
esta verdad con incontables sacrificios y una desolación
económica universal".
Estas palabras fueron escritas hace más de 90 años,
pero no dejan de estremecernos aún hoy día porque,
como los documentos que WikiLeaks han revelado, todavía
siguen las mismas intrigas imperialistas en contra de los pueblos
del mundo. Los documentos del régimen zarista fueron revelados
en medio de la Primera Guerra Mundial, y revelaron su verdadera
índole. Hoy día, la revelación de los documentos
toma lugar a medida que entramos en la segunda década de
la interminable "guerra contra el terrorismo" y los
ámbitos militares y políticos del imperialismo.
En uno de sus primeros comentarios acerca de las revelaciones
de WikiLeaks, el Ministro de Relaciones Exteriores de Australia,
Kevin Rudd, habló en nombre de todos los imperialistas
al insistir que la diplomacia secreta es una necesidad. Vale la
pena citar todo lo que dijo:
"No creo que nadie se haya aprovechado de lo que ha sucedido
con las revelaciones no autorizadas de información clasificada,
pues, como pueden ver, la diplomacia es necesaria. La diplomacia
se lleva a cabo en secreto porque trata de resolver problemas
para los cuales no existen otras soluciones públicas. Por
lo tanto, lo que está en juego es la esencia de cómo
maniobramos con las dificultades internacionales; la maquinaria
por medio de la cual tenemos que lidiar con los obstáculos
internacionales; el mecanismo por medio del cual tenemos que resolver
los problemas internacionales, en el lenguaje con que luchamos
con los problemas internacionales. Y cuando todo esto sale al
dominio público, se convierte en un problema para que todos
nosotros combinemos nuestros esfuerzos para derribar varios de
nuestras dificultades más fundamentales. Por consiguiente,
nosotros en Australia condenamos la revelación de este
material. No le ayuda a nadie. La verdad es que un verdadero problema
para todos nosotros".
Pero, si los debates secretos se revelaran, ¿cuáles
serían las controversias, imposibles de resolver en público,
que crearían "un verdadero problema para todos nosotros"?
Seguro que las órdenes que Hillary Clinton le dio a
los diplomáticos estadounidenses para que obtuvieran información
sobre las contraseñas, los detalles biométricos
y los números de tarjetas de crédito de los representantes
de la Organización de las Naciones Unidas se podrían
catalogar de esa manera. La reunión de semejante información,
que se considera delito criminal, toma lugar con fin de chantaje.
Semejante información es bastante útil, pues a un
diplomático de la ONU se le puede discretamente informar
que si él o ella no vota de cierta manera, puede que cierta
información posiblemente le cause tremenda vergüenza;
información que, luego de ser obtenida por medio del acceso
tarjetas de crédito y otros detalles, podría revelársele
al público.
Y la verdad es que se puede crear "un verdadero problema
para todos nosotros" cuando se revelan los comentarios del
dirigente obrero, Kim Beazley, a la Embajada de Estados Unidos
en septiembre de 2006. Según el cable, "Beazly hizo
la siguiente acusación: que el gobierno y sobre todo Downer,
Ministro de Relaciones Exteriores-había pérfidamente
tergiversado los hechos cuando Downer sostuvo en Beijing, durante
agosto de 2004, que el conflicto entre Estados Unidos y China
sobre Taiwan no necesariamente cumpliría con las obligaciones
ANZUS de Australia para ayudar a Estados Unidos". En caso
de guerra entre China y Estados Unidos, a Australia no le quedaría
otro remedio que defender militarmente a Estados Unidos, según
Beazley. De otro modo, la alianza quedaría efectivamente
muerta y enterrada, lo que Australia nunca podría soportar".
En la misma conversación en que comprometió a
Australia participar en una guerra lanzada por Estados Unidos
contra China, Beazley insistió que el Partido Laborista
apoyaba la participación militar en Afganistán y
que "seguiría haciéndolo hasta que el infierno
mismo se congelase".
También tenemos la conversación de Rudd con la
Ministro de Relaciones Exteriores, Hillary Clinton (quien acababa
de ser nombrada a dicho puesto), el 24 de marzo de 2009. Rudd,
quien se auto denominaba como "un realista bestial en cuanto
a China", abogó para que a China se le "integrara"
a la comunidad internacional al mismo tiempo que "también
preparaba los planes para desplegar la fuerza si todo salía
mal". Es decir, si China no aceptaba las restricciones geopolíticas
que Estados Unidos exigía como necesarias (verdadero significado
de la integración a la comunidad internacional), el resultado
sería la guerra.
La lista sigue y sigue. El contenido de estas conversaciones,
llevadas a cabo en secreto detrás de las espaldas de los
pueblos mundiales, es exactamente como Trotsky lo describiera:
"los siniestros planes de conquista
alianzas y transacciones
entre ladrones".
Pero virémonos ahora hacia los temas más generales
que WikiLeaks ha planteado con sus revelaciones y como
la gente por todo el mundo los lee y sigue con gran interés.
Una joven hizo notar lo siguiente durante una manifestación
en Sydney en apoyo de Assange:"George Orwell dijo que 'Durante
tiempos de engaño universal, el que dice la verdad comete
un acto revolucionario'. Y nosotros sí que vivimos en tiempos
de engaño universal".
Tiene razón. Pero este engaño universal no es
simplemente el producto de individuos. Es consecuencia de un sistema
social.
En la política, como dijera Trotsky, el engaño
es función de la estructura clasista de la sociedad: "Los
opresores integran la mentira a un sistema diseñado para
confundir y desconcertar a las masas y así mantener su
dominio
La revolución revienta la mentira social.
La Revolución habla la verdad. La Revolución comienza
con darle su verdadero nombre a las cosas y a las relaciones sociales".
En cambio, nosotros podemos decir que los deseos por saber
la verdad, las exigencias para averiguarla y la profunda apreciación
por obtenerla significa que comenzado un nuevo período
de revolución social.
No es solamente en la esfera de la diplomacia y de las relaciones
entre las potencias imperialistas que el engaño juega una
función sociopolítica fundamental. Las mentiras
y las mistificaciones son partes íntegras de la estructura
de la economía y la sociedad capitalistas. La totalidad
del análisis de Marx, sobre todo en El Capital,
se consagra a revelar las verdaderas relaciones sociales subterráneas
que las "realidades" cotidianas y las apariencias esconden
bajo el capitalismo.
El propósito más elemental de la perspectiva
científica marxista consiste en quitar la máscara
detrás de la cual se esconden las relaciones sociales y
revelar con precisión la realidad de la sociedad capitalista
y como su estructura se basa en la existencia de clases sociales.
Es en base de ello que se puede establecer un movimiento revolucionario
para derrocarlo.
Es del desarrollo de las condiciones objetivas lo que hace
posible que millones comprendan lo que antes no se podía
contemplar o entender; desarrollo que determina hasta qué
punto las amplias masas pueden entender el análisis científico
del marxismo.
La crisis cada vez más profunda del capitalismo mundial,
la cual los cables de WikiLeaks nos revelan con increíble
perspicacia, ahora crea las condiciones objetivas en que las relaciones
sociales, económicas y políticas, durante décadas
sepultadas bajo el peso de mistificaciones y mentiras, quedan
desnudas ante todos.
Consideremos los últimos treinta años. Durante
la década de los 1980, la ex Primer Ministro de Inglaterra,
Margaret Thatcher, presentó la consigna de las minorías
reinantes, "No existe alternativa", la cual hasta un
acrónimo adquirió: TINA. No había alternativa
posible al dominio del "mercado" y a los intereses bancarios
y políticos que éste servía. Cada vez que
se abogaba por reformas sociales, surgía el grito: "¡No
hay dinero!" La creciente desigualdad social, pues, no se
debía a la estructura de una economía basada en
las clases sociales, sino que era la culpa del individuo y de
sus flaquezas humanas.
Pero cuando la crisis económica mundial estalló
repentinamente cuando Lehman Brothers se fue en quiebra
en septiembre de 2008, el dinero no faltaba para rescatar a los
bancos y a otras instituciones financieras. Se ha calculado que
la cantidad total monetaria que se les obsequió equivale
a aproximadamente un 25% del Producto Interior Bruto (PIB) mundial.
El Banco Federal de Reservas de Estados Unidos (FED) por sí
solo le entregó a los bancos y a otras empresas financieras
un total de $3 billones, cantidad que nunca fue aprobada legalmente
por el Congreso nacional. Como comentara el Financial Times:
"Las instituciones de Wall Street, que ahora están
de nuevo en pie, sobrevivieron simplemente porque fueron salvados
por los impuestos que el pueblo". Goldman Sachs recurrió
a la ayuda financiera del FED durante 84 ocasiones, y Morgan
Stanley 212.
Hay otra ficción política, la cual tiene que
ver con el papel que juega el estado. ¿Cuántos galones
de tinta se han gastado para refutar el análisis de Marx
en cuanto a que el poder ejecutivo del estado moderno no es nada
más que un comité para administrar los asuntos de
la burguesía en general? ¿Qué ha revelado
los hechos de los acontecimientos históricos?
A medida que la crisis económica se desarrollaba, los
gobiernos y los bancos centrales de todos los países actuaron
tal como Marx había anticipado: integrando a sus libros
de contabilidad los activos tóxicos sin valor de las instituciones
bancarias y financieras. Hoy día, debido a las exigencias
de los mercados financieros, estos mismos gobiernos organizan
la destrucción de lo que todavía queda del sistema
de bienestar social con tal de ofrecer los recursos para pagar
las deudas contraídas por las actividades frecuentemente
ilícitas y casi ilícitas de los bancos.
La filosofía política liberal siempre se ha opuesto
al concepto marxista de que, a fin de cuentas, el estado consiste
de cuerpos de hombres armados para imponer la dictadura del capital.
"¡Eso no es verdad!", insisten los académicos,
periodistas y comentaristas. "¡Eso no es más
que otra vulgaridad marxista!"
Nos dicen que el estado se basa en el imperio de la ley, que
funciona dentro del marco de la democracia parlamentaria. Pero
la veracidad del análisis marxista se comprueba todos los
días a medida que los ejércitos y la policía
se movilizan contra los estudiantes y trabajadores de España,
Grecia, Gran Bretaña y otros países por toda Europa
que se manifiestan en contra de la austeridad presupuestal que
los mercados financieros dictan.
Y en este país, toda una serie de ataques policiales
bien organizados hacen cumplir las proscripciones promulgadas
por la legislación Fair Work Australia (Trabajo
Justo en Australia), las cuales criminalizan casi todas las actividades
laborales industriales en defensa de empleos, salarios y condiciones
de trabajo.
De la misma manera, la afirmación que la justicia está
por encima de los intereses clasistas se refuta todos los días
con la persecución de Julian Assange por parte de las autoridades
judiciales que actúan bajo la presión del gobierno
de Estados Unidos.
Toda persona que crea que las medidas en contra de Assange
son motivadas por consideraciones jurídicas sin duda se
encontrará esperando a Santa Claus cuando baje por la chimenea
También se han desenmascarado grandes mentiras históricas.
Una de las mayores es que la Revolución Rusa fue, de alguna
manera, una conspiración ilícita que aplastó
al capullo de la democracia liberal rusa cuando ésta estaba
justamente a punto de florecer. Los liberales de la Guerra Fría
insistieron durante años que la democracia florecería
en la Unión Soviética y en Europa Oriental solamente
con la restauración del capitalismo. Hace veinte años
que sus sueños se hicieron realidad. ¿Cuál
ha sido el resultado? A Rusia la gobierna el régimen criminal
de Putín, el cual actúa como la Mafia. Por otra
parte, en Hungría, para mencionar no más que un
solo país de Europa Oriental, los judíos otra vez
viven temerosos debido al resurgimiento de partidos anti semitas.
Una de las realidades políticas más significantes
reveladas por los cables de WikiLeaks es la medida en que
Estados Unidos y sus agencias se han involucrado en todo aspecto
de la vida política australiana. No es exageración
decir que Australia es casi una nación satélite
de Estados Unidos. Los conductos principales de esta situación
son el Partido Laborista Australiano y la burocracia de los sindicatos
obreros.
Todos aquellos que participaron en la deposición de
Rudd el 2324 de junio de 2010estaban en comunicación-y
a cada rato conversaban-con funcionarios de la embajada de Estados
Unidos. Mark Arbib, senador derechista por New South Wales (NSW),
fue una de las figuras claves. Era el contacto "protegido"
que se había relacionado con funcionarios estadounidenses
desde que había comenzado a ascender a la fama con el apoyo
de las bases de los sindicatos laboristas en NSW. En su libro
acerca de las operaciones internas de la CIA, Inside the Company
(Diario de la CIA), Philip Agee, ex operario de dicha organización,
distingue entre los operarios y los espías. La CIA emplea
a los primeros directamente; los espías eran los que reportaban
a ella y actuaban para defender los intereses [de la organización].
Era en ese sentido que Arbib era agente del estado norteamericano.
Cuando se reveló que era espía, uno de sus mentores,
Stephen Loosley, ex burócrata derechista del Partido Laborista
Australiano (ALP) y senador por New South Wales, insistió
que las actividades de Arbib no habían sido ni raras ni
lamentables. Había pláticas y comunicación
regulares entre la jerarquía del Partido Laborista y la
embajada de Estados Unidos. Loosley recuerda haber informado a
la embajada en 1991 que Keating iba a reemplazar a Hawke como
dirigente del Partido Laborista y como primer ministro.
Loosley aclaró que Arbib había estado haciendo
lo que hacía durante décadas. Arbib no tuvo que
iniciar contacto con la embajada; fue integrado a una red que
ya existía y cuya existencia era bien conocida en los ámbitos
periodistas. Como puntualizara el corresponsal Paul Kelly, de
El Australiano: "La tradición de relaciones
políticas íntimas entre la derecha del ALP y Estados
Unidos se ha llevado a cabo por más de una generación.
Fíjense, por ejemplo, en Chris Bowen, Stephen Conroy, Bill
Shorten y a Arbib. Todos se han visto más y más
amarrados a las redes estadounidenses". [El Australiano,
10 de diciembre de 2010]
En otras palabras, las revelaciones acerca de Arbib y demás
sólo representan el descubrimiento reciente de una vieja
relación histórica. Analicemos sus orígenes
y examinemos los temas políticos claves que ésta
plantea.
Como ya se sabe, el papel fundamental del Partido Laborista
y de la socialdemocracia en general no consiste en luchar para
movilizar a la clase trabajadora y derrocar a la sociedad capitalista.
Más bien, su tarea central es subyugar a la clase trabajadora
al dominio capitalista.
Los socialdemócratas sobre todo aceptan que la burguesía
es dueña del destino de la sociedad. Pero las relaciones
internas de la burguesía en cualquier país, así
como entre los diferentes elementos de la burguesía a nivel
internacional, cambian como consecuencia de los desarrollos históricos;
y son esos cambios lo que expresa la orientación de la
socialdemocracia.
Trotsky hizo un importante análisis de este tema cuando
escribió acerca de la situación europea en la década
de los 1920. Según nota, los socialdemócratas de
Europa se habían convertido en críticos acérrimos
de sus "propias" burguesías. ¿Cómo
se podía explicar eso? No había sido resultado de
ningún sentimiento oposicionista por parte de sus dirigentes,
todos quienes habían jugado un papel clave en traicionar
el levantamiento de la clase trabajadora luego de la Revolución
Rusa. Más bien reflejaban los cambios en la actitud de
la propia burguesía europea.
Con el avance del imperialismo estadounidense inmediatamente
después de la Primera Guerra Mundial y su intervención
en lo que anteriormente habían sido asuntos europeos, un
nuevo dueño se había apoderado de la casa. Los socialdemócratas,
explicó Trotsky, ahora admitían que tenían
que adaptarse al "dueño de los dueños";
es decir, al imperialismo yanqui.
Los acontecimientos históricos en Australia se fueron
por un rumbo algo diferente. La burguesía australiana definía
sus intereses y privilegios dentro de las restricciones del Imperio
Británico y sus actitudes encontraban su reflejo en la
orientación del Partido Laborista. A vísperas de
la Primera Guerra Mundial, Andrew Fisher, dirigente del Partido
Laborista, declaró que el gobierno Laborista se comprometería
a defender el Imperio Británico hasta "el último
hombre y el último chelín".
La situación después de la guerra causó
grandes cambios y nuevas potencias imperialistas aparecieron.
Durante la década de los 1930, la Cuarta Internacional
explicó que, en el conflicto que se acercaba entre ellas,
Australia se aliaría a cualquier potencia imperialista
que la defendiera contra Japón. Tan pronto estalló
la Guerra del Pacífico con el bombardeo de Pearl Harbor
el 7 de diciembre de 1941, era obvio que Inglaterra no iba a poder
cumplir dicha misión. La rapidez del avance japonés
mostró que el control británico de lo que Whitehall
había llamado "El Lejano Oriente" se había
derrumbado.
En un mensaje de Año Nuevo hacia fines de 1941, el Primer
Ministro Laborista, John Curtin, anunció la nueva orientación
de su gobierno: "Sin ninguna inhibición de ninguna
clase, quiero dejar bien claro que Australia se guía de
Estados Unidos, libre de todo remordimiento en cuanto a nuestros
vínculos o relaciones con el Reino Unido "
Dudo bastante que Kim Beazley haya leído el panfleto
de Trotsky, Europa y los Estados Unidos, que analiza la
manera en que la socialdemocracia cambiaba sus alianzas. No obstante,
el ex dirigente Laborista, en una conversación con el embajador
estadounidense en septiembre de 2006, ofreció un resumen
bien conciso de las conclusiones de Trotsky.
En las minutas de la conversación se lee lo siguiente:
"Beazley reforzó los comentarios de Rudd acerca de
que los Laboristas históricamente le habían brindado
un fuerte apoyo a la Alianza, y recordó que el gobierno
Liberal dirigido por Menzies después de la guerra tenía
muy serias preocupaciones muy reales acerca de la política
de Washington durante esa época, la cual se creía
que promovía la desestabilización en el Sudeste
de Asia. Los Laboristas, por otra parte, se guiaban del Primer
Ministro Curtin, quien aceptaba a los Estados Unidos durante la
Segunda Guerra Mundial como la única esperanza para una
paz duradera después de la guerra
Los australianos
se quedaron obsesionados con Estados Unidos y se llevaban de todas
las movidas de Washington, quizás en lo extremo".
En otras palabras, durante y después de la guerra, los
Laboristas aceptaron al nuevo "jefe de todos los jefes":
el imperialismo estadounidense. Por otro lado, los Liberales bajo
las riendas de Menzies se alinearon con el Imperio Británico,
que rápidamente entraba en decadencia.
Pero ahora se ha presentado un nuevo cambio en la situación:
la crisis palpable del imperialismo estadounidense y el surgimiento
de varios rivales. Al verse cara a cara con el deterioro de su
propia economía y la creación de nuevos rivales,
recurre al militarismo y a la opresión que a diario organiza
a escondidas. El gran servicio de WikiLeaks es que ha sacado
a luz del día varias de estas actividades.
El ataque contra WikiLeaks y la persecución de
Julian Assange correctamente han causado que millones de gente
alrededor del mundo se levanten en oposición. Ello se debe
a las revelaciones que han comenzado a aclarar las amargas experiencias
de la última década. Menciono sólo unas pocas:
la guerra falaz contra el terrorismo; las mentiras para lanzar
las guerras contra Irak; los crecientes y continuos ataques contra
los derechos democráticos; el enriquecimiento de un minúsculo
sector de la sociedad por medio de actividades bancarias que sólo
pueden llamarse delictivas; la expansión de la desigualdad
social.
Hay sectores crecientes de la población, sobre todo
en la juventud, que se inquietan por saber la verdad y porque
detrás de una maraña de mentiras los políticos
capitalistas, no importa de qué color simbólico
pinten su orientación política, están poniendo
en práctica programas que amenazan el futuro de la humanidad.
Estos sentimientos son totalmente lógicos, pero todavía
les falta una clara perspectiva política. Eso solo se puede
desarrollar atacando el problema en sus raíces, comprendiendo
que el peligro de guerra, los ataques contra los derechos democráticos
y el caos socio económico que se va profundizando son todos
las expresiones del derrumbe del sistema capitalista mismo.
La lucha por la verdad y por los derechos democráticos
significa que hay que entablar una lucha para derrocar el sistema
social, el cual, a razón de su misma esencia, es la fuente
de las mentiras y la opresión. Ello significa una orientación
hacia la clase trabajadora internacional, que es la única
fuerza social capaz de derribar el orden imperialista, para armarla
con un programa y una perspectiva revolucionarios
La reacción de los gobiernos en todos los rincones al
ataque contra WikiLeaks y la persecución de Assange
tiene su significado: que no existe ningún sector de la
clase gobernante que defienda los derechos democráticos.
¿Cómo podría ser de otra manera cuando todos
los gobiernos ahora atacan la posición social de la clase
trabajadora al mismo tiempo que planean a escondidas ataques militares
contra sus potencias rivales?
Nadie, me apuro en añadir, debería creer que
la oposición en este país que ha salido de los ámbitos
políticos y periodistas a favor de WikiLeaks refleja
que Australia se ha comprometido excepcionalmente a defender los
derechos democráticos. Las mismas figuras de la prensa
que firmaron la declaración-que expresaron sus inquietudes
acerca del ataque contra WikiLeaks y declararon su compromiso
con una "prensa libre y sin miedo"-todos regurgitaron
las mentiras acerca de "las armas de destrucción masiva".
La defensa de la democracia no es lo que principalmente les concierne.
Más bien los conmueve el miedo de que Australia, que más
y más depende de China, se vea amarrada al sangriento carruaje
del imperialismo yanqui que marcha a toda velocidad hacia la guerra.
La defensa de los derechos democráticos es una cuestión
clasista. Tiene que basarse en un movimiento político de
la clase trabajadora, lo que significa el establecimiento de un
nuevo partido socialista revolucionario de las masas. Tiene que
haber una ruptura completa no solo con el Partido Laborista y
toda la maquinaria de los sindicatos obreros-la cual ha sido completamente
comprada y pagada por las agencias del imperialismo-sino también
con todas esas organizaciones izquierdistas falsas que de una
manera u otra tratan de amarrar a la clase trabajadora a esa maquinaria.
La crisis financiera mundial ha revelado que en la esfera de
la economía todos los problemas a los cuales la clase trabajadora
se enfrenta son internacionales. Ahora los cables de WikiLeaks
han revelado lo mismo en la esfera política.
La manera de seguir adelante se basa en el establecimiento
de un partido cuyo programa y orientación luchan por la
unificación internacional de la clase trabajadora. Esa
es la perspectiva del Comité Internacional de la Cuarta
Internacional, partido mundial de la revolución socialista,
y de su sección australiana, el Partido Socialista por
la Igualdad (PSI). Le instamos a que se integren como militantes.
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