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Amenaza de una nueva guerra civil tras las elecciones en Costa
de Marfil
Por Ann Talbot
16 Diciembre 2010
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el autor
El país de África Occidental Costa de Marfil
continúa sin un gobierno funcional después de que
los dos aspirantes en las elecciones del pasado noviembre clamaran
victoria. El actual presidente Laurent Gbagbo, que está
respaldado por el ejército, se ha negado a ceder el poder
a su rival, Alassane Outtara.
Cada vez hay más tensión en la antigua colonia
francesa que permanece bajo toque de queda. Los mercados y tiendas
se están quedando sin suministros esenciales de comida
y carburante. Ya han muerto varias personas en estallidos esporádicos
de violencia. Se habla de una "ruandización"
de Costa de Marfil si continúa esta situación de
enfrentamiento y el país cae en una guerra civil como ocurrió
en 2002.
Cualquier deterioro de la situación en Costa de Marfil
tendría graves implicaciones para la región. Sierra
Leona y Nigeria acaban de pasar recientemente por guerras civiles
y por la intervención militar occidental. La vecina Guinea
[Conakri] continúa en tensión a pesar de las recientes
elecciones. Nigeria, el gigante económico de la región,
tiene problemas profundamente arraigados en la región del
Delta y en el Norte.
"África Occidental apenas está saliendo
de este miasma de derramamiento de sangre. No queremos volver
a esta situación", dijo un ayudante de Goodluck Jonathan,
presidente de Nigeria.
The Financial Times ha pedido una solución para un problema
africano, aunque de hecho Francia y otras potencias occidentales
tienen una fuerte responsabilidad en la emergencia de la actual
crisis y en la amenaza de futura violencia.
El Consejo de Seguridad de la ONU ha reconocido el derecho
de Outtara a la presidencia. Rusia era reticente a suscribir a
la resolución del Consejo de Seguridad porque se encuentra
negociando acuerdos sobre el petróleo del litoral con Gbagbo,
pero ahora se ha alineado con Estados Unidos y Francia, que han
reconocido a Outtara. Es indudable que esta decisión refleja
acuerdos entre bambalinas sobre la división de los considerables
recursos naturales de Costa de Marfil.
Francia reafirmó brutalmente su control colonial sobre
Costa de Marfil en 2004, cuando destruyó completamente
las fuerzas aéreas del país y se hizo con el control
del aeropuerto de Abidjan. Helicóteros franceses atacaron
a multitud de personas que trataban de cruzar los puentes que
llevan desde los distritos de la clase trabajadora de la capital
hasta el aeropuerto. Cañoneras francesas tomaron posiciones
bajo los puentes.
Estados Unidos y la ONU dieron al bienvenida a esta muestra
descarnada de violencia imperialista. El Consejo de Seguridad
aprobó una resolución que autorizaba retrospectivamente
a Francia a utilizar "todos los medios necesarios" para
reprimir a la población de Costa de Marfil.
Todavía hay 10.000 soldados extranjeros en Costa de
Marfil bajo mandato de la ONU, además de los 900 soldados
franceses bajo un comando aparte encargado de respaldar a las
fuerzas de la ONU en caso de necesidad. Actualmente los soldados
de la ONU protegen a Outtara y a su gobierno, que se han establecido
en un hotel de Abidjan. Gbagbo mantiene el control del palacio
presidencial con el apoyo del ejército de Costa de Marfil.
Presionada por Estados Unidos, la Unión Africana ha
suspendido a Costa de Marfil su condición de miembro y
se ha negado a reconocer a Gbagbo. La Comunidad Económica
de Estados del África Occidental (ECOWAS en sus siglas
en inglés) ha hecho lo mismo. Es posible que la ECOWAS
imponga sanciones si Gbagbo no renuncia. El presidente Obama ha
escrito a Gbagbo insinuando sanciones. El Fondo Monetario Internacional
ha reconocido a Outtara como presidente y se ha negado a conceder
más ayuda al país hasta que se vaya Gbagbo.
Outtara fue vice-director ejecutivo del Fondo Monetario Internacional
(FMI) y estudió economía en Estados Unidos. Su identificación
con las políticas de libre mercado del FMI lo convierten
en el candidato ideal para los intereses occidentales. Bajo un
programa de ajuste estructural del FMI Costa de Marfil ha privatizado
empresas públicas y cortado los subsidios sociales. Se
han privatizado las telecomunicaciones, el transporte y el suministro
de electricidad y agua. Para principios de 2009 se calculaba que
más de la mitad de la población vivía con
menos de un euro o un poco más de un dólar al día.
El 60% de la población del campo se califica de pobre,
lo que supone un rápido aumento [de la pobreza] desde que
se impusieron las medidas del FMI. La esperanza de vida es de
sólo 56 años.
Gbagbo ha participado en la implementación de estas
políticas. Al ser dirigente sindical mantiene estrechas
relaciones con Lionel Jospin y el Partido Socialista Francés.
Cuando excluyó a Outtara en las anteriores elecciones,
el gobierno francés reconoció a pesar del todo su
derecho a permanecer en el poder.
Durante varias décadas después de la independencia
en 1960 Costa de Marfil fue relativamente próspera para
los parámetros de la región y tenía unas
infraestructuras comparativamente bien desarrolladas. Con la imposición
de las medidas del FMI y el colapso del precio de las materias
primas todo esto cambió. La elite de Costa de Marfil empezó
a explotar las divisiones étnicas e internas al tiempo
que se encarnizaba la competencia por los cada vez menores ingresos
públicos.
Estos conflictos étnicos e internos son el legado del
colonialismo francés. Francia creó una Costa de
Marfil independiente a partir de la más amplia colonia
del África Occidental Francesa. Era un país predominantemente
cristiano con una próspera industria de cacao. Los ciudadanos
de los más pobres Estados musulmanes vecinos tenían
pocas posibilidades aparte de emigrar a Costa de Marfil en busca
de trabajo, donde se vieron sometidos a la discriminación
y a un estatus de segunda clase.
Gbagbo ha fomentado la hostilidad étnica y religiosa
hacia Outtara, que es un musulmán del norte del país.
Afirma de Outtara no es realmente de Costa de Marfil y no tiene
derecho a presentarse a las elecciones. Ha sugerido que el presidente
Abdoulaye Wade de Senegal financió la campaña de
Outtara en las pasadas elecciones, lo que suscita el temor a una
dominación musulmana.
Desde 2007 el país se ha dividido a lo largo de una
línea de paz que separa el norte del sur, y que está
controlada por fuerzas de la ONU. El objetivo de las elecciones,
que fueron financiadas por la ONU y la Unión Europea, fue
reunificar al país, permitiendo así un acceso más
eficaz a los recursos del país. Es el mayor productor de
cacao del mundo y el tercer productor de café. Tiene, además,
minerales y madera.
Gbagbo está presionando por un gobierno en el que se
reparta el poder, lo que le permitiría permanecer en el
poder con algunos ministros del norte en posiciones subalternas.
Pero Estados Unidos y Europa no están dispuestos a tolerar
este esquema debido a su experiencia en Zimbabwe y Kenia, donde
el reparto de poder ha demostrado no ser satisfactorio y no ha
proporcionado un medio seguro en el que las compañías
extranjeras puedan operar de forma rentable.
La situación que existe en Costa de Marfil y que es
cada vez más evidente en todo el continente africano es
una prueba de la incapacidad del capitalismo para crear las condiciones
para un desarrollo pacífico en el mundo semicolonial. Incluso
cuando se expandía el comercio global, se fue empobreciendo
vez más profundamente a África. Tras la crisis financiera
mundial se ha dejado al continente en una posición aún
más vulnerable a medida que se agudiza la competencia por
los recursos naturales.
Traducido
del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
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