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Los peligros de la creciente rivalidad entre EE.UU. y China
Por Peter Symonds
28 Agosto 2010
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el autor
Durante el mes pasado, la administración Obama ha reanudado
e intensificado su posición de confrontación hacia
China. Después de un breve intermedio durante Mayo y Junio,
meses en los cuales Washington buscó asegurar el apoyo
de Beijing en la ONU para una nueva ronda de sanciones contra
Irán, los EE.UU. deliberadamente ha encendido tensiones
con China con una serie de acciones agresivas en el Este y el
Sureste de Asia.
Dando un discurso el 23 de Julio en un foro de seguridad de
la Asociación de Naciones Surestes Asiáticas (ASEAN,
siglas en inglés), la Secretaria de Estado Hillary Clinton
provocativamente se puso del lado de Vietnam y otros países
asiáticos en sus disputas territoriales con China por el
Mar del Sur de China. Beijing declaró a dos importantes
oficiales estadounidenses en Marzo que consideraba el Sur de China
como uno de sus intereses centrales. Y sin embargo,
Clinton ignoró el mensaje e hizo un llamado por acceso
abierto al mar que China reclama como suyo; esta acción
fue descrita por el ministro de relaciones extranjeras chino Yang
Jichi como virtualmente un ataque hacia China.
Varios días después, EE.UU. y Sur Corea comenzaron
un importante ejercicio naval en el Mar de Japón, a pesar
de las objeciones de China. Estos juegos de guerra, los cuales
fueron nominalmente una respuesta al supuesto hundimiento norcoreano
de un navío surcoreano en Marzo, involucraron a 20 naves
de guerras surcoreanas y estadounidenses, incluyendo a un inmenso
portaviones, el USS George Washington. El Pentágono ha
anunciado ahora otro ejercicio naval que conducirá más
tarde este año con Sur Corea en el Mar Amarillo, que se
encuentra más cerca a territorios chinos.
La semana pasada, la administración Obama filtró
detalles de un pacto nuclear siendo negociado con Vietnam que
abriría el camino para la venta de un reactor de tecnología
nuclear estadounidense a Hanoi. Habiendo apoyado ya al régimen
Vietnamita sobre el Mar del Sur de China, el trato nuclear fue
otra señal de un alineamiento estratégico entre
los dos países en contra de China. El trato, predeciblemente,
enfureció a Beijing, el cual acusó a Washington
de dobles estándares que desafiaban al
presente orden internacional.
Detrás de estas tensiones se esconden profundos cambios
en el balance global de fuerzas. El rápido ascenso económico
de China en las dos décadas pasadas, el cual este año
se ha convertido en la segunda economía más grande
del mundo, detrás de los EE.UU. y por delante de Japón,
está alterando las relaciones dentro de Asia y alrededor
del mundo. EE.UU. ha respondido a su histórico declive
económico con su poderío militar para tratar de
asegurar su dominio en las regiones ricas en recursos energéticos
de Asia Central y el Medio Oriente, y con alianzas y asociaciones
(que van desde Japón y Sur Corea a través del Sureste
Asiático hasta India, Pakistán y Afganistán)
para contrarrestar a China.
La crisis económica global que estalló en el
2007-08 ha exacerbado fuertemente las rivalidades entre las dos
potencias. Inicialmente, confrontado con el desastre de un colapso
financiero, la administración Obama buscó asistencia
de Beijing. Como EE.UU. es el país más endeudado
del mundo, este depende de gran manera en el ingreso de fondos
desde China. Pero mientras la confusión financiera se ha
calmado temporalmente, Washington comenzó a presionar a
Beijing en una serie de temas, incluyendo la revaluación
de la moneda China, el comercio y las iniciativas por el cambio
climático. Al mismo tiempo empezó a intervenir activamente
dentro de la región Asia Pacífico.
El Julio pasado, la Secretaria de Estado estadounidense Clinton
declaró a una cumbre del ASEAN en Tailandia de que los
EE.UU. estaban de vuelta en Asia, una referencia a
las críticas que tuvo la previa administración de
Bush por su abandono de Asia. Clinton señaló una
nueva ofensiva diplomática, declarando rotundamente ante
los reporteros: Sé que varios de los vecinos de China
han expresado su preocupación [sobre su auge], así
que queremos fortalecer nuestras relaciones con varios de los
países que están en el Este y Sureste Asiático.
Las peligrosas repercusiones de las crecientes fricciones entre
EE.UU. y China fueron delineadas por John Mearsheimer, Profesor
de Ciencias Políticas en la Universidad de Chicago, en
una presentación en Sydney el 4 de Agosto, titulada China
desafía el poderío estadounidense en Asia.
Siendo invitado a Australia por el Centro de Studios Internacionales
de Seguridad en la Universidad de Sydney, Mersheimer, un astuto
y perceptivo analista de política extranjera, retrató
un sombrío futuro para las posibilidades de paz en Asia
y, por extensión, en el mundo. Él declaró
ante una audiencia repleta de estudiantes, oficiales de política
extranjera y diplomáticos que, como resultado de su impresionante
expansión económica, China buscaría convertirse
en una potencia regional y excluir a potenciales rivales en Asia,
utilizando los mismos despiadados métodos que EE.UU. empleó
en asegurar su predominio en el Hemisferio OccidentalAmérica
del Norte, Centro y Sur.
Los australianos deberían estar preocupados sobre
el ascenso de China, Mearsheimer declaró, porque
es probable que ello conduzca a una intensa competencia de seguridad
entre China y los Estados Unidos con un potencial considerable
para que estalle una guerra. Más aún, la mayoría
de vecinos de China, incluyendo a India, Japón, Singapur,
Sur Corea, Rusia, Vietnam y, sí, Australia se unirán
a Estados Unidos para contener el poderío de China. Poniéndolo
sin rodeos: China no puede ascender pacíficamente.
Mearsheimer descartó cualquier papel que puedan cumplir
las intenciones pacíficas y expresiones de buena voluntad
en la evasión del conflicto. Inevitablemente, lo que un
país considerase como la concentración de defensa
militar sería visto por sus rivales como una peligrosa
capacidad para la agresión. Desde el punto de vista del
liderazgo chino, Mearsheimer explicó, la expansión
de las fuerzas militares del país era algo totalmente racional
para la defensa de sus intereses globales. Basándose en
experiencias recientes, Mearsheimer explicó que los líderes
chinos concluirán que EE.UU. es casi seguro un país
bélico y peligroso. Después de todo, EE.UU. ha estado
en guerra en 14 de los 21 años desde que acabó la
Guerra Fría. Esto quiere decir, 2 por cada 3 años
pasados. Y recuerden que la administración Obama está
aparentemente contemplando una nueva guerra contra Irán.
El auge económico de China como la plataforma de mano
de obra barata más grande del mundo ha requerido de una
vasta expansión de sus importaciones de materia prima de
todos los rincones del mundo. Más de la mitad de petróleo
y gasrecursos energéticos vitaleses importado,
siendo el Oriente Medio y África los principales exportadores.
Por esta razón, China está determinado a asegurar
sus rutas marinas que cruzan el Océano Índico al
Mar del Sur de China construyendo una armada. EE.UU. está
igualmente determinado a prevenir que esto ocurra y mantener,
asimismo, su propio predominio naval.
Mearsheimer explicó que Australiala cual ha intentado
hasta ahora balancear sus intereses económicos como un
mayor exportador de minerales a China y su larga alianza militar
con EE.UU.sería inevitablemente arrastrado hacia
un conflicto entre China y los EE.UU. Para pasar desde el Océano
Índico hacia el Mar del Sur de China, declaró, los
navíos chinos sólo tenían tres opciones:
los estrechos de Malacca, que son controlados por Singapur, un
cercano aliado estadounidense, o los Estrechos de Lombok y Sunda
a través del archipiélago indonés; ambos
de los cuales yacen inmediatamente al norte de Australia. Los
pasos que China tome para neutralizar la amenaza que Australia
coloque ante sus callejones marinos... seguramente empujará
a Canberra a trabajar de manera cercana con Washington para contener
a China.
Mearsheimer admitió francamente que él encontró
totalmente deprimentes sus propias conclusiones. Más
aún, aunque él estaba hablando sobre el impacto
del auge de China dos décadas a partir de ahora, ya hay
consecuencias inmediatas. En el transcurso de los últimos
20 años EE.UU. ya ha demostrado su voluntad para lanzar
agresivas acciones militaresen Irak y en Afganistán
en particularpara defender sus intereses en contra de sus
rivales. Toda la perspectiva estratégica del Pentágono
está resumida en la prevención de cualquier poder
-amigo o enemigoque pueda ser capaz de retar a la supremacía
militar estadounidense. Los últimos pasos de la administración
Obama en Asia son parte de una estrategia que apunta precisamente
a prevenir el auge de china al contrarrestar su influencia regional
y crear mayores impedimentos a su expansión militar.
El conflicto EE.UU.-China tiene paralelos históricos
significativos. A finales del siglo diecinueve, el surgimiento
de Alemania como una dinámica potencia capitalista exacerbó
de una manera cada vez más profunda la competencia y rivalidad
con el Imperio Británico y otras grandes potencias, lo
cual produjo dos devastadoras Guerras Mundiales. En la década
del 30 y del 40, el ascenso de Japón y su necesidad por
mercados y materias primas lo condujo hacia una colisión
con EE.UU. y los intereses expansionistas del imperialismo estadounidense
en Asia. Significativamente, la extensión de la Segunda
Guerra Mundial hacia el Pacífico en 1941 fue desatado cuando
EE.UU. impuso un bloqueo petrolero que amenazó con llevar
a Japón a un completo desastre. Desde la Segunda Guerra
Mundial, como bien lo sabe Beijing, el ejército estadounidense
ha buscado mantener su capacidad para recortar el suministro de
energía de sus rivales actuales o potenciales.
Mientras el capitalismo global desciende hacia su peor crisis
económica desde la década de los 30, se avecina
el peligro de la rivalidad entre grandes potencias por los mercados,
las materias primas y la posición estratégica, lo
que una vez más amenaza con una catastrófica conflagración
global, esta vez involucrando a naciones que poseen poder nuclear.
La única fuerza social capaz de prevenir tal guerra es
la clase trabajadora internacional, por medio de la movilización
unitaria a escala global por la abolición del sistema capitalista
y su obsoleta división del mundo en naciones-estados rivales
y reemplazando este sistema con una economía mundial planificada
racionalmente y organizada democráticamente. Esta es la
perspectiva socialista e internacionalista avanzada por el Comité
Internacional de la Cuarta Internacional y sus secciones alrededor
del mundo.
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