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Manifiesto del Partido Socialista por la Igualdad para las elecciones generales de Gran Bretaña en el 2010.

27 Abril 2010

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David O'Sullivan

Se espera que el Primer Ministro británico, Gordon Brown, pida hoy la disolución del Parlamento en preparación para las elecciones generales el 6 de mayo.

El partido Socialista por la Igualdad de Inglaterra ha postulado dos candidatos. David O'Sullivan, de 46 años de edad, se postulará por el distrito de East Oxford. O'Sullivan nació en Londres y ha participado en la política socialista desde 1984. Fue ingeniero mecánico de la Rolls Royce hasta su cierre y ahora trabaja para el metro de la ciudad. Está casado y tiene seis hijos y un nieto.


Robert Skelton

Robert Skelton, de cuarenta años de edad, se postulará por el distrito de Manchester Central. Nació y reside en Manchester. Ha estado activo en la política socialista desde 1988. Escribe regularmente sobre las luchas obreras de toda Europa en el World Socialist Web Site. Trabajaba en centros de atención telefónica antes de convertirse en cuidador de personas discapacitadas a tiempo completo.

• ¡No a las reducciones de salarios, los empleos o los servicios sociales!

• ¡Fin a las guerras en Irak y Afganistán!

• ¡Rompamos con el Partido Laborista—por un nuevo Partido Socialista!

• ¡Establezcamos la unidad internacional de los trabajadores!

• ¡Por un gobierno obrero y una política socialista!

El Partido Socialista por la Igualdad (PSI) insta al público a votar por nuestros candidatos, quienes se han postulado con el objetivo de echar las bases para un movimiento político independiente de la clase trabajadora contra la austeridad, el militarismo y la guerra.

Estos comicios generales constituyen un fraude político. Cualquiera que sea la fachada del próximo gobierno, su programa ya se ha determinado. Las instituciones bancarias internacionales, las empresas principales y todos los partidos oficiales tienen toda la intención de obligar a los trabajadores a pagar por una crisis económica de la que éstos no son responsables.

El Partido Socialista por la Igualdad rechaza toda exhortación al “sacrificio”; es decir, las reducciones de salarios, empleos y servicios sociales esenciales. Fue la práctica criminal especulativa de los bancos e instituciones financieras principales la que precipitó la peor crisis económica desde los años 1930. Sus acciones llevaron al mundo al borde del colapso. Sin embargo, casi dos años después, a nadie se le ha acusado de nada. No se ha puesto en práctica una sola medida para restringir las actividades de los bancos y los fondos de inversiones de alto riesgo (“hedge funds”). Más bien, casi £10.000.000.000.000 (trillones en libras esterlinas), lo que representa una cuarta parte del Producto Interior Bruto (PIB) mundial, han sido entregadas a los bancos.

En Inglaterra, se espera que la factura total de los estímulos económicos del gobierno Laborista llegue a un £1.000.000.000.000 (trillón); suficiente para financiar el Servicio de la Salud Nacional (“National Health Service”) durante toda una década.

Las grandes empresas y los bancos se aprovechan de la crisis económica para reestructurar las relaciones sociales y económicas a su favor. Las medidas de emergencia que han ofrecido para prevenir el colapso económico mundial no representan otra cosa que el saqueo de los fondos públicos para rescatar a los culpables y permitir la continuación de sus actividades parasíticas. Ello afectará grave y nefastamente a las generaciones venideras.

La riqueza de los multimillonarios del mundo aumentó un 50% el año pasado a un valor neto de £2.400.000.000.000.000 (trillones). El total de la fortuna de estos aproximadamente 1000 individuos es mayor que el PIB de todos los países del mundo excepto Estados Unidos, China y Japón.

No obstante, la quiebra amenaza a países enteros, cuyos gobiernos—“laboristas” o “conservadores”—desatan ataques despiadados contra los empleos, salarios y servicios sociales de los cuales dependen los trabajadores. Los blancos principales de estos ataques recientes han sido Grecia, España, Irlanda y Portugal, así como también los países bálticos y de Europa Oriental. Pero esto es sólo el comienzo. Ahora mismo se están estableciendo las pautas para imponerlos en el resto Europa y a nivel internacional.

El Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo han especificado que, en la Gran Bretaña, todo gobierno que se instale en el poder, no importa cuál sea su política, ha de imponer enormes reducciones de hasta 20% del gasto público. Ninguna de las reducciones que se han propuesto podrá cancelarse. Más bien se dará un gran salto en la destrucción concreta de lo que queda del servicio de salud, la educación estatal y los servicios sociales. Toda palabrería acerca del “desempleo” y “recuperación de empleos” deja en claro que las reducciones salariales, la presión laboral y la desaparición de empleos serán permanentes.

La catástrofe económica que se despliega ante nosotros no es simplemente una indisposición económica temporal, sino el fracaso de un sistema entero— el capitalista. Todas las instituciones oficiales—el Parlamento, el Banco de Inglaterra, la Autoridad Sobre los Servicios Bancarios y la prensa—son cómplices de un gangsterismo económico sistémico y a niveles sin precedentes.

Junto al espectro de otra Gran Depresión se presenta el viraje hacia el militarismo y la guerra. Los Estados Unidos, con el respaldo del Reino Unido, es el líder en llevar a cabo guerras coloniales de conquista en Afganistán e Irak con la única intención de apoderarse de mercados y recursos vitales. La intensificación del militarismo plantea enormes peligros. Justamente como sucediera al comienzo del Siglo XX, el real desequilibrio económico aumenta las tensiones entre las grandes potencias, lo que resulta en proteccionismo y guerras comerciales que amenazan con terminar en una nueva guerra mundial que pone a la misma supervivencia de la humanidad en peligro mortal.

La clase trabajadora tiene que contestar a esta crisis de su propia manera. Pero la respuesta no puede basarse en el nacionalismo. En la batalla contra la austeridad y la guerra, los trabajadores no sólo tienen que enfrentarse a sus propios gobiernos y maquinarias estatales, sino también a las clases gobernantes de Europa, Asia y Estados Unidos,, los bancos y las grandes empresas.

Lo que se necesita para hacerle frente a este problema es una contraofensiva internacional.

Por toda Europa se han desatado huelgas y manifestaciones. Son prueba de que los trabajadores de todas partes comparten los mismos problemas e intereses, los cuales no se pueden reconciliar con los de las clases dirigentes. Ya surgen las condiciones objetivas para un movimiento de la clase obrera por toda Europa como parte del nuevo resurgimiento internacional de la lucha de clases. Pero si hay algo que verdaderamente se necesita ante todo es la adopción de un programa socialista para reorganizar a la economía mundial con tal de satisfacer las necesidades de la humanidad, no la acumulación de beneficios personales.

El Partido Laborista: Partido derechista de las grandes empresas.

La cada vez peor situación de los trabadores es responsabilidad del gobierno laborista. Sus 13 años en el poder confirman que el Partido Laborista, no menos que los Conservadores, es un partido derechista de las grandes empresas.

Jactándose de que New Labour “estaba demasiado tranquilo con la cantidad de gente que se había hecho asquerosamente rica”, el gobierno aseveró que le había puesto fin a los períodos de auges y decadencias extremas cuando le dio prioridad a los intereses de Londres y las grandes empresas. Pero lo único que logró fue completar la transformación de Inglaterra en un paraíso fiscal interno y en un centro para la delincuencia organizada. Siguiendo los pasos de Margaret Thatcher, el gobierno laborista redujo drásticamente los impuestos de las empresas y libró a la municipalidad de casi todas las regulaciones. Así, los negocios más importantes no tenían que pagar casi ningún impuesto año tras año.

Todo aspecto de la vida cotidiana ha sido subordinado al mercado con tal de proteger los intereses de la súper poderosa oligarquía. El resultado ha sido el aumento de la desigualdad social a niveles que no se han visto desde antes del establecimiento del estado de bienestar social al final de la Segunda Guerra Mundial.

El gobierno admite que Inglaterra es “un país de mayor desigualdad que la de otros países industrializados y más de lo que fue una generación anterior”. El 10% más rico de la población se encuentran en una posición 100 veces mejor que el 10% más pobre, cuyos integrantes sobreviven con solamente £56 a la semana. La parte de la riqueza nacional que el 0,5% más rico de la población recibe es ahora mayor que en 1937.

El colapso de las industrias y la destrucción de empleos que pagan salarios dignos han causado la extensa proliferación de empleos de jornada parcial, con más del 40% de los hombres y el 30% de las mujeres viéndose obligados a aceptar empleos provisionales. Esto ha producido una baja en las tasas salariales; el sueldo mínimo de £5,80 la hora es ahora la norma para los adultos. Cuatro millones de niños viven en la pobreza y 1.7 millones de ellos a nivel extremo.

Para cubrir sus necesidades las familias se han endeudado enormemente hasta o un total de £1.500.000.000.000 (trillones), o £116.000 por hogar. La mayoría de esta deuda se debe a hipotecas, lo cual amenaza a muchos con dejarlos sin techo si fracasan en pagar sus facturas. El promedio de la deuda no asegurada (préstamos y tarjetas de crédito) ya llega a £18.500 por hogar.

Los bancos están eliminando préstamos a individuos y a las pequeñas empresas, mientras el Banco de Escocia, cuyo dueño mayoritario ahora son los propios contribuyentes debido al mayor rescate financiero de la historia mundial, pagó entre £1,5 y £2 billones en bonos a sus ejecutivos..

Pero mientras los ricos se ahogan en el dinero, todo esfuerzo de los trabajadores para defender sus empleos, salarios y condiciones de trabajo es condenado con furia y amenazado con acciones legales.

Mientras los partidos políticos oficiales compiten unos con otros para ver cuál va a imponer las mayores reducciones al sector público, se espera que el desempleo llegue a 3 millones a fin de año. Una libra esterlina en decadencia y los precios en alza llevarán a muchos más a la pobreza.

Luego de las persecuciones implacables por parte del gobierno y la prensa contra los “gorrones del bienestar social”, el aumento del desempleo está obligando a muchos más a sobrevivir con beneficios que no llegan a las £70 semanales. Los enfermos y discapacitados corren el riesgo de perder los programas de ayuda.

Pero es la juventud la que sufre la situación más severa. 20% de los que todavía no llegan a los 25 años edad están desempleados. Muchos no reciben ningún ingreso y tienen poca esperanza de encontrar una salida a sus circunstancias desesperantes. Debido a las reducciones presupuestales, a 200,000 jóvenes se les negó entrada a las universidades. Decenas de miles de estudiantes, que han sido forzados a valerse de préstamos para financiar su educación, ahora se ven desempleados o con empleos que no tienen futuro y con deudas que jamás podrán saldar.

El Partido Laborista = El partido de la guerra

El Partido Laborista no sólo ha atacado los niveles de vida de la clase trabajadora; lo ha hecho con entusiasmo y también apoyado con gusto el militarismo estadounidense. Ha respaldado totalmente la doctrina de la guerra preventiva.

La mayoría de la población se opone a la guerra en Irak y a la continuación de la ocupación de Afganistán; sin embargo, siguen las matanzas. Se calcula que la cantidad de muertes civiles violentas en Irak es de entre 100.000 a más de 600.000. Y se ha reportado que este año Afganistán ha sufrido más de 1440 muertes civiles, lo cual sobrepasa la de los ocho años anteriores. Cientos de soldados británicos han perecido y el costo de ambas intervenciones al Reino Unido ya excede £20.000.000.000.

A pesar de una investigación tras otra, nadie ha sido enjuiciado por los crímenes de guerra de los que son responsables. El ex Primer Ministro Tony Blair adopta la actitud de que es un “enviado de la paz” al Oriente Medio, pero se gana millones de dólares en jugosos contratos, incluyendo tratos con empresas petrolíferas con intereses en Irak. Por otra parte, sus co-conspiradores han despachado tropas adicionales a Afganistán mientras hacen sus propias fortunas por medio de mediadores industriales.

Los Conservadores y los Demócratas Liberales apoyan completamente esta campaña pro guerra. El foco de las críticas que le han hecho al gobierno se han basado en cómo financiar la guerra. El aluvión de exhortaciones para “apoyar a nuestros muchachos” sólo sirve para justificar las ocupaciones de Afganistán e Irak y abrirle paso a nuevas guerras de conquista.

Todos los días se presentan nuevas exigencias para aumentar los gastos militares; £100.000.000.000 se han destinado para reemplazar al programa nuclear Trident. Pero igual que el sistema de defensa de Estados Unidos basado en proyectiles teledirigidos, nada de esto tiene que ver con la defensa pero si tienen su blanco: los rivales de Washington y Londres, sobre todo China y Rusia

El Partido Laborista: un partido autoritario

El Partido Laborista ha sistemáticamente desmantelado las libertades civiles con la excusa de la “guerra contra el terrorismo”. El gobierno es cómplice a nivel internacional de todos los crímenes perpetrados por Washington: la tortura, los secuestros extraordinarios y los asesinatos planeados. Le ha prometido a sus aliados, tales como Israel, que Inglaterra es un refugio seguro parea los criminales de guerra.

Internamente, las medidas adoptadas por el gobierno Laborista representan el marco legal para el establecimiento de un estado policíaco. El derecho a Habeas Corpus—el derecho a ser libre de arrestos y encarcelamiento arbitrarios—ha sido socavado, el derecho a juicio con jurado ha sido reducido y la libertad de expresión se ha restringido. La presunción de la inocencia se ha ido por la borda. Además de darse a sí mismo el derecho a declarar un estado de emergencia sin recurrir al Parlamento, el gobierno ha adoptado una política de “dispara primero, pregunta después” que ya ha cobrado la vida de Jean Charles de Menezes.

Todos los partidos oficiales han aceptado estas medidas casi en su totalidad, lo que confirma que la élite política de la Gran Bretaña ha abandonado verdaderamente toda obligación a mantener las normas democráticas. El Parlamento ahora no es más que una organización que sólo sirve para autorizar rutinariamente y sin cuestionamientos todas las directivas que los multimillonarios exigen. Se ha convertido en un mercado en el que sus miembros sólo existen para llenar sus bolsillos a costillas de los contribuyentes.

La democracia es incompatible con la desigualdad social y el militarismo. No existe ningún mandato popular para una política dirigida en contra de los intereses de las masas de la población. Esta política ha de ser impuesta desde arriba.

El blanco original de las medidas antidemocráticas del gobierno han sido los vecindarios de las minorías, los cuales han sido sujetos a redadas contra el “terrorismo”, al acoso y operaciones policíacas de detención y registro de civiles. La histeria que se ha desatado contra los musulmanes, contra los que buscan asilo y contra los inmigrantes tiene un fin: justificar las medidas represivas y dividir a los trabajadores por medio del racismo y la religión.

Más recientemente, manifestantes y transeúntes inocentes han caído víctimas de palizas y varios hasta han sido asesinados por la policía sin impunidad. Espías del estado y provocadores han infiltrado a organizaciones de oposición.

Hay que considerar como advertencia la manera en que la prensa ha descrito la huelga de los empleados de British Airways como si fuera “terrorismo” industrial. La reacción de la clase gobernante al descontento político y social que inevitablemente se desarrollará durante el próximo período será la violencia del estado.

Todo depende de establecer un nuevo partido verdaderamente socialista de la clase trabajadora.

El PSI rechaza la aseveración que el Partido Laborista es “el menor de los dos males” en estas elecciones. Es en realidad el partido de nuestro enemigo clasista. Igualmente, los sindicatos obreros funcionan hoy día como apéndices de las gerencias y ayudan a imponer los ataques que las empresas y su gobierno exigen. La campaña de relaciones públicas que los sindicatos han llevado a cabo a favor del nacionalismo económico es inseparable del apoyo que le han dado a las medidas de austeridad en defensa del “interés nacional” y de la capacidad de Inglaterra para competir en el mercado. Aún cuando se ven obligados a abogar por huelgas, sólo tienen un objetivo: disipar la ira social antes de organizar la traición inevitable.

Se necesitan formas de lucha totalmente nuevas. El PSI apoya activamente todo esfuerzo por parte del pueblo trabajador para organizarse independientemente de las viejas organizaciones burócratas. Ello es vital para el establecimiento de un movimiento obrero políticamente independiente basado en un programa socialista y la lucha por un gobierno de los trabajadores.

El Partido Socialista por la Igualdad aboga por:

1. La unidad internacional de la clase trabajadora

La integración global de la economía mundial ofrece las bases para satisfacer todas las necesidades de la humanidad. Bajo el capitalismo, sin embargo, ésta se usa para socavar las condiciones de vida de la los trabajadores en todas partes.

Los trabajadores deben rechazar toda forma de racismo y nacionalismo, incluyendo sus variantes británica, escocesa, inglesa y galesa. Tienen que unir sus luchas con las que ahora se desarrollan por toda Europa. Esta unidad es la condición que hay que establecer para oponerse a la ofensiva de los bancos y de las empresas internacionales.

¡Le decimos “No” a la Europa de las grandes empresas, pero “Sí” a los Estados Unidos Socialistas de Europa como parte de la reorganización racional de la vida económica para satisfacer las necesidades de los pueblos del mundo.

2. Por la propiedad social de los bancos y las grandes empresas

El monopolio sobre la sociedad que ejerce la clase gobernante empresarial y bancaria es incompatible con una solución progresista y democrática a la crisis.

Decimos: ¡Qué se cancelen todas las deudas a las instituciones internacionales! ¡Qué se transformen a los bancos y a las grandes empresas en propiedades públicas controladas democráticamente!

3. Por la redistribución de la riqueza

Las exigencias de la vida moderna son complejas y no pueden cumplirse dentro del marco de un sistema económico basado en el enriquecimiento eterno de una clase gobernante parásita. La riqueza mal habida de los súper ricos tiene que ser expropiada y usarse para satisfacer las necesidades sociales básicas.

4. Por un programa de emergencia para establecer obras públicas

Las medidas anteriormente mencionadas nos ofrecerán los recursos necesarios para poner en práctica un enorme programa de obras públicas que le ponga fin al azote del desempleo y ofrezca empleos con buenos salarios, salud gratuita y de alta calidad, vivienda, educación y previsiones sociales de por vida.

5. Poner fin al militarismo y las guerras

Los trabajadores tienen que tomar una posición firme ante las aventuras bélicas de la clase dirigente británica. Todas las tropas británicas tienen que ser retiradas de Irak, Afganistán y de todo lugar donde están estacionadas. Hay que pagar indemnizaciones a todos los países devastados por las fuerzas militares británicas. Los arquitectos de estas guerras deben ser enjuiciados por perpetrar crímenes de guerra. La OTAN debe ser desmantelada, y el programa de armas nucleares debe cancelarse. Asimismo, la industria de armamentos debe convertirse a una producción socialmente útil.

6. Defendamos los derechos democráticos

La igualdad social es la condición previa a una democracia verdadera. Es sobre esta base que todo el sistema jurídico tiene que ser desmantelado. La legislación anti terrorista del Partido Laborista, así también como otras medidas que han reducido las libertades del individuo, tienen que cancelarse. Se tienen que adoptar medidas para asegurar el control del público sobre las decisiones políticas y acerca de la economía.

El Partido Socialista por la Igualdad es la sección británica del Comité Internacional de la Cuarta Internacional. Tiene una tradición como uno de los representantes más valientes y de mayor visión de la clase trabajadora internacional. Se ha dedicado totalmente a la lucha por el socialismo y en contra de toda forma de nacionalismo y oportunismo político.

Nuestro partido tiene sus orígenes en la lucha de la Oposición de Izquierda, dirigida por León Trotsky en defensa de la perspectiva de la revolución socialista mundial en contra de la monstruosa burocracia estalinista que surgió en la Unión Soviética. El PSI continúa hoy la obra de la Cuarta Internacional que Trotsky fundara en 1938.

Junto con nuestros partidos fraternales en Europa, América del Norte, Asia y Australia, trabajamos para establecer la unidad internacional y la reorientación socialista del movimiento obrero por medio de las noticias diarias y artículos de análisis proveídos por el World Socialist Web Site (wsws.org).

Le instamos a todos los que apoyan una alternativa socialista al desempleo de las masas, a la represión y a la guerra que participen en nuestra campaña electoral, que voten por nuestros candidatos y a que se integren al Partido Socialista por la Igualdad.

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