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Proyecto de ley de inmigración de Arizona: Un asalto frontal contra los derechos democráticos

Por Patrick Martin
30 Abril 2010

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La nueva ley anti-inmigrante aprobada en Arizona la semana pasada y firmada por el gobernador Jan Brewer es una disposición manifiestamente racista y anti-democráticas que autoriza el uso de medidas correspondientes a un estado-policiaco contra la población hispana. Según la nueva ley, policías locales y estatales tendrán la autoridad, sin orden judicial, para detener a cualquiera y pedir documentos de identificación si tienen una "sospecha razonable" de que la persona es un inmigrante "ilegal".

Arizona se convierte en el primer estado en considerar un delito—definido como delito menor de intrusión—el ser residente sin documentos legales. Otras disposiciones de la medida SB 1070 considera como delito que los inmigrantes indocumentados trabajen o busquen empleo, que una persona impida el tránsito de vehículos para recoger un jornalero ofreciéndose para trabajar, o que una persona "coseche" a un inmigrante indocumentado.

La nueva ley también obliga a la policía local a cumplir las leyes federales de inmigración, y los residentes de Arizona pueden acusar de omisión en la aplicación de la ley a cualquier funcionario o agencia estatal. También es ilegal que una comunidad en Arizona se declare como santuario para los trabajadores indocumentados.

Los documentos de identidad requeridos incluyen una licencia de conducir del estado de Arizona, un pasaporte o un documento oficial de inmigración como la “tarjeta verde”. Dado que poca gente lleva sus pasaportes o documentos de inmigración, esto significa que cualquier persona sin licencia de conducir—los jóvenes menores de 16 años, personas mayores que no manejen, o cualquier persona que visite de fuera del estado, podrían ser objeto de detención y entregados a la agencia federal de Inmigración y Aduanas agencia (cifras en inglés, ICE), sin ningún recurso legal.

El requisito de "sospecha razonable" es vagamente definido, abriendo la puerta a arrestos masivos de personas de ascendencia hispana, así como cualquier persona que "parezca extranjero", incluidos los árabes, los inmigrantes africanos, asiáticos y otros. Incluso antes de la aprobación de la ley, han habido muchos casos de ciudadanos de EE.UU. que fueron detenidos, encarcelados y deportados por los agentes de inmigración simplemente porque "parecían" ser inmigrantes indocumentados.

La legislación de Arizona fue promovida por elementos de ultra-derecha en la dirección del partido Republicano en el estado. El principal patrocinador del proyecto de ley, el senador por Arizona Russell Pearce, tiene una larga asociación con la supremacía blanca y los grupos anti-inmigrantes, y anteriormente ha presentado proyectos de ley contra los inmigrantes que ahora se enfrenta a retos constitucionales en las cortes federales.

El proyecto de ley fue aprobado por ambas cámaras de la legislatura estatal controladas por los republicanos, con los demócratas votando en contra. El gobernador Brewer firmó el proyecto de ley, y el senador John McCain lo endosó, en parte porque se enfrentan a la oposición de la extrema derecha en las primarias republicanas en agosto.

Mientras que la derecha republicana está impulsando la legislación en Arizona, el ataque a los derechos democráticos de los inmigrantes, y de todos los trabajadores, es un asunto de ambos partidos. La administración Obama criticó públicamente el proyecto de ley, pero esta postura solo es una fachada política. Obama y los demócratas preferirían una legislación antiinmigrante que fuera menos abiertamente racista y que no usurpara la autoridad federal.

A lo largo de esas criticas, varios senadores demócratas atacaron el proyecto de ley de Arizona en los programas televisivos del domingo por la mañana. El senador Christopher Dodd, de Connecticut, dijo en NBC Meet the Press: "La idea de que cada estado desarrolle sus propias leyes de inmigración—imagínense el mosaico que podría parecer."

El líder de la mayoría del senado, Harry Reid, dijo que la inmigración sería la siguiente legislación más importantespara el Senado después del proyecto de reforma financiera que se debate esta semana.

Una característica principal de esa legislación, en la forma propuesta por el senador demócrata Charles Schumer, de Nueva York y el senador republicano Lindsey Graham de Carolina del Sur en una columna el mes pasado en el Washington Post, sería "que se requieran tarjetas de Seguro Social biométricas para que los trabajadores ilegales no pueden conseguir trabajo ... Los posibles empleadores serían responsables de pasar la tarjeta por una máquina para confirmar la identidad de la persona y su estado de inmigración ".

Esto sería un paso gigante hacia un futuro orwelliano en que el gobierno federal mantiene archivos de todos los ciudadanos estadounidenses, una base de datos que inevitablemente crecerá para incluir información acerca de las creencias políticas, actividades y afiliaciones.

La inmigración es un pretexto utilizado por la élite gobernante de EE.UU., entre los cuales hay un consenso cada vez mayor para la creación de una tarjeta nacional de identidad con el fin de ampliar los poderes represivos del gobierno antes de las explosiones sociales que esperan los representantes de las grandes empresas, demócratas y republicanos..

La indignación fingida sobre la ley de Arizona por el gobierno de Obama no debe engañar a nadie. Obama nombró al anterior gobernador de Arizona, la demócrata Janet Napolitano, para encabezar el Departamento de Seguridad Nacional, precisamente por su historial de línea dura en la seguridad fronteriza y la inmigración. Bajo su liderazgo, la agencia de Inmigración y Aduanas ha detenido a un número récord de "ilegales" en los últimos 15 meses y ha ampliado la red de prisiones utilizadas para albergar a inmigrantes antes de la deportación.

Obama ha continuado y ampliado las políticas anti-democráticas de la administración Bush, defendiendo la detención indefinida, el encarcelamiento de los llamados “enemigos combatientes", la entrega de presuntos terroristas a ser torturados por regímenes de todo el mundo y el espionaje interno. Su gobierno ha aprobado el asesinato de ciudadanos de EE.UU. sospechosos de actividades terroristas.

Miles de manifestantes se reunieron fuera de la capital del estado en Phoenix el domingo pasado para oponerse a la nueva legislación. El viernes, el día que el gobernador Brewer iba a firmar el proyecto, los estudiantes de secundaria abandonaron las escuelas en protesta. El World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad apoyan este tipo de protestas e instamos a todos los jóvenes y trabajadores a salir en defensa de sus hermanos y hermanas inmigrantes.

La lucha contra el racismo y las leyes represivas requiere un rechazo de todo el marco del debate oficial sobre la inmigración. No hay trabajadores "ilegales", sólo trabajadores en condición de inmigrantes y la falta de documentos oficiales que los hacen más vulnerables a la explotación despiadada de las corporaciones norteamericanas. Los trabajadores deben exigir la abolición de la CIE y todo el aparato de un estado-policiaco de la seguridad fronteriza, y la adopción del principio de que los trabajadores tienen el derecho a vivir y trabajar en cualquier país que elijan.

El uso del chovinismo nacional para enfrentar a los trabajadores estadounidenses en contra de los de ascendencia mexicana—y en contra de los trabajadores inmigrantes de todo el mundo—es una de las más antiguas tácticas de la élite gobernante de Estados Unidos. Durante un siglo y medio, los capitalistas han tratado de enfrentar a los trabajadores nacidos en Estados Unidos en contra de sus hermanos y hermanas de clase nacidos en otros lugares. En primer lugar los trabajadores irlandeses y alemanes eran el blanco, luego los trabajadores de origen italiano, eslavos y judíos, mas adelante los de Japón y ahora de China, Corea, India, el Caribe, México, Centro y Sudamérica.

Cada logro alcanzado por las lucha de la clase trabajadora de Estados Unidos ha requerido un rechazo consciente del veneno antiinmigrante y la adopción de una perspectiva basada en la unión de los trabajadores de todos los grupos raciales, étnicos y religiosos. Este principio es aún más importante en el mundo globalizado de hoy, cuando el capital puede moverse a cualquier país para explotar países con bajos impuestos y bajos salarios. Pero los trabajadores son encarcelados dentro de los límites del sistema de estado-nación históricamente anticuados.

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