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Obama se aprovecha de la ley de Arizona para 'empujar' sus propios cambios represivos sobre la inmigración

Por Tom Eley
30 Abril 2010

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La ley contra los inmigrantes adoptada por el estado de Arizona la semana pasada ha causado una profunda ira y tremenda sacudida por doquier, causando una ola de manifestaciones en contra en Arizona y por todo Estados Unidos.

El Proyecto de Ley 1070 promulgado por la legislatura de ese estado y firmado y aprobado como ley por el gobernador Republicano, Jan Brewer, el 23 de abril, exige que la policía detenga a cualquier persona si se le "sospecha razonablemente" de ser inmigrante indocumentado. Ahora se puede arrestar, encarcelar y deportar a toda persona que no lleve consigo un carnet de identificación con fotografía, tal como la licencia de conducir, un pasaporte, o una tarjeta verde. La ley criminaliza a toda persona, grupo, vecindario o comunidad que albergue a trabajadores indocumentados. También le exige a los gobiernos locales y municipales que impongan la ley o serán llevados a la justicia para ser castigados.

La ley exige que la policía actúe si sospecha que un individuo pueda ser un inmigrante indocumentado, lo que inevitablemente convertirá a los mexicanos, los americano-mexicanos y a otras poblaciones hispanas en víctimas del racismo. Además, no hay nada en la ley que prevenga a la policía de aplicar sus amplios poderes para detener indiscriminadamente a otros sectores más amplios de la población.

Desde que el proyecto se convirtiera en ley, han ocurrido varias manifestaciones en Arizona y California, inclusive por estudiantes que espontáneamente abandonaron sus clases y escuelas en varias ciudades. Esto sucedió en municipalidades tan lejanas como la ciudad de Chicago, donde docenas fueron arrestados mientras trataban de bloquear al Departamento de la Seguridad de la Patria (DHS; siglas en inglés) con tal de que no deportara a 70 inmigrantes indocumentados que se encontraban en el centro de detenciones Broadview. Varias manifestaciones importantes se han planeado para Chicago, Washington, Los Ángeles, Dallas, Milwaukee y otras tantas ciudades.

El gobierno de Obama, el Partido Demócrata y el liberalismo yanqui no comparten la amarga oposición de millones en contra de la ley del estado de Arizona. Muy lejos de condenar a este proyecto de ley por sus elementos autoritarios y racistas, Obama le ha hecho una crítica muy débil, llamándolo "equivocado". Pero sus comentarios en cuanto al respecto sólo le hicieron eco a los de Janet Napolitana, Secretaria del DHS, quien llegó a su alto puesto a causa de sus propios credenciales anti inmigrantes.

Por su parte, la prensa, en su mayoría, también ha criticado de "errónea" e "inútil" a la ley de Arizona. Los partidarios liberales que respaldan a Obama han lanzado un movimiento indefinido y frívolo para boicotear al estado de Arizona, con la ciudad de San Francisco y el oportunista Al Sharpton a la cabeza.

La verdad es que la Casa Blanca y la prensa se han aprovechado de la ley de extrema derecha en Arizona para promover su propio programa anti democrático y reaccionario, la cual consiste de un proyecto de ley, a nivel nacional, patrocinado y propuesto por el senador Demócrata, Charles Schumer, por el estado de Nueva York, y Lindsay Graham, senador Republicano por el estado de carolina del Sur.

Schumer y Graham detallaron el borrador de su iniciativa en una columna publicada por el Washington Post el 17 de marzo. El elemento principal del proyecto de ley consiste en la creación -o lo que termina por ser la misma cosa—un sistema interno de cédulas personales. La requeriría a "todos los ciudadanos de Estados Unidos e inmigrantes legales que desean trabajar" portar nuevas tarjetas biométricas de Seguro Social "para asegurar que los trabajadores ilegales no sean capaces de conseguir empleos". A pesar de las protestas de Schumer y Graham que datos personales "serían guardados solamente en la tarjeta" y que "ninguna base de datos del gobierno podría almacenar información sobre todo el mundo", las tarjetas (o cédulas) de gran tecnología le daría al gobierno otro instrumento para espiar a toda la población".

La ley impondría nuevas medidas punitivas a trabajadores indocumentados que tratarían de obtener su residencia por vías legales, pero no ofrece nada en retorno. Según Schumer y Graham, a los trabajadores indocumentados se les "exigiría admitir que habían quebrantado la ley y pagar su deuda con la sociedad desempeñando oficios gratis en organizaciones comunitarias, y pagando multas y sus deudas a las rentas internas". Este mandato es una seria infracción de la Quinta Enmienda a la Constitución del país, la cual protege la auto incriminación.

Pero aún cuando los trabajadores indocumentados confiesen que son criminales, que paguen las multas y que cumplan las sentencias de brindar sus "servicios gratis a las organizaciones comunitarias", la ley de Schumer-Graham exige que "se examinen sus antecedentes penales, que sean competentes con el inglés antes de irse a la cola de los inmigrantes futuros para ganarse la oportunidad de obtener la residencia permanente legal".

Las masas de trabajadores inmigrantes que completen este proceso entrarían en un programa de "trabajadores invitados", en el que casi no tendrían ningún derecho y trabajarían según el capricho de los patronos.

La ley en plan también exige que se desplieguen agentes de la Patrulla Fronteriza para así seguir militarizando la frontera entre México y Estados Unidos. Semejante a la ley de Arizona, ésta emplearía a los agentes policíacos y cárceles locales para hacerla cumplir en base de sentimientos anti inmigrantes.

Obama ha dado su apoyo total a la propuesta de Schumer-Graham. Declaró en marzo que "haría todo lo posible según mi autoridad para forjar un consenso bipartita este año sobre este importante tema. Así podremos seguir hacia delante con una amplia reforma sobre la inmigración". El ex Presidente Bush apoyó propuestas similares durante su presidencia; los políticos de la clase gobernante las apoyan ampliamente.

El gobierno de Obama y sus aliados liberales ahora se basarán en la ley de Arizona para tratar de imponer medidas que ellos mismo reconocen son profundamente impopulares. Al mismo tiempo, el efecto de dicha ley inevitablemente será empujar "la amplia reforma" aún más hacia la derecha.

El ataque contra trabajadores inmigrantes sólo sirve dos propósitos relacionados: Bajo condiciones en que el desempleo de las masas aumenta y la pobreza se esparce, convertir a dichos trabajadores en chivos expiatorios es una manera muy antigua de dividir y conquistar a la clase obrera. Al mismo tiempo funciona como pretexto para la vasta expansión de la autoridad policial del estado.

Es como si fuera un reflejo de lo que actualmente sucede en varios países. Los gobiernos europeos han seguido la misma política brutal contra los inmigrantes y las minorías, allanando campamentos de inmigrantes, construyendo cárceles enormes y militarizando la región del Mar Mediterráneo. También han tratado con mayor intensidad de convertir a sus poblaciones musulmanas en chivos expiatorios. Francia, por su parte, ha tratado de prohibir por completo que las mujeres vistan sus burgas (velos que tapan toda la cara) en público.

It is mirrored by developments in a number of countries. European governments have pursued the same brutal policies toward immigrants and minorities, raiding immigrant encampments, building mass prisons, and militarizing the Mediterranean Sea. They have increasingly attempted to scapegoat their Muslim populations, with France pushing for a total ban of the wearing of the burga, or full-face veil, in public.

En Estados Unidos ya se ha puesto en práctica, o se está planeando, toda una serie de medidas autoritarias y policíacas. Obama no ha puesto en reversa ninguna de estas medidas, inclusive el Acta Patriota, las incontables actividades de espionaje en contra de la población, y la expansión de las actividades militares dentro del país mismo. Sólo días después que se adoptara el proyecto de ley sobre la inmigración, se propuso en Chicago usar a la Guardia Nacional para patrullar a la ciudad bajo condiciones de desigualdad social que se intensifica cada vez más.

No importa cual haya sido el impulso decisivo que le diera auge al proyecto de ley en Arizona, la política de la clase dirigente de Estados Unidos tiene su lógica. Hay capas enteras del estatus quo político que están muy conscientes de que los rescates de los bancos y las medidas de austeridad inevitablemente van a provocar la oposición de las masas. Y la reacción de la clase gobernante ha de ser convertir los ataques contra los derechos de los trabajadores en formas de gobierno autoritarias.

El apoyo que Obama le ha brindado a la "reforma" inmigratoria reaccionaria de la ley Schumer-Graham muestra que los derechos democráticos no pueden defenderse si se depende del Partido Demócrata o cualquier otro sector de la clase dirigente.

Los trabajadores sólo pueden oponerse a estos ataques y defender los derechos democráticos si se unen, a pesar de las fronteras raciales y nacionales, en formar su propia política independiente. Ello debe incluir el derecho de todos los trabajadores a vivir donde les plazca, La expropiación de las fortunas personales de la clase dirigente y la transformación de la industria bancaria en propiedad pública echará las bases para establecer un vasto programa de obras públicas que le darán empleo a millones de trabajadores en Estados Unidos y por toda América del Norte, América del Sur y Centro América.

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