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A un año del colapso de Lehman Brothers
Por Nick Beams
12 Octubre 2009
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Hoy, hace un año, la quiebra de Lehman Brothers,
el cuarto mayor banco de inversión de los EE.UU., desencadenó
una avalancha que amenazaba aplastar todo el sistema financiero
mundial.
El gobierno estadounidense anuncia dos días después
un paquete de rescate de 85 mil millones de dólares para
la gigantesca empresa de los seguros AIG, American International
Group y, en las semanas siguientes ocurre un pánico
especulativo contra el mercado monetario internacional valorado
en 3.6 trillones de dólares. El mercado de papel comercial,
pagarés a corto plazo, que sirve de lubricante financiero
para la economía capitalista global, se congela. Esto significa
la cesación de operaciones financieras en todos los mercados,
dado que tanto los bancos como las casas de finanzas se aferran
a sus fondos, temerosos de que ellos mismos necesitarían
del dinero de que ocurra un colapso de sus deudores.
Las causa más inmediata de la crisis fue la caída
del mercado hipotecario norteamericano a principios del 2007.
Ese desmoronamiento sigue a un auge explosivo en los precios de
viviendas, hecho posible por el crédito fácil que
existía durante los primeros años de la década.
La compra y venta de deuda hipotecaria se hacía cada vez
más importante para los bancos de Wall Street y
para los establecimientos de inversión. Por consiguiente,
ocurrió una expansión en el mercado asumieron una
importancia creciente para los bancos de Wall Street y
para las hipotecas tipo sub-prime de alto riesgo.
El fin de esa explosión de precios residenciales resultó
en una aguda caída del mercado bursátil en agosto
del 2007, cosa que tuvo un gran impacto sobre Wall Street
- hubo un día en que se temió una caída de
1000 puntos en el índice de Dow Jones (casi el 8 porciento)
- dada la globalización de la crisis, después que
se anunciara el rescate de dos bancos alemanes que habían
estado envueltos en el mercado hipotecario norteamericano.
El banco central norteamericano, El Fondo de Reserva Federal,
intervino, como lo había hecho en anteriores tempestades
financieras -el colapso de Wall Street en octubre de 1987,
la crisis económica asiática de 1997, la quiebra
del Long Term Capital Management en 1998 y el colapso de
las acciones de empresas ligadas al Internet en el 2001- reduciendo
intereses y facilitando créditos. Sin embargo, esta vez
esas medidas no pudieron aliviar la crisis.
En el curso de los meses subsiguientes, los problemas en los
mercados financieros se agraviaron, hasta que explotaron en marzo
del 2008, cuando el gobierno de los Estados Unidos monta una operación
de 30 mil millones de dólares para garantizar la adquisición
del banco de inversiones Bear Stearns por JP Morgan
Chase, otro banco de inversiones. Bear Stearns, segunda
empresa garante financiera, vinculada a las de la deuda hipotecaria
de los EE.UU., fue derribada por el colapso de dos de sus fondos
privados en el anterior mes de julio: crecían los temores
de que no tuviese dinero para atender las demandas de sus acreedores.
El dieciocho de marzo una declaración del comité
de redacción del World Socialist Web Site describe las
consecuencias del desmoronamiento de Bear Stearns: No
obstante lo que puede ocurrir en Wall Street en las próximas
semanas, no cabe duda que se trata de una crisis histórica.
Luego de una generación de incesantes propagandas de prensa,
jactándose de la infalibilidad de los mercados capitalistas
y del genio de los brujos financieros de Wall Street, la
economía estadounidense ahora está al borde de una
crisis más grave que cualquiera otra desde la Gran Depresión
de 1929.
Este análisis se confirma seis meses después.
El gobierno norteamericano y los gobiernos del mundo respondieron
a la crisis de septiembre y octubre 2008 con una operación
de rescate sin par en la historia. En total, sólo para
los Estados Unidos la masiva inyección de dinero será
de 23.7 trillones de dólares, so pretexto de prevenir una
catástrofe económica. Más que nada, por la
manera en que fue organizada, esta inyección tiene el fin
de proteger a toda costa a los intereses financieros más
poderosos.
Un pequeño grupo, comandado por Secretario del Tesoro
Henry Paulson, elaboró el plan inicial. Paulson había
sido gerente del banco de inversiones Goldman Sachs. Entre
los presentes estaban Timothy Geithner, el actual Secretario del
Tesoro, quien en ese entonces are Presidente del Banco de Reserva
Federal de Nueva York y Lloyd Blankfein, gerente de Goldman
Sachs.
En las semanas subsiguientes se planteaba el interrogante como
fue que no se había rescatado al banco de inversiones Lehman
Brothers, sólo dos días antes que fuera rescatada
la empresa de seguros AIG con 85 billones de dólares.
El hecho, que no se conocía entonces, es que AIG
era el socio más importante de Goldman Sachs. Ese
banco habría perdido más de 20 billones de dólares
si quebrara la compañía de seguros.
Partiendo de esas reuniones de emergencia iniciales se establece
un patrón: los rescates estarían bajo el control
de la banca. Los oficiales del gobierno estarían encargados
de legislar las reglas y buscar los fondos.
Desde el inicio de esta crisis financiera global, y de la más
grave recesión desde los años 30 - la caída
de producción industrial mundial, del comercio internacional
y de los activos globales hasta este junio, fue más profunda
que en el mismo periodo entre 1929 y 1930 - los gobiernos centrales
han gastado trillones de dólares en rescates bancarios
y en estímulos fiscales, lo que equivale al 18 por ciento
de la producción global.
Esas medidas han producido señales de recuperación
en la bolsa de valores y otros mercados financieros. Más
que nada han resultado en un aumento en las ganancias de la banca.
Pero la clase obrera enfrenta condiciones que van de mal a peor.
Casi el diez por ciento de los trabajadores están desempleados
en Europa y Estados Unidos.
Después de un gasto de trillones de dólares,
no se ha resuelto ninguna de las causas de la crisis. Ninguno
de los responsables ha sido encontrado culpable de nada y todos
los mecanismos financieros que causaron este crack financiero
siguen en uso.
No se ha hallado solución a la crisis. Lo único
que ha ocurrido es que el estado, que asume el papel de comité
ejecutivo de la aristocracia financiera, se ha responsabilizado
de todos los activos tóxicos y de las enormes deudas de
las empresas financieras. Para pagar toda esa deuda ocurrirán
masivos ataques contra los niveles de vida y las condiciones sociales
de la clase obrera.
El actual Director Gerente del Fondo Monetario Internacional
(FMI,) Dominique Strauss-Kahn, describió en un discurso
reciente, el nuevo enfoque: El paso más importante
es limitar los costos de pensiones y de programas de salud. ...
Aunque las medidas para disminuir costos sean difíciles
desde el punto de vista político, son esenciales para garantizar
la estabilidad fiscal.
Esa perspectiva ya está siendo impuesta en Estados Unidos.
Siguiendo la restructuración de la industria automotriz,
el gobierno de Obama busca recortar los programas de salud. Luego
de las elecciones próximas inglesas habrá recortes
fiscales masivos, no importa qué partido salga victorioso.
Un reciente artículo en el Financial Times de Londres demanda
una de reducción en el consumo en Gran Bretaña del
20 por ciento en comparación con el nivel del 2006-2007.
El gobierno laborista australiano de Rudd se ha dado sobre aviso
del dolor de recuperación que causarán
los recortes del déficit fiscal a pesar de que oficialmente
esa nación no sufre de recesión.
En términos orwellianos, el newspeak oficial habla de
recuperación y de la superar la crisis, los comentaristas
más perspicaces se han dado cuenta de que nada ha sido
resuelto y que el peligro de otro desmoronamiento va en aumento.
Según un ex jefe económico del FMI, Simon Johnson,
ni ha habido ni se han propuesto significativas reformas en el
sistema financiero. La realidad es muy simple, dice,
nuestros bancos, junto con sus novedades financieras'
no han sido desarmados. Es más se están haciendo
más peligrosos. ... Hemos sobrevivido una crisis tremenda
- hemos aprendido cuan cerca podemos llegar a una segunda Gran
Depresión - pero no se ha hecho nada para prevenir la repetición
de algo similar.
Ha pasado un año y la clase obrera debe aprehender las
lecciones de esta crisis. Cualquiera sea el futuro inmediato de
la economía, la clase obrera debe hacerse cargo del sistema
y luchar para eliminar la amenaza de nueva catástrofes.
No existe solución racional capitalista que valga. El
futuro depende de la construcción de una economía
socialista mundial. Para eso es necesario derrocar la aristocracia
financiera que concentra el poder político en sus manos
y acabar con el sistema de ganancias privadas. Esa es la perspectiva
del Comité Internacional de la Cuarta Internacional y del
World Socialist Web Site.
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