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Huelga general en Puerto Rico contra los despidos en masa

Por Bill Van Auken
19 Octubre 2009

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Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 17 de octubre, 2009.

El jueves pasado, cientos de miles de trabajadores se integraron a una huelga general de un día de duración. La huelga se organizó en contra del despido de diez de miles de empleados públicos; despido ordenado por Luis Fortuño, gobernador del territorio isleño.

La acción mayor tomó lugar en el distrito financiero de Hato Rey en San Juan, capital de Puerto Rico. Ahí 100,000 trabajadores y estudiantes participaron en una manifestación en las afueras de la Plaza de las Américas, mayor centro comercial de la isla forzado a cerrar sus puertas durante todo el día.

Las tiendas y negocios de Hato mayor y del cercano Viejo San Juan también cerraron sus puertas en anticipación de la manifestación.

La huelga terminó por cerrar las universidades públicas y privadas. El. Departamento de Educación de Puerto Rico reportó que a penas un 2% de la población estudiantil asistió a las escuelas públicas. Y la mayoría de las empresas estatales y oficinas públicas también cerraron cuando los trabajadores abandonaron sus puestos de empleo.

La huelga fue instigada por el decreto de Fortuño el mes pasado, cuando éste ordenó el despido de más de 17,000 funcionarios públicos. Los despidos, que se supone entren en vigor a principios de noviembre, fueron ordenados bajo una ley, adoptada anteriormente este año, titulada "Ley Especial Declarando Estado de Emergencia Fiscal y Estableciendo Plan Integral de Estabilización Fiscal para Salvar el Crédito de Puerto Rico".

A la ley se le conoce popularmente como la "Ley 7". Suspendió los derechos de los empleados públicos a la negociación colectiva y ordenó reducciones generales del presupuesto en un total de $2 billones; o sea, en un 20%.

La ronda de despidos anunciada en septiembre sigue a los 5,000 despidos ya establecidos por el gobierno. Se anticipa que hasta 30,000 trabajadores públicos perderán sus empleos ya que el gobierno de Fortuño ha revelado planes para eliminar hasta 40 agencias públicas por medio de fusiones, privatizaciones y cierres irreversibles.

El sector público abarca el 25% de todos los empleos en Puerto Rico, donde la tasa del desempleo oficial es más del 15%. Se espera que los despidos en masa empeoren una recesión de cuatro años de duración y que empujen la tasa de desempleo a más del 17%.

Fortuño es dirigente del Partido Nuevo Progresista (PNP), que favorece la integración de Puerto Rico a Estados Unidos como estado. Fue el primer candidato del PNP para gobernador en 40 años, puesto para el cual se postuló abiertamente como miembro del Partido Republicano. Sus antecesores en el puesto de gobernador, también miembros del PNP, habían estado afiliados al Partido Demócrata. Prometió atraer los empleos a la isla ofreciendo rentas internas bajas y programas pro empresariales; sin embargo, sólo ha presidido sobre una crisis económica que cada día azota a Puerto Rico más y más.

Durante los últimos 12 meses, 89,000 empleos han desaparecido en el sector privado. La tasa de participación en el mercado de mano de obra de la isla ha disminuido en un 36.5%. Se ha reportado que la cantidad de puertorriqueños que deciden mudarse a Estados Unidos va aumentando, y se calcula que 70,000 abandonarán la isla este mismo año.

Ahora el plan de Fortuño es reducir drásticamente el déficit fiscal de Puerto Rico por $3.2 billones y así prevenir a las agencias de Wall Street (que califican la solvencia

de entidades financieras) de bajar de categoría los bonos del gobierno y convertirlos en "bonos basura".

La enorme manifestación del jueves tomó lugar a pesar de las crecientes amenazas e intimidaciones por parte del gobierno de Fortuño. El lunes antes de la huelga, 11 recintos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) de repente cerraron sus puertas y fueron ocupados por la policía del estado. Se reportó que la acción se llevó a cabo bajo órdenes de las oficinas locales del FBI con el pretexto de asegurar la "seguridad" de los estudiantes. La clausura de las universidades ocurrió justamente cuando los estudiantes de varios recintos universitarios iban a participar en una asamblea para decidir, por medio del voto democrático, si deberían unirse a la huelga o no.

Y durante la semana justamente antes de la huelga, funcionarios del gobierno colonial de Puerto Rico amenazaron con que a los trabajadores que participaron en la huelga general se les podría imputar el cargo de de ser terroristas si interferían con el movimiento de productos y pasajeros en los puertos y aeropuertos de la isla.

El Secretario de Justicia Antonio Sagardía y el Superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha, emitieron una advertencia pública, sosteniendo que la acusación de terrorismo se justificaba puesto que habría interferencia con el comercio entre los estados. Fortuño también puntualizó que las acciones de los trabajadores eran equivalentes al "terrorismo".

El director ejecutivo de la Unión Estadounidense por los Derechos Civiles de Puerto Rico, William Ramírez, criticó ferozmente las amenazas del gobierno. Puntualizó que catalogar de terroristas a gente que ejerce su derecho a la protesta es peligroso en una democracia y que la manera en que los eventos se desarrollaban le inquietaban puesto que se trataba de trabajadores del sector público. Acusó al gobierno de sembrar el miedo porque a nadie le gusta que le llamen terrorista.

El mismo día de la huelga, el gobierno desplegó aproximadamente 15,000 oficiales de la policía en San Juan. Un helicóptero de la policía rondaba la manifestación y sus agentes filmaban y fotografiaban a los manifestantes.

No obstante, grandes multitudes de empleados públicos, así también como otros trabajadores, estudiantes y socios de asociaciones civiles se presentaron a la manifestación con pancartas caseras que se burlaban de Fortuño y se oponían a los despidos.

Militantes de La Unión Laboral de Enfermeras y Empleados de la Salud marcharon con un ataúd abierto con un maniquí disfrazado de Fortuño, el cual colocaron en la plataforma de los discursantes.

La confrontación más grave del día sucedió en la carretera Luis A. Ferré, la más larga de la isla, cuando los estudiantes la ocuparon, ocasionando un choque con tropas de policías armados y otros tantos montados a caballo que se especializan en dispersar motines y disturbios. De acuerdo al Nuevo Día, varios de los manifestantes llevaban palos, tubos y cadenas, y quemaron llantas en la carretera.

A medida que los policías antimotines se preparaban para atacar, Rafael Cancel Miranda, quien había aparecido en la carretera, convenció a los estudiantes que abandonaran el lugar. El señor Cancel Miranda, con tres otros partidarios de la independencia puertorriqueña, había cumplido 25 encarcelado por haber disparado armas de fuego, desde una galería para visitantes, contra la Cámara de Diputados (Representantes) de Estados Unidos en 1954.

También se reportó que manifestantes habían chocado con la policía en la ciudad oriental de Fajardo.

Dirigentes sindicalistas amenazaron con llamar una huelga general de duración indefinida si el gobierno de Fortuño no revoca los despidos en masa.

Por su parte, Fortuño ha jurado que no "no hay marcha atrás" y sigue sosteniendo que sin los despidos y otras reducciones presupuestarias drásticas, el gobierno entero se vería obligado a parar.

Mientras tanto, Nuevo Día reportó que el viernes Fortuño había entrado en un acuerdo para reunirse esa misma tarde con los dirigentes de sindicatos estadounidenses con los cuales estaban afiliados los sindicatos locales que habían participado en las huelgas y las manifestaciones. Entre los burócratas sindicalistas se encontraban Gerald McEntee, presidente de la Federación de Empleados Estatales, de Condados y Municipios (AFCSME—siglas en inglés), así como también funcionarios de los Trabajadores Automovilísticos Unidos (UAW) y del Sindicato Internacional de Empleados en los Servicios (SEIU).

Fortuño ha sostenido que la reunión tomó lugar para debatir propuestas acerca de cómo lograr otros $800 millones en reducciones presupuestales.

De acuerdo al Nuevo Día, la reunión se coordinó sin el conocimiento de los sindicatos locales afiliados a estas organizaciones yanquis.

Luego después durante el día, se anunció que la reunión había sido cancelada.

No cabe duda que el gobierno de Obama en Washington (junto con sus agentes del FBI en San Juan) y los dirigentes derechistas de la maquinaria sindicalista de Estados Unidos se encuentran vigilando muy minuciosamente los acontecimientos en Puerto Rico. Bajo condiciones en que el desempleo aumenta y los sueldos caen, a estas agencias sólo les interesa suprimir la crecientes confrontaciones clasistas en la isla, pues temen que éstas pronto lleguen a la costa del mismo Estados Unidos.

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