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¿Qué está preparando los Estados Unidos en Pakistán?

Por Keith Jones
13 Mayo 2009

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Este artículo apareció en nuestro sitio el 5 de mayo, 2009, en su inglés original.

El presidente pakistaní Asif Ali Zardari indudablemente será objeto de renovada presión para permitir que las fuerzas militares estadounidenses se enfrenten a Pakistán cuando él visite Washington esta semana para una cumbre trilateral, junto con el presidente Obama y Hamid Karzai de Afganistán.

Por semanas, el establecimiento político y militar estadounidense junto con los medios de comunicación han organizado una estridente campaña cada vez mayor para intimidar a Islamabad en que cumpla por completo con los dictados que Washington ha redefinido como el escenario de guerra del AfPak (Afganistán-Pakistán)

A las instancias de los EE.UU., por los últimos 10 días el ejército pakistaní ha organizado una sangrienta ofensiva—incluyendo bombardeo por aviones de guerra y artillería pesada—hacia la milicia talibán pakistaní en la Provincia Fronteriza del Noroeste (NWFP, en inglés). La ofensiva ha causado grandes números de víctimas civiles y ha obligado a decenas de miles de aldeanos pobres a huir.

Entre 600,000 y un millón de pakistaníes han sido convertidos en refugiados por la campaña del estado pakistaní para pacificar la NWFP y las Áreas Tribales Administradas Federalmente (FATA, en inglés), una región tradicionalmente autónoma, para así reforzar la ocupación estadounidense de Afganistán.

La clase dirigente estadounidense ha dado la bienvenida a la última serie de baño de sangre, pero está lejos de estar satisfecha. La oleada de amenazas, implícitas y explícitas, contra Pakistán, su gente y el gobierno ha continuado sin disminución en los preliminares de la visita de Zardari a Washington.

El 29 de Abril en una conferencia de prensa, Obama describió al gobierno civil de Pakistán como "bastante frágil" y de que no posee "la capacidad para repartir los servicios básicos" para su gente, o ganar su "apoyo y lealtad". Pero él alabó al ejército pakistaní y la "fuerte consulta y cooperación militar" entre los EE.UU. y Pakistán.

Dado el crucial rol de Washington en mantener una sucesión de dictaduras militares en Islamabad, la declaración de Obama fue ampliamente interpretada tanto en Pakistán y dentro del establecimiento político estadounidense como una señal de que Washington está considerando apoyar un golpe militar.

Esto fue subrayado por reporteros quienes citaban al jefe del Comando Central de los Estados Unidos, el general David Petraeus, como diciendo que si el gobierno de Zardari no demostraba en las dos próximas semanas que puede aplastar la insurgencia talibán en el noroeste del país, los EE.UU. tendrá que determinar su "próximo curso de acción". Petraeus continúo en declarar que el ejército pakistaní es "superior" al gobierno civil del país.

Fue tan grande la protesta en Pakistán que el portavoz del Departamento de Estado, Robert Wood, fue obligado el viernes a negar que Islamabad encaraba un "plazo" de dos semanas. Sin embargo, él afirmó sin rodeos de que Washington espera que Pakistán haga un "esfuerzo del 110 por ciento" en la lucha contra los Talibán, y no por "dos días, dos semanas, dos meses", sino en el futuro inmediato.

El enviado especial de Obama para Afganistán y Pakistán, Richard Holdbrooke, denunció las aprensiones que fueron vociferadas en la prensa pakistaní de que en menos de nueve meses de que el último dictador apoyado por los EE.UU., el general Pervez Musharraf, fue obligado a renunciar a la presidencia pakistaní, Washington está considerando apoyar un gobierno dirigido por los militares. "Estos es basura periodística... jerigonza periodística", declaró Holdbrooke.

La evidencia de que la administración Obama está preparando algún nuevo crimen en Pakistán para así avanzar su guerra en Asia Central es aplastante.

Con el objetivo transparente de intensificar la presión en Zardari, la administración Obama, de acuerdo a altos oficiales de la administración citados la semana pasada en el Wall Street Journal y el New York Times, está ahora cortejando a su archi-rival, el ex primer ministro y líder de la Liga Musulmana Pakistaní Nawaz Sharif.

Obama, en su conferencia de prensa de la semana pasada, afirmó que los Estados Unidos desea respetar la soberanía pakistaní. "Pero", él añadió, "también reconocemos que tenemos inmensos intereses estratégicos, inmensos intereses de seguridad nacional en hacer que Pakistán sea estable."

En otras palabras, los EE.UU. violará la soberanía de Pakistán cuando quiera. Desde el pasado Agosto, los EE.UU. ha organizado docenas de ataques de misiles dentro de Pakistán y un ataque de tierra de Fuerzas Especiales.

La semana pasada, el Secretario de Defensa Robert Gates anunció que la administración Obama está pidiéndole al Congreso Estadounidense para que le dé al Pentágono los mismos poderes en relación a la ayuda militar a Pakistán que ha dado respectivamente en asistencia militar a los gobiernos títeres en Irak y Afganistán. Bajo este arreglo "único", la ayuda militar a Pakistán ya no fluiría a través del Departamento de Estado o ser sometido a las restricciones del Acta de Asistencia Extranjera, sino sería totalmente controlado por el Pentágono.

Y está también el extraordinario artículo principal en el New York Times, titulado "Los conflictos de Pakistán levantan dudas estadounidenses sobre las armas nucleares". Escrito por el corresponsal del periódico en la Casa Blanca, David Sanger, el artículo tiene todas las marcas de una historica inventada por la CIA o del Pentágono, preparado con el objetivo de manipular la opinión pública y justificar una mayor intensificación de la intervención política militar y estadounidense en Pakistán.

El artículo está basado por completo en las declaraciones de "oficiales de alto rango estadounidense" no identificados. Reivindica, no obstante la declaración de Obama la semana pasada afirmando la confidencia en el control del ejército pakistaní del arsenal nuclear del país, de que hay una amenaza real y creciente de que operativos del Talibán o Al Qaeda puedan arrebatar un arma nuclear Pakistaní o infiltrarse en sus facilidades nucleares.

Para explicar cómo los islamicistas pueden sortear los elaborados controles que el ejército pakistaní, con asistencia estadounidense, ha colocado sobre todo su nuclear arsenal, el artículo sugiere un escenario digno de una película de suspenso. Los islamicistas podrían desatar primero una confrontación entre India y Pakistán, y entonces agarrar un arma cuando Pakistán busque moverse a la frontera de su vecino del este.

El Times, debe ser recordado, jugó un rol mayor en buscar cómo movilizar a la opinión pública estadounidense detrás de la invasión de Irak. Poniendo de relieve en esta campaña fue la mentira de que el gobierno Iraquí estaba junto con Al Qaeda y podría darle acceso a armas nucleares que Saddam Hussein estaba supuestamente desarrollando.

Que el artículo del Times fue parte de una campaña coordinada fue subrayado por una entrevista dada a la BB,c por el consejero de seguridad nacional de Obama, el general James Jones, el lunes (el mismo día en que el artículo del Times apareció).

Jones destacó como la preocupación principal de los EE.UU. la seguridad del arsenal nuclear de Pakistán, e hizo una amenaza levemente cubierta contra el gobierno pakistaní, diciendo: "Si Pakistán no continúa en la dirección en la que está en el presente, y no tenemos éxito ahí, entonces obviamente, la cuestión nuclear aparece en la escena".

El continúo diciendo que las armas nucleares pakistaníes que cayeran en las manos de los talibanes serían "el peor de los peores escenarios" y añadió, escogiendo sus palabras cuidadosa pero deliberadamente: "Vamos a hacer cualquier cosa que podamos dentro de la construcción de nuestras relaciones bilaterales y multilaterales para asegurar que esto no ocurra."

La administración Obama y el Pentágono están claramente sopesando sus opciones con respecto a Pakistán y su rol en la ofensiva por la ventaja geo-política en la rica en petróleo Asia Central. Una cosa está clara: Lo que estén preparando llevará a más grande violencia y sufrimiento para la gente de la región y subvertirá aún más las voluntades y aspiraciones democráticas del pueblo paskitaní.

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