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El plan para Irak revela que Obama adopta el militarismo de
Estados Unidos
Por Patrick Martin
5 Marzo 2009
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 2 de marzo del 2009.
Al extender la ocupación total de Irak por Estados Unidos
dieciocho meses más y aceptar la agenda que el gobierno
de Bush adoptara para retirar las tropas tentativamente a finales
de 2011, el Presidente Barack Obama ha traicionado mucho más
que las esperanzas de los millones de votantes que se expresaron
en contra de la guerra y que apoyaron su candidatura en 2008.
Ha identificado completamente el gobierno del Partido Demócrata
que ahora entra al poder con la lógica fraudulenta de la
Casa Blanca de Bush para justificar la continuación de
la guerra, aún cuando ya se ha comprobado que las aserciones
iniciales de ese gobierno acerca de que Irak poseía armas
para la destrucción en masa y vínculos con
los ataques de terroristas del 11 de septiembre no fueron más
que una sarta de mentiras.
El discurso de Obama a los cientos de marinos de guerra en
el Campamento Lejeune, en el que se entrenan a los nuevos reclutas,
representó un esfuerzo por legitimar la conquista y ocupación
de Irak por Estados Unidos y presentar a las fuerzas militares
estadounidenses como instrumento de liberación y no de
guerra y opresión imperialistas.
El candidato Obama describió la guerra de Irak como
una guerra que nunca debió haber sido autorizada
y llevada a cabo, pero el Presidente Obama hizo la interpretó
de manera muy diferente. Ustedes han luchado contra la tiranía
y el desorden, le dijo a las tropas reunidas. Han
derramado sangre por sus mejores amigos e iraquíes desconocidos.
Y han llevado sobre sus hombros una carga enorme en nombre de
sus ciudadanos compañeros mientras le ofrecían al
pueblo de Irak una hermosa oportunidad.
Nadie habría deducido de esta descripción tan
efusiva que los efectos principales de la intervención
estadounidense sobre los Iraquíes desconocidos
han sido la muerte, la mutilación y el desplazamiento.
Desde la invasión estadounidense en marzo, 2003, aproximadamante
un millón de personas han muerto, inclusive cientos de
miles asesinados por el bombardeo con cohetes teledirigidos
y otros proyectiles que Estados Unidos ha lanzado contra
los barrios civiles. Civiles Iraquíes sin cuenta han sido
asesinados en puntos de control establecidos por Estados Unidos
solo por el crimen de no reducir la velocidad de sus automóviles
lo suficientemente pronto.
En cuanto a la hermosa oportunidad que presuntamente
se le ha ofrecido al pueblo de Irak, ésta se reduce al
derecho de votar por partidos y políticos patrocinados
por el régimen de la ocupación estadounidense para
gobernar a una sociedad cuya destrucción ha sido casi total.
Casi seis años después de la conquista del país
por Estados Unidos, Irak sigue sin agua corriente, electricidad,
un sistema adecuado de alcantarillado y otras necesidades básicas
de la vida moderna; se calcula que el desempleo afecta al 50%
de la población adulta; hay aproximadamente Iraquíes
han sido divididas en barrios basados en dicuatro millones de
refugiados en el exilio o internamente en país; y la mayoría
de las ciudadesvisiones etnicales y religiosas y separados por
muros de hormigón y puntos de control.
Obama no admitió, y mucho menos repudió, la verdadera
razón por la carnicería que las fuerzas militares
de Estados Unidos han desatado: la inmensa riqueza petrolífera
de Irak y su posición estratégica en el centro del
Oriente Medio. Ese silencio sólo muestra que el nuevo presidente
comparte el objetivo fundamental de su predecesor: asegurar el
control del imperialismo estadounidense sobre el Oriente Medio
y Asia Central, surtidores de la mayor parte de los abastecimientos
mundiales de gas y petróleo.
Los partidarios más fervorosos de la agresión
del gobierno de Bush inclusive el Senador John McCain,
contrincante de Obama en las elecciones presidenciales, otros
congresistas Republicanos y la prensa derechista - han admitido
este hecho. Por ejemplo, en un editorial titulado, Obama
vindica a Bush, el Wall Street Journal alaba el discurso
que Obama pronunciara en el Campamento Lejeune.
El periódico expresa con entusiasmo: El Sr. Obama
pronunció un discurso escueto y serio mediante el cual
ofreció una política digna del Comandante en Jefe
que él es ahora. Destacó el rechazo
implícito del Sr. Obama de sus propias posturas cuando
era candidato al ponerse de acuerdo con mantener la gran
presencia militar de Estados Unidos en Irak que ha de llegar
a los 50.000 soldados después de agosto, 20010,
fecha de un retiro mínimo de tropas. Dicha acción
busca mantener la ventaja estratégica de un
régimen títere bajo el control de Estados Unidos
en el Golfo Pérsico.
Tal como Obama explicara en su discurso, una de las razones
importantes para el redespliegue de varias fuerzas estadounidense
fuera de Irak consta de quedarse con suficiente poderío
militar para darle frente tanto al problema de enfocar de
nuevo a Afganistán y Pakistán como a una
participación más amplia, por parte de Estados Unidos,
en toda la región.
Millones de estadounidenses votaron por Obama no porque creyeran
que la guerra en Irak había sido para distaer de la búsqueda
de objetivos imperialistas de mayor alcance, sino porque consideraban
que la invasión, que no había tenido ninguna provocación,
y la conquista de una nación habían sido un crimen
y se oponían al carácter rapaz de la política
exterior general de Estados Unidos.
Sus voces no han tenido ni el más mínimo impacto
en la formulación de la política en la Casa Blanca
de Obama. Como lo demuestran los sucesos de la semana pasada,
es la maquinaria del espionaje y el militarismo la que manda.
Obama no tomó una decisión independiente como comandante
en jefe, sino que autorizó, sin poner nada en tela de juicio,
la trayectoria que una facción del establecimiento militar
respalda en contra de otra.
Según los informes de prensa luego del discurso de Obama
en el Campmento Lejeune, el plan de retirada para
tomar lugar en diecinueve meses, y que Obama adoptara, es la opción
preferida del Ministro de Defensa, Robert Gates, y del Estado
Mayor. Gates confirmó, en una entrevista el domingo en
el programa Meet the Press [Encuentro con la prensa] de
la cadena nacional NBC, que los comandantes de campo en
Irak, encabezados por el General Raymond Odierno, preferían
un calendario de veintitrés meses para la retirada, mientras
que los jefes del Pentágono, consternados por la necesidad
de aumentar las tropas en Afganistán y porque ven a sus
fuerzas demasiado desparramadas para meterse en otros conflictos
potenciales, optaban por un calendario más corto.
Cuando Obama asumió las riendas del poder, no reemplazó
a ninguno de los funcionarios principales del gobierno de Bush
responsables por las decisiones militares. Más bien se
quedó con Gates; el Almirante Michael Mullen, jefe del
del Estado Mayor; Odierno; y el General David Petraeus, jefe del
Mando Central estadounidense y arquitecto del aumento de
tropas en Irak.
El hecho que Obama eligió pronunciar su discurso en
una base de la marina de guerra frente a un público de
tropas uniformadas y no ante un público civil o por medio
de una presentación televisada desde la Casa Blanca, dejó
manifiesto su aceptación de las doctrinas militaristas.
El efecto fue sugerir que en el Estados Unidos de 2009, las decisiones
acerca de la guerra y la paz sólo conciernen a las fuerzas
militares y que el pueblo estadounidense ha de quedar relegado
al papel testigo ocular.
Todo este proceso muestra la tremenda erosión que la
democracia estadounidense ha sufrido. A pesar de sus votaciones
en elecciones que van y vienen, el pueblo estadounidense no ha
logrado efectuar ningún cambio en la política exterior
y militar del gobierno. La guerra en Irak sigue en marcha y la
de Afganistán sigue expandiéndose sin que el sentimiento
popular importe para nada.
Traducido del inglés para Rebelión
por Sinfo Fernández
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