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China no va a resolver la depresión
Por John Chan
28 Marzo 2009
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 21 de marzo, 2009.
Las últimas predicciones del Banco Mundial han hecho
añicos toda idea de que China va a ser el motor de expansión
para sacar a la economía mundial de la profunda recesión
en que se encuentra.
Durante la Asamblea Popular Nacional (APN) que recientemente
concluyó, el Primer Ministro Wen Jiabao prometió
que la programática del régimen aseguraría
un crecimiento de 8% en 2009. El Banco Mundial, sin embargo, redujo
esta proyección por un 6.5%, lo cual representa una caída
del previo 7.5%
Puesto que Estados Unidos, Europa y Japón todos se encuentran
en recesión, 6.5% parece una cifra muy positiva. David
Dollar, director del Banco Mundial en el país, le hace
eco al tono generalmente positivo de las perspectivas del banco
y se refiere a China como punto relativamente prometedor
en lo que por lo contrario es una economía mundial bastante
lúgubre.
Pero el hecho que 4.9% de la expansión que se espera
provendrá de un gran paquete de estímulos
promulgados por gobierno pone en relieve la verdadera situación
y gravedad de una economía que comienza a frenar. En otras
palabras, sin estas medidas para estimular la economía,
la tasa de crecimiento que se predice sería solamente un
1.6%, comparada con 13% en 2007.
Es improbable que las presunciones del Banco Mundial en cuanto
al paquete de estímulos valorado en US$585.000.000.000
se conviertan en realidad. Los nuevos préstamos
bancarios del estado aumentaron a US$147.000.000.000 en febrero,
o sea, un 24% en comparación al año anterior luego
de otro aumento de un 21.3% en enero. No obstante, la expansión
industrial sigue perdiendo auge y las inversiones privadas se
han paralizado casi totalmente. Muchas empresas, con ninguna confianza
en el futuro, ahora se valen de préstamos baratos para
especular en la bolsa de valores. Los únicos sectores que
han crecido son los gastos capitales de las grandes empresas estatales
y para la infraestructura.
Todos estos indicios muestran que la inmensa maquinaria exportadora
de China - que ha funcionado como motor principal de su espectacular
desarrollo económico -va a frenar pronto. En febrero, a
pesar de deducciones a los impuestos y otros tipos de asistencia
gubernamental, las exportaciones declinaron precipitadamente un
25.7% comparadas con el año anterior, lo cual es mucho
peor que el crecimiento de un 1% que se esperaba. Además,
además de una baja en 43.1% que habían sufrido en
enero, las importaciones disminuyeron un 24.1% en febrero. Esto
indica que las empresas consideran que el futuro de la economía
es deprimente y están reduciendo drásticamente la
compra de maquinaria, piezas y materias primas.
Las proyecciones del Banco Mundial también presumen
que la reducción de las exportaciones chinas llegaron a
su nadir en febrero y que han de rebotar a medida que la economía
se recupera en la segunda mitad del 2009. Pero esto es como andar
con los ojos vendados. Esta semana, en su último pronóstico
de la economía mundial durante 2009, publicado esta semana,
el Fondo Internacional Monetario predice una contracción
entre el 0.5 y el 1%. Para las economías desarrolladas,
las cuales constituyen los mercados principales de China, el pronóstico
es peor: una contracción entre el 3 y 3.5%. Ha sido la
cuarta vez en menos de seis meses que el FMI ha emitido revisiones
a la baja.
Durante toda una década, China ha funcionado como ejemplo
estelar del milagroso mercado capitalista, sobretodo para las
llamadas economías en vías de desarrollo de Asia,
África y Latinoamérica. La expansión de China
era aparentemente imparable. En 2007 se convirtió en la
tercera economía mayor del mundo, detrás de Estados
Unidos y Japón, con excedentes superávits de la
balanza comercial e inmensas reservas de divisas.
Cuando la crisis hipotecaria estalló en Estados Unidos
en 2007, el gobernador del banco central de China, Zhou Xiaochuan,
declaró que el efecto sobre las exportaciones chinas sería
no más que ligero. El octubre pasado, cuando
el sistema financiero mundial parecía que iba a desplomarse,
el Financial Times, bosquejó un plan maestro
para que China rescatara a Estados Unidos y especuló
acerca de las condiciones que China podría imponer.
Pero todo esto se basa en una hipótesis equivocada:
que China funciona como entidad económica independiente.
La globalización de la producción durante las tres
últimas décadas transformó al país
en un inmenso manantial de mano de obra barata para las empresas
trasnacionales. Una porción bastante considerable de las
exportaciones de la China simplemente tienen que ver con el intercambio
geográfico de mercancías dentro de una misma empresa.
Pero si la situación se analiza con perspicacia, se
puede ver que la orgía de la especulación financiera
en Estados Unidos y la transformación de China en abastecedora
mundial de la mano de obra super explotada estaban íntimamente
vinculadas; eran dos caras de la misma moneda. Impulsadas por
tasas de beneficios declinantes, las empresas estadounidenses
se tornaron hacia China para reducir los gastos de producción.
A la misma vez, los productos baratos de China ayudaron a mantener
los salarios reales y la inflación a un bajo nivel en Estados
Unidos y permitieron que el Banco Federal de Reservas funcionara
bajo un régimen de tasas de interés bajas que formó
las bases para la enorme expansión de las ganancias por
medio de la especulación. La deuda de los consumidores
es expandió, manteniendo de esa manea un mercado para los
productos chinos. Los superávits comerciales de China se
reinvirtieron de nuevo en Estados Unidos para prevenir el aumento
del valor de yuan y así ayudar a sostener la enorme deuda
de Estados Unidos.
Parecía que este proceso iba a seguir indefinidamente.
El Banco Federal de Reservas de Estados Unidos reaccionó
al colapso de cada burbuja especulativa inyectando más
dinero el sistema financiero, seguro de sí mismo en que
el flujo continuo de productos baratos prevendría la inflación
desenfrenada. Se lograron ganancias inmensas arraigadas en montañas
de capital ficticio en forma de derivados financieros y paquetes
exóticos. Toda este castillo de arena tan delicado ahora
ha sido barrido por las olas.
Para China, el colapso ha resultado en una caída desastrosa
en las exportaciones a medida que los gastos de los consumidores
en Estados Unidos y Europa se han contraído marcadamente.
Pero la China no está sola. Todas las economías
del Asia que reciben su impulso de las exportaciones se encuentran
en el mismo aprieto. El comercio entre las naciones del Asia,
que en otros tiempos era tan próspero y abastecía
con piezas, materias primas y bienes capitales a las fábricas
chinas, también se derrumba debido las tensiones internas.
Japón, Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea del Sur
todas han entrado formalmente en la recesión.
Pero ahora se han presentado dudas acerca de las enormes inversiones
de la China en estados Unidos en forma de bonos y otras garantías.
Un análisis reciente del Concilio de Estados Unidos sobre
las Relaciones Exteriores calcula que puede que las reservas de
divisas de la China lleguen a US$2.4 trillones. Entre US$1.5 y
US$1.7 trillones de esta cantidad se encuentran invertidos en
activos basados en dólares. La semana pasada, el ministro
Wen expresó en público ciertas inquietudes acerca
de la seguridad de las inversiones de la China si el dólar
pierde su valor. Esta semana, el Banco federal de Reservas de
Estados Unidos agravó esas inquietudes con un plan que
esencialmente permitiría la imprenta de US$300.000.000.000
para financiar la deuda del país.
China se encuentra entre la espada y la pared. Si el valor
del dólar cae, Beijing sufrirá pérdidas que
desestabilizarán a su propio sistema financiero y bancario.
Sin embargo, si pone en reversa sus inversiones en Estados Unidos,
Beijing podría causar una estampida mundial para descargar
activos estadounidenses, lo cual posiblemente podría tener
consecuencias catastróficas para el sistema bancario mundial
y de Estados Unidos.
Al dirigirse a la Asamblea Popular Nacional, los dirigentes
chinos trataron de presentar el problema de la crisis económica
creciente de la manera más positiva. Wen le aseguró
a los delegados que un crecimiento de 8% era posible; favoreció
las medidas que el régimen ha anunciado para el estímulo;
y anunció nuevas medidas para el bienestar social. Todos
los presentes estaban bien concientes que toda cifra menor del
8% significaría un aumento en el desempleo y las tensiones
sociales. Ya más de 20 millones de trabajadores itinerantes
han perdido sus empleos y un ejército creciente de obreros
urbanos, estudiantes graduados de universidad y soldados desmovilizados
no pueden encontrar trabajo.
Oculto en el presupuesto que se le presentó a la APN
se encontraba un punto muy significativo: un enorme aumento de
20.5% en los gastos para la seguridad pública, lo cual
representa US$71.000.000.000. Esta cifra es mayor que el presupuesto
militar total de China, que equivale a US$70.2000.000.000 para
el 2009. Vanos a mejorar el sistema de alarma temprana para
la estabilidad social y así activamente prevenir y manejar
debidamente todo tipo de incidente popular, le dijo Wen
a los delegados. El propósito es demasiado evidente: la
piedra angular del milagro chino ha sido la omnipresente
maquinaria del estado policíaco para suprimir toda crítica,
oposición política, manifestación y huelga.
Los comentaristas estadounidenses, europeos y japoneses rutinariamente
ponen en tela de juicio los objetivos del aumento de los gastos
de China para expandir sus fuerzas militares, pero ninguno de
ellos ha tenido nada que decir acerca de presupuesto destinado
a la seguridad. Se entiende muy bien en los ámbitos financieros
internacionales que la agitación social repercutiría
por todo el mundo desde el punto de vista político y económico.
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