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Para California, el gobierno de Obama es punta de lanza en
los ataques contra los trabajadores
Por Joe Kishore
15 Junio 2009
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El gobernador Republicano del estado de California, Arnold
Schwarzenegger, en colaboración con los Demócratas
que controlan la legislatura, se están aprovechando de
la oportunidad que ofrece la crisis económica que azota
al estado para destruir programas sociales fundamentales de los
que dependen millones de personas. Esta ofensiva contra la clase
trabajadora del estado se está llevando a cabo con la aprobación
y el apoyo del gobierno de Obama.
El miércoles, Schwarzenegger declaró que a menos
que los legisladores no se pongan de acuerdo con imponer los cortes
presupuestales que cubran el déficit de $24.000.000.000
(billones), cerraría todas las funciones del gobierno estatal.
Dijo, además, que "bajo ninguna circunstancia"
buscaría préstamos de emergencia. Según el
Director de Contabilidad del estado, quien ha advertido acerca
de un derrumbe económico, para fines de julio California
no tendrá dinero.
El déficit presupuestal de California está muy
relacionado al colapso financiero y a la recesión que se
han apoderado de la economía mundial y de los Estados Unidos.
El estado fue centro del auge de precios de vivienda en el país
y ahora es eje de su colapso. El estado también ha sufrido
el impacto fenomenal de la caída del comercio internacional.
La contracción de la economía del estado no cesa;
el desempleo y las ejecuciones hipotecarias vuelan por las nubes.
Una consecuencia de ese proceso es una gran disminución
de los ingresos que provienen de los impuestos.
La reacción del estado a la crisis es parte de un proceso
más general. La clase gobernante de Estados Unidos ahora
se vale del colapso económico más severo desde la
Gran Depresión para imponer la reducción de programas
que por mucho tiempo se había planeado, para así
reducir permanentemente las normas de vida de la clase trabajadora.
Busca la manera de hacer desaparecer el concepto que es la responsabilidad
el gobierno ofrecer servicios sociales básicos y por lo
menos una pizca de seguridad.
El gobierno estatal ahora busca la fórmula que le haga
posible eliminar billones de dólares de los presupuestos
dedicados a la educación y a la atención de la salud.
Schwarzenegger quiere ahorrar $248 millones al año eliminando
el programa Healthy Families [Familias Saludables], el
cual subvenciona, a bajo precio, un programa de seguro médico
para la salud, la higiene dental y la vista de casi un millón
de niños. Casi $200 millones al año se van a ahorrar
con la eliminación de las becas Cal Grant para estudiantes
universitarios, bajo condiciones en que las reducciones a la educación
ya han resultado en un aumento enorme del costo de las matriculaciones
y las cuotas universitarios y escolares..
En lo que va de este año, California ya ha impuesto
reducciones por una cantidad de $11.6 billones a la educación;
la nueva propuesta de Schwarzenegger incluye una reducción
adicional de $5.8 billones durante los próximos dos años.
Estos recortes harán que California, el estado más
poblado del país, quede último en cuanto a estándares
docentes, tanto en términos de gastos por estudiante y
como en el número de estudiantes por maestro.
Se han propuesto reducciones adicionales: $80 millones para
programas que tratan VIH/SIDA en sectores pobres y vulnerables;
el cierre de parques públicos en todo el estado; una marcada
reducción de subsidios estatales para los ancianos, ciegos
y discapacitados de bajos recursos. El impacto es evidente y de
largo alcance. Decenas de miles de maestros quedarán desempleados.
Agencias estatales, municipales y locales se tiran de los pelos
para reducir los costos con despidos y recortes de presupuesto.
En mayo, Timothy Geithner, Ministro de la Tesorería,
dijo no a un rescate federal del estado y exigió que tanto
California como también otros estados "pongan en práctica
reformas que restauren su capacidad crediticia". Con estas
palabras, Geithner, quien fuera presidente del Banco Federal de
Reservas para la región de Nueva York antes que el Presidente
Obama lo nombrara Ministro de la Tesorería del país,
se pone abiertamente del lado de los banqueros. Wall Street ahora
exige una política de tierra quemada para obligar al pueblo
de Estados Unidos a pagar la crisis que los bancos precipitaron.
En 1975, el gobierno del Presidente Ford rehusó ayudar
a la Ciudad de Nueva York cuando ésta se veía cara
a cara con el colapso de su economía, instigando así
el siguiente titular de prensa: "Ford a la ciudad: ¡Cáiganse
muertos!" Hoy día el gobierno de Obama lleva a cabo
una política aún más cruel con consecuencias
para todas las regiones del país.
Nadie en el gobierno, y mucho menos el propio Obama, ha tratado
de explicar por qué es impermisible rescatar un estado
con 37 millones de habitantes, pero sí ayudar a los banqueros
billonarios de Wall Street con trillones de dólares
para pagar las deudas causadas por las pérdidas en las
apuestas especulativas de los bancos
El gobierno quiere usar a California como modelo para el tipo
de reducciones que han de imponerse en demás lugares. Considera
que la devastación en California establece un precedente
muy útil para los ataques que intenta desatar contra programas
sociales básicos, tales como Medicare, Medicaid
y el Seguro Social.
Existe un paralelo muy marcado entre la política del
gobierno hacia California y su política hacia la industria
automotriz. Obama ha insistido que toda asistencia a las empresas
automovilísticas sea condicionada por una enorme cantidad
de despidos y por concesiones de los trabajadores en beneficios
y salarios. El objetivo en ambos casos es llevar a cabo la restructuración
de las relaciones entre las clases sociales de Estados Unidos.
La piedra angular de este plan es la destrucción de todos
los adelantos sociales logrados por previas generaciones de trabajadores.
Es un fraude cuando los Demócratas, los Republicanos
y la prensa popular aseveran que no hay dinero para resolver la
crisis fiscal de California y que no queda otra alternativa a
la puesta en práctica de drásticas reducciones de
programas sociales.
El déficit presupuestal de California palidece en comparación
con las grandes cantidades que se le han otorgado a bancos particulares
como parte de las varias estratagemas de rescate, y constituye
solo una fracción de lo que el gobierno de Estados Unidos
gasta en asuntos militares.
Igualmente, el déficit también es una pequeña
fracción de las fortunas personales de un pequeñísimo
sector de super ricos que se sienta en la cumbre de la economía
de California. En el estado viven una buena porción de
los billonarios del mundo. Se calcula que el valor neto de Larry
Ellison, fundador de la empresa Oracle, llega a los $22.5
billones; o sea que la fortuna personal de tan solo ese individuo
podría cubrir todo el déficit del estado.
Hasta tal punto ha llegado la desigualdad social en Estados
Unidos que un impuesto de 10% sobre las fortunas de estos billonarios
de California produciría más que suficiente para
cubrir todo el déficit. Y no son pocos los individuos que
podrían firmar cheques para cubrir el costo de programas
dedicados a la atención médica que están
por cerrase.
Cada vez que se sugiere que la cúpula financiera pague
por la crisis económica que ella misma ha creado, todos
los sectores políticos de Washington y California se pronuncian
en contra. Los Demócratas en la legislatura del estado
ahora proponen recurrir a fondos de emergencia y así posponer
algunos de los recortes, pero a la vez laboran con Schwarzenegger
para imponer la crisis sobre las espaladas del pueblo trabajador.
El destino de California, que anteriormente se había
conocido como el "estado de oro," le hace hincapié
a varios hechos. Primero, la crisis actual representa el fracaso
del capitalismo estadounidense y mundial. Las normas de vida y
necesidades elementales de la vasta mayoría del pueblo
son incompatibles con la continuación de un sistema basado
en la propiedad privada de los medios de producción y la
subordinación de las necesidades sociales a la acumulación
de fortunas personales por parte de la oligarquía que controla
la economía.
En segundo lugar, no existe ninguna posibilidad de que el pueblo
efectúe un cambio en la política del gobierno por
medio de la elección de uno u otro de los dos partidos
de las grandes empresas. La elección de Obama se basó
en los reclamos sociales del electorado y en promesas de "cambio",
pero cada día que pasa su gobierno demuestra que el sistema
político es totalmente insensible a los intereses del pueblo
trabajador.
En tercer lugar, el resultado de la política de Obama
y los Republicanos será el empobrecimiento del pueblo estadounidense.
Es una necesidad urgente desarrollar la oposición de
las masas a estos ataques. Los trabajadores de California tienen
que tomar acciones determinadas en contra de todos los recortes
y comenzar a organizar acciones de masas, inclusive manifestaciones
y huelgas. Hay que establecer nuevas organizaciones que unifiquen
todos los sectores de la clase trabajadora en lucha común
contra la dictadura de la clase gobernante y vinculen la crisis
de California a la crisis de todo el país y a nivel internacional.
Pero más que todo se requiere una nueva perspectiva
política basada en un programa socialista. Todos los políticos,
en alianza con los sindicatos obreros, aceptan que la economía
debe permanecer bajo el control de clase que rige la economía.
Pero el hecho es que no puede haber solución a la crisis
a la cual los trabajadores se enfrentan sin acabar con la dictadura
de los bancos; dictadura que ejercen a través de los dos
partidos gemelos del capitalismo estadounidense. Esto significa
la transformación de los bancos y las grandes compañías
en empresas públicas bajo el control democrático
del pueblo trabajador de California y de todo el país,
y construir al Partido Socialista por la Igualdad Social para
dirigir la lucha por un gobierno de los trabajadores.
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