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Veinte años de la masacre de la Plaza Tiananmen

Por John Chan
8 Julio 2009

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Este artículo apareció en nuestro sitio el 4 de junio, 2009, en su inglés original.

Hoy marca el vigésimo aniversario de la represión militar del estalinista Partido Comunista Chino contra la clase trabajadora en Beijing. Mientras que los medios de comunicación internacionales retratan a la masacre de la Plaza Tiananmen como dirigidas hacia los manifestantes estudiantiles, las tropas fuertemente armadas estaban, en realidad, apuntando contra un emergente movimiento revolucionario de los trabajadores urbanos en todo el país.

El número oficial de víctimas de tan sólo 241 muertos, incluyendo a soldados, no es creíble. El régimen al comienzo negó que civiles hayan sido asesinados. La Cruz Roja China reportó 2,600 muertos, pero retiró la cifra bajo presión gubernamental. Analistas independientes estimaron que el número de muertos llegaba a 7,000 personas, aunque la verdadera cifra, quizás puede que nunca se sepa.

Iniciadas por protestas estudiantiles por reformas democráticas en Abril, los movimientos de masas rápidamente se dispararon fuera de control mientras la clase trabajadora alzó sus propias demandas sociales. Por lo menos 100 millones de personas en 400 ciudades participaron en protestas y demostraciones de una forma u otra. Junto con los trabajadores industriales y los pobres urbanos, oficiales de rangos bajos, empleados, profesores e incluso policías estuvieron involucrados, conducidos por su odio a la inequidad social y a las ganancias excesivas de la burocracia que siguieron a la aceptación por parte de Deng Xiaoping al mercado capitalista en 1978.

En los últimos 20 años, varios políticos de occidente y los expertos de los medios de comunicación han continuado haciendo hipócritas denuncias de la represión del régimen "comunista" contra la "democracia," todo basado en la falsa identificación del Estalinismo con el socialismo.

El régimen maoísta establecido en 1949 nunca fue socialista o comunista. Su carácter anti-proletario fue revelado en 1989, cuando el ejército de bases campesinas del PCC ahogó al movimiento obrero en sangre. La masacre estableció las condiciones para que la clase trabajadora China sea integrada en el circuito de producción global capitalista como trabajadores baratos súper-explotados.

Las propias afirmaciones de Beijing de haber reprimido una "rebelión contra-revolucionaria" no son menos falsas. El fusilamiento de trabajadores de Beijing armados pobremente que resistían a 40,000 tropas armadas con rifles AK-47, tanques y helicópteros de combates, fue una gigantesca publicidad a los poderes Occidentales de que el aparato militar-policíaco estalinista será la garantía de que sus inversiones no obtendrían ningún desafío por parte de la clase trabajadora.

Las mayores corporaciones mundiales respondieron a la masacre con una inundación de capital que transformó a China en el "taller mundial" de mano de obra barata. La economía de China es ahora seis veces más grande que en 1989 y el país es el segundo exportador más grande del mundo después de Alemania.

En el 2005, cuando Beijing fue la sede del Global Fortune Forum de los gerentes generales del mundo, la revista Fortune escribió: "La más obvia explicación para este festival de amor capitalista-comunista es que la dominación de un partido único provee a las políticas de China más continuidad y menos torpeza de lo que obtienes en una democracia multipartidaria... el gobierno de China -con su declarado compromiso en traer más inversiones extranjeras- tiende a ser más orientada hacia el negocio que cualquier gerente general de Occidente puede encontrar en sus países natales. Las corporaciones también son entidades de un partido único, después de todo."

Como las estructuras corporativas de un "partido único" controladas por dueños privados en los países capitalistas avanzados, donde los trabajadores no tienen ninguna voz, el PCP dirige un taller esclavo como copropietarios para los inversionistas globales, disciplinando a los trabajadores con medidas de estado policíaco. Cualquier concesión de derechos democráticos que podrían permitir a los 400 millones de trabajadores chinos oponerse a niveles de horas salariales de 20 centavos estadounidenses es incompatible con la economía capitalista global.

Además, el suministro de capital de Beijing, basado en la explotación brutal de los trabajadores ha sido una "cuerda de salvamiento" para el imperialismo estadounidense. El año pasado, China prestó 400 mil millones—más de mil millones diarios—a los EEUU, reciclando sus ganancias de exportación de vuelta hacia el sistema financiero estadounidense que está fuertemente cargado de deudas. Un reciente estudio del Concejo de Relaciones exteriores declaró: "Nunca antes un país relativamente pobre ha prestado tanto dinero a un país relativamente rico. Y nunca antes los Estados Unidos ha confiado tanto en el gobierno de un país por tanto financiamiento."

Una reciente serie de visitas a Beijing por políticos y oficiales estadounidenses de alto rango atestigua la dependencia que tiene los Estados Unidos de China. La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi, una demócrata, quién una vez desplegó una bandera "a aquellos que murieron por la democracia en China" cuando visitó Beijing en 1991, hizo sólo una pasajera referencia a los derechos humanos durante su viaje a China la semana pasada. Pelosi no quiso antagonizar al más grande acreedor extranjero del gobierno estadounidense.

En las palabras de la secretaria de estado Hillary Clinton, quién visitó China en febrero para urgir a Beijing que siguiera comprando bonos estadounidenses: "Nuestras economías están tan entrelazadas. Los chinos saben que para empezar a exportar de nuevo su más grande mercado... los Estados Unidos tiene que tomar medidas drásticas con el paquete de estímulo financiera. Tenemos que incurrir más deuda. Verdaderamente vamos a subir o caer juntos".

La semana pasada el secretario del tesoro estadounidense Tim Geithner viajó a Beijing para asegurar a las autoridades Chinas que sus activos estarían a salvo, a través de la imposición de severas medidas de austeridad en la clase trabajadora estadounidense.

Al igual que la recesión global ha hecho estragos al gasto del consumidor, también ha diezmado las exportaciones chinas y eliminado a secciones completas de la capacidad industrial de China. Con más de 20 millones trabajadores emigrantes botados de sus trabajos y 3 millones de universitarios graduados que no pueden encontrar un empleo en este año, el PCC está sentado en una bomba de tiempo social.

De acuerdo a la edición de marzo de la revista Hongkonesa Trend, el número de disputas laborales ha pasado de un incremento de siete veces a 546,470 desde el debacle financiero global comenzara el pasado setiembre. En los dos primeros meses del 2009, 502 propietarios de negocios y ejecutivos principales han sido asesinados en una ola de violencia en contra de los hombres de negocios por salarios no pagados y formas intolerables de explotación.

En medio de crecientes tensiones sociales, el espectro de la Plaza Tiananmen persigue al régimen chino. Mientras se acerca el aniversario, Beijing ha tomado medidas de seguridad extraordinarias para prevenir protestas, desde detener a disidentes y prohibir sitios web de noticias extranjeras hasta programar un examen universitario el 4 de Junio para poner a los estudiantes en orden. Sin embargo, ninguna de las contradicciones sociales que produjeron la explosión en 1989 ha sido resuelta. Es más, lo contrario ha ocurrido, estas contradicciones han crecido a proporciones gigantescas.

En las agitaciones de 1989, solo trabajadores urbanos estuvieron involucrados. Hoy, grandes secciones de los millones de pobres urbanos se han unido a los rangos de la clase trabajadora y están entre las capas más explotadas. En los años 80, la mayoría de trabajadores estaban aún empleados en la industria estatizada. Durante los últimos 20 años, privatizaciones de larga escala han destruido decenas de millones de trabajos, junto con las previas redes de seguridad social de vivienda pública, asistencia médica y educación. Incluso los trabajadores profesionales están sobrecargados por la constante inseguridad financiera.

En el otro punto extremo de la escala social, el PCC ha emergido como el partido de la clase capitalista. En el 2002, abrió las puertas a los empresarios privados. Antes del 2002, China no tenía multimillonarios de dólares estadounidenses. En el año 2008, China estaba en el segundo lugar, detrás de los EEUU, como el hogar de 101 multimillonarios, tan sólo 5 menos que en el 2007, a pesar de la crisis financiera global. Hoy, menos de 100 de los 1,000 individuos más ricos de China (con un sueldo promedio de 439 millones de dólares) no son miembros o relacionados a miembros del régimen del PCC.

Hasta ahora, el aparato de estado policíaco del PCC ha sido capaz de mantener a la sociedad de China profundamente dividida, especialmente al prevenir de que ideas revolucionarias entren al país. Sin embargo, como León Trotsky escribira: Las leyes de la historia son más poderosas que cualquier aparato burocrático. La clase trabajadora china ha sido integrado hacia la producción globalizada durante los últimos 20 años, los cuales también han puesto a su disposición las poderosas y revolucionarias herramientas del Internet y las comunicaciones electrónicas. Esto ha proveído la base objetiva para que los trabajadores chinos conscientemente unifiquen sus luchas con sus hermanos y hermanas de clase alrededor del mundo en construir un movimiento internacional revolucionario basado en una perspectiva socialista e internacionalista.

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