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Plan para establecer bases militares intensifica tensiones
en Latinoamérica
Por Bill Van Auken
8 Agosto 2009
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 5 de agosto, 2009.-
Se ha revelado un plan por medio del cual Estados Unidos y
Colombia buscan establecer más bases estadounidenses en
Colombia. El plan ha exacerbado las tensiones por toda América
Latina.
Originalmente se había anunciado que el pacto sólo
cubriría cuatro bases, pero se reveló el martes
que al ejército, a la Fuerza Aérea y a las fuerzas
navales se les daría acceso a un total de siete instalaciones
dispersadas a través de toda Colombia por un período
de por lo menos diez años.
La mayor de estas instalaciones es la Base Aérea Palenquero,
ubicada al norte de la ciudad capital de Bogotá. Se ha
reportado que es muy conveniente para el aterrizaje de aviones
que portan tropas y equipo. Otra base aérea en Malambo,
cerca de la ciudad caribeña de Barranquilla, no muy lejos
de la frontera con Venezuela. Se le ha dado a la marina de Estados
Unidos acceso a dos bases, una en Cartagena, ciudad porteña
que bordea el Caribe, y otra en Bahía Málaga en
la costa del Pacífico. Otra de las bases se encuentra en
la ciudad sureña de Florencia, cerca de la frontera con
Ecuador.
Informes acerca del pacto sobre las bases aparentemente
concordado entre el presidente de Estados Unidos, Barack Obama
y el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, a finales de
junio - han provocado manifestaciones e inquietas declaraciones
de varios países latinoamericanos.
El periódico El Tiempo, que se publica en Bogotá,
señaló que "es notoria la ausencia de una pista
cercana al Pacífico, por donde se mueven las principales
rutas del narcotráfico". La base de Manta estaba en
la costa del Pacífico de Ecuador.
Los Estados Unidos ya funciona con nueve bases militares en
Colombia, con cientos de elementos de personal y contratistas
militares que asisten a las fuerzas militares de Colombia, las
cuales han luchado una prolongada guerra contra el movimiento
guerrillero FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia);
guerra que ha resultado en la muerte de aproximadamente 40,000
personas y el desplazamiento de otros dos millones y medio de
habitantes. Bajo el Plan Colombia, que se iniciara en el 2000
durante el último año del gobierno de Clinton, Washington
ha invertido casi $5 billones en asistencia militar a Colombia.
Ningún otro país del hemisferio recibe asistencia
de semejante índole.
El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, ha acusado
a Estados Unidos de querer establecer las bases para atacar a
Venezuela. Puntualizó la semana pasada que a Venezuela
la estaban rodeando con bases.
Venezuela's President Hugo Chavez charged that the bases were
being set up to attack Venezuela. "They are encircling us
with bases," he said last week.
Pero el comentario de Chávez, famoso por su retórica
acídica contra Washington, no fue el único.
Luis Ignacio Lula da Silva, presidente del Brasil, dijo que
le preguntaría a Obama directamente cuales eran los motivos
de Estados Unidos en establecer las bases. Lula añadió
durante una reunión la semana pasada con la presidente
de Chile, Michelle Bachelet, que las nuevas bases estadounidenses
en Colombia no lo hacían muy feliz.
Lula regresó al mismo tema luego durante la semana y
expresó cierta inquietud acerca de las bases colombianas,
las cuales podrían tener alguna relación con el
despliegue de la Cuarta Flotilla, la cual ha sido reactivada luego
de medio siglo para patrullar las aguas de Centro y Sudamérica.
Esto sucede a medida que recientemente se han descubierto grandes
reservas petrolíferas cerca de la costa de Brasil, el cual
ha expresado inquietudes de que las bases militares en la región
podrían presentar una amenaza al Amazonas. Debido a que
la región que el río abarca contiene recursos que
todavía no se han explotado, la clase gobernante del país
y su gobierno consideran que ésta es una cuestión
estratégica.
Por su parte, Bachelet describió como "inquietante"
el plan para las bases. Para debatir el tema, los dos acordaron
convocar una reunión del Consejo de Defensa Sudamericano,
agencia de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR),
la cual se estableció para fomentar la integración
de Latino América al unir los bloques comerciales de MERCOSUR,
México y varios otros países.
No obstante, el presidente colombiano Uribe anunció
que no asistiría a la reunión de UNASUR. Más
bien optó por una gira a través de Latinoamérica
para reunirse con los mandatarios de casi todos los países
que integran la unión, con las excepciones de Correa (Ecuador)
y Chávez (Venezuela), quienes han sido los críticos
más feroces del pacto entre Colombia y Estados Unidos.
Un vocero del gobierno colombiano ha anunciado que Uribe tiene
toda intención de hablar sobre el tema del "terrorismo"
en su propio país.
El pacto también fue ferozmente criticado por el ministro
de Relaciones Exteriores de Brasil, Celso Amorim, y por su contraparte
española, Miguel Ángel Moratinos.
El periódico Folha de São Paulo citó a
Amorim diciendo que al gobierno brasileño le inquietaba
que el pacto sobre las bases parecía tener objetivos estadounidenses
mucho más allá de la situación interna de
Colombia. Pero el ministro rehusó comentar acerca de si
el acuerdo contradecía las promesas de Obama, durante su
campaña electoral para la presidencia, de no intervenir
en Latinoamérica y desmilitarizar las relaciones con la
región.
Amorim dejó claro que el acuerdo se hizo sin la participación
de Brasil y agregó que se recitaba mayor "transparencia".
Señaló a la aparente contradicción entre
las frecuentes declaraciones del gobierno de Colombia que ha aplastado
al movimiento FARC al mismo tiempo que lo invoca como amenaza
para justificar un incremento indebido de la presencia militar
estadounidense en el país.
El ministro de Relaciones Exteriores español comentó
que el militarismo debía evitarse en Latinoamérica
y que ello no era la mejor reacción posible a los problemas
de la región.
El gobierno de Obama despachó al General Jim Jones,
asesor sobre la seguridad nacional de Estados Unidos, a Brasilia
para entablar un diálogo acerca del pacto sobre las bases
con Amorim y el Ministro de Defensa brasileño, Nelson Jobim.
Se esperaba que los funcionarios brasileños plantearan
el siguiente problema entre otros: el significado de un documento
emitido por la Fuerza Aérea de Estados Unidos que identifica
la base aérea en Palenquero como parte de una estrategia
estadounidense mucho más amplia para extender el poderío
militar yanqui en todo el hemisferio.
El documento, emitido por el Comando de Movilidad Aérea,
nota lo siguiente: "Hasta recientemente, las inquietudes
acerca de la seguridad en América del Sur se han centrado
en la misión para ponerle paro al narcotráfico.
Esa misión no ha requerido el uso de bases aéreas
estratégicas para llevarlas a cabo. Recientemente, USSOUTHCOM
[Comando del Sur de Estados Unidos] ha mostrado interés
en establecer un lugar en el continente sudamericano que podría
utilizarse...para poner en práctica actividades de movilidad".
Continúa con que la base en Palenquero había
sido identificada para tales propósitos. "Desde esta
ubicación, un C-17 podría cubrir casi la mitad del
continente sin tener que abastecerse de combustible. Si hay combustible
debido en el lugar destinatario, un C-17 podría cubrir
todo el continente con la excepción de la región
del Cabo de Hornos en Chile y Argentina.
Además, como puntualizara recientemente Gary Leach,
del Colombia Journal [http://colombiajournal.org/colombia313.htm],
bajo el gobierno de Obama la índole de la ayuda militar
yanqui que se expandió bajo el Plan Colombia ya va cambiando
marcadamente, lo que indica la agudización, no la disminución,
del militarismo estadounidense.
Aunque el programa de asistencia que se ha propuesto para 2010
representa una pequeña reducción ($518 millones
en comparación a $545 billones) de la cantidad que el gobierno
de Bush extendiera, la porción dirigida a las fuerzas militares
colombianas ha aumentado en el 30%. La que se ha destinado a las
unidades policíacas contra el narcotráfico ha sido
reducida en un 13%.
Leach también nota que, aunque a las fuerzas yanquis
que funcionan en la Base Manta en Ecuador se les prohibió
formalmente asistir a los militares colombianos en su guerra civil
contra la FARC, no habrá ninguna restricción a los
aviones que vuelan de las nuevas bases aéreas colombianas.
Leach concluye que "El programa de asistencia de Obama
indica que su nuevo gobierno en Washington no sólo ha de
continuar la política militarista del gobierno de Bush,
sino que la está intensificando".
Un volcán de insultos por parte del gobierno derechista
de Uribe en Bogotá, además de la creciente controversia
acerca del acuerdo con Colombia en cuanto a la base aérea
estadounidense, ha estallado. Ha acusado al Presidente Correa
del Ecuador de aceptar contribuciones para campañas políticas
de la FARC. También ha acusado al gobierno de Chávez
de abastecer a los guerrilleros colombianos con armas, haciéndole
hincapié a lo que se supone es un nuevo descubrimiento:
cohetes teledirigidos suecos que originalmente habían sido
vendidos a Venezuela en un campamento de la FARC que había
sido vencido y abandonado.
La reacción de Chávez fue retirar a su embajador
de Colombia y amenazar con cancelar todo comercio entre las dos
naciones. Ecuador rompió relaciones con Bogotá en
marzo del año pasado luego que las fuerzas militares colombianas,
con el apoyo del Pentágono, invadieran territorio ecuatoriano
con una redada contra las fuerzas de la FARC que se habían
refugiado en ese país. Veinticuatro personas resultaron
muertas en ese ataque, inclusive el segundo jefe del grupo, Raúl
Reyes. Éste estaba en medio de negociaciones para lograr
la liberación de varios rehenes.
El New York Times le añadió gasolina a la campaña
de Colombia contra Venezuela esta semana con la publicación
de un artículo, escrito por Simón Romero, que incluye
acusaciones, sin prueba alguna, que funcionarios venezolanos habían
abastecido a la FARC con armas y otras materias. El periódico
dio a entender que la historia se basaba totalmente en "material
obtenido de una agencia de espionaje", aparentemente la CIA.
Evidentemente, la gran inquietud de las élites gobernantes
de Brasil, Europa, China y otros países latinoamericanos
es que el imperialismo yanqui está alistándose para
utilizar el poderío que le queda en la región para
contrarrestar la decadencia de su influencia y su peso económico
en toda Latinoamérica. La clase capitalista brasileña,
que más y más se vale de su creciente poder económico
para imponer su hegemonía sobre Sudamérica, ha reaccionado
con tanta firmeza porque considera que su posición en el
continente y sus intereses en cuanto alas ganancias se ven amenazadas.
La intensificación de la presencia militar yanqui en
Colombia, junto con el papel que Washington jugara en el golpe
de estado derechista que recientemente tomó lugar en Honduras,
deja otra cosa clara: toda la retórica de Obama en cuanto
a una "asociación igualitaria" y el "respeto
mutuo" significa que el imperialismo estadounidense se ha
preparado para usar los métodos tradicionales de la agresión
militarista y la violencia contrarrevolucionaria para no ceder
su dominio sobre una región que por largo tiempo ha considerado
su "patio trasero".
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