WSWS
: Español
EE.UU. aumenta sus amenazas contra Pakistán
Por Keith Jones
30 Abril 2009
Utilice
esta versión para imprimir | Envíe
esta conexión por el email | Email
el autor
El Secretario de Defensa de EE.UU., Robert Gates, advirtió
a las autoridades paquistaníes que las relaciones entre
EE.UU. y Pakistán serán puestas en peligro a menos
que Islamabad preste atención a las admoniciones estadounidenses
y reprima sangrientamente una creciente insurgencia islamacista
que ha sido alimentada por la ocupación de Afganistán
por EE.UU.
Hablando el jueves en Camp Lejeune en Carolina del Norte, Gates
declaró: "Es importante que no sólo la reconozcan
[la amenaza], sino que emprendan acciones apropiadas para encararla."
La acción contra la milicia islamista, dijo Gates, es "central
para nuestra futura cooperación con el gobierno en Islamabad."
Las observaciones de Gates forman parte de un aluvión
de declaraciones de esta semana por parte de funcionarios del
gobierno de Obama, generales del Pentágono, y dirigentes
del Congreso de EE.UU., en las que acusan al gobierno y a los
militares de Pakistán de apaciguamiento hacia los talibanes.
El disparador inmediato para el aumento de la presión
sobre Islamabad fue la pérdida de control del gobierno
paquistaní sobre el distrito Buner de la Provincia de la
Frontera Noroeste, que está a sólo 100 kilómetros
al noroeste de Islamabad, a entre cuatrocientos y quinientos insurgentes
islamacistas. Pero los funcionarios estadounidenses, comenzando
por el propio presidente Obama, han estado presionando durante
meses a las autoridades paquistaníes para que hagan más
para apoyar la pacificación de Afganistán, afirmando
que las regiones fronterizas de Pakistán constituyen un
"refugio" para los talibanes y que para que EE.UU. se
imponga en la guerra afgana, debe ampliarla a Pakistán.
Una preocupación crucial para el Pentágono es la
creciente cantidad de ataques contra rutas de aprovisionamiento
paquistaníes que transportan unos 80% del alimento, el
combustible y el armamento consumidos por la fuerza de ocupación
estadounidense en Afganistán.
El miércoles, la Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary
Clinton, reprendió al gobierno de Pakistán por "abdicar
ante los talibanes y los extremistas."
"No podemos subestimar la seriedad de la amenaza existencial
posada al Estado de Pakistán por los continuos avances
que ahora llegan a unas horas de Islamabad, por un grupo flojamente
confederado de terroristas y otros que buscan el derrocamiento
del Estado paquistaní," dijo Clinton al Comité
de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de
EE.UU.
El jueves por la mañana, Obama tuvo una reunión
de emergencia con la asistencia de Clinton, el vicepresidente
Joe Biden, y Richard Holbrooke, enviado especial de EE.UU. a Afganistán
y Pakistán, para discutir las relaciones entre EE.UU. y
Pakistán y los recientes eventos en Pakistán.
Hablando con periodistas después de la reunión,
el Secretario de Prensa de la Casa Blanca, Robert Gibbs, dijo
que el gobierno está "extremadamente preocupado,"
agregando que Pakistán "es algo que ocupa gran parte
del tiempo del presidente." "Lo que ocurre en Pakistán
y Afganistán," dijo Gibbs, "es el enfoque político
central de este gobierno."
Manteniendo una estrategia de agresión ilegal y unilateral
comenzada bajo el gobierno de Bush, Washington organiza regularmente
ataques con misiles de aviones sin tripulación dentro de
Pakistán. A comienzos de este mes, Holbrooke y el jefe
del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., almirante Mike Mullen, presionaron
sin éxito a Islamabad para que acepten operaciones conjuntas
con fuerzas de EE.UU. dentro de Pakistán.
Según Holbrooke, Pakistán y no Afganistán
figurarán arriba en el orden del día cuando Obama
reciba una cumbre trilateral de los presidentes de EE.UU., Afganistán
y Pakistán el 6 y 7 de mayo. La cumbre, dijo Holbrooke,
"fue concebida en una atmósfera que ahora ha cambiado
significativamente, y el enfoque es cada vez más sobre
Pakistán.
En las últimas semanas, conocedores del gobierno de
Obama, generales del Pentágono, y antiguos estrategas del
imperialismo de EE.UU. como Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski
han estado haciendo declaraciones cada vez más apocalípticas
sobre el futuro de Pakistán. Se ha sugerido repetidamente
que ese Estado con armas nucleares de 170 millones podría
pronto despedazarse siguiendo líneas nacionales-étnicas
o caería en gran parte, si no en su totalidad, bajo el
control de fundamentalistas islámicos contrarios a EE.UU.
Nacido de la partición reaccionaria, instigada por los
imperialistas británicos, del subcontinente indio, Pakistán
es ciertamente acosado por múltiples crisis interconectadas
- crisis que las rapaces políticas del imperialismo de
EE.UU. exacerban enormemente.
Decidido a imponerse en la guerra afgana, para afirmar la dominación
en Asia Central rica en petróleo, Washington exige que
Islamabad subordine cada vez más sus intereses a los de
EE.UU. Para la elite paquistaní esto representa una doble
amenaza: las políticas que EE.UU. ha impuesto a Pakistán
son muy impopulares, desacreditando aún más a un
sistema político corrupto y fundamentalmente antidemocrático
y alimentando el descontento social; también están
en conflicto con importantes elementos de la estrategia de Pakistán
para enfrentar a su archirrival India.
La mayoría del pueblo paquistaní se opone correctamente
a la ocupación de Afganistán por ser una guerra
depredadora - sólo tiene que recordar el apoyo entusiasta
del gobierno de Bush para el dictador general
Prevez Musharraf. Sin embargo, Washington insiste en que los
militares paquistaníes pongan las regiones fronterizas
del país bajo una ocupación militar cada vez más
dura. Los métodos brutales de pacificación al estilo
colonial que los militares paquistaníes han empleado en
repetidas ofensivas en las Áreas Tribales bajo Administración
Federal (FATA, por sus siglas en inglés) sólo han
enardecido a la población local, atizado el nacionalismo
pastún, y causado serias divisiones dentro de las filas
del ejército, muchos de cuyos soldados proceden del campesinado
pastún.
Washington también apoya plenamente las medidas dictadas
por el FMI para "estabilizar" la economía paquistaní,
incluida la eliminación de los subsidios a la energía,
los recortes a los gastos sociales, y la privatización,
lo que sólo aumentará los sufrimientos de los trabajadores
del país.
Los medios de EE.UU. se ven obligados a aceptar que Washington
es vituperado por el pueblo paquistaní, pero por cierto
no pueden y no quieren explicar el por qué: el patrocinio
por EE.UU. de una sucesión de dictaduras militares de derecha;
su uso de Pakistán como un peón en su estrategia
geopolítica, que proviene de los primeros días de
la Guerra Fría; su manipulación cínica de
los dólares de ayuda, matonaje y amenazas; y su implacable
presión para una guerra generalizada de contrainsurgencia
en amplias áreas de Pakistán.
Hillary Clinton, en su testimonio en el Comité de Relaciones
Exteriores de la Cámara del miércoles pasado, hizo
una referencia indirecta al orden social brutalmente desigual
que EE.UU. ha ayudado a mantener en Pakistán y que ayuda
a alimentar la insurgencia anti-EE.UU. y contra el gobierno en
la región fronteriza empobrecida vecina a Afganistán.
"El gobierno de Pakistán," dijo Clinton, "...
debe comenzar a cumplir con los servicios gubernamentales, de
otra manera van a perder ante los que se presentan y afirman que
pueden resolver los problemas de la gente..."
Las autoridades paquistaníes minimizaron inicialmente
la "talibanización" de Buner. Recién la
semana pasada, la Asamblea Nacional de Pakistán votó
unánimemente a favor de un "acuerdo de paz" con
la milicia islamacista, que durante dos años había
luchado intermitentemente contra las fuerzas de seguridad paquistaníes
en el adyacente Valle Swat. Según este acuerdo, en seis
distritos de la División Malkand de la Provincia de la
Frontera Noroeste, incluido Buner, regirá una forma islámica
estricta de la ley sharia. El acuerdo incluye que los milicianos
islamacistas en el Valle Swat entreguen sus armas a las autoridades.
En lugar de hacerlo, muchos de ellos se fueron a Buner este miércoles,
obligaron a los policías locales a refugiarse en estaciones
de policía, y tomaron el control de un importante lugar
sagrado.
Como reacción, el gobierno paquistaní envió
a menos de 150 Policías Fronterizos. El primer contingente
fue obligado a retirarse después de ser atacado en una
emboscada en la que murieron dos policías.
Pero el jueves, como reacción a la presión de
EE.UU., el gobierno y los militares prometieron que no permitirían
que se cuestionara el orden jurídico del gobierno paquistaní.
El primer ministro Yousaf Raza Gilani dijo que se revisaría
el acuerdo del Valle Swat si continuaban los desafíos a
la autoridad gubernamental. "Nos reservamos el derecho de
decidirnos por otras opciones si la talibanización continúa,"
dijo Gilani.
El jefe del ejército, general Ashfaq Kiyani prometió
que los militares "no permitirán que los militantes
dicten condiciones al gobierno o impongan su modo de vida a la
sociedad civil de Pakistán" y dijo que la pausa en
las operaciones del ejército contra la milicia islamacista
estaba orientada a dar "a las fuerzas reconciliadoras una
oportunidad [y] no debe ser considerada como una concesión
a los milicianos."
Al mismo tiempo, Kiyani denunció los "pronunciamientos
de potencias extranjeras que expresan dudas sobre [el] futuro
de Pakistán."
Los talibanes paquistaníes dijeron el viernes que se
retiraban de Buner, y la televisión paquistaní transmitió
un vídeo sobre su retirada.
Hay informes de que pronto se ordenará a los militares
paquistaníes, a pesar de ello, que desarmen a la milicia
pro-talibán o la expulsen del Valle Swat.
A pesar de todo, las tensiones entre EE.UU. y la elite paquistaní
seguirán siendo muy elevadas. La oleada afgana' del
gobierno de Obama - la casi duplicación a 65.000 del personal
militar en Afganistán - resultará en una masiva
escalada del derramamiento de sangre en Afganistán que
inevitable se rebalsará hacia Pakistán e incitará
a más oposición por parte del pueblo paquistaní.
La elite paquistaní, mientras tanto, está amargamente
resentida por la floreciente cooperación estratégica
entre EE.UU. e India. Esa cooperación ha significado un
aumento de las ventas de equipamiento militar avanzado a India
y que Washington haya levantado un embargo del comercio nuclear
civil internacional con India, lo que permitirá a India
la concentración de los recursos de su programa nuclear
indígena en el desarrollo de armas.
Funcionarios del gobierno de Obama han exigido repetidamente
que Islamabad trasfiera tropas de su frontera oriental con India
a las regiones fronterizas con Afganistán, mientras repudian
públicamente sugerencias anteriores de que podrían
presionar a India para que haga concesiones a Pakistán
respecto a Cachemira.
Para disgusto de Islamabad, India, con pleno apoyo de Washington,
ha emergido como un proveedor crucial de ayuda económica
y entrenamiento militar al gobierno afgano impuesto por EE.UU.
En una declaración que sólo puede haber enfurecido
a la elite paquistaní, Clinton afirmó el miércoles
que India juega un papel esencial en la ayuda a EE.UU. en Afganistán
y Pakistán. "EE.UU.," dijo al Comité de
Relaciones Exteriores de la Cámara, "progresa en su
relación con India como parte de una amplia agenda diplomática
para enfrentar los sobrecogedores desafíos coronados por
la situación en Pakistán y Afganistán."
Traducido
del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |