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Estados Unidos: la verdadera política que guía as organizaciones caritativas y los programas que dependen de voluntarios

Por Nancy Hanover
8 Septiembre 2008

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Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 4 de Agosto de 2008.

“Bajo el Socialismo todo esto, naturalmente, se modificará. No habrá gente viviendo en fátidas pocilgas, con hediondos andrajos, criando niños débiles, acosados por el hambre, en medio de circunstancias absolutamente imposibles y repulsivas...

“El Socialismo, el Comunismo, o como uno quiera llamarlo, al convertir la propiedad privada en riqueza pública, y al reemplazar la competencia por la cooperación, restituirá a la sociedad su condición de organismo sano, y asegurará el bienestar material de cada miembro de la comunidad...” (Oscar Wilde, El Alma del Hombre Bajo el Socialismo, traducido al castellano por Chantal López y Omar Sánchez en

Los estadounidenses viven en tiempos cada vez más turbulentos. El hambre, las ejecuciones hipotecarias y la pobreza se encuentran por todos lados. Los limosneros, mucho menos comunes durante la década de los noventa, se ven por todas partes en los centros urbanos. Una brecha tan visible y extrema entre los ricos y los pobres no se había visto desde la Gran Depresión..

La pobreza y la desigualdad crecientes se han nutrido parcialmente de la decadencia y el colapso aparente del movimiento sindicalista obrero, lo cual ha rendido al pueblo trabajador casi impotente ante la embestida violenta contra sus niveles de vida y las condiciones sociales.

Sin embargo, la estabilidad social y política requiere que las autoridades políticas finjan cierta inquietud por estos problemas sociales. Los medios populares de la prensa, las escuelas y otras instituciones han lanzado campañas para aumentar las donaciones caritativas y los esfuerzos de los voluntarios con tal de ayudar con la cantidad creciente de “desfavorecidos”.

Es la juventud la que se ha convertido en el blanco principal de aquellos que buscan reclutarlos a que se hagan voluntarios. Con poca o ninguna experiencia política y sin ninguna perspectiva histórica, escuchan que sus acciones bondadosas pueden ameliorar la situación lentamente, sí, pero de manera segura. Para darle mayor énfasis a este punto de vista, el servicio caritativo a los barrios y vecindarios en muchos casos se ha convertido en requisito para graduarse de las escuelas preparatorias [normales o bachilleratos]. Por otra parte, muchas universidades le han dado mayor consideración a las horas que los estudiantes consagran a este tipo de servicio y las usan como uno de los criterios de admisión a dichas instituciones. A las oficinas de asuntos estudiantiles de muchas universidades se le han añadido divisiones de servicios comunitarios para satisfacer las demanda por dichos servicios, y muchos graduados que no pueden encontrar empleos se inscriben en programas auspiciados por el gobierno para realizar labores voluntarias por uno o dos años.

Encuestas recientes muestran que más del 50% de la juventud a niveles de preparatoria y universidad rindió servicios comunitarios durante el último año; casi seis de cada diez rindieron labores como voluntarios por lo menos una ves al mes. El año pasado, aproximadamente 61 millones de personas, o sea, casi el 26% de la población total de Estados Unidos, prestaron servicios voluntarios por un total de 8.1 billones de horas valoradas en $152 millones.[1]

Claro, hay una gran diferencia entre, por una parte, la sinceridad de la juventud y los trabajadores en tratar de ayudar a los pobres y los desamparados y, por otra, las cínicas artimañas políticas de los que se han beneficiado del enorme traslado, llevado a cabo por la clase gobernante empresarial y financiera, de la riqueza que le pertenece a la población trabajadora. George H. Bush padre se convirtió en cabecilla de estos hipócritas cuando, luego de cumplir ocho años como vicepresidente de Ronald Reagan durante la destrucción de los programas sociales por este último, descubrió el “conservadurismo compasivo”. Y fue como candidato a la presidencia que pronunció su discurso ante la Convención Republicana de 1988 con alusiones a los “mil puntos de luz”, artimaña para poner en práctica la destrucción de la cual él y los plutócratas que él representaba eran responsables.

Claro que Bush no inventó los servicios vountarios a la comunidad. La historia de estas labores es larga y tiene su significado político. Pero en vez de ser una decisión personal y apolítica, es decir, que simplemente consiste en “hacer lo correcto”, los servicios voluntarios a la comunidad sirven los intereses determinados de la clase alta.

Los orígenes de la caridad

La caridad siempre ha jugado un papel en la sociedad clasista moderna: el de válvula de seguridad. Ha sido una de las maneras de ocultar las úlceras más supurosas de la opresión clasista y su intención ha sido reprimir las rebeliones. Aunque no es posible dentro de los límites de este ensayo presentar una historia completa, vale la pena señalar varios aspectos importantes de su larga y reaccionaria historia, sobretodo desde de que surgiera el capitalismo moderno.

No es nada sorprendente que Gran Bretaña, la primera gran potencia capitalista, también haya sido el país donde las instituciones caritativas y el tema de la asistencia pública para los pobres recibieran el mayor apoyo. La caridad se desarrolló a la misma vez que la evolución de la clase obrera británica amenazaba el orden establecido. La Nueva Ley para los Pobres de 1834, por ejemplo, estableció la “asistencia” por medio de la construcción de hospicios lúgubres y punitivos en todos los rincones del país. La ley fue aprobada poco después de los “Motines Swing”de 1830, los cuales tomaron lugar a lo largo de el sur y el este del país a la misma ves que sucedía el movimiento ludista en las ciudades en 1811.

Al llegar la década de los 1880, la caridad fue integrada a un sistema “científico” para afinárse a los tiempos. El historiador y filósofo social, Arnold Toynbee, cuyo sobrino del mismo nombre luego se convertiría el próximo siglo en historiador burgués de renombre, desempeñó un papel central, llamando a las clases trabajadoras a dedicar sus vidas a los pobres y a ayudar a formar el movimiento para establecer colonias. Toynbee murió prematuramente durante los primeros años de la década de los 1880, pero sus ideas terminaron en el establecimiento de un programa para ”colocar” a estudiantes en zonas urbanas y así ofrecer servicios sociales a los pobres. Esta idea más tarde ganaría prominencia en los Estados Unidos con Jane Addams y la Casa Hull.

La clase gobernante fomentó estos planes bastante, pues con toda razón temía una revolución. A la vez que Toynbee desarrollaba sus proyectos colonizadores, Frederick Engels escribía Del socialismo utópico al socialismo científico, resumen del materialismo histórico de Karl Marx que mostraba el papel revolucionario de la clase trabajadora como portadora de las nuevas y mejores relaciones de propiedad. Las revoluciones europeas de 1848, aunque derrotadas, ya habían dado indicios de una clase trabajadora insurgente por todo el continente. La Asociación Internacional de los Trabajadores — la Primera Internacional — se fundó en 1864 y fue seguida por la Comuna de París de 1871. Verdaderamente, como Marx había escrito en el Manifiesto Comunista, “un fantasma recorría Europa”.

Marx y Engels insistieron que la clave para comprender el progreso histórico no se encontraba en los conceptos utópicos de la clase media, sino en la necesidad de la clase productora — el proletariado — de abolir el sistema de ganancias. Las tretas de los liberales de la clase media podían ser manipuladas - y eran manipuladas — para engañar a los trabajadores y retrasar el desarrollo de la conciencia socialista. La clase trabajadora no era simplemente el “objeto” de la historia, es decir, oprimida y digna de compasión y merced. Era el sujeto de la historia, la clase cuyo futuro se vinculaba a la superación de las insolubles contradicciones del capitalismo.

Fue desde este punto de vista clasista, expresado en su obra anterior, La situación de la clase obrera en Inglaterra, que se refirió a la filantropía burguesa con desdén y desprecio: “No hay que creer, sin embargó, que el inglés “culto” muestre abiertamente ese egoísmo. Al contrario, él lo disimula con la mayor hipocresía. ¿Cómo así? ¿Usted dice que los ingleses ricos, que han creado establecimientos de beneficencia como no se ven en ningún otro país, no piensan en los pobres? Sí por cierto, ¡establecimientos de beneficencia! ¡Como si fuese ayudar al proletario el comenzar por explotarlo hasta sangrar para luego poder desagraviarlo con complacencia y farisaísmo con vuestro prurito de caridad y presentaros ante el mundo como grandes benefactores de la humanidad, mientras devolvéis a ese desdichado que habéis exprimido hasta la médula, la centésima parte de lo que le corresponde! ¡Beneficencia que degrada aun más a aquel que la practica que a aquel que la recibe; beneficencia que hunde todavía más en el polvo al desafortunado que se ha pisoteado, que implica que el paria deshumanizado, excluido de la sociedad, renuncia en primer lugar a la última cosa que le queda, a su aspiración a la cualidad de hombre, y mendiga primeramente su benevolencia al lado de la burguesía, antes que ella le haga el favor de estamparle en la frente, al darle la limosna, el sello de la deshumanización!” [2] (Traducción al castellano en)

Junto con la expansión del capitalismo industrial, sus males concomitantes y una clase obrera cada vez mejor organizada, las obras caritativas fueron promovidas a nivel internacional a fines del Siglo XVIII y a principios del XIX. Una organización paraguas, La Sociedad para la Organización de la Caridad (COS, siglas en inglés), se originó en Alemania e Inglaterra y se extendió a los Estados Unidos con el propósito de coordinar las actividades de cientos de filantropías privadas.

Esta organización fue progenitora de las organizaciones filantrópicas del siglo XX y XXI. Su premisa, en continuación de las Leyes Británicas para los Pobres, fue darle importancia a la diferencia entre los pobres “merecedores” y los pobres “indignos”; es decir, los vacilantes, los holgazanes y los inmorales. La división de la COS en la ciudad de Denver, estado de Colorado, eventualmente llegó a convertirse en la United Way, extensa organización paraguas compuesta de caridades organizadas. Al la misma vez, el Ejército de Salvación (Salvation Army en inglés) funcionaba más o menos de igual manera, pero mezclaba la religión con obras caritativas.

A todas estas organizaciones las unía una profunda filosofía reaccionaria que oponía la piedad, la pasividad y la obediencia política a la consciencia clasista.

Las cosas hoy día no son muy diferentes. Durante la trayectoria del siglo XX, sin embargo, las obras caritativas tenían que ponerse al día. La imagen de arrogancia clasista no servía. También se necesitaba organizaciones seculares en colaboración con las caridades religiosas. A los “servicios para la comunidad” - con sus características reaccionarias y degradantes un poco disfrazadas — se les dió otra imagen, y éstos se convirtieron en la nueva política “correcta” de las últimas décadas.

El Cuerpo de paz (Peace Corps), inaugurado durante el gobierno del Presidente John F. Kennedy desempeñó un papel importante en este proceso. Esta iniciativa fue útil de dos maneras: por una parte restauraba la imagen de Estados Unidos en el exterior porque presuntamante combatía la pobreza, y. por otra. le ofrecía oportunidad de participación a jóvenes horrorizados por las condiciones en los países “tercermundistas”. El Cuerpo de Paz se activó principalmente debido a los temores de revolución en países en que la presencia de los Estados Unidos no contaba con mucha credibilidad y en los cuales se temía la presencia cada vez más influyente de la Unión Soviética.

El énfasis que Kennedy la daba a los derechos universales del hombre y a la necesidad de “abolir toda pobreza humana” no obstante tenía un tono diferente al de la política Estadounidense de hoy. El gobierno de los Estados Unidos brindó recursos limitados a la reforma social. Esto resultó ser el último respiro de la reforma social tanto en la política interior como en la exterior.

Luego del asesinato de Kennedy, Lyndon Jonson introdujo varias legislaciones que en conjunto eventualmente llegarían a llamarse la Gran Sociedad. Entre los programas que se inauguraron en 1964 bajo los auspicios de ese programa se encontraban VISTA (Voluntarios al Servicio de Estados Unidos), el National Teacher Corps (Cuerpo Nacional de Maestros), el Job Corps (Cuerpo de Trabajo) y el University Year in Action (Año Universitario en Acción).

Éstas fueron las medidas con las cuales Johnson reaccionó a la agitación social que se dsarrollaba y se expresaba en la evolución del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Se adoptaron poco después que se iniciaran las luchas por los derechos civiles, inclusive las ocupaciones “sentadas” (sit-ins) y las Cabalgatas por la Libertad (Freedom Rides) a principios de la década de los 60. Estos movimientos tomaron lugar cuando comenzaban los motines urbanos que ardieron durante cinco veranos seguidos. Éstos a la vez anticiparon el enorme movimiento contra la guerra de Vietnam y, después, durante la misma década, el desarrollo de la militancia de la clase obrera.

Hasta el programa social llamado la Guerra contra la Pobreza (War on Poverty), que contaba con escasos fondos, no podía seguir existiendo bajo las condiciones que la Guerra de Vietnam había impuesto y la intensificación de la crisis económica. El capitalismo estadouniense sabía lo que se avecinaba e hizo sus planes para eventualmente virar su política hacia la derecha.

Para entender la presente configuración de los “servicios voluntarios a la comunidad” es necesario comprender que para fines de la década de los 70, la posición económica de Estados Unidos ya había cambiado enormemente. El programa reformista del economista John Maynard Keynes durante el período inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial fue descartado y reemplazado por la desregularización y una despiadada guerra clasista desatada por el Presidente del país, Jimmy Carter, y su presidente en el Banco Federal de Reservas, Paul Volcker. Se impusieron tasas de interés elevadas para causar el cierre de sectores de la economía que no producían ganancias y exprimir a la clase obrera.

El callejón sin salida del reformismo del New Deal (“Nuevo Trato”) y sus sucesores establecieron las bases para la elección del Presidente Ronald Reagan, quien lanzó un ataque de doble filo contra la clase obrera estadounidense: destruyó varios sindicatos obreros, comenzando con el despido del sindicato de los controladores de trafico aéreo; y puso en práctica una campaña para reducir brutalmente los programas de bienestar social.

El gobierno de Reagan abolió casi todas las restricciones legales a la acumulación de las fortunas a la misma vez que aplastaba todo programa para combatir la pobreza. La tasa de las rentas internas (impuestos) para los ricos se redujo del 70 al 28%. El catsup (“cachup”) fue redefinido; ahora tenía que considerarse un producto “vegetal”. De ese modo los almuerzos escolares podían ser reducidos a precios calculados en centavos. Además de otras propuestas políticas, estas pautas pusieron en marcha una enorme redistribución de la riqueza; redistribución que ha continuado — y se ha profundizado - durante el último cuarto de siglo.

Ideológicamente, la destrucción del bienestar social se popularizó durante este período por medio de la promoción del individualismo y la “responsabilidad personal”. Este fue el contexto en que George H.W. Bush pronunciara el discurso ante la Convención Republicana y al cual ya hemos aludido. Con exhortaciones al “deber, al sacrificio, al compromiso, y al patriotismo que se expresa cuando uno se integra a un movimiento y brinda su ayuda”, Bush creó la Oficina para los Servicios Nacionales en 1990, Ésta fue precursora de la agencia que ahora auspicia programas nacionales de voluntarios.

Este movimiento para reclutar a voluntarios no tenía sus causas en ninguna reacción popular y altruista a las condiciones sociales; más bien fue una alternativa política que había sido planeada con mucho cuidado y que se prestaba a la manipulación.

“La vieja solución, el viejo modo de pensar, era que el dinero público por sí solo podía acabar con estos problemas”, dijo Bush al justificar la eliminación de fondos públicos para la educación, los empleos, los discapacitados y los pobres. Continuó expresándose con el lenguaje fanfarrón de la “compasión”, lo cual fue su característica más retumbante. “Tenemos más voluntad de la que cabe en una cartera; pero lo que necesitamos es la fuerza de la voluntad. Tomaremos decisiones difíciles...”

La campaña para fomentar la dependencia del uso de voluntarios sirvió varios propósitos políticos. Ofrecía una mano de obra gratis para ocultar la eliminación de programas gubernamentales. La atención médica, la jardinería de niños, la educación, y los servicios esenciales fueron eliminados, convertidos en programas “voluntarios” (preferiblemente “basados en la fe”), y drásticamente reducidos. Las agencias de servicios voluntarios se covirtieron en un comercio de contratistas institucionalizado.

Además, esta dependencia del uso de voluntarios, al trasladar la responsabilidad de aliviar la pobreza del gobierno al individuo, formó parte de una campaña ideológica para socavar la concientización social. Para este tipo de mentalidad, la pobreza no es un escándalo oficial, sino una incómoda (pero inevitable) circunstancia y hasta puede ser una decisión personal. Los estadounidenses estaban siendo condicionados a pensar que ya no tenían “derecho” a empleos, a la vivienda y a un buen nivel de vida. Esto fue en realidad una repudiación de los programas limitados de la Gran Sociedad, y la clase gobernante no se esmeró en lo mínimo para disimularlo.

En la página web de la agencia oficial del gobierno encargada de coordinar los esfuerzos voluntarios, la Empresa Para los Servicios Sociales Nacionales y Locales (Corporation for Nacional and Community Service) declara lo siguiente: “La empresa cree que la dependencia del uso de voluntarios no sólo agrada; también es un aspecto necesario para satisfacer las necesidades más urgentes que agobian a la nación, incluyendo la pobreza, el analfabetismo, la atención para los ancianos, las reacciones a los desastres, y la juventud, quien necesita mentores que le ayuden a lograr el éxito en esta vida”. [3]

¡En otras palabras, las obligaciones sociales más urgentes de Estados Unidos deben cumplirse luego de las horas laborales con una población que ya sufre exceso de trabajo, a la que le pagan mal, y que se encuentra bajo grandes presiones!

Los servicios sociales se convierten en industria

Lo que Bush articuló a través de sus “mil puntos de luz” fue la política bi-partista de ambos partidos. Una breve ojeada al desarrollo de los servicios sociales desde la iniciativa de Bush en 1990 muestra la manera completa en que el gobierno la adoptó debido a todas estas razones prácticas e ideológicas. Paso a paso, a medida que se fomentaba la dependencia del uso de voluntarios, los últimos vestigios de la maya social de seguridad quedaban hechos trizas.

En 1992, la Junta Directiva Estatal de la Educación en el estado de Maryland adoptó requisitos obligatorios de servicio voluntario para que los estudiantes se pudieran graduar de la escuela preparatoria [bachillerato], reglamentos pauta que ya para el 2008 habían adquirido carácter universal.

En 1993, el presidente Bill Clinton firmó el Acta Para Fondos Pro Servicios Sociales Locales y Nacionales (National and Community Service Trust Act) creando así a AmeriCorps y a toda una serie de programas bajo el Servicios Nacionaes Locales (National Community Service). AmeriCorps se estableció para cumplir labores esenciales que ya no contaban con fondos. Se esperaba que los “voluntarios” vivieran con estipendios mínimos y cupones para los alimentos.

A la vez se desempeñaban como tutores y mentores de jóvenes; constructores de viviendas baratas; maestros de la informática; barredores de parques y riachuelos; directores de programas extracurriculares en las escuelas; y asesores en los vencindarios para ayudar a los residentes a lidear con los desastres.

En 1996, Clinton firmó el proyecto de ley para la reforma del bienestar social. Esta ley puso en reversa décadas de reglamentos federales y acabó con la garantía de asistencia en efectivo para los pobres. También redujo los gastos federales por $56 mil millones.

Todos los años ambos partidos - el Demócrata y el Republicano — desarrollaban nuevas iniciativas para promover la dependencia del uso de voluntarios a la vez que eliminaban programas sociales. Entre éstas se encuentran la designación del día festivo de Martin Luther King Jr. como día nacional de servicio; el establecimiento, por parte del General Colin Powell, de la Cumbre del Presidente para el Futuro de Estados Unidos (President’s Summit for America’s Future) para fomentar los servicios brindados por voluntarios; y el Premio Puntos de Luz Diarios (Daily Points of Light Award)” iniciado por Bush padre y reanudado por Clinton. En 2001, el Presidente George W. Bush fue más lejos todavía cuando lanzó sus iniciativas basadas en la fe religiosa para las comunidades locales.

La pobreza, como programa, nunca se ha buscado con tanta agresión (y con tanto éxito) como sucede hoy día. Aquellos responsables de estas decisiones políticas — reducciones de las rentas internas para los ricos, la destrucción de la malla de seguridad social y de la la educación pública, etc.— ¡le dicen a los trabajadores que se conviertan en voluntarios!

Los servicios a nivel nacional desde el 11 de septiembre

Después de los ataques del 11 de Septiembre, los esfuerzos del gobierno para promover los servicios de los voluntarios en los barrios y vecindarios adquirieron insinuaciones más ominosos y militaristas.

En el 2002, el Presidente Bush lanzó un llamado para que todo ciudadano estadounidense cumpliera 4,000 horas de servicio voluntario y creó el Cuerpo de Estados Unidos por la Libertad (USA Freedom Corps), cuyas oficinas radicaban en la Casa Blanca. Esta agencia, que originalmente el presidente había propuesto en su discurso sobre el estado de la nación, incluiría el Sistema para la Prevención e Información Contra el Terrorismo (Operation TIPS, siglas en inglés para Terrorism Information and Prevention System). Este programa de alcance nacional le permite formalmente a millones de camioneros, carteros, conductores de trenes, capitanes de barcos y empleados en los servicios públicos — entre otros — a que presten información acerca de actividades que sospechan son terroristas”.

A este intento de convertir a los voluntarios en instrumentos directos del gobierno para espiar contra los ciudadanos siguió la decisión de crearle al Ministerio de la Seguridad de la Patria {Department of Homeland Security) una agencia cuyos fines serían lograr la “participación de los ciudadanos como voluntarios en la sanidad, la seguridad pública y en el auxilio en caso de desastres.”

Barack Obama ahora ha lanzado un llamado para que se establezca un servicio público voluntario universal e intencionalmente ha incluído el servicio militar bajo este plan. El hecho es que este plan para aumentar las fuerzas militares forma parte de su declaración sobre la política del “servicio” voluntario, junto con la expansión del AmeriCorps y la creación de un Cuerpo para los Salones Escolares (Classroom Corps), un Cuerpo de la Salud (Health Corps), un Cuerpo para la Energética Limpia (Clean Energy Corps) y un Cuerpo para Veteranos (Veterans Corps).

La postura de Obama cuenta con bastante apoyo. El año pasado la revista Time publicó un artículo de portada titulado, “El caso a favor del servicio nacional” el cual describe las varias exhortaciones que Demócratas destacados habían hecho en apoyo a un plan que hace mandatario el servicio universal y establece el Ministerio de Servicio Nacional (Department of National Service) a nivel de gabinete. El plan supone 419,000 empleos al año para jóvenes entre los 18 y 25 años de edad para que brinden un año de “servicio nacional o militar”.

El contenido reaccionario de la dependencia del uso de “voluntarios“ se hace cada vez más transparente. Hoy, sin embargo, las décadas durante las cuales la clase gobernante ha intentado hacerlo parecer todo como si fuera cuestión de una mayoría de estadounidenses ayudando a minorías “desfavorecidos” están llegando rápidamente a su fin. Mientras millones pierden sus hogares ante las ejecuciones hipotecarias y la gran mayoría de trabajadores lucha para cubrir el aumento de los precios de las necesidades básicas y el desempleo que también aumenta, el fraude de de la caridad capitalista se ha vuelto obvio para muchos.

Este contexto concreto ayuda a la gente joven a ver la verdad quie rige la propaganda bien engrasada de los servicio voluntarios “apolíticos”. Desde el punto de vista de la clase gobernante, el servicio a las comunidades es el antídoto a la política revolucionaria. La promoción de la ilusión de que una ayuda limitada — que uno brinda “concretamente”— ameliora el sufrimiento desvía a la juventud de los problemas reales.

Por suouesto, hay mucho que el movimiento resurgente de la clase trabajadora puede hacer y hará para aliviar el sufrimiento. Sin embargo, esta misión emancipatoria ha de ser obra de la clase obrera misma.

Es necesario que los estudiantes y los jóvenes se viren hacia la clase trabajadora y a las dificultades teóricas y políticas inherentes en preparar la dirigencia revolucionaria necesaria para ponerle fin al capitalismo.

Notas:
1. Corporation for National and Community Service, July 2007 report “Middle American Cities Lead US in Volunteering”
2. Engels, The Condition of the Working Class in England, p. 315
3. www.nationalservice.gov. Issue Brief, “Volunteering in America: An Overview of Corporation Research”

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