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Aumentan las dudas sobre la liberación de rehenes colombianos
Por Bill Van Auken
14 Julio 2008
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 7 de julio, 2008
Mientras los políticos derechistas de tres continentes
se deleitaban de la gloria que recibieron luego del rescate genial
de los rehenes de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia) el 2 de julio, han surgido dudas con respecto a la verdadera
índole de esta maniobra.
Los tres rescatesde Ingrid Betancourt, la ciudadana francesa-colombiana
y ex candidata presidencial; de tres "contratistas"
de las fuerzas armadas estadounidenses empleados por la sociedad
anónima Northrop Grumman; y el de otros 11 reheneshan
sido explotados para reparar el estigma de la "política
de Latinoamérica" del gobierno de Bush, y así
hacer aparentar como héroe a Alvaro Uribe, presidente colombiano
involucrado en el narcotráfico y las masacres paramilitares,
con tal de levantar la popularidad caída del presidente
derechista francés, Nicolás Sarkozy.
Incluso el senador John McCain, presunto candidato presidencial
del Partido Republicano, quien acomodó un viaje a Colombia
(¿tal vez una coincidencia fortuita?) el día antes
del rescate de los rehenes, se metió en el enredo. Mientras
estuvo en Colombia, recibió información de parte
de Uribe, permitiéndole asociarse con la próxima
operación.
Existe casi nada que distinga a McCain de su adversario democrático
en cuestión a lo de Colombia. El senador Barack Obama hizo
su propia declaración alabando la operación, llamando
a las FARC una "organización terrorista" y aseverando
su apoyo al gobierno colombiano "sin hacer concesiones"
a las guerrillas. Sin embargo, si Uribe pudiera conceder algún
favor político, incuestionablemente sería a los
Republicanos luego de ser el aliado latinoamericano más
íntimo del gobierno de Bush durante seis años.
Lo que cada uno de estos personajes pretendía explotar
era la indudable compasión que tendría el público
hacía Betancourt, madre de dos detenida en la selva por
seis años, y hacia los otros rehenes. Además, le
dan a la operación colombiana la imagen de un golpe de
inteligencia genial - descrito por algunos como algo sacado directamente
de una película de Hollywood - en la "guerra mundial
contra el terrorismo".
Es claro que la compasión por Betancourt creada por
los funcionarios gubernamentales y por la prensa, no sólo
en Colombia sino también en los Estados Unidos, Francia
y en toda Europa, no se extiende a muchos otros quienes han sido
secuestrados o detenidos bajo condiciones más severas.
Existe, a fin de cuentas, otro lugar en las Américas en
donde cientos han sido detenidos por seis años, sujetos
a la tortura y brutalidad después de ser raptados de sus
hogares. Estos prisioneros, detenidos sin haber cometido ningún
delito, tienen la menor posibilidad de ser rescatados de semejante
manera, debido a que están encarcelados en Guantánamo
Bay por los militares estadounidenses.
Se debería notar que ni los cientos de prisioneros políticos
pudriéndose en las cárceles colombianas, ni los
que han sido raptados por las organizaciones paramilitares derechistas
que están estrechamente vinculadas con el gobierno y las
fuerzas armadas, recibieron semejante atención tampoco.
Sus orígenes sociales son por lo general muy distintos
a los de Ingrid Betancourt, educada en Francia, hija del ex-ministro
gubernamental y producto de la oligarquía colombiana.
En cuanto a la operación misma, la comparación
a Hollywood puede involuntariamente resultar reveladora. Según
el informe oficial de los militares colombianos, agentes de espionaje
lograron infiltrarse en el movimiento guerrillero y lograron hacer
creer a los líderes de las FARC que tropas de élite
disfrazados con camisetas de Che Guevara y pilotos militares eran
cooperantes, guerrilleros y periodistas involucrados en un plan
de la mismísima FARC para trasladar los rehenes por helicóptero
a otro sitio. Elogios a la operación incluían repetidas
observaciones de que "no hubo ni un disparo".
El hecho de que los guerrilleros expertos simplemente entregarían
los rehenes más valiosos de las FARC a personas desconocidas
llegando en helicóptero no facilita la credulidad. Lo que
más crea duda en este informe, sin embargo, es la historia
del ejército colombiano, el cual no exactamente trae a
la mente recuerdos de operaciones en donde "no hubo ni un
disparo". De hecho, ha llevado a cabo una de las campañas
más sangrientas en el hemisferio occidental a través
de las décadas, impulsada los últimos diez años
por unos $5.4 billones en asistencia militar de los Estados Unidos.
Entre el 2002 y el 2007, activistas pro derechos humanos documentaron
la matanza indebida de casi mil civiles por el ejercito nacional,
también otros 3,500 asesinados y desaparecidos llevados
a cabo por las divisiones paramilitares derechistas - rutinariamente
ejerciendo con auxilio militar. Fue en Diciembre del 2002 cuando
el gobierno colombiano acordó a un alto de fuego con los
paramilitares, esencialmente exonerándolos de sus delitos,
los cuales eran responsables por la mayor parte de las víctimas
civiles en la extensa guerra civil del país. No obstante,
los asesinatos y las masacres continúan.
Durante ese mismo tiempo, las guerrillas - tanto las FARC como
la organización más pequeña, el ELN - con
quienes no se acordó ningún alto de fuego, eran
responsables por apenas la mitad de muertes civiles en comparación
a las de los paramilitares.
Además, el gobierno de Uribe no ha manifestado ningún
interés en efectuar una liberación pacífica
de los rehenes en el pasado. Efectivamente, el último intento
por negociadores para asegurar la liberación de Betancourt
y otros fue estropeado en marzo, cuando el ejército colombiano
atravesó fronteras para asaltar un campamento de las FARC
en Ecuador, matando al negociador principal de las guerrillas,
Raúl Reyes, lo cual aparentemente fue el objetivo para
impedir algún acuerdo. La familia de Betancourt repetidamente
expresó sus temores de que las acciones de Uribe resultarían
en la muerte de ella.
Es esta versión la que le da credibilidad al informe
que se difunde por Europa y que pone en duda el cuento heroico
que se conoce en Bogotá.
Según una fuente "cercana a los eventos",
la radio pública suiza informó que la libertad de
los rehenes había sido comprada con un rescate de $20 millones,
y que "toda la operación en seguida fue fingida".
El objetivo político de simular dicho desempeño
es bastante claro; tanto el gobierno de Uribe como el de Bush
han clasificado a las FARC como una "organización
terrorista" y ambos se han empeñado en rechazar toda
negociación con semejantes grupos.
De acuerdo con el informe de Suiza - cuyo gobierno, junto al
de Francia y España, había participado en las negociaciones
por los rehenes - los Estados Unidos tomó el papel principal
en organizar el trato.
El informe también declaró que el acuerdo se
logro al usar como intermediaria a la esposa capturada de uno
de los líderes de las guerrillas. Según este informe,
la mandaron de vuelta al campamento de las FARC y convenció
a su esposo a que rompiera su lealtad por el dinero.
En Francia, donde llegó Betancourt el viernes a una
bienvenida de héroes, Dominique Moisi, uno de los más
expertos en política exterior en Francia, pareció
apoyar esta versión de eventos. Le dijo a la televisión
estatal francesa que es "probable" que el dinero aseguró
la cooperación de los líderes de las FARC. "Fueron
comprados para voltearlos, como los jefes de la mafia".
Mientras tanto, Mediaparte, la página de internet
de noticias francesa fundada por el ex-redactor jefe de Le
Monde y otros periodistas, informó que la liberación
"no fue logro de los militares colombianos, sino porque se
entregó un grupo de miembros de las FARC" después
de "negociaciones directas entre el servicio secreto de Colombia
y el grupo guerrillero que detenía cautiva a Betancourt".
Según fuentes colombianas, Mediaparte informó
que en mayo, Uribe le había contado a un grupo que una
rendición de los que detenían a los rehenes se estaba
negociando. Mediaparte también declaró que
el gobierno de Sarkozy acordó ofrecerles asilo en Francia
a los ex-guerrilleros después de su rendición.
El gobierno tiene acceso a grandes cantidades de fondos suministrados
por los Estados Unidos para sobornar a los guerrilleros a que
quiebren su lealtad. Esto se manifestó en marzo con el
asesinato del líder de las FARC Ivan Ríos, cuyo
guardaespaldas lo mató y presentó la mano amputada
de Ríos a las autoridades para recaudar una recompensa
estadounidense de $2.5 millones.
Otra versión, según fuentes cercanas al liderazgo
de las FAR,c acusa al gobierno colombiano de fingir la operación
debido a que las FARC misma había llegado a un acuerdo
con negociadores europeos y estaba preparando la entrega de rehenes
para este fin de semana o para el próximo. El propósito
de la intervención, según este informe, fue más
para convertir la entrega en un éxito de relaciones públicas
que para levantar la imagen de las FARC.
Sean lo que sean los detalles precisos de la rara "operación
de rescate", la liberación de Betancourt, de los mercenarios
estadounidenses y de otros, en donde Uribe y sus aliados americanos
se atribuyen el mérito, es otro indicio de la grave crisis
de las FARC.
Con sus orígenes políticos en el Partido Comunista
de Colombia, las FARC surgió de la amarga guerra civil
que desangró al país desde 1948 en adelante, época
conocida como "La Violencia", que vio la mayor lucha
armada en tierra del hemisferio occidental desde la revolución
mexicana.
Formado en 1964, las FARC siempre se ha basado en la perspectiva
stalinista de subordinar las luchas de los obreros y campesinos
bajo al ala "progresista" de la burguesía nacional.
Las FARC usó sus maniobras armadas en el campo - que la
pusieron en control de 40 por ciento del territorio de Colombia
en los años 90, durante la cima de su poder - como medio
para presionar al gobierno. Su perspectiva durante la época
reciente ha sido a forzar al gobierno a negociaciones, permitiéndole
a que siga el camino ya gastado por otras guerrillas latinoamericanas
al convertirse en un partido político burgués.
Con poco apoyo de los obreros urbanos de Colombia, las FARC
se ha nutrido del campesinado, cada vez más dependiente
de los impuestos que recauda de los cultivadores de coca a cambio
de protección. Al igual que el estado burgués, las
organizaciones militares y paramilitares han sido corruptas por
los inmensos ingresos procedentes de la producción de narcóticos
y el narcotráfico.
Los golpes que ha sufrido las FARC durante la época
reciente no han hecho nada para detener el flujo de la cocaína.
Según el informe mundial de drogas de las Naciones Unidas,
el cultivo de la cocaína en Colombia aumentó en
un 27 por ciento el año pasado. La derrota de las guerrillas
simplemente significaría que otros ambiciosos estatales
o privados recaudarían los ingresos que actualmente financian
las actividades de las guerrillas.
Incapaz de presentar alguna verdadera alternativa política
o social al dominio de la oligarquía de Colombia, el movimiento
guerrillero es cada vez más considerado por el sistema
político como la causa, más que un resultado, de
la crisis prolongada y de las masacres del país. En la
clara falta de una salida progresiva del punto muerto, Uribe ha
ganado apoyo popular a base de la promesa de imponer orden a mano
firme.
Sin duda, el presunto éxito de los militares en esta
operación será utilizada por Uribe para fortalecer
su dictadura presidencial y para distraer la atención de
las múltiples crisis políticas que su gobierno enfrenta.
El presidente y sus partidarios más fieles están
seriamente involucrados en el escándalo parapolítica,
el cual ha revelado lazos entre ellos y las organizaciones paramilitares
derechistas responsables por las masacres y los asesinatos de
miles. Por lo menos 33 miembros del Congreso de Colombia han sido
detenidos actualmente, y unos 60 más están bajo
investigación casi todos partidarios de Uribe
por vínculos semejantes. El mismo presidente está
involucrado en una de las masacres más brutales de los
años 90.
Además, la liberación de los rehenes ocurrió
poco más de una semana después de que el Tribunal
Supremo del país declarara que el presidente colombiano,
mediante el soborno de miembros del Congreso, estableció
una enmienda constitucional permitiéndole que se suceda
a él mismo en el 2006. El fallo, que resultara en la condena
de un legislador, ha puesto en tela de juicio la validez del segundo
plazo de Uribe. Como resultado, el presidente colombiano ha exigido
otra votación, que esencialmente dependerá de un
referéndum popular para denegar una decisión constitucional.
Cada vez hay más sospechas que el presidente intentará
lograr un doblete con esta maniobra para un obtener tercer plazo.
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