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La respuesta socialista al aumento mundial del precio de la
gasolina
Por la Junta Editorial
14 Julio 2008
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio en
su inglés original el 5 de julio, 2008.
Durante los últimos meses, el aumento precipitado de
los precios de la gasolina ha causado enormes dificultades a la
clases trabajadora de Estados Unidos y del mundo entero. Hoy día
las familias trabajadoras sufren una drástica reducción
en sus niveles de vida; los precios en las gasolineras han llegado
a un promedio de $4 o más en Estados Unidos y puede llegar
a sobrepasar los $5 este verano.
Debido a lo esparcido de las zonas metropolitanas de Estados
Unidos, a las largas distancias de la casa al trabajo y a la falta
de inversiones generales en diferentes modos de transportación
pública, el pueblo trabajador del país ha llegado
a depender del automóbil más que sus contrapartes
en otras naciones desarrolladas. Resultado: la población
es ahora mucho más vulnerable al aumento de los precios
de la gasolina, los cuales han aumentado en un 38% desde julio
pasado.
Según la Associated Press y una encuesta de Yahoo
News Poll, nueve de cada diez personas que respondieron expresaron
que durante los próximos seis meses esperan sentirse "apretados"
por la economía, sobretodo por el aumento de los precios
de la gasolina. Casi la mitad expresó que podía
encontrarse en situaciones dificilísimas. Los aumentos
en el precio de los fertilizadores basados en el gas natural,
además de los de la transportación, han contribuído
un aumento precipitado en el precio de los alimentos. Los precios
del gasoil ha llevado a muchos camioneros independientes a la
bancarrota, y la industrias automobilística y las líneas
aéreas comerciales han despedido a miles debido al precio
de los combustibles cuyo aumento aparentemente no tiene fin.
Esta situación en Estados Unidos es parte de un proceso
internacional. Las manifestaciones de camioneros, granjeros y
pescadores que se enfrentan a la ruina causada por el aumento
de precios se han extendido a todo lo largo de España,
Francia, Gran Bretaña y otros países europeos. La
ira también ha reventado en Asia con huelgas y manifestaciones
en Hong Kong, Indial, Nepal, Indonesia y Corea del Sur.
Varios factores han contribuido al aumento de los precios del
petróleo, los cuales han subido de $25 el barril en 2003
a $140 hoy día. Sólo durante el año pasado
han aumentado en un 100%. Uno de los factores principales es la
devaluación que ha sufrido el valor del dólar estadounidense,
lo cual ha llevado a las naciones productoras de petróleo
a aumentar sus precios para compensarse por los pagos que reciben
en dólares, cuyo valor declina.
Las guerras de ocupación en Irak y Afganistán,
las crecientes amenazas contra Irán y las tensiones geopolíticas
en el Oriente Medio, África, Rusia y otras regiones
que productoras de petróleo también han generado
temores de una interrupción repentina en los abastecimientos
de ese combustible. Además, cada día se profundiza
el temor que los recursos mundiales de petróleo se están
acabando y que no pueden surtir la demanda mundial, sobretodo
por parte de las economías de India y China, que atraviesan
por un rápido desarrollo.
Fundamental a esta crisis es la fractura del sistema económico
mundial. Durante décadas, los políticos, los dirigentes
empresariales y los medios de comunicación han tratado
de meterle en la cabeza a los pueblos del mundo - y así
justificarse - que el mercado capitalista es la manera más
racional de repartir los recursos de la sociedad. Pero lo que
ahora se revela es el conflicto fundamental entre las necesidades
de la sociedad moderna de masas y la anarquía del sistema
basado en ganancias (o beneficios) privadas.
Es imposible precisar la honestidad de los cálculos
acerca de lo que queda de los recursos mundiales, pues los países
productores de petróleo y los conglomerados energéticos
tienen mucho interés en esconder sus "secretos comerciales"
de los pueblos. Y aunque la tecnología para el desarrollo
a gran escala de alternativas sostenibles y seguras
para el medio ambiente ha existido, en varios casos, por décadas,
la oposición atrincherada de las empresas y los políticos
la ha silenciado.
Presuntas soluciones dentro de los límites impuestos
por el capitalismo sólo han empeorado la crisis. El desarrollo
de los biocombustibles viene a la mente. Aún si se acepataran
declaraciones que los biocombustibles representan un modo de reducir
las emisiones de carbono, la producción de ellos sólo
ha terminado en un enorme aumento de los precios del maíz
y de otros granos, causando desastres por todo el mundo. Todo
este proyecto está vinculado a los intereses de los monopolios
agrícolas comerciales, tales como ADM y Cargill, cuya consternación
principal no es ponerle paro al calentamiento global, sino estimular
sus ganancias.
El uso racional de lo que queda de los recursos petreolíferos
y el desarrollo de verdaderas alternativas requiere un nivel de
cooperación internacional así como también
la organización de los recursos tecnológicos, esenciales
y humanos como nunca antes se ha visto. Esto no puede lograrse
siempre que el capitalismo divida al mundo en estados-naciones
que compiten entre sí, cada cual buscando como aprovecharse
de los otros.
Las estampida desenfrenada para controlar los abastecimientos
petrolíferos que todavía quedan ha conducido a un
conflicto violento en el cual la sangrienta invasión y
ocupación de Irak es sólo un pequeño capítulo.
Todas las potencias mayores - Estados Unidos, China, Europa, Japón
- compiten entre sí para dominar al Medio Oriente, la Región
del Mar Caspio, el Ártico y Antártica, y hasta el
fondo de los océanos. La lucha por los recursos naturales
otra vez amenaza al mundo con la explosión de nuevas guerras
imperialistas que pueden poner en peligro la supervivencia de
la humanidad.
Las especulaciones financieras
Otro aspecto principal de los precios mundiales de petróleo
que aumentan es la locura especulativa que ha surgido en la bolsa
de valores de Nueva York y de otros mercados de mercancías.
La creciente inestabilidad económica mundial de los últimos
cinco años - la caída del dólar, el colapso
de la industria del dot.com, la implosión de la
industria de la vivienda y de las hipotecas preferenciales por
debajo de la tasa oficial de interés - ha llevado a los
inversionistas ricos a poner su dinero en el mercado de mercancías,
donde han participado en la compra y la venta de futuros en petróleo,
maiz y oro, esencialmente en esperanzas que los precios van a
continuar subiendo.
Con pocas regulaciones por parte de la Comisión Comercial
sobre Bienes Comercializados en el Mercado de Futuros (Commodity
Futures Trading Commission; CFTC), los inversionistas aumentaron
sus compras de futuros basados en mercancías en un 2,000%
durante los últimos cinco años: de $13 billones
en el 2003 a $290 billones en el 2008. Esta corriente especulativa
ha creado otra burbuja, con os precios de las 25 mercancías
más importantes aumentando en un 200% durante el mismo
período.
En la mayoría de las veces, los especuladores nunca
aceptan la entrega del petróleo que han comprado. Más
bien participan en un complejo complot para comerciar contratos
- con poco dinero de gancho - cuyo impacto cumulativo es estimular
los precios para que suban y garantizar enormes devoluciones para
los fondos de protección, inversionistas institucionales
y demás. De acuerdo a ciertos cálculos, la especulación
ha añadido casi $50 al precio actual de un barril de petróleo.
El Ministro de la Tesorería de Estados Unidos, Henry
Paulson, sugirió que el gobierno de Bush apoya estas especulaciones.
El 10 de junio le declaró a CNN que "Yo no creo que
los inversionistas financieros sean responsables, de manera significativa,
de este cambio en los precios. Esto se debe a la oferta y demanda".
Comentarios de este tipo sólo terminan por poner en
relieve el servilismo del sistema político de Estados Unidos
hacia la aristocracia en control de la economía. El mercado
capitalista no es árbitro imparcial de las relaciones económicas.
Puede ser - y ha sido - manipulado por los intereses empresariales
y bancarios más poderosos para servir sus ganancias.
El año pasado, British Petroleum [BP] entró
en un acuerdo en el que pagó $373 millones con tal de que
el Ministerio de Justicia de Estados Unidos le pusiera fin a una
investigación de la fijación de precios por parte
de la misma BP en el mercado del petróleo para la calefacción.
Hay que recordar la infamia de Enron cuando ésta manipuló
los abastecimientos de electricidad en California e intencionalmente
provocó apagones rodantes.
En el caso de la burbuja petrolífera, las inversiones
en los fondos para la protección de las inversiones e instituciones
financieras principales, tales como Goldman Sachs, Morgan
Stanley y JP Morgan, han recibido ganancias en un 200%. Kenneth
Griffin, jefe de Citadel Investment Group, que se
especializa en el comercio de la energía, ganó $1.5
billones en 2007. Steven Cohen, de SAC Capital Advisors,
recibió $900 millones.
Además, el aumento en los precios ha producido extraordinarias
ganancias para las grandes empresas petrolíferas, tales
como Exxon Mobil, Chevron y otras de las cinco empresas mayores,
las cuales han recibido $36 billones en ganancias durante el primer
trimestre del año y recompensado a sus jefes ejecutivos
con beneficios que sobrepasan millones.
Los partidos no ofrecen alivio
Así como con los problemas sociales a los cuales la
clase trabajadora debe enfrentarse día a día - juicios
hipotecarios, la enorme pérdida de empleos, el acrecentamiento
de la desigualdad social y el peligro de más guerras -
los partidos políticos capitalistas en todos los rincones
del mundo no ofrecen ninguna solución al aumento aplastante
de los precios de combustibles. No importa que estas organizaciones
se auto denominen conservadoras, laboristas, Verdes o socialistas;
todas están de acuerdo con que el pueblo trabajador tiene
que aceptar la enorme reducción del consumo para pagar
por la crisis del sistema capitalista mundial.
En Estados Unidos, ninguno de los dos candidatos a la presidenciani
Republicano y Demócratatiene nada que ofrecer. John
MacCain hecho un llamado para establecer un premio de $300 millones
para quien diseñe un carro eléctrico, suspender
el impuesto federal sobre la gasolina (equivalente a 18 centavos)
durante los meses de verano, y la suspensión de las restricciones
que protegen al medio ambiente y las perforaciones petrolíferas
cerca de las costas del país.
Los asesores más importantes de McCain, inclusive el
co-presidente de su campaña presidencial, Phil Gramm, quien
anteriormente fuera senador por el estado de Texas, son responsables
por la deregulación del comercio energético abogada
por Enron; deregulación que le abriera camino a la presente
explosión especulativa.
Barack Obama se ha esmerado en disfrazarce de populista y adversario
de las empresas y de los especuladores petrolíficos. Le
ha hecho un llamado a las empresas energéticas para que
paguen un impuesto sobre sus enormes ganancias imprevistas y se
elimine lo que ha llegado a llamarse "la excepción
de Enron". Esta propuesta no va para ningún lado,
puesto que grandes sectores del Partido Demócrata, sobretodo
de los estados que producen petróleo, se oponen a todo
impuesto contra los conglomerados energéticos. Y Wall
Streetque le ha brindado la mayor parte de sus contribuciones
a la campaña de Obamase opone a toda regulación
seria de la especulación.
El mismo Obama tiene vínculos muy estrechos a la industria
de los biocombustibles, y entre sus asesores principales se encuentran
un ex cabildero del Instituto Petrólifico de Estados Unidos
y varios ex funcionarios del gobierno de Clinton que jugaran importantes
papeles en la deregulación en los mercados de las finanzas.
Para obtener la aprobación de sus amos empresariales y
financieros, Obama repetidamente ha insistido que no va a tomar
ninguna medida para socavar sus ganancias. Su sitio del internet
declara: "Barack Obama reconoce que es de suma importancia
que las empresas petrolíferas y sus accionistas reciban
buenos incentivos para que aquellos negocios que inviertan en
la eficiencia y la innovación se administren bien".
Pero el sistema basado en las ganancias privadas, muy lejos
de crear la eficiencia y la innovación, ahora amenaza a
decenas de millones de gente por todo el globo terráqueo
con el hambre y la inanición, para no mencionar el aumento
constante de los precios de los combustibles. Los trabajadores
no son responsables de la crisis del sistema capitalista y no
han de pagar por sus fracasos.
Se deben tomar medidas de emergencia para defender las normas
de vida de los pueblos trabajadores. Es necesario, pues, establecer
una escala móvil de salarios, la cual protegería
el poder de compra de los sueldos de los trabajadores al aumentar
automáticamente y así contrarrestar los precios
que suben cada vez más.
Hace décadas que los sindicatos obreros, tales como
Trabajadores Unidos de la Industria Automovilística [United
Auto Workers; UAW: siglas en inglés], lucharon por,
y consiguieron, Ajustes Según el Costo de Vida [COLA; siglas
en inglés]. Éstos consistían, de cláusulas
de revisión salarial automáticas que aumentaban
los sueldos según subían los gastos de la vida cotidiana.
Pero ya hace tiempo que los sindicatos abandonaron estas exigencias
y hoy día le instan a los los trabajadores que acepten
enormes reducciones de salario para defender las ganancias empresariales.
Junto con los partidos capitalistas, insisten en que los obreros
se aprieten los cinturones para acomodarse al aumento de los precios
y aceptar la reducción permanente de sus estándars
de vida.
El Partido Socialista por la Igualdad [Socialist Equality
Party: SEP] aboga por una escala móvil de salarios
y por otras medidas de emergencia que alivien los precios de los
combustibles. Estas medidas incluyen:
* El establecimiento de una investigación de las fechorías
de los conglomerados energéticos y de los especuladores,
así como también de las instituciones gubernamentales
que han permitido el saqueo de la sociedad.
* La expropiación de todas las ganancias ilícitas
de los inversionistas en acciones y de los jefes ejecutivos empresariales
para depositarlas en un fondo bajo el control del público
para propio beneficio.
Estas medidas han de ponerse en efecto inmediatamente, pero
sólo se puede luchar por ellas y lograrlas con la creación
de un nuevo movimiento político de las masas trabajadoras
en oposición al sistema de capitalista de ganancias privadas.
Pero son sólo el primer paso. Lo que se requiere es
la reorganización fundamental de la industria energética
y del sistema económico de los Estados Unidos y de todo
el mundo, lo cual pone por delante las necesidades de la sociedad,
no las ganancias capitalistas.
Para acabar con el dominio de los conglomerados energéticos
- ExxonMobil, Chevron, ConocoPhillips, British Petroleum, Shell
y demás las empresas multinacionales tienen que
ser convertidas en servicios públicos administrados democráticamente
como parte del establecimiento de una sociedad socialista planificada.
Los enormes recursos del Oriente Medio y de otros países
productores a petróleo - que actualmente son prisioneros
de la familia real saudita y de otras clases dirigentes, cuyos
gobiernos en muchos casos los defiende el militarismo de Estados
Unidos - tienen que ponerse bajo el control democrático
del pueblo trabajador de esos países.
De esta manera, la exploración, el desarrollo y el uso
de los abastimientos de la energía pueden llevarse a cabo
por un plan internacional que ha de debatirse y ser democráticamente
aprobado por la clase trabajadora, basándose en una distribución
equitativa para satisfacer las necesidades de la población
mundial.
A la misma vez, se tiene que repartir enormes recursos para
poder desarrollar energía a precios bajos, renovable y
de beneficio al medio ambiente.
Durante décadas, los monopolios energéticos,
la industria automovilística y el gobierno de Estados Unidos
se han esforzado para prevenir el desarrollo de sistemas de transportación
pública eficientes. Hay que contestarles que se tienen
que invertir billones de dólares en nuevos sistemas de
tránsito de gran capacidad, sistemas de trenes ligeros,
así como también para la producción de automóviles
que usen combustibles eficientemente.
Los problemas a los cuales la humanidad se enfrenta no se deben
principalmente a la escasez de recursos sino al carácter
irracional del sistema capitalista, que desperdicia enormes cantidades
de mano de obra y de potencial creativo para enriquecer a una
clase gobernante ya fabulosamente rica. Los recursos naturales
y productivos del mundo tienen que liberarse las restricciones
impuestas por la propiedad privada capitalista y el sistema de
estados-naciones, y han de ser reunidos bajo un plan científico
de manera racional y democrática para hacerle frente a
los problemas del Siglo XXI.
La lucha por este programa tiene que llevarse a cabo en contra
de los gobiernos del mundo, los cuales representan a la clase
empresarial que domina la economía, no en contra de los
pueblos comunes. En Estados Unidos ello significa una ruptura
política con el Partido Demócrata y el establecimiento
de un nuevo partido político de la clase obrera basado
en un programa socialista internacionalista.
Esta es la perspectiva por la cual luchan en todas partes del
mundo el Partido Socialista por la Igualdad de Estados Unidos
y otros partidos fraternales.
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