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La situación de Iraq mientras empieza el año
2008
Por James Cogan
12 Enero 2008
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el autor
Este artículo apareción en nuestro sitio en
su ingléss original el 2 de enero, 2008.
Los informes de los medios de comunicación acerca de
las fiestas de año nuevo en Bagdad no pueden ocultar el
hecho de que los iraquíes tienen poco que esperar del 2008
y menos aún que celebrar de 2007. El año pasado
fue otro año de muerte, destrucción y sufrimiento.
Hasta los datos incompletos recopilados por la Prensa Asociada
- que sólo incluyen las muertes que se han reportado y
excluye a los denominados insurrectos muertos en combates contra
fuerzas estadounidenses y del gobierno iraquí- muestran
que al menos 18.610 civiles murieron a consecuencia de la violencia.
Decenas de miles de personas más murieron a causa de los
efectos producidos por la desnutrición, las malas condiciones
del agua potable, la contaminación de uranio empobrecido
y de un sistema sanitario disfuncional.
2007 será recordado como el año en que la agencia
británica de encuestas, ORB, calculó que 1.200.000
iraquíes habían muerto bajo la ocupación
estadounidense, con lo que corroboraban la cantidad de muertos
calculada anteriormente por científicos que trabajaban
para la Universidad Johns Hopkins. También será
recordado como el año en que más de un millón
de iraquíes fueron forzados a abandonar sus casas para
escaparse de la violencia sectaria fomentada y alentada por la
política del imperialismo estadounidense. La "oleada"
del envío de 30.000 soldados estadounidenses adicionales
al país entre marzo y junio fue acompañada de lo
que posiblemente haya sido la peor limpieza étnica y de
comunidades en la historia moderna de Iraq.
El 21 de diciembre UNICEF publicó unas estadísticas
que revelaban el nivel de la destrucción social: sólo
el 28 % de los iraquíes de 17 años de edad pudieron
tomar los exámenes finales en 2007, mientras que la violencia
impidió que cerca de un millón de niños asistieran
a la escuela primaria.
Estas cifras ponen en relieve la acusación hecha por
WSWS el 24 de mayo de 2007 de que los artífices de la invasión
de Iraq habían cometido "sociocidio" - "el
asesinato deliberado y sistemático de toda una sociedad"-
para apropiarse del territorio del país y de sus recursos
petrolíferos en beneficio de la clase dirigente empresarial
estadounidense. Hay que hacer responsables de estos crímenes
de guerra a sus autores pertenecientes al gobierno de Bush y a
sus aliados.
Miles de familias estadounidenses y británicas han pagado
un precio amargo. La cifra de soldados de la ocupación
muertos en Iraq en el año 2007 fue la más alta desde
la invasión en marzo de 2003. Perdieron la vida un total
de 901 estadounidenses, 47 británicos y nueve soldados
de otros países ocupantes. La cifra total de víctimas
estadounidenses de esta guerra ilegal asciende ahora a 3.904 muertos
y a 28.661 heridos -muchos de los cuales han sufrido daños
cerebrales, han perdido extremidades o sufren otros daños
permanentes. Otros 30.185 soldados han tenido que ser evacuados
por heridas "no hostiles", como enfermedades o problemas
psicológicos. Al menos 132 soldados estadounidenses se
han suicidado en este país devastado por la guerra.
2008 verá cómo continúan las muertes y
las mutilaciones. En su conferencia de prensa de final de año,
celebrada el 29 de diciembre, el comandante estadounidense en
Iraq, el general David Petraeus, arrojó un jarro de agua
fría a las declaraciones de que la "oleada" estadounidense
había conseguido llegar a tener el país bajo control.
Mientras señalaba el descenso de muertes estadounidenses
respecto a los tres meses anteriores -la cantidad de muertos fue
la más baja desde principios de 2004- advirtió de
que "inevitablemente habrá duros combates, más
días duros y más semanas duras, aunque pocos, si
Dios quiere".
La advertencia de Petraeus provenía de la naturaleza
claramente temporal del modesto descenso de riesgo para los soldados
estadounidenses. El descenso de ataques a las fuerzas de ocupación
se debe no a que haya habido algún cambio en la aplastante
oposición por parte de los iraquíes a la presencia
estadounidense o alguna mejora en las catastróficas condiciones
de vida a las que se enfrentan la mayoría de los iraquíes.
Más bien se debe a una serie de pactos desesperados, dirigidos
por Petraeus, para comprar a varios grupos de resistencia de base
árabe-sunní y para asegurar un alto el fuego con
la principal oposición fundamentalista chií a la
ocupación, el Ejército Mahdi Army del cérigo
Moqtada al-Sadr.
Estos tratos comienzan a desenredarse. En el oeste de Iraq
y en enclaves sunníes dentro de Bagdad y alrededor de esta
ciudad hay al menos 77.000 miembros de la milicia sunní
a los que está pagando el ejército estadounidenses.
Sus dirigentes, muchos de los cuales estaban relacionados con
el régimen anterior de Saddam Hussein, están tratando
de desempeñar un papel político mayor por medio
de un sórdido acuerdo de reparto de poder con los partidos
fundamentalistas chiís y nacionalistas kurdos que dominan
el gobierno títere de Iraq respaldado por Estados Unidos.
En el proceso, todas las facciones se están situando en
oposición directa a las esperanzas y aspiraciones de la
clase trabajadora común de Iraq que pertenece a todas las
sectas y grupos étnicos.
A unos dos millones de refugiados iraquíes en Siria
y Jordania se les está diciendo que no tienen necesariamente
que regresar a sus hogares. El que puedan volver o no dependerá
de si pertenecen a la misma secta cuya milicia ahora controla
el barrio de donde son originarios. A miles de chiíes se
les ha impedido entrar en zonas que están bajo la autoridad
de la milicia sunní y que, en muchos casos, están
cerradas por muros de hormigón de 12 pies eregidos por
los estadounidenses. Al mismo tiempo, a decenas de miles de sunníes
y cristianos expulsados por las milicias chiíes se enfrentan
a perderlo todo. Como parte del trato de Sadr con Petraeus, el
Ejército Mahdi se ha apoderado de amplias zonas de Bagdad
y las gobierna como un feudo sectario en nombre del clérigo.
La ira que ha ocasionado la división de la ciudad -
división negociada por Estados Unidos y por el ascenso
de las milicias se va acumulando gracias a la incapacidad
de la ocupación para proporcionar empleos o servicios básicos.
La combinación del del desempleo y el subempleo en zonas
tales como Sadr City asciende al 70%, y nuevos estallidos de resistencia
son inevitables.
En el sur de Iraq, donde la población chií es
mayoritaria, la situación es igualmente volátil.
En términos prácticos, el pacto de Sadr con la ocupación
ha terminado con el abandono de sus partidarios (que en su mayoría
forman parte de la clase trabajadora) al ejército estadounidense
y al Consejo Supremo Islámico Iraquí (SII,c por
sus siglas en inglés), el mayor partido chií favorable
a la ocupación y representante de los negocios chiíes
más poderosos y de las clases gobernantes cléricas.
A consecuencia de ello, cientos de hombres de la milicia sadrista
han llegado a ser conocidos como "elementos indeseables",
a quienes se les ha perseguido, detenido o asesinados.
Observadores de la política iraquí están
notando el crecimiento del descontento interno en la base sadrista
debido al tira y afloja de Sadr y a su colaboración con
el ejército estadounidense. El mes pasado Peter Harling
del International Crisis Group declaró a McClatchy Newspapers:
"No sé cuánto tiempo se podrá sostener
esto. Los partidarios de Sadr parecen estar extremadamente frustrados,
quieren acatar la decisión de Moqtada [el alto el fuego],
pero no durante mucho tiempo".
Según un artículo del 26 de diciembre del Washington
Post, ha habido una redada contra muchos de ellos en Najaf, Karbala,
Hilla y Diwaniya. Existen indicios de que el ejército estadounidense,
junto con las fuerzas del gobierno iraquí leales al SII,c
está preparando una ofensiva contra los sadristas y contra
partidos vinculados a éstos, milicias y sindicatos en la
ciudad de Basora, que es fica en petróleo.. Esta actividad
tiene posibilidades de ser la mayor sangría del año
nuevo y de desatar rebeliones contra la ocupación por todo
el sur de Iraq.
Mientras continúan las matanzas, diversos ámbitos
de la clase dirigente estadounidense están explotando la
misma carnicería que ellos han provocado para abogar para
que el ejército estadounidense debe permanecer en Iraq
para establecer las condiciones necesarias para la "democracia".
Esta propaganda no es más que una descarada apología
del primer crimen de guerra, que todavía se está
produciendo, del siglo XXI. La ocupación gobierna por medio
de las divisiones sectarias y de la represión diaria de
la oposición a su presencia. La condición previa
necesaria para que Iraq se recupere de la catástrofe social
y política creada por la guerra dirigida por Estados Unidos
es la retirada inmediata e incondicional de Iraq de todas las
tropas estadounidenses y extranjeras.
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