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Hugo Chávez, Marx y el Bolivarianismo
del siglo veintiuno
Por Jair Antunes
5 Agosto 2008
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el autor
Este artículo apareció en nuestro sitio web
en su portugués original el 17 de febrero, 2007.
El comienzo del Siglo XXI ha sido testigo a un resurgimiento
de nacionalismo populista burgués por grabndes regiones
de Latino America. Este este desarrollo comparte, de varias maneras,
características comunes con lo visto durante el siglo pasado
con figuras tales como Juan Perón en Argentina, Getulio
Vargas en Brasil y Lázaro Cárdenas en México.
La elección de los presidentes Hugo Chávez en
Venezuela - quien aspira a un mandato vitalicio - y de Evo Morales
en Bolivia; el retorno del líder ex-Sandinista, Daniel
Ortega, a la presidencia de Nicaragua; y Rafael Correa en Ecuador,
ha sido acompañada por una retórica nacionalista
y promesas para poner en reversa el brutal período de la
hemorragia que han sufrido las economías latinoamericanas
durante las dos últimas décadas. Algunos dicen que
Latinoamérica se está orientando hacia la izquierda,
hacia un nuevo tipo de socialismo; sin embargo, en cada uno de
estos países el dominio del capital permanece intacto.
Hugo Chávez en particular ha presentado este movimiento
como una continuación de la vieja cruzada de Simon Bolívar,
el Libertador, quien dos siglos atrás dijo
que había intentado salvar a Latinoamérica del yugo
imperialista. En realidad, lo que logró fue echar los cimientos
para más siglos de dominio imperialista. Chávez
ha entregado réplicas de la espada de Bolívar a
Morales, a Correa y a Ortega durante sus respectivas inauguraciones.
Sectores de la izquierda latinoamericana que se especializan
en sembrar ilusiones en tales figuras han seguido el mismo sendero,
cubriéndose con el manto de Bolívar y adoptando
la perspectiva del presidente venezolano: una revolución
bolivariana de amplitud continental.
¿Pero quién fue Bolívar? ¿Cuál
fue su verdadero patrimonio?
Marx y la biografía anti heróica
de Simón Bolívar
En un artículo escrito en 1858, titulado Bolívar
y Ponte, Marx narra los aprovechamientos del Libertador
durante las Guerras de Independencia. Esta versión pinta
a Bolívar como falsificador, desertor, conspirador, mentiroso,
cobarde, saqueador, etc.
Marx dejó bastante claro el papel clasista que Bolívar
jugara en estas luchas, desenmascarándolo como típico
representante de la burguesía local criolla. Bolívar
y Ponte, Simón el libertador de Colombia, nacido
en Caracas... fue hijo de una de las familias mantuanas, las cuales,
al comienzo de la supremacía Española, constituían
la nobleza creole en Venezuela.
Para Marx, Bolívar, al final de la Guerra de Independencia
con la victoria de los ejércitos nacionalistas, fue transformado
en un falso símbolo de la lucha latinoamericana anti-imperialista,
fundando el llamado bolivarianismo, el cual consistía
esencialmente en proclamar la liberación de las masas oprimidas
en contra del imperialismo sin, en el proceso, alterar en todo
sentido fundamental las relaciones entre las clases sociales;
es decir, sin alterar las estructuras socioeconómicas.
Desde el punto de vista de Marx, la revolución
hispanoamericana dirigida por Bolívar fue, en el mejor
de los casos, una pálida imitación de las revoluciones
burguesas europeas, pero nunca fue más allá de la
lucha por la libertad del comercio y de mejores condiciones para
la explotación de los trabajadores latinoamericanos. Marx
nunca glorificó a Bolívar, simplemente porque nunca
percibió en la trayectoria político-militar de este
último una sola acción que avanzara la lucha por
la libertad humana. Por lo contrario, Marx claramente desenmascaró
los límites clasistas de la llamada Revolución
Bolivariana.
Por ejemplo, la emancipación de los esclavos negros
que Bolívar llevara a cabo no se basó en la presunta
conciencia humana de nuestro héroe, sino en
el miedo inculcado dentro de la burguesía criolla de una
posible revolución popular en contra de la clase dirigente
nativa después de la revolución. Para evadir la
rebelión popular, Bolívar inventó una solución
- algo original que fue firmada por el mismo Libertador
en una carta dirigida a Santander, su general principal, el 20
de abril de 1820.
En esta carta, Bolívar explica que la libertad concedida
a los negros que se enlistaron en el ejército nacional
estaba vinculada no a la necesidad de aumentar las filas
del ejército, sino al deseo de disminuir las cantidades
peligrosas; o, en otras palabras, la amenaza de una
haitianización de la revolución por
todo del continente. El reclutamiento de negros en las filas del
ejército se llevó a cabo para que murieran en batalla.
Como Bolívar proclamó, De acuerdo con el
Artículo 3 de la Constitución todos los esclavos
útiles para el servicio de armas serán enviados
al ejército.
Si no estoy equivocado, continua, ésto
no es declarar la libertad de los esclavos y su utilidad la facilidad
que la ley me da.... ¿No seria útil que adquirieran
sus derechos en el campo de batalla y sus números peligrosos
sean reducidos por una manera poderosa y legítima?
(Bolívar, Belloto & Correa. São Paulo:
Ática, 1983, p. 50).
Uno de los pasajes más interesantes del artículo
de Marx acerca del Libertador es cuando señala
hasta que punto el ejército rebelde era dependiente del
apoyo externo, especialmente de Gran Bretaña, y de las
milicias mercenarias que se originaban en Europa, las cuales,
según Marx, fueron decisivas en las luchas victoriosas
para la liberación de Nueva Granada (hoy Venezuela, Colombia
y Ecuador). Como Marx escribiera: [En 1818] poderosas ayudas
en hombres, naves y municiones de guerra fueron recibidas en grandes
cantidades desde Inglaterra y oficiales ingleses, franceses, alemanes
y polacos acudieron a Angostura... Las tropas extranjeras, que
consistían mayormente de ingleses, decidieron el destino
de Nueva Granada... El 12 de agosto, Bolívar hizo una triunfal
entrada hacia Bogotá.
Como podemos entender, Bolívar liberó a Latinoamérica
del ya retrógrado imperio español, sólo para
ponerlo bajo el yugo del poder imperialista ascendente de Gran
Bretaña y luego de los Estados Unidos.
A fin de cuentas, Marx le tenía poca admiración
a Bolívar, a quien acusaba de ser una parodia de Napoleón
Bonaparte, un nuevo Bonaparte en América. Quizás
incluso una parodia de una parodia de una parodia: lo compara
con el líder golpista y dictador Soulouque, quien ya era
una parodia de Napoleón III de Francia, a quien el veía
como una parodia de Bonaparte el Primero. Como escribiera Marx
en Herr Vogt, La fuerza de los mitos, característica
de la fantasía popular, en cada época ha probado
su eficacia en inventar grandes hombres. El más notable
de estos tipos es indudablemente Simón Bolívar.
Y en una carta fechada el 2 de febrero,1858, Marx le escribió
lo siguiente a Engels: En ver al sinvergüenza más
cobarde, malvado y despreciable condenado como Napoleón
I fue algo bastante absurdo. Bolívar es un verdadero Soulouque.
Hugo Chávez: el Bolívar del Siglo
XXI
Sin embargo, el desenmascaramiento por parte de Marx del carácter
cobarde, mentiroso y traicionero de Bolívar no parece haber
prevenido que sectores de la llamada izquierda marxista
en Latinoamérica se hayan soltado completamente a la idolatría
de este pseudo héroe. Por lo contrario, esta izquierda
lo ha transformado en una guía para la clase obrera latinoamericana,
y se ha ido tan lejos que ha inventado al bolivarianismo
como símbolo de una presunta lucha anti imperialista latinoamericana.
Como hemos notado, el comienzo del Siglo XXI. es el ejemplo
más claro de la supervivencia y resurgimiento del bolivarianismo
bonapartista latinoamericano, del cual el Coronel Hugo Chávez,
presidente de Venezuela, es el más destacado representante.
Chávez, oficial de carrera militar, llevó a cabo
un fracasado golpe militar en 1992, con el resultado que fue encarcelado
y luego liberado 2 años después. En 1998, fue elegido,
presidente de la república por votación popular.
En 1999, creó una nueva constitución, por medio
de la cual cambió el nombre del país a Republica
Bolivariana de Venezuela.
Desde entonces, Chávez ha ampliado sus poderes de un
año al otro. En 2005, gracias a un boicot de las elecciones
por los partidos de oposición, ganó una mayoría
total en la Asamblea Nacional. Reelegido presidente en 2006 con
63 por ciento del voto, y a pesar de que sus partidarios controlan
100 por ciento del parlamento, promulgó el 31 de enero
la llamada ley orgánica, que le concede poderes
extraordinarios, inclusive el derecho a mandar por decreto durante
dieciocho meses. Repetidamente ha amenazado con lograr una reforma
constitucional que le permitirá la reelección perpetua
y así quedarse en el poder de por vida.
Después de ser elegido por primera vez en 1998, Chávez
prometió ponerle fin a la pobreza que azota a una gran
mayoría del pueblo venezolano. Sin embargo, entre ese entonces
y el presente, los niveles de miseria del país sólo
han disminuído relativamente. La tasa de pobreza disminuyó
del 49.9% de la populación en 1999 a 37.1% en 2005, mientras
que los clasificados como indigentes cayeron del 21.7% al 15.9%.
Este cambio se debe a la puesta en práctica de programas
de asistencia social promovidos por Chávez cuando entró
al poder en 1999 (11.3% en 1999 comparado con 12.4% en 2005).
De todos modos, el 53% del país continúa viviendo
en la pobreza o en la extrema pobreza. (Las estadísticas
provienen de CEPAL, siglas de la Comisión Económica
Para América Latina).
Esencial para el éxito de los programas de bienestar
social de Chávez es un gran compartimiento de los ingresos
que provienen de los recursos naturales del subsuelo venezolano,
sobretodo del petróleo. Por esta razón, su gobierno
ha llevado a cabo un proceso de renegociación de los contratos
con corporaciones energéticas extranjeras, dándole
a esos pactos el matiz de nacionalizaciones. Según
las disposiciones de estos contratos, la firma dirigida por el
estado (PDVSA -Petróleos de Venezuela SA) ha ganado 51%
del control de la empresas petrolíferas, con otro 49% controlado
por el capital privado (predominantemente extranjero). Si, de
acuerdo al presidente bolivarista, el peor enemigo de Venezuela
es el imperialismo estadounidense, este enemigo, al mismo tiempo,
es el principal compañero comercial del gobierno de Chávez
y el comprador principal del petróleo Venezolano.
Como Chávez depende del petróleo
De acuerdo a las estadísticas de CEPAL, durante el período
2005-2006, más de la mitad de las exportaciones venezolanas,
y especialmente del petróleo crudo, habían sido
destinadas al mercado de los Estados Unidos. El mismo porcentaje
es válido para las importaciones, con la mitad de lo que
Venezuela compra en términos de productos acabados y bienes
manufacturados procediendo del enemigo/compañero Estados
Unidos.
En realidad, el presente desarrollo de la economía venezolana
se basa en la enorme demanda por su petróleo (el país
es el quinto productor mayor del mundo), del cual los Estados
Unidos es el mayor consumidor. El primer año de Chávez
en el poder - 1999 el país produjo menos de 2.8
millones de barriles diarios. En 2005, de acuerdo a las estadísticas
de la PDVSA, la producción llegó a aproximadamente
3.3 millones de barriles diarios.
Lo que se presenta claramente es que el bonapartismo chavista
se basa preponderantemente en la riqueza producida por el petróleo.
El aumento en casi el 20% 1999 y 2005 se dió bajo condiciones
de un aumento substancial del precio por barril en el mercado
mundial. En 1999, un barril se vendía a US$25; en 2005,
éste alcanzó el precio de US$55. En 2006, con la
creciente especulación de que un ataque de Estados Unidos
contra Irán (el cuarto productor mayor del mundo) podría
ocurrir, el precio del barril aumentó a US$70, casi alcanzando
el nivel del precio durante la crisis del petróleo de 1979
luego de la Revolución Iraní. Al comenzar el 2007
con rumores incesantes de nuevas guerras lanzadas por Estados
Unidos, el precio del petróleo por barril se mantiene a
más de US$50 (CEPAL).
La llamada revolución bolivariana de Chávez
encuentra todo su apoyo en la gran demanda mundial por los combustibles;
demanda que la guerra lanzada por Estados Unidos contra el Oriente
Medio ha exacerbado. En este sentido, George W. Bush no es en
realidad el peor enemigo de Chávez, como afirma el líder
venezolano. Por lo contrario, es gracias a la política
militar de Bush que Chávez tiene la habilidad de darle
dividendos fantásticos a la economía del país.
Bush es por lo menos, sino el mejor amigo del gobierno, su mejor
socio en los negocios, porque sin esta contradictoria asociación,
Chávez ciertamente no tendría los medios para poner
en práctica los programas de ayuda que han reducido la
pobreza en el país durante los últimos años.
Estos programas en conjunto, aunque no han significado un verdadero
desarrollo para la economía de Venezuela, siguen siendo
una de las columnas fundamentales del mandato bonapartista de
Chávez.
Para comprender mejor como Chávez depende del petróleo
y de la política militarista de Bush, es suficiente comparar
las estadísticas acerca de la economía venezolana
desde que el mandatario primero llegara al poder hasta el presente.
Durante los años 1999, 2002 y 2003, el Producto Bruto Interno
(PIB) de Venezuela sufrió una monstruosa caída en
casi el 24%. En 2004 y 2005, sin embargo, durante años
de un aumento en la producción petrolífera y precios
internacionales favorables, el PBI de Venezuela alcanzó
la fantástica tasa de un 27.2%. En este mismo período,
como ya se ha indicado, el precio del petróleo por barril
saltó de US$25 a más del doble..
No obstante, durante la trayectoria de los siete años
de la revolución bolivariana (aún sin
tomar en cuenta las altas y las bajas del ciclo económico),
el PBI venezolano aumentó en una tasa anual de solo el
1.5%. En 1999, los ingresos petrolíferos del gobierno alcanzaron
3,947,429 millones de bolívares. En 2005, estos mismos
ingresos saltaron a 40,703,315 millones de bolívares, incremento
real que se aproxima al 1,000% (CEPAL, Estudio Económico
2005-2006)
Chávez no tiene la menor intención de romper
con el imperialismo o con el dominio de los bancos sobre la economía
del país. Para entender esto, es suficiente hacer una reseña
de las cuentas en pagos a la deuda pública que los bancos
hacen anualmente. En 1999, Chávez le pagó a los
acreedores del país un total de 1,647,017 millones de bolívares;
pero durante los años 2003, 2004 y 2005, pagó la
enorme cantidad de 23,017,422 millones de bolívares (un
incremento de 1,400%).
Para comprender de una manera más clara el arreglo de
Chávez con el imperialismo burgués, así como
también con a la burguesía nacional criolla, sólo
hay que ver las cifras que los gobiernos anteriores le pagaron
a sus acreedores financieros.. Entre 1990 y 1998, por ejemplo,
el estado venezolano pagó 4,863,869 millones de bolívares
en interés a la deuda pública. Esta cifra, que pagó
los nueve años completos, es equivalente a la cantidad
que Chávez pagó en un solo año (CEPAL).
El Socialismo Bolivarianista del XXI es un socialismo
adaptado minuciosamente a los requisitos del mundo capitalista.
Las empresas multinacionales, las muy publicitadas nacionalizaciones
no obstante, continúan funcionando libremente en el país
y el gobierno venezolano mismo les ha garantizado sus ganancias.
Como ha declarado la empresa petrolífera estatal (PDVSA)
en su sitio web: En el marco de este anuncio el Ejecutivo
Nacional ha dejado claro que en ningún caso se cuestiona
la presencia de las empresas en nuestro país y que las
mismas obtengan sus respectivas ganancias producto de sus inversiones,
pero lo que sí exigimos de manera irreductible es que esta
participación se haga en el marco del respeto a nuestra
leyes y a nuestra Soberanía.
Simon Bolívar, basando su poder en el ejército
y en la presunta liberación de las clases oprimidas, fue
entre las grandes caricaturas latinoamericanas establecidas por
Bonaparte III en el Siglo XVIII. Hoy día, Chávez,
cuyo poder económico y político se basa en la clase
obrera no en un programa para la transformación
socialista de la sociedad, sino en el apoyo del ejército
y en una política de bienestar social como consecuencia
de lo altos precios de petróleo aparece como una
imitación moderna de Bolívar, o mejor dicho, una
imitación de una imitación: el Bonaparte latinoamericano
del Siglo XXI.
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