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El informe sobre el uso de esteroides en el béisbol
de Estados Unidos refleja un orden social enfermizo
Por Bill Van Auken
31 Diciembre 2007
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el autor
Este artículo apareció originalmente en inglés
en nuestro sitio el 15 de diciembre, 2007
La publicación el pasado jueves del llamado Informe
Mitchell sobre el uso de esteroides y otras drogas para mejorar
el rendimiento físico en el béisbol profesional
ha provocado una catarata de hipocresía y amarillismo periodístico
sobre el escándalo.
La mayoría de los periódicos norteamericanos
dieron al informe espacio en primera plana. Su autor, el ex senador
de los EE.UU., fiscal federal y enviado especial a Irlanda de
Norte, George Mitchell, hizo hincapié en el informe acerca
de que ha habido "mucha especulación" sobre cuales
jugadores serían nombrados, y esperaba que tanto "los
medios como el público mantuviesen esa parte del informe
en contexto y vieran más allá de las personas hacia
las conclusiones principales."
Por supuesto, casi todos los medios de comunicación
hicieron exactamente lo opuesto, embadurnando sus primeras planas
con los nombres y las fotografías de los jugadores identificados
como usuarios de esteroides. El diario The New York Times
incluso encabezó su página de deportes con el título
"Nombrando nombres", frase que históricamente
ha sido relacionada con las cacerías de brujas anticomunistas
de la era de McCarthy.
A pesar de que 89 jugadores activos y retirados de las Grandes
Ligas fueron nombrados por Mitchell, la evidencia recopilada en
las más de 400 páginas del documentoque tardó
20 meses en hacerse y costó US$ 25 millonesconsiste
mayormente de artículos de prensa, las confesiones de jugadores
que ya están retirados y declaraciones de informantes de
reputación dudosa. Uno de ellos es el antiguo asistente
del equipo Mets de Nueva York, Kirk Radomski, quien cooperó
con la investigación como parte de su trato con la fiscalía
sobre su condena por distribución ilegal de esteroides,
y el antiguo entrenador de los Yankees, Brian McNamee, quien hizo
lo mismo para evitar su enjuiciamiento.
Aunque Mitchell declaró que no estaba abogando por averiguaciones
individuales, fue sumamente imprudente de su parte nombrar nombres,
ya que los jugadores se hallaron en una situación en la
que fueron juzgados por la opinión pública antes
de que tuviesen oportunidad de defenderse. Mientras algunos jugadores
indudablemente usaron estas substancias, otros se vieron atrapados
en las acusaciones generales y vieron sus reputaciones manchadas
por evidencia que difícilmente prueba su culpabilidad.
Peor aún, mientras la prensa ha estimulado un ambiente
de cacería de brujas alrededor del nombramiento de nombres,
el principal hallazgo del informeque el uso de substancias
para mejorar el rendimiento físico es endémico en
los 30 equipos de béisbol profesionales innegable.
El viernes siguiente el presidente Bush reflexionó sobre
el tema al declarar a la prensa que los "esteroides han deshonrado
al juego."
Viniendo del antiguo conpropietario de los Texas Rangers, estas
declaraciones de Bush hicieron poco más que recordar la
célebre protesta del Capitán Renault en la película
"Casablanca." Parafraseando: "¡Estoy impresionado,
impresionado de saber que el uso de esteroides es común
en los clubes de béisbol!"
Bush continuó uniendo su voz al lugar común acerca
del "mensaje" que el uso de esteroides en las Grandes
Ligas enviaba a los niños. "Comprendo la influencia
que los atletas profesionales tienen sobre la juventud de nuestra
nación," dijo Bush. "Tan sólo exhorto
a aquellos en la vida pública, particularmente los atletas,
que entiendan que cuando ellos contaminan sus cuerpos están
enviando un terrible mensaje a la juventud de los Estados Unidos."
Claro está, los riesgos son reales, particularmente
para la gran cantidad de atletas en bachillerato que ven las substancias
para mejorar el rendimiento físico como atajos a las Grandes
Ligas. En su informe, Mitchell hace hincapié en el peligro
potencial que representa el uso de estas substancias. Los usuarios
de esteroides corren el riesgo de sufrir "problemas psiquiátricos,
daños cardiovasculares y hepáticos, cambios drásticos
en el sistema reproductivo, lesiones óseas y musculares,
además de otros problemas." Para los usuarios de la
hormona de crecimiento humano, los riesgos incluyen "cáncer,
daño a su salud reproductiva, problemas cardiacos y tiroideos
y el crecimiento excesivo de los huesos y el tejido conjuntivo."
El uso de estas substancias, sin embargo, no pudo haber sido
una sorpresa para aquellos que trabajan en el béisbol.
Los récords de cuadrangulares (home runs) estaban siendo
sobrepasados a una tasa irregular en la historia del deporte y
los atletas estaban aumentado su masa muscular en lo que parecía
de un día para otro.
El mismo Mitchell apuntó que los jugadores que decidieron
usar substancias para mejorar el rendimiento físico "no
lo hicieron solos."
"Todos los que trabajaron en el béisbol en las
últimas dos décadascomisionados, directivos
de los equipos, la asociación de jugadores y los jugadoresson
responsables hasta cierto punto por la era de los esteroides ...
el desarrollo de un ambiente en el que el uso ilegal se generalizó,"
apunta el informe.
La realidad es que el uso de estas drogas no sólo era
conocido, sino que también era fomentado tácita
o directamente en momentos en que el béisbol estaba siendo
presionado por otros deportes y temía perder su cuota de
mercado al fútbol americano y el baloncesto, particularmente
como consecuencia de la huelga de 1994. Más cuadrangulares
sirvió para traer de vuelta a los fanáticos a los
estadios.
El informe añadió que los jugadores que no utilizaron
esteroides o la hormona del crecimiento humano "enfrentaron
la dolorosa decisión de permanecer en desventaja competitiva
o convertirse en usuarios ilegales. Nadie debería tener
que tomar esa decisión."
Ciertamente, el uso de esteroides no es un problema exclusivo
del béisbol. El problema ha plagado la escena deportiva
tanto en los EE.UU. como en el resto del mundo por casi dos décadas,
desde que al velocista canadiense Ben Johnson le arrebataron sus
medallas en las Olimpiadas de 1988 por "doping." Escándalos
similares han sucedido en el fútbol, el Tour de Francia,
el tenis y más de una docena de deportes.
En el centro de este fenómeno se encuentra una crisis
más general que afecta a una cultura y sociedad en las
que reina la ganancia económica y el fraude es lugar común.
La influencia que ejercen los implacables esfuerzos de aquellos
que están en la cima para obtener mayores riquezas personales,
y el señorío de los intereses comerciales en todas
las actividades humanas, arrastran todo y a todos en la vorágine
provocada por la desquiciada lucha por utilidades.
El diario The New York Times reaccionó al informe
de Mitchell con un insípido editorial titulado, "Digan
que no es así, Roger, Barry y...". La comparación
implícita entre los alegatos contra Roger Clemens, Barry
Bonds y muchos otros jugadores y el escándalo de las Medias
Blancas de Chicago de 1919 es infructuosa. Mucho agua ha pasado
bajo el puente desde lo días del béisbol de "Shoeless"
Joe Jackson.
Aunque nunca ha habido una "edad dorada" del béisbol,
la cantidad de dinero dividido entre los ocho jugadores de Chicago
que se vendieron en la Serie Mundial de 1919 hoy en día
sería considerada en el ambiente del béisbol profesional
como una limosna. El mismo día en que se publicó
el informe de Mitchell, se anuncio que Alex Rodríguez había
aceptado quedarse con los Yankees por otros diez años en
un contrato que podría llegar a los US$ 314 millones.
Estos salarios son, por supuesto, eclipsados por las ganancias
exprimidas del juego por los dueños de equipos y los conglomerados
mediáticos. Al mismo tiempo, grandes cantidades de dinero
publico son volcadas en la contracción de nuevos estadios
para equipos privadosUS$ 370 millones para los Marlins de
Florida, funcionarios anunciaron en Miami esta semanaen
los que los asientos más económicos son eliminados
para construir espacios empresariales en los que la asistencia
de ejecutivos y sus clientes acomodados son declarados como gastos
de negocios y excepciones a las rentas internas.
Aun así, la opinión publicaasí como
su rabia y resentimientoinvariablemente se dirige contra
los jugadores en vez de contra los dueños y la naturaleza
misma de los deportes profesionales.
Para los jugadores, la línea que separa tener una carrera
que ofrece grandes beneficios económicos y caer en desgraciay
de vuelta a las ligas menoreses extremadamente angosta.
El béisbol, según dicen, es un juego de pulgadas.
La diferencia entre una súper estrella y lo que se considera
un jugador mediocre puede ser tan pequeña como de cinco
exitosos turnos al bate de cada cien.
Los jugadores superdotados se convierten en una combinación
entre empresarios y bienes de consumo en donde se debe hacer todo
para mantener la ventaja competitiva. Al mismo tiempo, debido
a que el juego es elevado a una importancia totalmente fuera de
proporción a su significado intrínseco, los jugadores
se hayan convertidos en modelos a seguir y bajo la enorme presión
de vivir bajo el implacable escrutinio de la prensa.
Bajo estas circunstancias juegan a pesar de estar lesionados,
adoloridos; y sin ninguna duda muchos se convencen a sí
mismos de que las substancias para mejorar el rendimiento físico
ofrecen la única forma de mantenerse en el juego. Entrenadores,
dueños de equipos y todos los demás relacionados
con el juego han probado que están más que dispuestos
a hacerse la vista gorda siempre y cuando los jugadores sigan
produciendo los "strikes" y las carreras generadoras
de ganancias.
Los males más grandes que afectan el "pasatiempo
favorito" de los EE.UU. no van a ser curados por las propuestas
de Mitchell de expandir las pruebas antidrogas o un "departamento
de investigaciones" del béisbol y seminarios sobre
los peligros de los esteroides.
La mezcla entre deporte profesional y los medios masivos de
comunicación han creado un instrumento inmensamente rentable
para el control de las masas. Millones son incitados a vivir sus
vidas a través de atletas millonarios que son transformados
en iconos populares sólo para ser convertidos en demonios
cuando se les sorprende en medio de uno u otro escándalo
inevitable. Estas historietas moralizadoras entonces se convierten
en medios para desviar la atención de los verdaderos crímenes
en contra de la población trabajadora tanto dentro como
fuera del país. Esta es la importancia social del béisbol
para la clase gobernante, y la razón por la que un funcionario
público como Mitchell es empleado en esta investigación
y el presidente se ve forzado a pronunciarse en la materia y un
comité del Congreso debe convocar audiencias.
Naturalmente, cuando Mitchell habla del "ambiente"
que promovió el uso de estas substancias, debió
buscar más allá de los equipos de las grandes ligas.
Toda la economía de los EE.UU. se ha fortalecido con esteroides
por décadas, siendo la última "substancia para
mejorar el rendimiento" de las hipotecas "subprime"
[préstamos cuya tasa de interés es por debajo de
la tasa oficial], las cuales produjeron grandes fortunas para
la élite de Wall Street antes de empezar a producir víctimas.
En cuanto a la advertencia de Mitchell de que el uso de estas
drogas "supone una seria amenaza contra la integridad del
juego," tal amenaza merece ser puesta en el contexto de un
gobierno y una clase gobernante que ha destripado la integridad
de cada institución democrática en los EE.UU.
Al final, la pregunta que se nos presenta debido a las declaraciones
de angustia e indignación sobre el informe de Mitchell
es: ¿Por qué debería alguien esperar que
el béisbol sea diferente que el resto de la sociedad capitalista?
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