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Ladrón que roba a ladrón: película en
español de mucha perspicacia pero no del todo coherente.
Por Ramón Valle
18 Diciembre 2007
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el autor
La siguente crítica fue publicada en nuestro sitio
originalmente en inglés el 18 de octubre de este año.
Muchos críticos han clasificado la nueva película
en español Ladrón que roba a ladrón
como una copia de la serie Oceans Eleven. En primer
lugar, esta acusación no tiene valor ya que se basa en
el desconocimiento de la historia de la película. Como
fue originalmente concebida y antes de Hollywood comenzar a a
pedir cambios en el guión los guionistas usualmente
tienen que pagar su libra de carne en concesiones artísticas
si quieren que se filmen sus historias el titulo de la
película era Oceans Eleven de los pobres (A
Poor Mans Oceans Eleven), por lo que cualquier
semejanza entre ambas es consciente y deliberada.
Lo cual nos trae al segundo punto: decir que Ladrón
es un derivado es ni más ni menos tratar a la película
con aires de superioridad, ya que no es una mera copia de estas
películas. De hecho, es una mejor película que cualquiera
de éstas, porque tiene algo que decir mientras se desenlaza
su trama, si bien no es lo suficientemente profunda o de calidad
constantemente. La película esta dispuesta a tomar riesgos
e incorpora, en su comedia, tan diluida como es, cierta conciencia
social. Sólo eso la distancia de las películas de
Steven Soderbergh, que tienden a revolcarse en su engreimiento.
Derivativa o no, Ladrón tiene muchas cosas a
su favor: agudeza, inteligencia, encanto y bastante sentimientos.
Aun cuando es sólo la historia de un robo y el guión
raya en lo minimalista, su centro emocional, su alma, está
en una bienvenida e inesperada sorpresa: los personajes principales
son inmigrantes en Los Ángeles, legales e ilegales...y
todos son protagonizados por inmigrantes.
La película en ningún momento los trata con aires
de superioridad a ellos. Pueden estar representados burdamente,
pero son personajes finamente demarcados que nunca se transforman
en caricaturas para obtener risas baratas de la audiencia. De
hecho, son bastante inteligentes, cada uno a su manera, pero también
son reconocibles como humanos convincentes y humorísticos.
Sus imperfecciones nunca son escondidas; son presumidos y comparten
cierta arrogancia y una inocencia delirante.
Los personajes de la película representan un variado
grupo de nacionalidades: mexicanos, argentinos, venezolanos, chicanos,
colombianos, dominicanos y cubanos, y sólo esto es algo
histórico para Hollywood, ya que Ladrón representa
un alejamiento radical de las representaciones estereotípicas
de los latinos en la industria cinematográfica de Estados
Unidos, que usualmente los muestra como sirvientas, jardineros
o villanos pandilleros a quienes les encanta cortar a gente con
navajas. De cierto modo, esta película ha puesto la frecuentemente
usada frase casting no tradicional de cabeza, ya que,
de hecho, no es tradicional: ¡actores latinos dándole
vida a personajes latinos!
Para ser más específicos, Ladrón
fue escrita por un mexicano-estadounidense, producida por un panameño,
un colombiano estadounidense y otro mexicano estadounidense. La
música fue compuesta por un venezolano y sus protagonistas
son de Argentina, Colombia, Cuba, República Dominicana,
Venezuela y los Estados Unidos. LO que representa Un inusual grupo
de angelinos latinos haciendo el papel de latinos angelinos en
una película cuyo título viene del proverbio en
español, Ladrón que roba ladrón tiene
cien años de perdón.
Los dos ladrones principales, López y Toledo, hacen
un plan para robar a una pudiente personalidad de televisión,
Moctesuma Valdez, quien ha hecho millones vendiendo pociones medicinales
a miles de hispanos pobres y de la clase obrera. En este punto,
la película afortunadamente todavía no exhibe una
identidad política basada en raza o nacionalidad. El guión
deja en claro que Valdez sólo puede aprovecharse de los
latinos pobres porque su condición social los hace vulnerables
a sus artimañas. Ellos gastan su dinero duramente ganado
en falsas medicinas y productos de dudosos resultados que presuntamente
curan una variedad de padecimientos, incluyendo la obesidad y
el cáncer.
Los cabecillas inmediatamente chocan contra un obstáculo.
¿Cómo van a entrar en la impenetrable mansión
del ricachón y robar su fortuna (para devolvérsela
al pueblo?) cuando muchos de sus cómplices han sido deportados
o se encuentran en la cárcel? ¿Cómo van a
hacerlo sin que nadie se de cuenta? Después de mucho discutir,
deciden que inmigrantes novatos un valet en un lote de
estacionamiento, un jardinero, una mecánica, una sirvienta
serían los mejores cómplices. ¿Por
qué? Precisamente porque son, después de todo, invisibles.
¿Quién va a notarlos en una celebración que
Valdez está preparando para él mismo y en la que
muchos de los invitados pertenecen a la crema de la elite de Los
Ángeles, incluyendo al mismísimo alcalde Antonio
Villaraigosa. López y Toledo? López y Toledo, pues,
capacitan a los nuevos participantes en lo que son expertos: en
no ser vistos.
La manera en que ellos llegan a cumplir con el plan llena gran
parte de la película, la cual tiene un ritmo efervescente
bastante idiosincrásico e implica al público en
su desenlace de principio a fin.
El director Menéndez y el guionista JoJo Henrickson
siguen las convenciones de las películas de robos, pero
lo hacen de una manera en la que los personajes parecen dirigir
la historia y no al revés. Definitivamente se aseguran
de que su crítica social no se pierda en el camino, entretejiendo
problemas contemporáneos en las relaciones laborales sin
temor a mostrar con cual lado de estas disputas simpatizan. Satirizan
a políticos, aparentemente de ambos partidos, Villaraigosa
entre ellos, mostrándolos como instrumentos payasos
y socios de indeseables y explotadores - de los hombres de negocios.
A través de la película, dan algunos derechazos
a la opresión de clases y muestran con compasión
los problemas de los inmigrantes, tanto legales e ilegales.
En una secuencia, uno de los personajes se refiere a los ricos
como criminales que obtienen su fortuna explotando a los demás,
recordándonos la célebre frase de Balzac: Detrás
de cada gran fortuna, yace un crimen. Aun así, el
director y el escritor se aseguran de que sus garrotazos políticos
al racismo y a la opresión de clases no vayan sin ironía,
ya que Ladrón no peca de ser una película
panfletaria.
Muchas de las escenas son marcadamente satíricas, pero
no malintencionadas. Algunas son las de un actor cubano desempleado
desempeñado por el cubano Oscar Torre que
es reclutado para el plan en contra de Valdez y que de varias
maneras es el corazón de la película. Cuando trata
de manera oportunista de convencer a los empleados
de Valdez de ir a la huelga para que el robo sea más fácil,
el cubano poco a poco se convence de la justo de las peticiones
de los trabajadores y termina su diálogo en una forma extraordinariamente
conmovedora. Los trabajadores, sin embargo, no son una manada
dócil, y demandan furiosamente cual es el sindicato que
va a representarlos. Completamente sorprendido, el personaje de
Torre responde con el mundo que él conoce. Silencio y entonces
grita, SAG! [por Screen Actors Guild, Sindicato
de actores de los EE.UU.]
Quizás este chiste se pierda fuera de Los Ángeles,
Nueva York y otros grandes mercados del mundo de los espectáclos,
pero el público, compuesto mayormente por latinos, rió
a carcajadas. ¿Por qué? Quizás porque Los
Ángeles es una ciudad llena de actores que pertenecen al
sindicato SAG, pero creo que fue porque el público era
lo suficientemente inteligente y conocedor del medio. El guionista
Henrickson ha dicho que esta fue una de las escenas que Hollywood
quiso sacar de la película porque los latinos aparentemente
no la entenderían. Pero aparentemente lo que sucedió
es que él y Menéndez se pusieron duros y resistieron
la presión.
Pero hay otra razón por la que esta escena funciona
tan bien. No solo los inmigrantes en la película simpatizan
con el actor desempleado, sino que también lo hacen los
inmigrantes en el público. A su propia manera, dejando
a un lado la intención de los productores, Ladrón
trata de estimular a los inmigrantes con un sentido de autoestima
y solidaridad de clases para defender sus intereses como trabajadores
que sólo por casualidad son latinos.
Esta puede ser una película pequeña
según los criterios de Hollywood, pero realmente ha tocado
mas de una nota con la población inmigrante y de habla
hispana en los EE.UU., quien durante la primera semana de proyección
en septiembre le dió la distinción no sólo
de ser la segunda película con más ingresos en promedio
por pantalla en el país, sino también la película
con mayores ingresos en español producida en los EE.UU.
Se ha reportado que, cuando Valdez recibe su merecido al final
de la película, los públicos, compuestos mayormente
de inmigrantes de la clase trabajadora, han celebrado con júbilo.
No se sabe si los productores sabían cuando filmaron
Ladrón que la película tendría tal
reacción de su intencionado público. El hecho es
que tanto escritor como director han instintivamente no
necesariamente concientemente tocado muchos de los problemas
clasistas a los que se enfrentan los trabajadores inmigrantes
en los EE.UU., incluyendo el hecho que hay muchos empresarios
latinos que explotan a su misma gente.
Lamentablemente, la película no sigue su propia lógica
interna. Un momento particularmente irritante y decepcionante
sucede cuando uno de los ladrones le dice al otro que usualmente
ellos no roban de su propia gente, significando, por
supuesto, que latinos no roban a latinos. La identidad geográfica
y étnica súbitamente tomando el primer lugar.
¿Quién no es de su propia gente?
¿La gente blanca? ¿Los afro-americanos? ¿Acaso
esto implica que, sin importar que abismo divida las clases, los
latinos siempre deben apoyar a los latinos? ¿O acaso
significa que está bien robar de otras razas? Esto es especialmente
indeseable cuando se toma en cuenta que fueron trabajadores latinos
los que planearon poner en su lugar a un rico capitalista latino.
Si la frase fue escrita con ironía, la audiencia ignoró
o no entendió su significado.
La película también toma el sendero de menos
resistencia al hacer del villano un argentino, dándole
credibilidad al infame estereotipo latinoamericano en el que los
argentinos son todos arrogantes y llenos de superioridad hacia
otros latinos. Esto es un golpe bajo que empaña, junto
con el comentario sobre no robar de tu misma gente,
una película que en otros sentidos es bien detallada, elegante
e inteligente que opaca a Hollywood no sólo en lo mucho
que entretiene, sino también en la honestidad de sus preocupaciones
sociales.
A fin de cuentas, los temas principales de Ladrón
que roba a ladrón son la justicia y ayudar aquellos
que necesitan ayuda. Puede que esto parezca un poco trillado,
pero no lo es en las manos de Menéndez y Henrickson, quienes
han creado una película entretenida y cómica a más
no poder.
Esperamos que Henrickson, por lo menos, toque los temas que
exploró aquí con mayor profundidad en su próximo
guión. Un poco de estudio sobre la historia de las relaciones
de clases en los EE.UU. e internacionalmente le darían
gran profundidad y coherencia a su entendimiento y a su sincera
preocupación por los problemas de los oprimidos.
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