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Aguda escasez de alimentos y los aumentos de precios amenazan a la población mundial

Por Naomi Spencer
31 Diciembre 2007

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Este artículo apareció en nuestro sitio en su inglés original el 22 de diciembre de 2007.

Según las más recientes previsiones de la Organización Para la Agricultura y la Alimentación (OAA) de las Naciones Unidas, el precio mundial de los alimentos ha aumentado pronunciadamente. Al mismo tiempo, las reservas de los mismos han sido similarmente reducidas. La agencia advirtió el 17 de diciembre que estos cambios representan una transformación "imprevista y sin precedentes" en el sistema mundial de alimentación, lo que pone en riesgo la vida de miles de millones debido al hambre y acceso menor a los alimentos.

El índice de la agencia sobre los precios de comestibles indica que este año éstos han aumentado 40%, lo cual es un incremento adicional al 9% del año pasado. En comparación al año pasado, los gastos de los países más pobres para comprar alimentos aumentaron 25%. El precio de los alimentos básicos, tales como el trigo, el arroz, el maíz y las semillas de soja, subió drásticamente en el 2007, causando dos grandes problemas: el aumento de precios de las carnes tratadas con cereales, los huevos y los productos lácteos; y la estimulación de la inflación en todos los mercados de alimentos para consumidores.

Ciertos desarrollos complejos han estimulado estos aumentos, inclusive la rápida urbanización de las poblaciones y la demanda creciente por alimentos entre varios países importantes en vías de desarrollo, tales como China e India; la especulación en los mercados de mercancías; el hecho que la producción de biocombustibles ha reemplazado a los alimentos para animales de granja; y las condiciones climáticas extremas y otros desastres naturales relacionados con los cambios en el clima.

Debido a la compleja situación que estos factores entrelazados han creado, los problemas del aumento de los precios y de la reducción cada vez mayor de los abastecimientos en el sistema de producción de alimentos no son ni temporales ni algo que ocurre solamente una vez. Es imposible comprender estos problemas como consecuencias de las fluctuaciones cíclicas de la demanda y la oferta.

Las reservas mundiales de cereales de grano se están acabando. El año pasado los almacenes de trigo declinaron 11%. La OAA hace notar que este es el nivel más bajo que se haya catalogado desde que la ONU comenzó a llevar la cuenta en 1980. Por otra parte, el Ministerio de Agricultura de Estados Unidos (USDA; siglas en inglés) ha anunciado que los almacenes de trigo mundiales han disminuido en un a su nivel más bajo durante los últimos 47 años. Según estas cifras de OAA, la disminución del almacenaje de trigo equivale a doce semanas de consumo mundial.

USDA ha advertido que los exportadores de trigo de Estados Unidos ya han vendido el 90% de lo que el ministerio mismo esperaba que se exportara durante el año fiscal que concluye en junio del 2008. Puede que esto tenga consecuencias alarmantes para los pobres del mundo, cuya dieta consiste en gran parte de los cereales de grano que sus países importan de los Estados Unidos y otros productores de importancia.

Más de 850 millones de personas en todo el mundo sufren de hambre crónica y otras miserias relacionadas con la pobreza extrema. De acuerdo a la OAA, 37 países - 20 en África, 9 en Asia, 6 en Latinoamérica y 2 en Europa - actualmente enfrentan escaseces excepcionales en la producción y el abastecimiento de alimentos.

Los más afectados viven en países que dependen de las importaciones. Los pueblos más pobres, cuya dieta depende en gran parte de los cereales de grano, se encuentran entre los más afectados. Todavía hoy los pobres gastan la mayor parte de sus ingresos en alimentos básicos, a veces hasta el 80% en varias regiones, según la OAA. El aumento perenne de los precios terminará en un deterioro marcado de las dietas de estos sectores de la población.

La crisis en la alimentación intensifica el descontento social y plantea la posibilidad de disturbios sociales. La OOA indica que la inquietud política en países tales como Marruecos, Uzbekistán, Yemen, Guinea, Mauritania y Senegal, se puede "vincular directamente a los mercados de alimentos". Durante el año pasado, los precios de los cereales han resultado en motines en varios otros países, inclusive México, donde el precio de las tortillas aumentaron en un 60%. En Italia, el aumento en el precio de la pasta condujo a varias manifestaciones nacionales. Las inquietudes en China también se pueden vincular a la escasez de aceite para cocinar.

Hay otros factores que, además del costo de las importaciones, han arruinado los mecanismos de varios países para la distribución de alimentos: las guerras y los conflictos civiles; varios años de sequía y otros desastres naturales; y el impacto del VIH/SIDA.

Irak y Afganistán ambos sufren escaceses severas debido a la invasión por los Estados Unidos y la ocupación que no termina. Países en el norte de África han sido azotados por los precios del trigo que han subido por las nubes debido a que muchos de los alimentos básicos dependen del trigo importado.

Países que anteriormente habían pertenecido a la Unión Soviética encaran escaseces de trigo. La gente de esos lugares gastan hasta el 70% de sus ingresos en comida. El precio del pan en Kirguistán ha aumentado 50% este año y el gobierno ha liberado las reservas de trigo (acumuladas para situaciones de emergencia) en las zonas más pobres para aliviar la crisis temporalmente.

En Bangladesh los precios de la comida han subido 11% todos los meses desde julio, y los precios del arroz aumentaron 50% durante el año pasado.

Los países centroamericanos sufrieron un aumento del 50% en el precio del maíz, alimento básico de la región. Varios países en América del Sur también han sufrido el impacto de los altos precios del trigo a nivel internacional, forzando a los gobiernos a cancelar las rentas sobre las importaciones. El gobierno de Bolivia, por ejemplo, ha enviado tropas militares para hacer funcionar las panaderías industriales.

Todos los gobiernos están muy conscientes de la posibilidad de inquietudes civiles en caso de que la escasez de alimentos sea severa o que ocurra una hambruna. Muchos han tomado pasos para aliviar la crisis, por lo menos a corto plazo; han reducido las tarifas sobre importaciones y establecido restricciones a las exportaciones.

El 20 de diciembre, China eliminó los estímulos fiscales a la exportación de alimentos en un esfuerzo para postergar las escaceses del país. Rusia, Kazajstán y Argentina también han impuesto controles a las exportaciones.

Pero esta política, que sólo se dirige a los síntomas superficiales y no a las causas, no puede resolver adecuadamente la crisis en el sistema de la producción y la distribución de los productos alimenticios La causa de la inflación consiste, por una parte, de los complejos vínculos entre los mercados mundiales y, por otra, de la incompatibilidad fundamental entre el sistema capitalista y las necesidades de miles de millones de pobres y gente trabajadora.

La volatilidad de los mercados comerciales, impulsada por la especulación y el comercio del capital líquido y de deudas, se cruza con los mercados de futuros y de opciones que directamente impactan los mercados de venta de las mercancías agrícolas. Tal como sucediera con el colapso del mercado de la vivienda en Estados Unidos, la especulación cambió sus miras a los mercados de mercancías, exacerbando así la inflación de las mercancías y los materiales básicos, lo cual agravó los problemas en el mercado de crédito y ahora amenaza con la recesión. El mercado mundial de los productos alimenticios fácilmente tiende a ser volátil porque los precios actuales son enormemente influenciados por la especulación acerca de los precios de las mercancías futuras. Esta especulación puede desatar aún mayor volatilidad, lo cual anima mayor especulación.

Los precios de los granos futuros son una muestra deslumbrante de este ciclo tan desastroso. El 17 de diciembre la especulación acerca del trigo y el arroz que habían de entregarse en marzo 2008, hizo que los precios subieran a niveles históricos en la Cámara de Comercio de Chicago. El trigo saltó a US$ 10 la medida de áridos debido a que se han proyectado peores escaceses e inflación. Este nivel representa un aumento del 100% del precio del trigo por medida árida al comienzo del 2007.

Japón, el mayor importador de trigo en el continente asiático, anunció el 19 de diciembre que es posible que aumente el precio del trigo en un 30%. Ese mismo día, funcionarios del gobierno de India emitieron una advertencia acerca de la posibilidad de problemas con la seguridad de los alimentos. Según el Primer Ministro Manmohan Singh, dicha advertencia se debe a "las nubes que cubren los mercados financieros internacionales luego de la crisis de préstamos basados en una tasa de interés menor que la oficial".

Los precios del maíz y las semillas de soja se han visto obligados a alcanzar su apogeo máximo en 34 y 11 años, respectivamente. Este aumento se debe a que se han proyectado escaseces y a la demanda por biocombustibles. Estos niveles en el intercambio comercial se convierten en el punto de referencia agrícola para llevar a cabo otros comercios. Tal como lo ha declarado el Financial Times el 17 de diciembre, el resultado es "el aumento de la presión inflacionaria y establecer medidas para controlar la capacidad de los bancos centrales para aliviar la desaceleración de la economía".

El aumento de precios de los combustibles resulta en un precio más alto de los alimentos, pues el costo de envío sube, sobretodo para las naciones que importan gran parte de sus alimentos básicos. El coste de envío para mercancías al por mayor ha aumentado más de 80% durante el año pasado y 57% desde junio, según el Índice de la Bolsa de Valores Báltica.

El informe de la OAA nota que el enorme aumento en los precios del transporte ha resultado en la desintegración del mercado mundial en ciertas regiones debido a que los países que imponen altas tarifas sobre las importaciones han optado por comprarle a abastecedores más cercanos, lo cual ha resultado en "precios a niveles regionales o locales que no compaginan con los niveles mundiales".

El incremento en el precio del petróleo afecta no solo el costo del transporte y la importación. También tiene impacto directo sobre el costo de hacer funcionar las granjas en cuanto a la maquinaria industrial y agrícola para el procesamiento de materiales. Además, el precio de los fertilizantes, cuya materia principal es el nitrógeno y que proviene del gas natural, también llegó a altos niveles debido al aumento del precio del petróleo y a la demanda que imponen los costos de otros combustibles. De la misma manera, a medida que el precio del petróleo sube, la demanda por fuentes para los biocombustibles, tales como el maíz, la caña de azúcar y las semillas de soja también aumenta, lo cual resulta en que más y más alimentos para los animales de granja se consagren a los combustibles y a la producción de aditivos.

En los Estados Unidos, el uso del maíz para la producción de etanol ha aumentado en un 100% desde el 2003, y la OAA proyecta que para el 2016 habrá aumentado de 55 a 110 millones de toneladas métricas. El gobierno de ese país ambiciona más. El 19 de diciembre, el Presidente Bush firmó un nuevo proyecto de ley energética que exige la expansión de la producción interna de biocombustibles en un 500% durante los próximos quince años a más de 36.000.000.000 galones al año. Ya en Estados Unidos una tercera parte de la cosecha de maíz se consagra a la producción de etanol, lo que sobrepasa la cantidad de maíz destinada a los mercados mundiales de alimentos.

A medida que más campos de cosecha se consagran a la producción de maíz para el etanol, otras regiones agrícolas importantes luchan con desastres meteorológicos relacionados con los cambios en el clima. Exportadores importantes de trigo, tales como Australia y Ucrania, han sufrido cambios meteorológicos radicales que han destruido sus cultivos. Una sequía prolongada en el sur de Australia ha reducido la agricultura hasta tal punto que muchos granjeros han optado por vender sus propiedades.

Las investigaciones científicas recientes sugieren que a medida que las temperaturas sigan subiendo uno o dos grados centígrados durante los próximos cincuenta años (Celsio), puede que los países pobres pierdan 135 millones de hectáreas (334 millones de acres) de tierra para el cultivo debido a la reducción de la lluvia. En estudios publicados recientemente a principios de este mes en el Proceedings of the National Academy of Sciences [Actas de la Academia Nacional de las Ciencias], los investigadores han advertido que estas cifras son sólo una aproximación y puede que sean conservadoras y que el impacto de los cambios climáticos sobre la producción de alimentos ha sido excesivamente simplificado.

De acuerdo al investigador Francesco Tubiello, del NASA/Instituto Goddard para el Estudio del Espacio, las complicaciones que resultan del impacto de los cambios climáticos sobre los abastecimientos mundiales de productos alimenticios son probablemente peor de lo que se ha anticipado: "El pronóstico muestra una curva fluida, pero una curva fluida nunca ha ocurrido en la historia. Las cosas ocurren repentinamente, lo que no da tiempo para reaccionar".

Las investigaciones de Tubiello se enfocan en los sucesos climáticos radicales que han desvastado a cosechas enteras cuando éstas coincidieron con períodos de germinación y florecimiento, tal como sucediera con la cosecha de maíz en Italia en el 2003. Tubiello hace notar que la cosecha de maíz en la región agrícola del Valle del Po disminuyó 36% luego de una ola de calor que acrecentó las temperaturas de Italia en seis grados por encima de las temperaturas promedio durante un período de larga duración.

Además de investigar los niveles más altos de supervivencia de los árboles y las plantas, los investigadores han comenzado a estudiar los efectos que temperaturas más altas tienen sobre la fisiología y las enfermedades que afectan a los ganados, así como también la propagación de plagas, mohos y virus nativos de las zonas tropicales. Las investigaciones del Instituto Goddard sugiere que el virus de la lengua azul, que afecta a los ganados y las ovejas, se extenderá de los trópicos hasta llegar a regiones que incluyen el sur de Australia. Según el Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia [en Nueva York], temperaturas más altas terminarán por afectar la fertilidad de los ganados y producirán rendimientos lácteos más bajos.

Estos estudios insinúan que cambios agrícolas como el uso de plantas más resistentes y cambios en el calendario de siembra pueden mitigar inicialmente el anticipado calentamiento global. Aun así, durante las próximas décadas, el impacto del calentamiento global sobre la producción de alimentos también aumentará en forma abrupta y catastrófica; situación para las que el sistema capitalista y su clase gobernante no están preparados ni serán incapaces de prevenir.

 



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