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Presidente-electo "socialista" de Bolivia garantiza
la propiedad privada
Por Bill Van Auken
10 Enero 2006
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el autor
Este artículo apareció originalmente en inglés
en nuestro sitio el 4 de enero, 2006.
Durante las dos semanas que han transcurrido desde su victoria
en las últimas elecciones, Evo Morales, presidente electo
de Bolivia, ha combinado, por una parte, ataques verbales contra
Washington y visitas relámpagos a Cuba y a Venezuela y,
por otra, promesas solemnes de respetar la propiedad privada de
las empresas transnacionales y de la oligarquía boliviana
en el interior del país.
Al ganar el 54% del voto como candidato del Movimiento al Socialismo
(MAS), es el primer político en la historia moderna de
Bolivia elegido por una mayoría absoluta de los votantes.
También es el primer indígena del continente americano
en ocupar el palacio presidencial de un país cuyo 85% de
la población desciende de la población indígena.
Gran parte de la izquierda internacional ha proclamado el triunfo
de Morales como una victoria histórica del pueblo trabajador
y de los oprimidos. Por otra parte, el gobierno de Bush en Washington
abiertamente se opuso a que el dirigente del MAS asumiera el poder
y dio a entender de manera siniestra que los resultados de las
elecciones bolivianas habían sido consecuencia de la subversión
cubana y venezolana.
Los sucesos en Bolivia luego del voto sugieren que, a pesar
de la retórica populista e izquierdista de Morales y de
su hostilidad hacia Estados Unidos, su elevación al poder
no es más que el último esfuerzo de la clase gobernante
del país para salvarse de las convulsiones revolucionarias
que se acercan.
Aunque la inauguración de Morales como presidente no
ha de celebrarse hasta el 22 de enero, éste ya se ha embarcado
a toda velocidad en una gira internacional por Cuba y Venezuela.
Un portavoz del presidente electo dijo que Bolivia tenía
como objetivo forjar un "eje del bien" entre esos dos
países, referencia bien clara a la campaña propagandista
del gobierno de Bush para hacer parecer a Fidel Castro y a Hugo
Chávez como demonios.
El martes, mientras se encontraba en Caracas, Venezuela, Morales
dijo que se unía a los esfuerzos de "Fidel en Cuba
y Hugo en Venezuela" para responderle a las necesidades de
"las mayorías nacionales"; y agregó que
"son nuevos tiempos, estamos en nuevas épocas, en
un nuevo milenio para los pueblos y no para el imperio".
En Cuba, país que el presidente electo visitara el 30
de diciembre, Morales declaró que si Estados Unidos "quiere
relaciones bilaterales, diplomáticas, comerciales, que
lo haga, pero sin sometimiento, sin subordinación, sin
condicionamiento, sin chantaje". Añadió que
antes de pensar en un golpe de estado, sería mejor que
Estados Unidos se pusiera a retirar sus tropas de Irak y cerrar
sus bases militares en Suramérica.
Morales, quien hizo notar que "nunca tuve buenas relaciones
con Estados Unidos", entró en la política durante
la década de los 90 como dirigente de las manifestaciones
que los cultivadores de coca llevaron a cabo en contra de la campaña
de erradicación que el gobierno del ex dictador militar
de Bolivia, Hugo Banzer, había lanzado con el respaldo
de Estados Unidos. Durante ese período, muchos ex mineros
que perdieron sus empleos en la ola de privatizaciones y despidos
en masa que habían barrido con el país ahora cultivaban
la planta para sobrevivir.
En el 2002, cuando Morales se postuló para la presidencia
por primera vez, Manuel Rocha, embajador estadounidense en Bolivia
en aquella época, declaró públicamente que
su victoria podría resultar en que Estados Unidos cancelara
toda ayuda al país. Esta intervención provocó
una antipatía nacionalista tan iracunda que el voto por
el MAS aumentó significantemente.
Los últimos comicios fueron adelantados dos años
debido a la crisis de extrema inestabilidad en Bolivia - la nación
más pobre de Sudamérica - donde las manifestaciones
de las masas han tumbado dos gobiernos en los últimos dos
años.
En el voto de primera vuelta, destacados funcionarios de Estados
Unidos lanzaron una serie de advertencias amenazadoras. En Julio,
el Secretario Asistente del Pentágono para Asuntos del
Hemisferio Occidental, Roger Pardo Maurer, pronunció un
discurso ante el Instituto Hudson, grupo intelectual derechista,
en el que presentó su oposición "a la revolución
que está sucediendo en Bolivia, revolución cuyas
consecuencias pueden ser de tan largo alcance como las de la revolución
cubana en 1959. Lo que está pasando en Bolivia podría
tener repercusiones en Latinoamérica y en otros lugares
con las cuales tendríamos que averiguárnoslas durante
el resto de nuestras vidas".
Durante su jornada más reciente a la región el
agosto pasado, el Ministro de Defensa de Estados Unidos, Donald
Rumsfeld, dijo que "existen pruebas incontrovertibles que
Cuba y Venezuela han participado en la situación de Bolivia,
y no para ayudar". Hace décadas que la embajada de
Estados Unidos en La Paz se ha comportado como una de las ramas
principales del gobierno boliviano, y a los bolivianos no se les
puede haber escapado la ironía: Washington acusando a estos
dos gobiernos de la subversión.
A pesar de las declaraciones izquierdistas y nacionalistas
de Morales en la Habana y Caracas, y a pesar de la ira que Washington
ha mostrado con la aparición de otro régimen en
Latinoamérica dispuesto a desobedecer el embargo contra
Cuba (que ya lleva 46 años), a Morales todavía le
quedan países mucho más importantes que visitar
durante su gira mundial.
Todavía tiene que viajar a Europa, China y Brasil, que
actualmente juegan, o van a jugar, papeles mucho más significantes
que Estados Unidos - responsable de solo el 11% del comercio exterior
del país en la economía boliviana. Aunque
Washington todavía es el mayor contribuidor bilateral de
Bolivia, dos tercios de la ayuda anual, valorada en $150 millones,
están dirigidos a los esfuerzos para erradicar la coca
a los cuales Morales ha jurado ponerle fin.
La hostilidad de Estados Unidos a los desarrollos en Bolivia
tiene su fuente, en gran parte, en el hecho que la evolución
económico-política del país es emblemática
de un continente que, previamente considerado por Washington como
su "patio de atrás", se le está yendo
fuera de control.
Las empresas transnacionales europeas - Repsol de España,
Total de Francia, Gas-along de Inglaterra y Petrolas, empresa
estatal del Brasil, dominan la explotación de las reservas
de gas natural de Bolivia, las cuales se calculan llegan a más
de 50 trillones de pies cúbicos. Sólo los depósitos
venezolanos son mayores en el continente. Se supone que China,
que ya firmara un nuevo acuerdo comercial bilateral con el gobierno
saliente, ahora trata de comprar los intereses que Bolivia posee
en una compañía energética argentina como
parte de su campaña para asegurarse recursos de energía
y otras materias primas en América del Sur.
Entre los partidarios más fervorosos de la victoria
de Morales se encuentra el gobierno brasileño del Presidente
Luis Inacio "Lula" da Silva, que recibió con
júbilo el triunfo del dirigente del MAS en Bolivia no porque
siente una simpatía "izquierdista" bien definida,
sino porque cree que dicho éxito le facilitaría
al capitalismo brasileño la hegemonía económica
de la región. Los otros países del cono sur pertenecientes
a Mercosur que ahora incluye a Venezuela que se
han opuesto a los esfuerzos de Estados Unidos para imponer sobre
la región un acuerdo basado en el "comercio libre"
también le brindaron su apoyo a Morales.
A pesar de las diatribas ideológicas del gobierno de
Bush, los ámbitos financieros internacionales ven la victoria
de Morales con un optimismo cauteloso. Fitch Ratings, agencia
principal de crédito, ha hecho notar que "aunque nos
preocupa la retórica de la campaña del político,
la cual representaba un desafío a la política liberal
que los gobiernos recientes habían seguido y a la política
regional de Estados Unidos que aboga por la erradicación
del cultivo de la coca, la victoria de Morales debería
darle a su gobierno un mayor grado de legitimidad que el que sus
predecesores recientes gozaban, y podría conducir a mejorías
en la gobernabilidad".
La agencia francesa notó con aprobación que "desde
su triunfo en las elecciones, Morales también ha jurado
respetar la propiedad privada", y predijo que una oferta
multilateral para perdonar la deuda sería suficiente para
convencerle de que tiene que respetar la política de la
economía del mercado libre que sus predecesores seguían.
Pero aún antes de las elecciones Morales ya había
hecho todo lo posible para asegurarles a los capitalistas criollos
y extranjeros que él no llevaría a la práctica
ninguna transformación económica o social abrupta.
"Si soy elegido presidente", le dijo al periódico
boliviano La Gaceta, "desgraciadamente será
mi deber respetar esas leyes neoliberales. Podremos hacer algunos
cambios por decreto, otros mediante el cuerpo legislativo, pero
inmediatamente no habrá grandes cambios porque veinte años
de leyes neoliberales no se puede erradicar con un solo golpe".
El día después de las elecciones, Morales declaró
que su gobierno no iba a "confiscar ni expropiar" los
bienes de las empresas extranjeras que funcionan en el país.
"Se respetará la propiedad privada", dijo. Añadió
que su gobierno se dedicará a respetar la ley, pero que
las empresas petrolíferas también tienen que respetarla.
Primero se reunió con los bancarios bolivianos, a quienes
les prometió colaborar para obtener la "estabilidad"
económica y política.
El vicepresidente de Morales, Álvaro García Linera,
declaró dos días después de las elecciones
que el nuevo gobierno ha de gobernar en nombre de toda Bolivia
y no solamente para un sector o una clase social. Agregó
que las negociaciones directas se llevarán a cabo con los
empresarios y que de ellos el gobierno obtendrá recomendaciones
que tomarán la forma de medidas para ser puestas en práctica.
Según García Linera, ningún sector del país
debería sentirse excluido, sobretodo el sector empresarial.
García Linera también prometió que su
gobierno va a garantizar la seguridad de un ambiente para los
negocios, la recuperación de las inversiones, y que haya
ganancias. El nuevo vicepresidente se ha referido al proyecto
del nuevo gobierno como el camino al desarrollo nacional y lo
ha llamado el "capitalismo andino".
La semana pasada, Morales viajó Santa Cruz, capital
de la oligarquía derechista boliviana, la cual ha promovido
una cultura política semi fascista basada en la exigencia
por la autonomía regional y en una hostilidad a la mayoría
indígena del país. La región es la más
rica del país y es el centro de la producción del
gas natural.
Con sus antiguos enemigos de pie para darle una ovación,
Morales le dirigió la palabra al derechista Comité
Cívico pro Santa Cruz: "Quiero aprender de los empresarios...No
quiero perjudicar a nadie. No quiero expropiar ni confiscar ningún
bien".
Añadió que su gobierno "garantizaría
la autonomía", la cual ha sido la demanda central
de las clases dirigentes de Santa Cruz y tres otros departamentos
que colaboran íntimamente con empresas energéticas
extranjeras.
Morales llegó hasta tal punto que llamó a Germán
Antelo, presidente del comité cívico, "uno
de los mejores militantes del MAS", presuntamente porque
ambos comparten el mismo punto de vista en cuanto a las necesidades
de Bolivia. Antelo es un ultra derechista, patrocinador de La
Unión de la Juventud de Santa Cruz, cuyos militantes han
actuado como tropas de choque que atacan violentamente a oponentes
de los oligarcas locales.
Destacados integrantes del público expresaron su satisfacción
con las palabras de Morales. "Estamos satisfechos porque...aseguró
que no cambiará ninguna regla de las que están establecidas,
es decir que se continuará con el sistema", dijo Percy
Añez, presidente de la Asociación de Bancos.
Morales fue más concreto aún. Declaró
su apoyo para que el Cerro Mutún de Santa Cruz, que contiene
depósitos de hierro y magnesio, sea licitado por las grandes
empresas extranjeras privadas que desean explotar sus recursos.
Grupos y partidarios de la comunidad, así también
como militantes del MAS, habían tratado de ponerle paro
a las licitaciones, basándose en que cualquier acuerdo
que resulte solo beneficiaría a las empresas extranjeras
mucho más que a Bolivia. También señalaron
que habían indicios que el proyecto podría desatar
un desastre ambiental.
Las organizaciones derechistas que representan a la oligarquía
habían amenazado con bloquear las carreteras y vías
ferroviarias que conducen a Brasil si el acuerdo no seguía
adelante.
La mina de Mutún está entre los yacimientos de
hierro y magnesio más importantes del mundo. Se rumora
que el gobierno chino tiene marcado interés en explotarlos.
El Foro Boliviano sobre Medio Ambiente y Desarrollo (Fobomade)
ha advertido que si el proyecto sigue adelante tal como se ha
planificado, el resultado será la contaminación
severa e irreversible de la tierra y de los abastecimientos de
agua, lo cual afectaría no sólo las regiones en
los alrededores de la mina, sino que también enviaría
minerales tóxicos que pueden llegar hasta el Río
Paraguay.
Otra organización opuesta al proyecto es el Comité
para la Defensa del Patrimonio Nacional, que ha dejado claro que
Bolivia está haciendo un pacto igual a los anteriores con
los conglomerados de empresas extranjeras y cediendo sus recursos
a cambio de casi nada. El grupo calcula que el país terminaría
con apenas el 3 por ciento del ingreso.
Aunque partidarios del MAS tuvieron éxito en convencer
al gobierno interino para suspender las licitaciones hasta después
de las elecciones presumiendo que Morales le pondría
paro al proceso el dirigente del MAS ahora le ha abierto
las puertas a las empresas extranjeras.
Ciertos sindicatos y organizaciones populares en el centro
militante de El Alto, cerca de La Paz, han lanzado declaraciones
dándole a Morales 90 días para nacionalizar la industria
energética.
Morales se vio obligado a condenar estas demandas. Hablando
en Cochabamba, dijo, "Tenemos una enorme responsabilidad
histórica y en este marco los plazos que dan algunos son
el major instrumento del imperio y de la oligarquía...en
cambio, nosotros hemos ganado para los próximos 50 años".
A fin de cuentas, la elección de Morales como
la de Lula en Brasil hace ya casi tres años - ofrece a
la clase gobernante local y a las empresas extranjeras la posibilidad
por lo menos un breve período de paz social bajo condiciones
en las que todos los partidos y políticos tradicionales
han sido totalmente desacreditados, y en las que las masas radicalizadas
de los trabajadores y los pobres han hecho del país una
nación casi ingobernable.
Pero los esfuerzos del presidente electo del MAS para aplacar
a los capitalistas extranjeros y criollos amenazan con encender
la mecha a explosiones sociales que no han de tardar mucho.
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