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El marxismo, el arte y el debate soviético sobre la
"cultura proletaria"
Primera Parte
Por David Walsh
25 Mayo 2006
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el autor
Este artículo que sigue es la versión escrita
de una charla titulada "El marxismo, el arte y el debate
soviético sobre la cultura proletaria'". La
presentó David Walsh, editor de las artes del World Socialist
Web Site (WSWS), durante la escuela de verano auspiciada por el
Partido Socialista por la Igualdad y el WSWS del 14 al 20 de agosto,
2005, en la ciudad de Ann Arbor, estado de Michigan. La versión
original en inglés apareció en cuatro partes del
30 de septiembre, 2005, al 4 de octubre del mismo. La versión
en castellano también aparecerá cuatro partes, empezando
hoy.
Varios comentarios acerca de nuestra filosofía
sobre el arte
El tema de esta charla es nuestra labor en la esfera del arte
y la cultura. Nuestro objetivo es iluminar esa labor. Por lo menos
me gustaría comenzar considerando el debate sobre los problemas
culturales que ocurrieron en la Unión Soviética
durante la década de los 1920, en particular acerca del
movimiento pro "cultura proletaria".
Las cuestiones sobre la cultura son centrales a nuestra labor.
Hemos notado anteriormente que la lucha literaria de Trotsky contra
el burocratismo en la URSS comenzó con los ensayos que
escribió entre 1922 y 1923, los cuales llegaron a formar
parte de su obra, Literatura y revolución.
La idea que la contribución de Trotsky sobre el arte
y la cultura fue una excursión insensata que distrajo de
la lucha idológica y política, es profundamente
errónea. Cuando la revolución alemana fracasa, Trotsky
reconoce que había ocurrido una enorme transformación
en la situación mundial. Según su análisis,
la solución correcta, por lo menos de corto alcance, era
la política social que se llevaba a cabo dentro de la Unión
Soviética, pero a lo largo sólo la revolución
internacional podia ponerle fin al aislamiento y dificultades
de la URSS.
La política de la Oposición de Izquierda nunca
aceptó el derrotismo. Aún con el aislamiento temporal
de la Unión Soviética, todo dependía de que
se le diera a la vida l cultural y económica un enfoque
correcto. El ruso, juntomcon su reflejo sobre los sectores menos
educados y más inexpertos que el Partido Bolchevique atraía,
creaban inmensas presiones sobre el régimen obrero.
En Julio, 1923, varios meses antes de que estallara abiertamente
la batalla contra la casta burocrática naciente, Trotsky
publicó un fascinante artículo, "No solo de
política vive el hombre", cuyo título indicaba
que los problemas culturales eran urgentes. Amonestó a
aquellos que continuaban usando el lenguaje y la retórica
de los días pre revolucionarios; lenguaje que ya no tenía
ningún atractivo para inspirar a nadie. Arguyó que
"tras la toma del poder y su consolidación...nuestros
principales objetivos se han orientado hacia la edificación
económico-cultural". Conitúa: "Debemos
aprender a trabajar correctamente, de manera exacta, rigurosa,
exacta, económica. Necesitamos la cultura en el trabajo,
cultura en la vida, cultura en la vida cotidiana". [1]
Lenín, Trotsky y Aleksandr Voronsky y otros infatigablemente
promovieron el bienestar cultural de la población en todos
los aspectos más elementales (el alfabetismo, las relaciones
de familia, el alcoholismo, un modo más "fino"
de expresión, la puntualidad, etc.), así como también
en su modo más complejo: la creación artística.
Abogaron por el estudio y la asimilación de las obras de
arte clásicas, y también alentaronTrotsky
y sobretodo Voronskya la creación de una literatura
imaginativa, excepcional y duradera.
La trayectoria de sus esfuerzos se encontró con un obstáculo:
argumentos "izquierdistas" vulgares, superficiales y
totalmente erróneos que buscaban reducir al arte a la expresión
urgente (según ellos) de la política y las necesidades
prácticas de la clase obrera soviética y del régimen
bolchevique en nombre de la llamada "cultura proletaria".
Eventualmente, este enfoque se tornó aún más
angosto cuando se transformó en el "Realismo Socialista",
creación artística que la casta burocrática
nacionalista amoldó brutalmente para defender sus intereses
y objetivos, formando lo que Trotsky eventualmente llamaría
una "especial de campo de concentración de letras".
[2]
Y la verdad es que durante las próximas décadas,
el estalinismo hizo grandes esfuerzos para sepultar no sólo
los primeros éxitos que la revolución logró
en el campo del arte y la cultura, sino a los seres humanos responsables
por esos éxitos. Al mismo tiempo estimulaba todo lo reaccionario
de la sociedad rusa: el patrimonio del "reino de la oscuridad"
que los grandes publicitarios democráticos del Siglo XIX
tanto habían criticado y expuesto.
Finalmente, demostraron ser aplastantes los obstáculos
que se oponían al primer gran esfruerzo para organizar
la vida social sobre una base opuesta a la explotación
del hombre por el hombre. Los resultados fueron terribles. En
nuestra época en que confrontamos tareas difíciles,
bajo condiciones diferentes, es de vida o muerte estudiar lecciones
de estas dramáticas experiencias.
Sin embargo, primero me gustaría darles un indicio de
nuestro enfoque general, que de todo modo le debe mucho a Trotsky
y a Voronsky.
A nuestro parecer, cualquier modo artístico significante
que nos ayude a comprender al mundo contribuye a la expansión
de nuestras sensibilidades hacia la condición humana y
de nuestra propia concienciación psicológica y,
en última instancia, social. Estos esfuerzos deben estimular
la franqueza entre los seres humanos y hacia uno mismo, a abrir
nuestras mentes, y aunque la frase parece un poco grandilocuente,
a adquirir un alma más profunda. Una obra seria, ésta
inevitablemente enriquece nuestra persona y enfoca nuestra atención
sobre las cuestiones más esenciales y complejas de la existencia.
La relación entre la verdad artística y los procesos
socio históricos es enormemente complicada; cada conjunto
de condiciones históricas debe ser analizado de manera
concreta. Sin embargo, sería difícil concebir una
ruptura decisiva con la continuidad social de la época
moderna, en la que las masas conscientemente rechazan el orden
establecido, que no fuera precedida (y parcialmente preparada)
por un período de intensas inquietudes y transformaciones
artísticas e intelectuales. La actual degradación
general de la vida social es evidencia de la ausencia de semejantes
estímulos.
El arte serio labora para transformar la vida. Sin embargo,
los que son impacientes, pragmáticos y juveniles nunca
quedarán satisfechos con la índole contradictoriay
a veces subterráneade la evolución artística;
es decir, con el hecho que las obras más profundas tienden
a no ofrecer conclusiones políticas específicas
y que el artista con frecuencia tiene un concepto limitado de
las consecuencias finales de sus esfuerzos. En un artículo
titulado "La vida de Korolenko", Rosa Luxembugo comenta
que "La fórmula social que el artista verdadero recomienda
es de imnportancia secundaria. Lo decisivo es la fuente de su
arte y el espíritu que la alienta". [3]
No obstante, entre los primeros "descubrimientos"
que el artista serio y su expectador o lector hacen acerca del
mundo es que éste mundo necesita ser transformado. El arte,
a través de sus expresiones particularesy una comprensión
de esos modos no está de másayuda a alinear
al pensamiento y a los sentimientos al verdadero estado de la
práctica humana; ciertas formas ofrecen cierta comprensión
de la naturaleza de las relaciones sociales, del humor y de los
sentimientos de varios grupos sociales, de la variedad y complejidad
del organismo social mismo, así como también de
las características de la psicología humana que
más perplejan y perduran.
Las condiciones históricas actuales dictan que, para
transformar la vida, lo primero que hay que hacer es acabar con
la manera en que el sistema existente mantiene las mentes y los
corazones de la humanidad prisioneros. A fin de cuentas, quien
reaccione profunda y consistentemente al humanismo del arte no
puede permanecer indiferente a un sistema arraigado en la explotación
y que depara consecuencias funestas para grandes capas de la población
mundial. Además, al presentarle a la gente el carácter
transitorio e infinitamente variado de las relaciones humanas,
el arte barre con todo reclamo a la permanencia y a la legitimidad,
para no decir la autoridad divina.
El arte y la ciencia no son contrincantes. Reconocen el mismo
universo. En el sentido más general, tendemos a creer que
una comprensión racional de la vida social y de la historia
es indispensable para todo esfuerzo creativo serio. Al organizar
los sonidos en cierto orden, dibujar los planos para construir
un nuevo edificio, o añadir colores a lienzo en blanco,
hay que adoptar cierto punto de vista hacia el mundo externo,
hacia la historia, hacia otros individuos. A las cosas hay que
aceptarlas o no. Hay que mostrar sentido de urgencia o no. Se
puede ser crítico o caústico. Uno puede estar satisfecho
con uno mismo o uno puede desmoralizase. En ese sentido abrumador,
para poder contribuir o simplemente para matar el tiempo, todos
los artistas necesitan convertirse en especialistas en las maneras
con que la gente organiza su vida.
Producir una obra de teatro, escribir a o filmar una película
sin poseer cierto conocimiento avanzado de las relaciones sociales
significantes entre los seres humanos y de la historia de esas
relaciones, nos parece un esfuerzo descabellado y fútil.
¿Es el arte, sin embargo, meramente el hermano menor
de la ciencia y de la filosofía, una actividad de reputación
dudosa, cuya imagen es la contraparte "negativa" de
la imagen "positiva" de esos campos? ¿Es el reino
del arte aquellos lugares difíciles de encontrar que se
esconden entre los dientes de la humanidad que la ciencia y la
filosofía simplemente no pueden alcanzar? Si ese fuera
el caso, entonces el arte, se convertiría en un lujo. Tendríamos
que preguntarnos: ¿Para qué se necesita el arte?
Para tomar prestado un pensamiento de Trotsky en otro contexto,
si el arte no tiene función independiente, si es indéntico
a los procesos sociológicos u a otros, entonces es no es
necesario o es inútil; su práctica sería
activamente perjudicial porque sería una complicación
superflua. "¡Y vaya qué complicación!"
[4]
El racionalismo y la lógica, la ciencia y la historia,
no son ni el principio ni el fin del arte. La función objetiva
e indispensable del arte es presentar la vida humana mientras
se adhiere de manera íntima a la experiencia psicológica
y social (inclusive la experiencia con sonidos, colores y el movimiento
del cuerpo humano), a los contornos interiores y exteriores de
esa experiencia, y los transforma en imágenes que captan
las realidades esenciales de una manera concreta que estimula
los sentidos.
La ciencia resuelve en catagorías abstractas el material
que el mundo nos da. En la ciencia, la lógica domina; en
el arte, domina la estética. El arte se vale de lo concreto
y de lo que estimula los sentidos para crear sus propias imágenes
y abstracciones. En la vida cotidiana, sin embargo, nuestros sentimientos
están vinculados a personas y a eventos particulares. En
las imágenes artísticas, nuestros sentimientos y
pensamientos se refinan y se desarrollan, pero atascarse en esta
o aquella impresión o momento efímero. El arte tiene
sus propias capacidades peculiares para generalizar.
Nosotros los marxistas enfatizamos la necesidad de conocer
el arte de manera objetiva. Esa es una de nuestras responsabilidades.
Si nosotros no lo hiciéramos, ¿entonces quién?
Insistimos que el arte hoy día necesita el elemento de
la valoración científica como nunca antes en la
época moderna. La holgazanería intelectual, la auto
complacencia, y los alardes histriónicos emocionales de
mal gusto dominan los tiempos. No obstante, estamos perfectamente
bien conscientes que el arte sincero y espontáneo solo
brota del contacto más íntimo con el subconciente
y con la búsqueda intencional de lo que normalmente yace
oculto.
Existe un mundo que hay que comprender. que no está
al alcance directo de la ciencia, para no decir del "sentido
común". La humanidad tiene una vasta experiencia socio-psicológica.
Todas las experiencias con el amor, el miedo, la muerte, la interacción
continua de los seres humanos con la naturaleza, las relaciones
complejas casi infinitas entre los seres umanos, la formación
de la "vida interna", el "alma", y todo bajo
condiciones históricas cambiantes. El arte serio cristaliza
esta enorme experiencia.
Hace varios meses, un lector del World Socialist Web Site
escribió [para informarme que la novela había muerto].
Después de todo, si el tema de Anna Karenina, de
Tolstoy, podía resumirse en una oración, ¿para
qué desperdiciar el tiempo leyendo un libro de 800 páginas?
Esta actitud logra malentender todo. Obras de arte crean espacios
donde verdades sobre la existencia humana no simplemente se afirman
espontáneamente como conceptos racionales, sino que se
establecen mediante las más intensas labores y experiencias;
así se comprueban dramática, emocional e intelectualmente.
De alguna manera u otra, el lector, espectador u oyente sufre
el mismo dolor o placer que el artista siente.
En los niveles más altos del arte, tratar de separar
los pensamientos de los sentimientos es un esfuerzo totalmente
en vano. A esas Alturas artísticas, los pensamientos y
los sentimientos pasan de un polo eléctrico a otro de manera
tan rápida y significativa que se logra alcanzar un elevado
estado. Se piensa emocionalmente y se sienten ideas
insuperables. Como lo pusiera Voronsky, la persona se siente como
si se estuviera "rozándose contra las profundidades
y las fuentes de su propio ser. Se da cuenta de la armonía
del cosmos, y las impresiones que se obtienen son magníficas
y triunfantes". [5]
Nuestro movimiento ha insistido siempre que la época
actual sufre de una crisis de perspectiva y de producción
artítica, no solamente en el arte del cine, sino, de manera
más generalizada, de una crisis espiritual vinculada a
los traumas y las decepciones del Siglo XX y, por lo general,
al punto muerto social al que hemos llegado.
Vigorosamente rechazamos las conclusiones de aquellos que esencialmente
se rinden en la política y en el arte ante las dificultades
del momento. El colapso de la Unión Soviética, el
abandono del reformismo por los partidos socialdemócratas
y la decadencia de las organizaciones obreras tradicionales han
empujado a una cantidad incontable de individuos al desespero
y a la desmoralización.
Perry Anderson, por muchos años editor del New Left
Review [Repaso de la Nueva Izquierda], periódico
relacionado con varias tendencias pablistas, declaró hace
varios años: Sean cuales sean las restricciones a su práctica,
el neo liberalismo, como conjunto de principios, gobierna unido
por todo el mundo. Es la ideología de mayor éxito
en la historia del mundo". [6]
El postmodernismo se ha adaptado más o menos feliz y
juguetonamente a este presunto triunfo. Una figura tan deplorable
como Jean Baudrillard, ex marxista, claro [En Francia, las
solicitudes de empleo para el gobierno, las universades y el sector
privado deberían contener una casilla donde una de las
opciones típicas bajo "experiencia previa" debería
ser "ex-marxista"], proclama la "muerte de
la realidad". Como indica Doug Mann en "Jean Baudrillard:
Introducción Muy Corta", Baudrillard "arguye
que en una cultura postmodernista dominada por la televisión,
las películas, los medios de prensa y el internet, la idea
total de una copia verdadera o falsa de algo ha sido destruida:
todo lo que nos queda ahora son simulaciones de la realidad, las
cuales no son ni más ni menos reales que la realidad que
simulan".
Baudrillard "describe un postmodernismo predicado sobre
la muerteel fin de la historia, de lo social, de todo significado,
de la política, etc.sin ofrecer ninguna solución
o estrategia para resistir". Ha sucedido un cambio perverso
y paradójico "que indica el fin de la posibilidad
de cambiar". [7]
Baudrillard hace notar que su decisión de visitar a
Estados Unidos surgió de su deseo de "encontrar la
forma en que la futura catástrofe ha acabado". [8]
Críticos izquierdistas del postmodernismo, tales como
el académico Fredric Jameson, funcionan esencialmente dentro
de la misma órbita intelectual. Tal vez deploren o lamenten
los temas que Baudrillard y otros aplauden o acerca de los cuales
se burlan, pero a fin de cuentas se resignan a la inevitabilidad
del dominio capitalista a nivel mundial.
Jameson cita varios síntomas de lo que llama "la
lógica cultural del capitalismo tardío"; por
ejemplo, la comercialización total de la cultura, caracterizada
por su transformación en una cultura de masas degradante,
cuyo arte carece de profundidad, sufre del "ocaso de los
afectos", con un contenido es inerte y sin vida, en que los
pastiches impersonales reinan y el estilo personal desaparece,
etc. Superficialmente, muchos de estos temas son válidos,
pero ¿cuál es la perspectiva de Jameson?
Un comentarista ha notado que, según Jameson., "el
capitalismo multi nacional crea una red de telecomunicaciones,
telemercados y servicios móviles tan compleja que el sujeto
queda hipnotizado dentro de la red que tiende la imagen".
[9]
Esta perspectiva es bastante pesimista. En cuanto a las organizaciones
de izquierda, "hay mucho que es deplorable y reprensible
en una cultura de adicta a la imagen, la cual, al transformar
el pasado en espejismos visuales, estereotipos y textos, efectivamente
destruye todo sentido práctico del futuro y del proyecto
colectivo y, por consiguiente, cede todo pensamiento acerca de
los cambios que sucedan en el futuro a las fantasías de
las catástrofes accidentales y a los cataclismos inexplicables,
y pasa de visiones del terrorismo' a nivel social a las
del cáncer a nivel personal". [10]
Como salida, Jameson le ofrece a los que no tienen "conciencia
política" un lugar para sus deseos, confuses pero
quizás utópicos. Aboga por un "texto conspiratorio",
el cual, no importa cuales otros mensajes insinúe o emita,
también puede interpretarse como esfuerzo colectivo e insconsciente
para tratar de averiguar dónde estamos y a qué panoramas
y fuerzas nos enfrentamos hacia finales del Siglo XX; ¿de
quién son las abominaciones que ahora se intensifican debido
a su impersonalidad burocrática y al hecho que han sido
encubiertas? [11]
Un comentarista indica que ese texto conspiratorio avanzaría
intentando representar una sociedad que no se puede representar".
12] Jameson arguye que "en representaciones como éstas,
el efecto funcional es la confusión más bien que
la articulación. Es el punto donde nos damos por vencidos
y ya no podemos recordar de que lado los personajes están
y como se ha revelado la manera en que están relacionados
a los otros, y en que presuntamente comprendemos la verdad más
profunda acerca del sistema mundial". [13]
"La confusion más bien que la articulación"
en verdad se trata de una extraordinaria desorientación.
En la política, claro, Jameson, se apoya en la alianza
de varios movimientos de protesta pequeño-burgueses; es
decir, los "nuevos movimientos sociales". Especula que
hasta puede ser posible "esquivar" o "evadir"
a la cultura dominante postmoderna. Nosotros no tenemos nada tan
astuto en mente. Lo que proponemos es un desafío directo
al orden existente en la política y en el arte, una verdadera
rendición del mundo por medio de cualquier modo formal
que el artista disponga. Esto significa, en primer lugar, vencer
la crisis actual que existe en la perspectiva artística.
A continuar
Notas:
[1] Problemas de la vida cotidiana http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1920s/literatura/9f.htm#bnspvh
[2] La revolución traicionada [3]
http://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/rt/07.htm#seg%203
[3] www.marxists.org/archive/luxemburg/1918/06/korolenko/htm
(Nuestra traducción del inglés)
[4] Cuadernos de Trotsky: 1993-1935, (Nueva York, 1986),
pág. 104.
[5] "El arte de ver al mundo" en El arte como conocimiento
de la vida: escritos selectos: 1911-1936 (Oak Park, Michigan,
1998), pág, 367.
[6] New Left Review, enero-febrero, 2000.
[7] Neville Wakefield, El postmodernismo: El crepúsculo
de la realidad (Durham, North Carolina, 1992), pág.
46.
[8] www.uta.edu/english/apt/collab/texts/america/html
[9] www.mun.ca/phil/codgito/vo14/v4doc2.html
[10] El postdernismo , o la lógica cultural del capitalismo
tardío (Durham, North
Carolina, 1992), pág. 46.
[11] La estética geopolítica (Bloomington
e Indianapolis, Indiana, 1995), pág. 3
[12] www.mun.ca/phil/codgito/vol4/v4doc2.html
[13] La estética geopolítica, pág.
16
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