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John Negroponte y la latinoamericanización de la política
de Estados Unidos
Por Joe Kay
23 Mayo 2006
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el autor
Dentro de los estrechos confines establecidos por los ámbitos
políticos y la prensa de Estados Unidosconfines en
que se debaten los diferentes programas de espionaje que se han
descubiero durante los útimos mesestodos los participantes
presumen un hecho indiscutible: el gobierno de Bush, no importa
cuantos derechos civiles destruya, en realidad está llevando
a cabo una guerra contra el terrorismo, la cual es un objetivo
fundamental que todo el mundo tiene que apoyar.
Por una parte, el gobierno de Bush insiste en que el pueblo
estadounidense tiene que aceptar su palabra y tener fe en que
usa los nuevos y enormes poderes de espionaje que ha asumido para
sí mismo para atacar a Al Qaida. Pero el gobierno no ha
publicado ninguna información concreta acerca de la naturaleza
de los varios programas de espionaje que ha iniciado y cuya intención
es acumular los datos de las comunicaciones telefónicas
y del correo electrónico de docenas de millones de ciudadanos
norteamericanos. Existe otra cantidad de programas totalmente
secretos cuya existencia la población todavía desconoce,
justificada porque dicha información presuntamente ayudaría
a los terroristas a evadir detección.
Por otra parte, la diminuta opocisión dentro de los
ámbitos del poder político siempre procede de una
suposición básica: que la guerra del
gobierno contra el terrorismo hay que ganarla.
Puede que a la viabilidad o a la necesidad de las tácticas
se les critique, pero sus motivos fundamentales ni siquiera se
les puede mencionar. El reciente comentario de Patrick Leahy,
primer Demócrata dirigente del Comité Judicial del
Senado de Estados Unidos, es típico. Declaró el
domingo que Deberíamos estar espiando a los terroristas,
no a los norteamericanos inocentes. Quiero sentirnos salvos y
seguros, pero no creo que este gobierno lo esté haciendo
de manera adecuada.
Además de aceptar la premisa fundamental de la guerra
contra el terrorismo, declaraciones de semejante índole
son enormente desingenuas, dado el hecho que la dirigencia del
Partido Demócrata recibió información sobre
varios aspectos del programa de espionaje de la Agencia Nacional
de Seguridad (NSA) mucho antes que la prensa lo divulgara.
¿No será possible que el gobierno de Estados
Unidos está espiando al pueblo norteamericano con el propósito
de obtener los nombres e información acerca de oposicionistas
políticos actuales y potenciales; que usa la guerra
contra el terrorismo para justificar una redada contra miles
de individuos que se oponen a la guerra o a otros aspectos de
la política de la clase gobernante? Si esta pregunta no
fuera ignorada con tanta perseverancia, sólo con plantearla
sería suficiente motivo para provocar acusaciones de conspiración.
El verdadero motivo de las acciones del gobierno, sin embargo,
es evidente si se consideran los individuos responsables de llevarlas
a cabo. Vale la pena sobretodo analizar de nuevo los antecedentes
de John Negroponte, actual director del espionaje nacional a cargo
de la centralización y organización de las diferentes
agencias de espionaje de Estados Unidos. Negroponte ha surgido
como figura clave en la enorme expansión del espionaje
interno del país.
A Negroponte por lo general se le considera haber jugado un
papel importantísimo en la renuncia de Porter Goss de la
CIA a principios de mes. El gobierno de Bush ha nominado a Michael
Hayden, asistente de Negroponte y ex dirigente de la Agencia Nacional
de Seguridad, para reemplazarlo..
Negroponte fue nominado como DNI en febrero, 2005. El puesto
fue creado en reacción a las recomendaciones del comité
creado para investigar los ataques terroristas del 11 de septiembre,
pero el objetivo principal del puesto fue adelantar las agresiones
contra los derechos democráticos y preparar medidas represivas
contra el pueblo estadounidense.
Esta fue la razón por la cual Negroponte fue seleccionado.
Uno de los papeles más dstacados de Negroponte fue el de
embajador a Honduras de 1981 a 1985, cuando supervisó la
intervención de Estados Unidos en apoyo a los contras,
quienes conducían una despiadada guerra contra el gobierno
nacionalista de los Sandinistas en Nicaragua. Durante la trayectoria
de la guerra, financiada por la CIA, murieron 50,000 personas
y los contras derechistas emplearon métodos bestiales que
resultaron en desapariciones, la tortura y masacres en masa.
Negroponte también fue supervisor del enorme aumento
a la ayuda militar que Estados Unidos le brindó a los militares
hondureños, quienes apoyaban a los contras. Alabó
al régimen militar del país como modelo de la democracia,
y ayudó a encubrir evidencia de tortura y asesinatos extra
judiciales. En abril, 2005, poco después del voto de los
Demócratas y Republicanos del Senado para confirmarlo en
su nuevo puesto, el Washington Post dio a conocer un informe
acerca de documentos que detallan sus íntimas conexiones
con los militares de Honduras. Negroponte se opuso a todo esfuerzo
para negociar un acuerdo con los Sandinistas y favorecía
el cambio de régimen.
Negroponte hizo campaña para que el gobierno de Reagan
siguiera financiando a los contras aún cuando el Congreso
de Estados Unidos había votado para terminar la ayuda;
ayuda que eventualmente terminó en el escándalo
Irán-Contra, que reveló que el gobierno
de Reagan secretamente financiaba a los contra por medio de ventas
de armas ilegales a Irán. Pero esta política no
llegó a su apogeo hasta que Negroponte no dejara su puesto
en 1985.
Antes de cumplir su cargo en Honduras, Negroponte tuvo puestos
importantes en el gobierno de Nixon, sobretodo en Vietnam. Durante
la guerra con ese país, se opuso rotundamente a toda concesión
a Hanoi. Hacia fines de los 80 y 90, desempeño varios cargos
diplomáticos, inclusive el de embajador a México
y luego a Las Filipinas.
En el 2001, el gobierno de Bush lo nombró embajador
ante la Organización de las Naciones Unidas, donde duró
hasta 2004. Ahí jugó un papel extraordinario como
promotor de las mentiras de las mentiras del gobierno de Bush
para invadir a Iraq. Durante el período justamente antes
de la invasión, Estados Unidos hizo espionaje a otros países
en el edificio de la ONU para lograr los votos que justificarían
la invasión.
Negroponte se fue de la ONU en 2004 para ser embajador en Iraq,
donde presenció el aumento de violencia contra la población
iraquí, inclusive durante la toma de de la ciudad de Falluja
en noviembre, 2004.
A pesar de su complicidad en el escándalo Irán-Contra,
Negroponte fue confirmado, por voto mayoritario de los Demócratas
y Republicanos, a todos los puestos que fue nombrado.
Desde que se convirtió en director del espionaje nacional,
ha mentido para esconderle al pueblo estadounidense la enormidad
de los ataques contra los derechos democráticos. Un artículo
publicado por el Washington Post el 15 de mayo indica que
Negroponte había dicho , el 8 de mayo, que Estados Unidos
absolutamente no estaba espiando las llamadas telefónicas
internas del país sin órdenes judiciales. Solo pocos
días antes de esta a revelación - en un artículo
del periódico USA Today acerca de la acumulación,
por parte de la Agencia Nacional de Seguridad, de las bases de
datos de los récords telefónicos de millones y millones
de estadounidenses - Negroponte declaró lo siguiente: Yo
no llamaría esto espionaje interno. Esto tiene que ver
con el terrorismo internacional y las llamadas telefónicas
entre gente que se cree trabaja para el terrorismo internacional
y gente aquí en Estados Unidos.
En una entrevista por el canal de television CNN cuando fue
nominado a la ONU, Negroponte trató de defender varios
aspectos de su historia, en particular su defensa de dictaduras
militares en Latinoamérica. Razonó de la siguiente
manera: Para el observador que los mira desde afuera, varios
de esos regímenes quizás no hayan sido tan apetitosos
como a los norteamericanos les hubiera gustado. Puede que hayan
sido dictadores, o que [se iban a convertir en] dictadores cuando
lo ideal habría sido apoyar la democracia en la región,
Pero con la agitación que [había por allí],
quizás no fue possible hacer eso.
Esta declaración refleja no sólo la actitud de
Negroponte hacia el pasado, sino hacia el presente y el futuro.
La clase gobernante se ve cara a cara con cierta agitación
dentro de Estados Unidos mismo, donde la oposición al gobierno
de Bush y a la dirección entera de la política del
país va aumentando cada vez más. Las condiciones
sociales en las masas del pueblo viven se deterioran mientras
la desigualdad social se expande. En su esfuerzo para mantener
el control del mundo, la clase gobernante de Estados Unidos ahora
planea mayores agresiones militares contra Irán, China
y Rusia y cualquier otro país que perciba ser una amenaza
a sus intereses, aún cuando la oposición de su propio
pueblo a la ocupación de Iraq aumenta sin parar.
La agitación que Negroponte descubrió en Honduras
y Nicaragua (y luego en Iraq) - es decir, la oposición
popular a la política de las empresas y de los bancos estadounidenses
- no es fundamentalmente diferente a la agitación que ahora
despierta y se desarrolla en nuetro propio suelo. Por esta razón,
las mismas formas dictatoriales que el gobierno de Estados Unidos
por décadas ha fomentado y apoyado con gusto por doquier
serán aplicadas cada vez más en Estados Unidos mismo.
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