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: Español
Informe sobre las perspectivas latinoamericanas
Primera parte
Por Bill Van Auken
6 Junio 2006
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el autor
Este informe, presentado por Bill Van Auken durante una
reunión del Comité de Redacción Internacional
(CRI) del World Socialist Web Site (Sitio de la Malla Socialista
Mundial), apareció en nuestro sitio en su inglés
original en dos partes el 18 y el 20 de marzo, 2006, respectivamente.
La reunión se efectuó en Sydney, Australia, del
22 al 27 de enero del presente. Bill Van Auken es integrante del
CRI y del Comité Central del Partido Socialista por la
Igualdad (EE.UU.).
Latinoamérica consiste de 20 países cuya extensión
geográfica va de la Patagonia hasta el Río Bravo.
Creo que los camaradas quedarán agradecidos si no trato
de cubrir la situación socio política de cada país.
Más bien quiero enfocar las tendencias principales de la
región con motivo de elaborar nuestras perspectivas internacionales
y el desarrollo de la labor del Comité Internacional de
la Cuarta Internacional y el World Socialist Web Site en
Latinoamérica.
Uno de nuestros objetivos durante el año venidero consta
de consagrarle a Latinoamérica una cobertura mayor en la
cantidad y la calidad de artículos que publicamos. Vamos
a encontrar nuestro público y nos ganaremos los mejores
elementos que entran en lucha y que buscan una alternativa a la
desastrosa política del nacionalismo pequeño-burgués
y sus partidarios estalinistas y revisionistas.
Como los camaradas saben, América Latina ha sido por
mucho tiempo una región volátil, donde muchas de
las luchas de las masas han sido explosivas; donde ha habido grandes
traiciones trágicas que terminaron con las masas en manos
de dictaduras militares despiadadas. La tendencia pablista revisionista
que rompió con el trotskismo ha jugado un papel decisivo
en esas traiciones, sobretodo durante la década de los
60 y a principios de los 70.
Desde el punto de vista socio político, Latinoamérica
todavía permanece la región más inestable
y polarizada del planeta. Desde el 2000, debido a una racha de
crisis, golpes de estado, rebeliones de las masas y una invasión
por parte de Estados Unidos, por lo menos diez gobiernos han sido
derrocados..
Al tratar de comprender estas condiciones tan explosivas, vale
la pena analizar dos temas relacionados que inquietan no solo
a grupos intelectuales de Washington, sino también a la
prensa y a ciertos sectores de los dos partidos principales de
Estados Unidos.
El primero es evidente: Washington ha perdido su influencia
en la región, que por mucho tiempo había considerado
como su patio de atrás. El segundo es el llamado
viraje hacia la izquierda de Latinoamérica.
Los revisionistas izquierdistas y pequeño-burgueses, alaban
este último fenómeno como si fuera la confrontación
decisiva con el imperialismo y a la vez el nuevo camino hacia
el socialismo.
Pero, claro, para nada es ni el uno ni el otro. No cabe duda
todos los regímenes latinoamericanos que, de una manera
u otra, se identifican con la izquierda y que han
llegado al poder y se oponen a la política económica
de Estados Unidos tiene un significado objetivo. .
Las inquietudes acerca de la región en los ámbitos
del poder de Estados Unidos aumentan cada vez más. Por
ende, el último ejemplar de la revista, Foreign Affairs,
lleva un artículo titulado, ¿Está Washington
perdiendo a Latinoamérica? El autor es Peter Hakim,
jefe del Diálogo Interamericano, grupo intelectual financiado
por las grandes empresas que promueve el libre comercio en la
región de acuerdo a la visión de Washington.
[Hakim] critica a los gobiernos de Clinton y de Bush por la
benignay no tan benignanegligencia de ambos hacia
la región y por haber sido responsables de una ...política
...hacia América Latina sin mucha energía o dirección
luego de cierto período en que, según él,
el continente se dirigía en dirección correcta.
Pero la realidad es que la disminución de la influencia
estadounidense en Latino- América ni se debe a errores
de la política internacional ni a las consecuencias de
decisiones sujetivas de los políticos. Más la raíz
está en los cambios en la economía mundial y en
los efectos catastróficos de la política introducida
por Estados Unidos durante el período que Hakim asevera
la región iba en dirección correcta.
Estos cambios en la economía mundial, resultados de
la globalización, incluyen la disminución relativa
de la posición de Estados Unidos no solo en comparación
a Europa Occidental sino, como hemos indicado en informes anteriores,
a China, proceso que adelante cada vez más.
La Doctrina Monroela política extranjera trascendental
de la cual Estados Unidos se ha valido para cerrarle paso a toda
potencia extranjera con intención de extender su influencia
en el Hemisferio Occidentalen efecto ha expirado su último
suspiro. Durante casi 200 años, gobiernos sucesivos en
Washington invocaron esta doctrina para justificar las intervenciones
estadounidenses en la región, sobretodo durante todo el
Siglo XX, e imponer dictaduras militares que suprimieran todo
movimiento revolucionario de la clase obrera. Durante la mayor
parte de ese período, los regímenes nacionales burgueses
que se subordinaban a los intereses del imperialismo estadounidense
aceptaban la doctrina. Pero ahora las nuevas relaciones económicas
han esa unidad destrozada.
Rivales de Estados Unidos adquieren influencia
económica
Durante la trayectoria de la última década, la
Unión Europea ha rebasado a Estados Unidos en cuanto al
comercio con la región y las inversiones extranjeras directas
en cuanto a América del Sur se refieren. En términos
de la totalidad del mercado interior de la región, Estados
Unidos todavía va adelante gracias a sus íntimas
relaciones con México bajo el acuerdo de NAFTA de 1993.
Dos tercios de las exportaciones de Estados Unidos a la región
van a ese país, y muchas de éstas consisten de piezas
enviadas, a través de la frontera, a las fábricas
maquiladoras establecidas expresamente para explotar la mano de
obra mexicana en la producción de mercancías destinadas
al mercado estadounidense.
Aún más perturbador para Washington es el hecho
que China juega un papel cada vez más importante sur del
Río Grande. El Presidente chino, Hu Jintao, y el Vicepresidente
del país, Zeng Qinghong, han hecho dos giros por Latinoamérica
durante los dos últimos años. Han firmado dos pactos
comerciales y acuerdos entre los militares de ambos países.
Para las industrias chinas, la región es ahora sumamente
importante como fuente de materias primas. Las importaciones chinas
de la región han aumentado en un 600% durante los últimos
seis años y se espera que alcancen los $100.000.000.000
a fines de década.
Para asegurar acceso a las materias primas estratégicas,
China se ha comprometido a invertir $100.000.000.000 en la construcción
de carreteras, puertos y otras infraestructuras durante la próxima
década. Beijing desea construir otros proyectos, inclusive
iniciativas cuyo objetivos es asegurar acceso al petróleo
venezolano, al gas natural boliviano y a otros minerales de importancia.
El Congreso de Estados Unidos ha conducido dos audiencias sobre
lo que percibe una amenaza china en esta antigua esfera de influencia
norteamericana en la cual Estados Unidos imponía su dominio
semicolonial. El año pasado, en su testimonio ante el Congreso,
Roger Noriega, en esa época ministro asistente del Ministerio
de Relaciones Exteriores para Asuntos del Hemisferio Occidental,
juró que su gobierno le prestaría mucha atención
a cualquier indicio de alguna colaboración económica
que aliente relaciones políticas en contra de nuestros
objetivos en la región.
Es decir, estos cambios en las relaciones económicas
mundiales significan que el capitalismo estadounidense ya no es
el único de importanciani tampoco es el que extrae
los beneficios mayoresen Latinoamérica. También
significan que las crecientes relaciones entre la región
y los rivales de Estados Unidos le han dado a los regímenes
nacionalistas de dicha región más espacio para maniobrar
y mantener el equilibrio entre Moscú y Washington del que
tenían antes durante la Guerra Fría. Esta es una
de las bases materiales fundamentales que han fomentado el llamado
viraje hacia la izquierda. Una descripción más adecuada
de esta tendencia sería un viraje hacia el euro y el yuan.
Dentro del mismo hemisferio, Brasil representa un problema
en pañales al capitalismo yanqui. Con una población
de 180 millones y materias primas considerables, se ha convertido
en la décima potencia industrial mundial y es es quinto
país exportador de armas. La expansión de Brasil
ha resultado en varios encuentros con Estados Unidos acerca de
varios temas comerciales, desde los derechos de propiedad intelectual
a las exportaciones agrícolas.
Las insinuaciones políticas de estos cambios se hicieron
bien claras recientemente cuando la Casa Blanca decidió
negar licencias de exportación a una fábrica española
de naves aéreas para que ésta no pudiera enviar
aviones a Venezuela cargados de tecnología estadounidense
(bajo un pacto hecho entre el gobierno de Chávez y el Ministerio
de Defensa español). España ha jurado desafiar las
sanciones fabricando aviones con tecnología europea. Se
espera haya otras confrontaciones con España acerca de
la venta de barcos militares de patrulla y aviones militares que
Embraer actualmente produce para Venezuela.
Luego de una reunión entre el brasileño Lula,
el venezolano Chávez y el argentino Kirchner la semana
pasada, Brasil presentó un plan para establecer, en colaboración
con los países representados, una industria de armas bajo
la organización general del pacto comercial, Mercosur.
El plan aboga por unificar las fábricas de armas establecidas
bajo las ex dictaduras de Argentina y Brasil y por el establecimiento
de una fábrica Embraer en Argentina cuyo objetivo es eventualmente
fabricar armas, aviones militares y otra ferretería pesada
para todo el continente. Así podrá competir con
los modelos más caros que ofrecen los fabricantes de Estados
Unidos, quienes tradicionalmente le han vendido armas a Latinoamérica
a un costo de 3.500.000.000 al año.
Estado Unidos conduce acciones militares
Esto le presenta a los intereses de Washington una gran dificultad.
Es difícil que el imperialismo yanqui rinda control de
su propio patio o de sus mercados y fuentes de materias
primas estratégicas. Si su previa hegemonía económica
sobre la región comienza a desplomarse, éste ha
de reaccionar recurriendo a un militarismo peor.
Durantes los últimos años Washington silenciosamente
ha establecido una red de bases militares en la región
a la vez que expandía las actividades del Comando del Sur,
comando militar regional cuyo personal dedicado a Latinoamérica
es más numeroso que el de todas las otras agencias.
Durante el 2002, claro, ocurrió el fracasado golpecon
el apoyo de Estados Unidoscontra el gobierno de Chávez.
Según varios informes, en el golpe participaron asesores
militares norteamericanos y el despliegue de barcos y aviones
de espionaje de Estados Unidos. Y en el 2004 ocurrieron la destitución
de Aristide en Haití y la invasión de la pobre nación
isleña por los marinos de guerra yanquis.
Los planes de Washingtonmuy parecidos a los que usó
para invadir y ocupar a Irakpara una invasión destinada
a controlar la riqueza petrolífera de Venezuela ya van
muy adelantados.
La insurgencia que por cuarenta años azota a Colombia
ha creado frecuentes conflictos entre ese país y Venezuela.
Entre tanto, Estados Unidos le ha brindado a las fuerzas militares
de Colombia enormes fondos$3 mil millonesdurante los
últimos años (presuntamente para la guerra
contra las drogas). Además, las tropas militares
de ese país ahora llegan a 275,000, lo cual representa
un aumento de 300%, y lo más probable es que participen
en cualquier intervención que Estados Unidos dirija para
derrocar al gobierno de Chávez en Venezuela.
Los conflictos históricos también arden entre
Bolivia y Chile sobre el acceso al Pacífico, y entre Perú
y Chile. Constituyen una verdadera amenaza; pueden ser causa de
cualquier guerra, con las potencias extranjeras respaldando a
diferentes antagonistas.
La verdad es que una de las responsabilidades principales del
WSWS consiste en desenmascarar y criticar ferozmente al imperialismo
estadounidense. Esta defensa activa de Latinoamérica en
contra de las agresiones de Washington, sin embargo, no nos obliga
a adaptarnos a las ilusiones en Chávez o en cualquier otro
régimen nacionalista burgués.
Para comprender los orígenes de estos regímenes
se necesita un análisis del impacto que tuvo la política
dictada por el gobierno de Estados Unidos y de las instituciones
financieras dominadas por dicho país durante las décadas
de los 80 y 90, cuando se lanzara la panacea del mercado
libre conocida como el Consenso de Washington.
Estas llamadas reformas económicas, pintadas como fomento
del desarrollo económico, representaban una definitiva
ruptura con la substitución de importaciones y los programas
nacionales de desarrollo relacionados con los regímenes
nacionalistas durante períodos anteriores, y la violenta
integración de estas economías al capitalismo globalizado.
Las tarifas fueron reducidas en un 50% en comparación
a la década del 70. En la mayoría de los países,
las restricciones sobre las inversiones internacionales desaparecieron.
Solamente en la década del 90, más de $178 mil
millones del valor de las empresas estatales fueron privatizadas,
lo cual resultó en la destrucción de cientos de
miles de empleos. Esto representa más de veinte veces el
valor de la privatización en Rusia luego del colapso de
la URSS.
Pero un desarrollo económico a base de esto es una ilusión
y no se puede repetir. Una empresa estatal no se puede vender
dos veces.
Esta política produjo condiciones de pobreza y polarización
social que hoy día representan una amenaza para todo el
orden social. La agencia ECLAC, afiliada con la ONU, recientemente
reportó que aproximadamente 213 millones personas, o sea,
el 40.6% de la población total de la región (523
millones)vive en la pobreza y que 88 millones viven en la extrema
pobreza.
De acuerdo a un estudio del Banco Mundial, el 10% más
rico de la región recibe el 48% de los ingresos totales,
y el 10% más pobre recibe solamente el 1.6%.
El estudio declara que la desigualdad en Latinoamérica
es extensa: el país en la región con la menor desigualdad
todavía muestra mayor desigualdad que cualquier país
perteneciente a la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE) y a Europa Oriental.
Venezuela es de los ejemplos más extremos de este proceso,
aunque los mismos índices podrían darse en Argentina,
Uruguay y otros tantos países. Para Venezuela, el período
se caracterizó por una inflación que subió
hasta las nubes: al 100% en 1996. Entre 1988 y 1997, los empleos
industriales del país disminuyeron en un 15%.
Al terminar la década del 90, el valor de los salarios
reales estaba en un 40% de su nivel en 1980. Para el 1994, la
capacidad adquisitiva del salario mínimo había disminuido
dos tercios en comparación al 1978.
Los gastos per capita para los programas del bienestar social
también fueron reducidos drásticamente en un 40%
durante el mismo período. Esto incluyó reducciones
reales en un 40% en los gastos para la educación, 70% en
la vivienda y el desarrollo urbano, y 37% en el mantenimiento
de la salud. Entre 1984 y 1995, las filas de los pobres aumentaron
en un 100% y abarcaron dos tercios de la población total.
La enorme expansión de la miseria social ocurrió
junto con la dramática expansión del abismo entre
la riqueza y la pobreza debido a que ciertos sectores de la clase
gobernante y de las clases medias superiores venezolanas se enriquecieron
por medio de convenios con las empresas transnacionales.
Los sindicatos obreros principales afiliados con el partido
Acción Democrática (AD) quedaron totalmente desacreditados
por haber colaborado con el gobierno para imponer la destrucción
de las conquistas del pasado. También hubo una rápida
disminución de la militancia de los sindicatos a medida
que los empleos se evaporaban y los trabajadores se veían
obligados a integrarse al llamado sector informal;
es decir, se convertían en vendedores callejeros o en mano
de obra casual, etc., la cual actualmente abarca media población.
La cantidad de trabajadores que pertenecen a sindicatos disminuyó
en un 50%: del 26.4% al 13.5%.
Los sindicatos, pues, de ninguna manera se identificaron con
la oposición o la protesta social, las cuales se expresaron
de manera espontánea y explosiva, sobretodo en el Caracazo
de 1989. En esta rebelión, el ejército mató
aproximadamente a 1,500 personas durante manifestaciones en contra
de un programa de ajustes estructurales respaldado por el Fondo
Monetario Internacional que introdujera Carlos Andrés Pérez,
de Acción Democrática.
La trayectoria de esta evolución, que se repitiera de
diferentes maneras por todo el continente, define el contenido
social y económico de lo que ocurrió inmediatamente
antes de lo que ahora se llama el viraje de Latinoamérica
hacia la izquierda; es decir, la reciente elección de Evo
Morales en Bolivia y los gobiernos de Tabaré Vásquez
en Uruguay, Lula en Brasil, Kirchner en Argentina y, claro, Chávez
en Venezuela.
Y en el horizonte se destacan desarrollos de la misma índole.
Ollanda Humala, ex dirigente militar de un golpe de estado y aliado
de Chávez que el Wall Street Journal describe como
un oposicionista izquierdista del mercado libre, es
ahora el favorito en las elecciones que han de tomar lugar en
Perú en abril. Andrés Manuel López Obrador,
candidato del PRD, es el favorito en las últimas encuestas
mexicanas para los comicios de Julio. Y se cree que en Nicaragua,
Daniel Ortega, dirigente Sandinista, tiene buena posibilidad de
regresar al poder.
Aunque estos gobiernos se componen de elementos políticos
muy diferentes, todos comparten la crítica populista del
neo liberalismo, la retórica anti yanqui y
llamamientos a la ira popular contra la desigualdad social junto
con la defensa de la propiedad privada y una gran obedencia a
los requisitos esenciales económicos de las instituciones
financieras internacionales.
Evidentemente, ninguno de estos regímenes le ofrece
a la clase obrera la manera de como seguir adelante. En muchos
casos repiten la política de un período anterior:
el nacionalismo izquierdista y el militarismo populista que identifican
con figuras tales como el argentino Juan Perón y el brasileño
Getulio Vargas. Pero esos movimientos, hasta cierto punto, se
basaban en los sindicatos que comenzaban a desarrollarse. Los
nuevos populistas, no obstante, han surgido, por lo menos en parte,
de la desintegración de los viejos movimientos obreros
en países tales como Venezuela y sobretodo Bolivia.
A continuar
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