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¿Qué significan las manifestaciones de los inmigrantes
para la lucha de clases en Estados Unidos?
Declaración del Partido Socialista por la Igualdad
7 Junio 2006
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el autor
Esta declaración del Partido Socialista por la Igualdad
fue publicada en nuestro sitio en su inglés original el
4 de mayo, 2006
Las manifestaciones, huelgas y boicots de los trabajadores
inmigrantes en ciudades a través de Estados Unidos indican
que la lucha de clases se está agudizando en Estados Unidos
y a nivel internacional.
Millones se tiraron a las calles el 1ro. de mayo en ciudades
desde Los Ángeles hasta nueva York, desde Miami hasta Seattle,
y en una miríada de pueblos y ciudades entre ambas costas.
Este enorme movimiento de protesta, que ha ido creciendo desde
marzo, no tiene prececente, ni en en la cantidad de participantes
ni en su amplitud nacional.
La gente que se unió a las manifestaciones y abandonó
su empleo desafió las advertencias del presidente Bush
y de los políticos del Partido Demócrata. Tomó
acción a pesar de las intimidaciones de las recientes redadas
que ocurrieron en varias fábricas del país; las
amenazas de arresto y de deportaciones por parte del gobierno;
y la violencia por elementos de la extrema derecha.
Este sector de la clase obrera, que el gobierno de Estados
Unidos antes había tratado como paría social, de
repente surge como una fuerza social vocal militante y potente.
Las acciones por el sector de la clase obrera estadounidense
más oprimida y explotada no solo tiene raíces sociales
y políticas profundas, sino un significado objetivo de
gran alcance.
Al mismo tiempo, plantean con urgencia problemas en el desarrollo
de la conciencia política de la clase obrera en general
que tienen que resolverse.
Las manifestaciones ocurren bajo condiciones políticas
cada vez más tensas e inestables en Estados Unidos. Encuesta
tras encuesta muestra que el gobierno de Bush apenas cuenta con
el apoyo del 33% del pueblo estadounidense. ¿Qué
ha ocasionado este colapso politico tan repentino? Ni la prensa
ni el presunto partido de oposiciónel Partido Demócrataha
desafiado a la Casa Blanca de manera seria o consistente en cuanto
a la guerra, las descaradas agresiones contra los derechos democráticos,
o una política interna del país cuyo objetivo consiste
en trasladar la riqueza del país de las manos de las masas
trabajadoras al 1% más rico.
Pero tres años de guerra ilegal contra Iraq, las acciones
del gobierno de Bush, en conjunto con el deterioro acelerado de
las normas de vida y una polarización social que no tiene
precedente en nuestra historia, comienzan a a tener un profundo
efecto en la conciencia popular.
Es este cambio que en gran parte le ha dado forma al movimiento
de las masas de los trabajadores inmigrantes, el cual se ha desarrollado
preponderantemente fuera de la órbita del Partido Demócrata
y de los burócratas que rigen los sindicatos obreros, lo
cual es precisamente la razón por la cual ha sido tan enorme
y tan explosivo. La maquinaria sindicalista osificada, gran aliada
de los políticos Demócratas serviles a las grandes
empresas, sólo sirve para hundir y ahogar a todo movimiento
de protesta social.
El crecimiento de la mano de obra inmigrante es solo parte
de los cambios radicales que ahora ocurren en la composición
de la clase obrera general de Estados Unidos. Sus rangos se han
expandido enormemente, bajo condiciones en que grandes sectores
que antes se consideraban parte de la clase media
ahora se encuentran en posiciones inferiores y se ven privados
de empleos estables, pensiones, seguro médico, y otros
benficios sociales básicos.
Este proceso se ha manifestado junto con la enorme brecha que
se ha abierto entre el pueblo trabajador, quien constituye la
gran mayoría de la población, y la oligarquía
financiera de los jefes ejecutivos, los financieros de Wall Street
y los super ricos que monopolizan esa parte, siempre creciente,
de la riqueza creada por la sociedad. Hace 25 años que
los jefes ejecutivos de las empresas ganaban $10 por cada $1 que
ganaba un trabajador común. Hoy día, la proporción
es de $431 a $1.
Esta division tan aguda entre las clases hoy crea condiciones
que han de causar terremotos sociales en Estados Unidos. Las manifestaciones
de los inmigrantes sin duda serán prólogos a enormes
batallas en el mismo centro del capitalismo mundial.
El dicho que Estados Unidos es una nación de inmigrantes
siempre se ha usado para tapar los feroces conflictos e intensas
contradicciones sociales que han caracterizado las inmigraciones
de las masas a Estados Unidos. La ola de inmigrantes europeos
hacia fines del Siglo XIX y a principios del XX proporcionaron
la fuente principal de la mano de obra necesaria para el desarrollo
explosivo de la manufactura estadounidense, y su radicalización
le abrió paso a las primeras poderosas olas de luchas de
la clase obrera estadounidense moderna.
El impacto de la globalización capitalista
La nueva ola de inmigración sin duda tendrá efectos
profundos semejantes. La única diferencia es que éstos
ocurren bajo condiciones radicalmente alteradas. Estados Unidos
ya no es una potencia capitalista en ascendencia; más bien
ahora es la nación deudora mayor del mundo y ha recurrido
al militarismo mundial para poner en reversa el relativo descenso
de su posición en los mercados mundiales.
Además, la inmigración actual toma lugar en el
contexto de enormes cambios en la producción mundial capitalista
en la que las empresas transnacionales y los bancos internacionales
utilizan los desarrollos en la tecnología de la informática,
la telecomunicación y el transporte para organizar el proceso
de la producción de manera verdaderamente global.
El capital móvil globalizado exige que se derriben todas
las fronteras nacionales que limitan la explotación de
la mano de obra, los mercados y las materias primas en todos los
rincones del globo terráqueo. El resultado, sobretodo en
México y América Central y Sud América, tierras
de donde proviene la mayoría de los trabajadores indocumentados
en Estados Unidos, ha sido la destrucción de las industrias
nacionales, de los empleos, y de la catastrófica disminución
de las normas de vida. Son las condiciones que impulsan la inmigración.
Pero los representantes políticos de las mismas empresas
basadas en Estados Unidos, que exigen fronteras abiertas para
sus inversiones, fomentan la histeria en contra de los trabajadores
que tratan de cruzar la frontera con Estados Unidos para buscar
trabajo y abogan para que se construya y se militarice una muralla
a lo largo de toda la frontera con México, que consta de
2,000 millas.
La exigencia del capitalismo por fronteras abiertas para sí
mismo y fronteras cerradas para los trabajadores no es exigencia
de Estados Unidos nada más. También la desean, de
alguna manera u otra, todas las demás las potencias capitalistas
principales.
Las cúpulas políticas de Estados Unidos son incapaces
de resolver de manera progresista las exigencias avanzadas por
las manifestaciones de los inmigrantes. Aunque varios sectores
del Partido Demócrata y de la burocracia que rige los sindicatos
obreros intentan pintar las manifestaciones como el nacimiento
de un nuevo movimiento de los derechos civiles, la
realidad es que aquellos que se han lanzado a las calles han planteado
demandas de carácter profundamente social: sus derechos
como trabajadores.
Por otra parte, la clase gobernante no está por ofrecer
el tipo de concesión limitada que resultaron de las luchas
por los derechos civiles de la década del 60; es decir,
los programas que llegaron a identificarse como la guerra
contra la pobreza. Estos programas han sido destruidos en
su gran mayoría y los que quedan están a punto de
desaparecer.
El Congreso de Estados Unidos se encuentra dividido acerca
de la reforma inmigratoria a causa del reaccionario debate sobre
cuan severo debería ser el castigo para los trabajadores
inmigrantes. La Cámara de Representantes hizo un llamado
para que a los trabajadores indocumentados se les considere criminales
y a la frontera se le cierre con una muralla. El Senado adoptó
un proyecto de ley luego que obligaría a millones a abandonar
el país a la vez que abría un camino prolongado
a la legalización a aquellos que habían vivido en
Estados Unidos por largo tiempo.
Este callejón sin salida en el Congreso refleja las
contradicciones políticas insolubles que la cuestión
de la inmigración le ha planteado a la clase gobernante
de Estados Unidos. Por una parte, las grandes empresas desean
el flujo constante de una mano de obra barata y explotada. Por
otra, fomentan el nacionalismo y la xenofobia con dos propósitos:
adelantar su campaña mundial militarista en la guerra
contra el terrorismo; y dividir a la clase obrera dentro
del país.
El Washington Post reportó el 25 de abril que
legislaturas estatales por todo el país han reaccionado
al punto muerto en que el Senado se encuentra al adoptar sus propias
leyes anti inmigrantes. Se han introducido 463 proyectos de ley
en 43 estados. La mayoría abogan por medidas punitivas,
tales como arrestar a trabajadores indocumentados; negarles servicios
sociales y licencias de manejar; y ordenar a agentes de la policía
local que investigue el status de inmigración de cualquier
individuo que sea detenido, aunque sea por una infracción
de tráfico menor.
La prensa hace mucha mucha bulla acerca de como los inmigrantes
han acogido el sueño americano.
No cabe duda que este movimiento tan enorme y de política
tan amorfa basada en la protesta sufra de muchas ilusionesen
el Partido Demócrata y en la capacidad de obtener reformas
a través de la presióne inocencia acerca de
la naturaleza de la sociedad estadounidense. Estas ilusiones plantean
peligros reales y ncesitan ser vencidas por medio de la lucha
política.
Pero la realidad es que los inmigrantes están participando
en una pesadilla americana que se va poniendo más
negra. Cientos de soldados latinoamericanos han muerto en la guerra
contra Iraq. El precio de la gasolina, que ha subido a las nubes,
y los salarios que se han quedado estancados o han disminuido
en valor, afectan a los trabajadores inmigrantes tanto como a
los otros sectores de la clase obrera criolla.
Es este interés en común que causa la hostilidad
de la clase gobernante hacia el llamado por un boicot
a los empleos y a las tiendas el 1ro. de mayo, acción que
forzó el cierre de una inmensa cantidad de negocios, inclusive
de un sector bastante amplio de la industria de la carne de Estados
Unidos. El temor es que otros sectores de la clase obrera puedan
fijarse en esta acción y se digan, ¿Por qué
no nosotros también?
Acciones organizadas en contra de los inmigrantes
Esto es lo que significan las acciones organizadas en contra
de los inmigrantes, y la más reaccionaria, hipócrita
y peligrosa desde el punto de vista politico es el de la Casa
Blanca misma, la cual ha causado una absurda controversia acerca
de la versión en castellano del himno nacional producido
por una variedad de artistas musicales latinos.
Hay que recordar que el mismo Bush aparentemente participó
regularmente en mítines de campaña política
en las que se cantó el himno nacional en español
y nadie se quejó. El tema fue creado y se hizo controversial
debido a los esfuerzos de políticos partidarios Republicanos
cuyo objetivo era uno solo: movilizar el sector derechista y xenofóbico
del Partido Republicano, la base política más fuerte
del gobierno de Bush.
La estupidez e irresponsabilidad de esta campaña dejan
a uno boquiabierto. Que el presidente de Estados Unidos promueva
la idea de convertir al inglés en el idioma official del
paísque no existe en ninguna parte de la Constitución
de Estados Unidostiene su peligro, pues puede provocar el
tipo de intenso conflicto social que en algunos países
ha terminado en guerra civil.
Junto con estos llamados nacionalistas retrógadas se
encuentra la agitación populista de la extrema derecha
conducida por elementos tan diferentes como el comentarista la
CNN, Lou Dobbs, quien se ha convertido en figura política
nacional; los vigilantes semi fascistas Minutemen; y varios sectores
de la burocracia que gobierna los sindicatos obreros. Todos desean
aparentar que su hostilidad hacia los inmigrantes se debe a que
defienden a la clase obrera de Estados Unidos, cuyos empleos están
desapareciendo y cuyos salarios disminuyen debido a la presencia
en el país de 12 millones de trabajadores indocumentados.
¡Qué mentira tan reaccionaria!. Los ataques en
contra de los empleos, las normas de vida, y los beneficios sociales
no sen debe a los inmigrantes, sino a la crisis mundial del sistema
capitalista, sistema económico que defienden todos los
que tratan de convertir a los trabajadores indocumentados en chivos
expiatorios.
Con murallas para proteger las economías nacionales
en contra de los inmigrantes no se va a defender ningún
derecho o éxito que la clase obrera de Estados Unidos o
de cualquier otro país haya obtenido anteriormente. La
inutilidad de semejante creencia se puede demostrar ampliamente
por el fracaso total del movimiento obrero sindicalista official
de Estados Unidos, que durante décadas trató de
convencer a los trabajadores que ellos tenían un interés
en común con las grandes empresas para defender los empleos
norteamericanos en contra de las empresas y trabajadores
extranjeros. ¿Resultado? El cierre de fábrica tras
fábrica y la destrucción de cientos de miles de
empleos a medida que las empresas transnacionales basadas en Estados
Unidos mudaban la producción a México, China y demás
lugares en busca de una mano de obra eternamente más barata.
La clase obrera puede llevar a cabo una lucha exitosa solo
si se organiza internacionalmente para hacerle frente al capital
que se mueve de un lado a otro mundialmente. No existe una respuesta
viable a las exigencias incesantes de los patronos que los trabajadores
acepten reducciones drásticas en sus salarios, o peores
condiciones de trabajo, o que sus empleos se muden a países
donde los sueldos son más bajos, excepto luchando por la
unidad de los trabajadores en base al internacionalismo, en una
lucha común basada en en una perspectiva internacionalista
y socialista.
TaL lucha debe combinarse con una defensa firme del derecho
del pueblo trabajador a vivir y trabajar en cualquier país
que deseeinclusive en Estados Unidoscon plenos derechos
democráticos, sociales, y a la ciudadanía.
No es coincidencia que las enormes manifestaciones en Estados
Unidos hayan seguido, solo por pocas semana, la explosión
de masivas manifestaciones en Francia que unieron a estudiantes,
trabajadores e inmigrantes en contra de las acciones del gobierno
de Chirac en contra de los derechos de los trabajadores jóvenes
para obligar a toda la clase obrera a pagar por la crisis del
capitalismo francés.
Las condiciones para una poderosa y unida ofensiva de la clase
obrera internacional en contra del capitalismo mundial ya han
aparecido. La globalización no solamente barre con la vieja
orientación nacionalista y reformista de los sindicatos
obreros; también aumenta dramáticamente la cantidad
de obreros a nivel mundial e impone a los trabajadores de todos
los países más o menos las mismas condiciones.
La lucha para unir a la clase trabajadora de Estados Unidos
con sus hermanos y hermanas de Europa, Asia, Latinoamérica
y demás lugares a base de una política socialista
e internacionalista en común require una ruptura irreconciliable
con el Partido Demócrata. Un nuevo movimiento socialista
de las masas trabajadoras ha de formarse, comprometido a la defensa
de los derechos de los inmigrantes, así como también
de los derechos democráticos, los empleos y las normas
de vida.
El partido Socialista por la Igualdad (PSI) participa en los
comicios de 2006 con sus propios candidatos para echar las bases
políticas de ese movimiento. Llevaremos a cabo una lucha
implacable en esta campaña en contra de todo chauvinismo
anti inmigrante y trataremos de darle voz a las exigencias de
los trabajadores inmigrantes, así como también unir
sus luchas con las de los trabajadores criollos y los obreros
de todo el mundo.
Le instamos a todos los que apoyan y defienden los derechos
de los inmigrantes y deseen avanzar la causa del pueblo trabajador
que estudien nuestro programa, participen en nuestra campaña
para colocar nuestros candidates en la papeleta de voto, y se
unan al PSI en la lucha para establecer una dirigencia revolucionaria
en la clase obrera.
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