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Informe sobre las perspectivas latinoamericanas
Segunda parte
Por Bill Van Auken
7 Junio 2006
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el autor
Este informe, presentado por Bill Van Auken durante una
reunión del Comité de Redacción Internacional
(CRI) del World Socialist Web, apareció en nuestro sitio
en su inglés original en dos partes el 18 y el 20 de marzo,
2006, respectivamente. La reunión se efectuó en
Sydney, Australia, del 22 al 27 de enero del presente. Bill Van
Auken es integrante del CRI y del Comité Central del Partido
Socialista por la Igualdad (EE.UU.).
La primera parte fue publicada ayer. La segunda y últime
parte sigue abajo.
¿Cómo se define el gobierno de Chávez
en Venezuela? Sus orígenes políticos se encuentran
en el movimiento conspirativo de unos jóvenes oficiales
militares que surgieron de la oposición a la corrupción
del viejo sistema politico venezolano y de la ira contra la manera
que el ejército había sido usado para suprimir el
Caracazo de 1989. En 1992, el fracasado golpe militar contra el
gobierno de Acción Democrática de Carlos Andrés
Pérez puso a Chávez en el mapa nacional.
Chávez había sido preso por breve tiempo. Luego
de ser puesto en libertad, forjó alianzas con varios elementos
de la izquierda venezolana. Fue elegido por voto popular en 1998.
Las bases ideológicas del movimiento de Chávez
definen el carácter ecléctico que todo populismo
burgués tiene en común. Él mismo dice que
los regímenes del General Omar Torrijos de Panamá
y el gobierno militar revolucionario del Gen. Juan
Velásquez Alvarado del Perú (hacia fines de la década
del 60 y a principios de los 70) inspiraron su carrera política.
Entre sus primeros asesores políticos se encontraban
un ex dirigente del Partido Comunista de Venezuela y un semi fascista
antisemita argentino exilado por su propia cuenta que cantaba
las virtudes de los gobiernos militares.
Aquellos que llaman al gobierno de Chávez socialista
están distorsionando la realidad, pues éste no surgió
de ningún movimiento independiente de la clase obrera.
Además, hoy la economía venezolana se encuentra
más en manos del capital privado y extranjero que durante
el apogeo de la Acción Democrática treinta años
atrás. La distribución de la tierra del país
todavía es una de las más desiguales del continente
latinoamericano.
Un artículo de último momento cita a Ramón
Mayorga, representante venezolano en el Banco Interamericano de
Desarrollo, quien caracteriza de gran provecho la colaboración
entre los bancos privados del país y el gobierno de Chávez.
Mayorga ha declarado que los bancos han estado recibiendo enormes
ganancias. El año pasado, el aumento de las ganancias,
luego de cobrarse los impuestos al sistema bancario, sobrepasó
el 30%, casi el más alto del mundo. Los beneficios bancarios
de Venezuela han triplicado desde que Chávez tomara las
riendas del poder.
En Venezuela éstas riendas permanecen en manos del capital
financiero de manera tan fija y firme como antes, aunque cierta
porción de los ingresos petrolíferos del país
se han utilizado para ayudar a los pobres con la alfabetización,
la salud y varios programas para la distribución de alimentos,
y el establecimiento de empresas cooperativas.
El gobierno venezolano continúa luciéndoselas
con los orígenes militares del movimiento de Chávez,
e incluye entre sus funcionarios principales numerosos oficiales
retirados y varios que todavía sirven en las fuerzas armadas.
Latinoamérica tiene una larga historia de tendencias
militares izquierdistas similares y de estalinistas,
revisionistas y nacionalistas de izquierda que se han adaptado
a ellos oportunísticamente. Con frecuencia se les ha considerado
como un atajo al poder, y se ha descartado la necesidad de movilizar
las masas y educar políticamente a la vanguardia proletaria.
Las experiencias de Velasco en Perú, J. J. Torres en
Bolivia y Torrijos en Panamá todos terminaron en la traición
de la clase obrera. En casi todos los casos, estos regímenes
resultaron ser preludios a gobiernos derechistas, o, en el caso
de Panamá, a una invasión por parte de Estados Unidos
a quien nadie se opuso.
El carácter reaccionario de esta tendencia militar quizás
se haga más evidente si analizamos el candidato que Chávez
respalda en el Perú: Ollanta Humala, oficial ex militar
nacionalista quien, igual que Chávez, comenzó su
política con un golpe militar fracasado contra el corrupto
y reaccionario régimen de Alberto Fujimori; régimen
que se desplomara apenas un mes después.
Pero ahora Humala es el favorito para ganar la elecciones de
abril. Dirige un partido llamado Movimiento Etnocaceristas, en
nombre del presidente del Perú durante el Siglo XIX, Andrés
Avelino Cáceres, héroe de la guerra contra Chile.
El prefijo etno se refiere a la promoción por
el movimiento del nacionalismo indígena.
Entre los antecedentes políticos de Humala se encuentra
el movimiento que su padre fundó, que abogaba por que sólo
a la población indígena del Perú se le concediera
ciudadanía total y que a los blancos, orientales y negros
se les excluyera. Vale la pena notar que los periodistas que visitaron
el pueblo donde la familia residía descubrieron que la
población nativa consideraba a los Humalas blancos, porque
eran terratenientes importantes.
Humala está haciendo campaña basándose
en un anti chilenismo furibundo y aboga por la expulsión
del país de todos los negocios chilenos. Igualmente, ha
pedido que se le conceda la amnistía a todos los integrantes
de las fuerzas armadas del Perú acusados de participar
en las masacres, los asesinatos y la tortura durante la guerra
sucia contra el Sendero Luminoso y los guerrilleros del MRTA durante
las décadas del 80 y el 90 para así ponerle fin
al enjuiciamiento de los peores de estos casos criminales.
Al mismo tiempo, estos regímenes incluyen entre sus
funcionarios dirigentes ex guerrilleros y sus partidarios del
período de las décadas del 60 y del 70, tales como
el vicepresidente de Bolivia, Linares, y José Dirceu, dirigente
máximo del Partido Obrero del Brasil, quien recientemente
se vio obligado a renunciar cuando fue acusado de fraude electoral
y coima.
Los oportunistas pablistas preparan nuevas
traiciones
La palabra gobernabilidad aparece con frecuencia
en las descripciones y la manera en que los gobiernos latinoamericanos
relacionados con el viraje hacia la izquierda se caracterizan
a sí mismos. Los viejos partidos tradicionales han quedado
totalmente desacreditados, no solamente en Venezuela sino en todo
el continente. Todos afuera, insignia que dominaba
en las rebeliones argentinas cinco años atrás, se
ha repetido en país tras país.
Los partidos e individuos que se identifican con la izquierda
han sido llevados al poder como manera de reestabilizar el dominio
capitalista. Esta tendencia surgió primero y de manera
más obvia en Brasil con el surgimiento del Partido Obrero
como instrumento político principal del gobierno burgués.
La clase gobernante brasileña tenía necesidad de
dicho movimiento bajo condiciones en que cada otro partido estaba
implicado en la dictadura y en la enorme corrupción y reacción
social que siguió después.
Entre los revisionistas pablistas, quienes jugaran un papel
tan crucial en la traición de los desarrollos revolucionarios
en Latinoamérica durante la década del 70, existe
una continuidad política muy definida con las posturas
de ese período, cuando se recibieron con los brazos abiertos
a los movimientos nacionalistas de izquierda, empezando con el
peronismo y el MNR en Bolivia, y luego el castrismo y el guerrillerismo.
En esa época, tal como ahora, rechazaron la necesidad de
un movimiento revolucionario consciente e independiente de la
clase obrera. Y ahora se han convertido en defensores e instrumentos
del estado capitalista.
Un caso que ejemplifica este punto es el grupo boliviano POR-Combate
y su reacción a la elección de Morales. Afiliado
al Secretariado Unificado pablista, recientemente lanzó
una declaración en la que lamenta el hecho que la Confederación
de Obreros Bolivianos (COB) había criticado a Morales y
que con cierta justificación había quedado escéptica
hacia las intenciones de Morales en cuanto su promesa de nacionalizar
los recursos naturales de Bolivia.
En resumen, la declaración puntualiza que a los reformistas,
revolucionarios, nacionalistas y socialistas es imperante analizar
y debatir entre sí y sobretodo el papel que el proletariado
debe jugar y las alianzas que puede establecer, y entonces hablar
de la estrategia para tomar el poder y construir el socialismo.
Todo lo demás, sigue la declaración, son errores
e irrelevancias. Añade que hoy las fuerzas del MAS y del
COB están desafortunadamente muy lejos de los objetivos
planteados por este documento y esa táctica.
Lamenta el fracaso del COB en integrarse totalmente al régimen
burgués nacionalista de Morales, quien recientemente se
inauguró luego de una gira mundial llevada para asegurarle
al capital extranjero que podía depender de su gobierno
para defender la propiedad privada y las ganancias. Su perspectiva
que los revolucionarios socialistas buscan la aprobación
de los reformistas nacionales, es decir, de los representantes
de la burguesía, en cuanto al papel que el proletariado
debe jugar y las alianzas que puede establecer es
una fórmula muy clara para subordinar a los obreros bolivianos
al capitalismo y abrirle paso a otra traición y derrota.
Aunque la influencia de los pablistas ha disminuido, esta postura
es un eco exacto de las grandes traiciones que esta tendencia
revisionista cometió en las décadas de los 60 y
los 70, desde Sri Lanka hasta Chile y Argentina, y nos recuerda
el viejo dicho que cuando la historia se repite, la primera vez
lo hace como tragedia y la segunda como farsa.
Entre los aduladores más desvergonzados del gobierno
de Chávez se encuentra Alan Woods, dirigente del grupo
centrista británico establecido por Ted Grant. En una reciente
declaración, en la cual responde a críticas que
lo acusan de relaciones oportunistas con el gobierno venezolano,
Woods escribe: Si los marxistas venezolanos no han de ser
condenados al aislamiento y a la impotencia, tienen que colaborar
para establecer lazos con el gobierno boliviano, para empujarlo
hacia la izquierda y tratar de ganarlo a la política y
al programa del marxismo.
Continúa con que Las masas en Venezuela siguen
a sus líderes en quienes tienen fe. Las ideas marxistas
todavía no las han convencido.
Este lenguaje repite casi palabra por palabra las justificaciones
de los dirigentes del Partido Socialista de los Trabajadores de
Estados Unidos (SWP) a principios de la década del 60 para
justificar su propia adaptación oportunista al castrismo.
Ese partido advirtió que oponer una perspectiva marxista,
basada en la independencia política de la clase obrera,
al castrismo corría el riesgo de aislar, sin esperanza
alguna, a todos los partidos de la Cuarta Internacional en Latinoamérica.
Esta perspectiva de idealizar el castrismo y el guevarismo
significó que toda lucha para establecer partidos revolucionarios
en la clase obrera tenía que abandonarse. Terminó
en la destrucción de los cuadros trotskistas y, por último,
en las derrotas catastróficas de la clase obrera latinoamericana.
Las perspectivas planteadas por estos pablistas de hoy día
en relación a Venezuela no difieren en nada.
El fracaso de esta perspectiva se detalla claramente en una
declaración del 2004 lanzada por el grupo de Grants-Wood.
Se titula, La revolución venezolana en peligro,
y representa la siguiente valoración de la situación
actual de la Venezuela de Chávez:
...el sistema de justicia todavía está
firmemente en manos de la reacción. Esto se mostró
evidentemente cuando la Corte Suprema de Justicia dictó
que no hubo ningún golpe de estado en abril. 2002, sino
un vacío de poder'...
La oligarquía venezolana y las empresas multinacionales
todavía tienen un control firme de los medios de prensa,
de las empresas privadas y del sistema bancario. Usan la propiedad
de estas palancas claves de la sociedad para sabotear la voluntad
de la mayoría y confabular otro golpe reaccionario...
Aunque muchos oficiales del ejército se fueron
del ejército cuando se declararon en rebelión, muchos
todavía están activos...y la estructura tradicional
burguesa del ejército se ha quedado, en gran parte, intacta...
Los ministerios y la maquinaria del estado por lo general
siguen llenos de reaccionarios que constantemente sabotean el
proceso revolucionario. Estas instituciones capitalistas tienen
que desaparecer y ser reemplazadas por la elección popular
de funcionarios públicos...
Esta declaración no solo detalla los peligros, sino
que también nos obliga a hacer la siguiente interrogante:
¿Cuál precisamente es el carácter de esta
revolución que ha dejado todas las palancas
principales del estado y de la economía en manos de sus
adversarios burgueses reaccionarios? Esta descripción de
la situación confirma, aunque de manera inconsciente, la
absoluta necesidad política de formar un partido revolucionario
de la clase obrera independiente del, y en oposición al,
gobierno de Chávez.
Y tenemos la situación en Brasil, donde el papel reaccionario
y oportunista de los pablistas es aún más abierto,
si es posible. El año pasado, el Secretariado Unificado
pablista lanzó una declaración titulada, Sobre
la situación brasileña, en la que trató
de hacer una hoja de balance de los dos primeros años de
del gobierno del Partido Obrero bajo su líder, el Presidente
Luis Inacio Lula da Silva.
La autocrítica incluye una admisión que el gobierno
del PO fielmente cumplió la política dictada por
el Fondo Monetario Internacional, la cual consistió de
agresiones contra las pensiones, los salarios y los derechos básicos
de los trabajadores brasileños a la vez que preparaba medidas
aún más reaccionarias, tales como la privatización
de las universidades estatales.
La orientación general del gobierno convierte
a los ministros izquierdistas en meras pólizas de seguro
o en rehenes de una política general que no son suyas,
dice la declaración. Estos dos años de experiencia
muestran claramente que el establecimiento de un bloque sociopolítico
obrero, anti neoliberal y anti capitalista, es contradictorio
a un apoyo al, y a una participación en el, gobierno actual.
Los pablistas se ven cara a cara con un hecho desagradable:
su dirigente principal en Brasil, Miguel Rossetto, precisamente
juega semejante papel de póliza de seguro y
rehén de la política derechista del
gobierno de Lula al seguir sirviendo en su capacidad como ministro
de la reforma agraria. Aunque ahora afirma que tenía sus
dudas acerca de la integración de Rossetto en el gobierno,
la dirigencia pablista sostiene que había evitado
plantear el tema de la participación en el gobierno de
Lula en términos dogmáticos.
Pero si ahora ha decidido anunciar sus escrúpulos es
porque el programa reaccionario y la flagrante corrupción
del gobierno de Lula ha conducido no solo al descontento de grandes
sectores de la clase obrera brasileña, sino también
de las tendencias pequeño-burguesas radicales revisionistas
dentro de las cuales los pablistas maniobran. Militantes dirigentes
de su propia sección en Brasil han sido expulsados del
PT y se han integrado a esfuerzos para formar otro partido electoral
de centro izquierda el PSOL, Partido del Socialismo y la
Libertad - que sirva de parachoques entre la clase obrera y el
gobierno del PT.
Enfrentándose a una situación en la que la facción
principal de su grupo brasileño permanece en un gobierno
que ha expulsado del partido gobernante a militantes de la organización,
quienes a su vez han decidido abogar por la creación de
un nuevo partido en oposición a este gobierno, el consejo
del Secretariado Unificado es vivir y dejar vivir.
Declara que su intención es promover el diálogo
entre los expulsadores y los expul dados.
A sus propios militantes brasileños ahora organizados
en oposición unos a otros, los pablistas aconsejan lo siguiente:
...aún si hoy día se encuentran involucrados
en diferentes alternativas y dinámicas, deberían
hacer el esfuerzo de no quemar las naves y mantener las opciones
del futuro abiertas.
No quemar las naves y mantener las opciones
abiertas: no puede haber una elaboración de la perspectiva
esencial del oportunismo más ordinaria.
El hecho que la burguesía en Latinoamérica tiene
que depender de semejantes elementos previamente relacionados
con el trotskismo para defender su dominio tiene un significado
histórico inmenso. Están siendo reclutados para
servir en los regímenes en existencia como parte de los
esfuerzos de la burguesía para contener la explosión
de la lucha de clases.
Lo que el Comité Internacional de la Cuarta Internacional
y el World Socialist Web Site hagan en esta situación
es decisivo. Evidentemente, las oportunidades que se presentan
para el establecimiento del CICI en Latinoamérica son enormes,
y debemos desarrollar la labor del WSWS de acuerdo.
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