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Acusan a la Ford motor Company de ser cómplice en la
"guerra sucia" de Argentina
Por Bill Van Auken
28 Febrero 2006
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el autor
Este artículo fue publicado en nuestro sitio por
primera vez, en su inglés original, el 25 de febrero, 2006.
La Ford motor Company ha sido acusada ante un tribunal argentino
de haber participado directamente en la detención ilícita,
la tortura, y las "desapariciones" de sus propios trabajadores
bajo la dictadura que gobernó al país sudamericano
del 1976 al 1983.
La fabricante automovilística estadounidense fue demandada
ante dos tribunalespenal y civilpor haber llevado
a cabo un "terrorismo de empresa" bajo el régimen
militar con el objetivo de reprimir la militancia de los obreros
en sus fábricas de producción en la Argentina.
Pedro Noberto Troiani, querellante principal del caso, había
sido delegado sindical en la planta de la fábrica en General
Pacheco, en las afueras de Buenos Aires, en 1976, cuando los militares
argentinos tomaron el poder en un golpe de estado respaldado por
Estados Unidos. Troiani ha entablado su pleito en nombre de más
de dos docenas de militantes pertenecientes al comité dirigente
del sindicato y de otros trabajadores que fueron arrestados por
fuerzas de seguridad a punta de pistola. Muchos fueron detenidos
mientras trabajaban en las líneas de montaje. Otros fueron
arrestados mientras se encontraban en sus hogares.
"Algunos fuimos secuestrados por las fuerzas de seguridad
en el interior de la fábrica y trasladados a un precario
centro clandestino de detención ubicado en la zona del
campo de deportes de la fábrica", recuerda Troiani,
quien actualmente tiene 64 años de edad. "Allí
nos encapucharon, nos golpearon, sufrimos simulacros de fusilamiento
y fuimos sometidos a torturas", dijo, inclusive con una picana
eléctrica
El caso, que se iniciara tres años atrás, ha
reunido pruebas instrumentales y testimonios que establecen que
la gerencia de la Ford colaboró íntimamente con
la dictadura para identificar a los militantes y ofrecer ayuda
directa para raptar y torturarlos.
El abogado Tomás Ojea Quintana expresó que luego
de haber examinado todo el material, habían llegado a la
conclusión que la empresa quería "sacarse de
encima a los delegados que molestaban".
Testigos han testificado que la oficina del personal de la
empresa había entregado a los raptores fichas detalladas
de ellos, y los rapotores usaron tarjetas de identificación
con fotografías para señalarlos. En varios casos,
personal militar rodeó a los trabajadores y los obligó
a desfilar por la fábrica para intimidar al resto de la
fuerza laboral.
Aproximadamente 5,000 obreros trabajaban en la fábrica
en ese entonces. Uno de los vehículos principales que producían
era el Ford Falcon, que se convirtió en el infame
auto preferido de las llamadas "fuerzas de destacamento"
que se emplearon para detener aquellos que los militares consideraban
enemigos. Casi 30,000 "desaparecieron" bajo la dictadura.
La demanda también acusa a la Ford de haber brindado
lugar para establecer el centro clandestino de detenciones y donado
vehículos a los militares para único propósito
de detener a sus propios empleados.
La acción juridica busca lograr el arresto de cuatro
ex funcionarios de la Ford, inclusive el ex director de la empresa
en Argentina, Nicolás Enrique Courad, ciudadano chileno,
así como también a un oficial militar ya jubilado.
También exige que a la fábrica se le coloque en
una lista official de centros de detención y tortura que
funcionaban bajo la dictadura.
Según la demanda, "la empresa Ford urdió
y ejecutó un plan preciso y concreto para deshacerse en
forma violenta de la actividad gremial y sindical con el objetivo
de crear un Terrorismo de Empresa que le permitiera reducir personal
indicriminadamente y sin mayores costos, acelerar sin problemas
las líneas de producción...[e] ignorar las insalubres
condiciones de tabajo".
El licenciado Ojea Urquiza agregó que las acciones de
la Ford habían convertido a la empresa en otro engranaje
de la maquinaria del terrorismo estatal.
El caso cita como precedente la convicción de Friedrich
Flick en los juicios de Nuremberg por crímenes de guerra.
Éste fue el magnate del acero alemán que obtuvo
enormes ganancias de la explotación de 48,000 labradores
esclavizados en los campos de concentración establecidos
por los Nazis.
Además del caso penal, también se ha entablado
un caso civil contra la Ford Motor Companyla casa matriz
estadounidense y su filial argentinaque demanda indemnización
para los trabajadores sobrevivientes que fueron torturados en
la fábrica de la empresa en General Pacheco.
La acción contra la Ford por los trabajadores de ninguna
manera es única. Antes y después del golpe de estado
de marzo, 1976, escuadrones de la muerte clandestinos y fuerzas
de seguridad detuvieron a trabajadores por todo el país,
a menudo con la colaboración de los dirigentes peronistas
derechistas. De los 30,000 que "desaparecieron" más
del 66% fueron obreros.
El sindicato de trabajadores de la industria automovilística
argentina, SMATA, que representaba a los trabajadores de la Ford,
en 1975 hizo un llamado al Ministerio de Justicia para que interviniera
en la fábrica de la Mercedes Benz en un suburbio de Buenos
Aires con el fin de desbaratar una commisión de obreros
que allí funcionaba; la burocracia que gobernaba al sindicato
había tildado al grupo de "provocadores aliados con
la sedición".
Luego del golpe, 16 trabajadores militantes fueron raptados
de la fábrica de la Mercedes Benz o de sus hogares y "desaparecieron".
Sólo dos fueron encontrados y se presume que el resto fue
fusilado.
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