WSWS
: Español
Los diarios de motocicleta
Cuando más pudo haber sido más
Por Ramón Valle
26 Enero 2005
Utilice
esta versión para imprimir | Envíe
esta conexión por el email | Email
el autor
La versión original en inglés de esta crítica
apareció originalmente en nuestro sitio el 14 de enero
del presente.
Los diarios de motocicleta, cinta de la cual Robert Redford
es productor ejecutivo, se basa en el famoso libro del mismo título,
escrito por Ernesto "Che" Guevara de la Serna (originalmente
llamado Notas de viaje), y en el libro de Alberto Granado, Viajes
con Che Guevara. Es una película en la que los personajes
atraviesan por ciertas experiencias y maduran como seres humanos.
Debemos considerar lo afirmativo y lo negativo de la película.
El director de la película, el brasileño Walter
Salles, conocido principalmente en Estados Unidos por su conmovedora
Estación Central, fue postulado el año pasado en
el Festival de Cannes, donde Los diarios de motocicleta ganó
dos premios: el del Jurado Ecuménico y el Français
Chalais. También ganó merecidamente el Gran Premio
Técnico para el director de cinematografía, Eric
Gautier. La cinta también fue galardonada con el Premio
del Público en el Festival de Cine de San Sebastián.
El director extiende sus simpatías más allá
de los dos protagonistas principales de la película, Guevara
y Granado: a las masas de argentinos, chilenos y peruanos que
aparecen en la película. No se puede negar que Salles representa
a los pobres que forman el ambiente que eventualmente transforman
políticamente a Che y a Granado, jóvenes ensimismados
que adquieren conciencia social. Pero casi siempre los pinta como
abstracciones pasivas de la opresión. Aún así,
Salles nunca recurre al melodrama y les da una nobleza que humaniza
sus luchas e historias.
Salles merece elogios por tratar de captar con simpatía
y poesía la vida cuotidiana de los trabajadores pobres.
A pesar de su nebulosa orientación política, nos
recuerda que las circunstancias de los oprimidos que Che y Granado
encontraron hace medio sigle no han cambiado mucho.
El director brasileño aparentemente se esforzó
en filmar la película en lugares reales de Suramérica,
lo cual es una dicha para el espectador, quien ve las maravillas
naturales, los pueblos y las ciudades que los propios Che y Granado
vieron: las Pampas y la Región Patagónica de Argentina;
los esplendores de los andes chilenos; el Machu Picchu despampanante
y parte de la Amazonía del Perú, incluyendo en el
camino a muchos pueblitos y regiones. Salles los usa como telón
para la fuerzas sociales que eventualmente han de radicalizar
al Che y a Granados, ambos intelectuales argentinos, a medida
que viajan por los Andes en "La Poderosa", una motocicleta
destartalada. Vemos lo que ellos ven, con el resultado que podemos
entender por qué dos jóvenes, sedientos de aventura,
se enamoraron de este inmenso continente y sus esplendores naturales.
También, debido a que los lugares en que la película
se filmó son tan auténticos, las nacionalidades
de habla hispana que la pueblan hablan con los acentos correctos,
lo cual ghacele brinda mayor realidad a la cinta.
Y finalmente tenemos que quedar agradecidos a Eric Gautier
por su fotografía. Es verdaderamente magnífica.
Capta el tiempo, el espacio y la majestad, a veces inhóspita
y austera, de los panoramas. El hermoso esplendor de Machu Picchu
no sólo inspira al Che y a Granado; nos inspira a nosotros
los espectadores también.
Pero las mejores intenciones del director y su dominio de otros
aspectos técnicos de la realización, por sí
solos, no bastan para garantizar el éxito artístico.
Para que el trama de una cinta nos fascine, sus personajes tienen
que intrigarnos. Y puesto que el tema principal trata de ciertos
aspectos de la vida de Che Guevara, esta cualidad es absolutamente
indispensable. El espectador tiene el derecho a exigir por lo
menos un punto de vista sociopolítico coherente y serio.
Dada la historia, la personalidad y la política del
Che, uno se queda, al final de la película con la siguiente
interrogante: ¿Eso fue todo? ¿Es Los diarios de
motocicleta, como lo ha expresado Salles en otros lugares, esencialmente
"la historia de dos jóvenes que se van en un viaje
de aventura por un continente desconocido que no sólo llegan
a descubrir, sino que les permite a descubrirse a sí mismos"?
¿Es en realidad "una película acerca de las
alternativas emocionales y políticas que la vida nos interpone"
y de "la amistad" y "la solidaridad"? Y por
fin, ¿es la cinta verdaderamente "acerca de uno encontrar
su lugar en el mundo...acerca de un joven, Che, que se enamora
de un continente y encuentra su destino en él"?
La verdad es que el libro de Che en que la cinta se basa parcialmente
es mucho más político de lo que la película
nos da a entender. Claro, nos estamos refiriendo al comienzo de
la década de los 50. En esa época, Che era joven
y su política todavía no había definido su
política, pero tampoco era el inocente que Gael García
Bernal pinta con languidez infinita. Bernal es un excelente actor,
pero en este caso ha decidido desempeñar el papel del Che
como si fuera casi un sonámbulo; le roba a la cinta casi
toda pasión. Durante toda la película permanece
insulso, vacilante: un santo cuyos gestos y miradas anuncian su
crucifixión. Che no era torpe, ni tímido, ni humilde.
Y tampoco era el inocentón político que tan pasivamente
trata de absorber y comprender las horribles circunstancias sociales
con que se topa.
Al contrario; ya para el 1952, cuando ya había cumplido
los 23 años de edad y antes de partir de Argentina en 1952
en su viaje de motocicleta con Granado, Che era ya un intelectual.
Le faltaban tres meses para graduarse en medicina. Tenía
un buen conocimiento de la literatura y la poesía latinoamericanas,
y de la de Estados Unidos. Ya había leído las obras
de Ghandi y el ensayo histórico de Marx, El decimoctavo
brummaire de Luis Bonaparte. Como muchos de sus paisanos de la
época, había caído bajo la influencia del
anarquismo y perdido toda la confianza en los partidos políticos.
Según su biógrafo, Jon lee Anderson, Ernesto
Guevara de la Serna (todavía no se había convertido
en "Che") fue, según cuenta todos los que lo
conocieron, un "joven impetuoso durante toda su juventud"
y un "extroverto muy bien parecido". Tan incontrovertible
es este hecho que uno no más tiene que fijarse en las fotografías
del joven que aparece en el libro de Anderson: caminando sobre
una cañería suspendida sobre un abismo; jugando
con sus amigos y amigas; sonriendo maliciosamente mientras se
para ante un cadáver disecado de la escuela de medicina;
gozando mientras monta carros con sus amigos; haciéndose
el payaso; montando bicicleta sin agarrarse del manubrio; nadando
y haciendo muecas con su barra [grupo de amigos del barrio]; y
jugando con planeadores. La novia de esos tiempos ha declarado
que lo que a ella le atraía del Che era su
"carácter juguetón y nada afectado".
Todos los informes indican que se vestí con poco cuidado
y que era muy informal.
La película no capta este aspecto de la personalidad
del Che, cosa que aparece a lo largo del libro. Además
adopta, a medida que va pasando de país en país,
un ritmo tentativo, episódico, carente de drama y demasiado
largo. Cuando al final parece que va a ir viento en popa ya es
demasiado tarde.
Uno se queda con la impresión perdurable que película
ha disipado toda la energía. Afortunadamente, nos queda
la actuación del actor argentino Rodrigo de la Serna [aparentemente
un pariente lejano del Che]: escandaloso, alborotoso, irreverente,
lleno de energía y pasión. Es decir, la contraparte
perfecta al santo hiper susceptible y sensible de García
Bernal.
La política de la película
Hay que admitir Salles ha sido serio en sus esfuerzos, pero
tenemos que criticarle.
En Los diarios de motocicleta, Che y Granado se dan cuenta
de la pobreza y la opresión. Reaccionan con varios niveles
de repugnancia. Ayudan a los oprimidos.
Cuando dos minerosuna pareja casadacuentan su historia
acerca de como se fugaron de la policía debido a sus actividades
comunistas, Che y Granado permanecen impávidos, casi como
si hubieran entrado en shock. Pero no aprendemos nada de los detalles
de sus luchas o por qué fueron perseguidos. No nos conmueven
porque, como todos los oprimidos que por lo general aparecen en
la cinta, no dejan de ser abstracciones. Su historia sólo
funciona para provocar la reacción de sus oyentes.
Una reseña histórica nos enseña que la
clase gobernante de todos esos países le había declarado
la guerra a su su propia clase obrera durante la tumultuosa década
del 50. La dictadura de Perón en Argentina bestialmente
había aplastado al movimiento estudiantil, sobretodo en
la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, donde
el Che estudiaba. El peronismo había comenzado a perder
el apoyo de la clase obrera y cada vez més se viraba hacia
métodos policiales de represión. En Chile, el presidente,
bajo órdenes de Estados Unidos, había proscrito
al Partido Comunista (que había ayudado a elegirlo) y lanzado
toda una serie de medidas represivas contra la clase obrera, entre
ellas la proscripción de los sindicatos obreros. El gobierno
de Perú había obligado a los socialdemócratas
del APRA, dirigido por Haya de la Torre, a la clandestinidad.
Y en Colombia, una sangrienta guerra civil llegaba a su cuarto
año. Había huelgas y manifestaciones por todas partes.
Pero la película no menciona nada de esto. Es casi como
si Salles añorara una época más simple y
más noble cuando la política de la inocente juventud
y un vago deseo por la justicia social todavía no habían
sido embarradas por la fealdad de la lucha de clases y todas las
complejidades políticas que ésta produce. Che por
lo menosy aquí hay que darle créditose
refiere varias veces en su libro a estas luchas políticas
que se desplegaban en los países que él y Granado
visitaban.
Salles ha pintado al personaje del Che como si fuera un joven
casi beatífico, solemne y formal. Esto le tiende al director
una trampa: la de un humanismo soso que no le permite analizar
profundamente cuestiones sociales o psicológicas, y menos
la política del Che.
Entre los actores, directores y otras profesiones del mundo
teatral, sobretodo en el cine, existe un cliché que nunca
muere: mientras menos hagas, más harás. Es decir,
mientras más sutiles los gestos y expresión emocional,
más creíble y mejor la actuación. Pero como
todo enfoque formulista hacia el arte, sobretodo cuando se refiere
a la pantalla y al teatro, esto es verdad sólo en esos
momentos en que la exageración fantoche reina. Y con esta
película nos habría gustado que el director no hubiera
dirigido a sus actores a ser tan sutiles; que hubiera roto más
moldes, creado circunstancias más transcendentales, forjado
a la película con mayor energía. Es un caso donde
mientras menos se hace realmente resulta en menos y más
quizás habría resultado en algo mejor.
Un análisis serio de una película acerca de figura
política tan importante como el Che Guevara no puede quedarse
sólo en la estética. La cinta, debido a la propia
naturaleza de su tema, es política. Por lo que debemos
regresar, una vez más a la cuestión de suma importancia:
la filosofía y la transformación política
del Che. Al final de la película, ¿qué es
exactamente lo que atraviesa por las mentes del Che y Granado?
¿Cuáles son las lecciones que han aprendido? ¿De
qué manera específica han cambiado?
El director no contesta. Salles parece quedar satisfecho con
saber que los espectadores de hoy día bien conocen la historia
y el trágico destino del Che: primero como co líder
de Fidel Castro en la Revolución Cubana de 1959; y segundo,
pero igualmente importante, su asesinato, sólo ocho años
después, en las montañas de Bolivia a manos de los
militares del país en alianza con la CIA.
Salle sólo nos muestra una sola escena prolongada: una
fiesta de cumpleaños en honor al Che, con los empleados
y pacientes del leprosario. El Che hace un discurso donde describe
su sus nuevas ideas panamericanas. Las palabras, arrancadas del
libro del Che, dicen en parte:
"... creemos, y después de este viaje más
firmemente que antes, que la división de América
en nacionalidades inciertas e ilusorias es completamente ficticia.
Constituimos una sola raza mestiza que desde México hasta
el estrecho de Magallanes presenta notables similitudes etnográficas.
Por eso, tratando de quitarme toda carga de provincialismo exiguo,
brindo por Perú y por América Unida."
El Che nunca abandona esa perspectiva, no obstante cuantas
veces se haya referido al Marxismo y al proletariado.
Vale analizar otra sección del último párrafo
del libro del Che:
"... yo, el ecléctico disector de doctrinas y psicoanalista
de dogmas, aullando como poseído, asaltaré las barricadas
o trincheras, teñiré en sangre mi arma y, loco de
furia, degollaré a cuanto vencido caiga entre mis manos.
Y veo, como si un cansancio enorme derribara mi reciente exaltación,
como caigo inmolado en la auténtica revolución estandarizadora
de voluntades, pronunciando el mea culpa' ejemplarizante."
Cabe plantear por qué no incluye Salles ese pasaje en
su película, aunque sólo fuera como narración.
Son dos oraciones que revelan el camino que el Che sequirá
pero que no concuerdan con la imagen que la cinta sugiere: un
sacrificado santo.
Al contrario, esas oraciones revelan una auto imagen mesiánica,
digna de Nietzsche. Revelan también un Che pasionario.
Más importante, indican que, aún a esta temprana
edad, aparecía la incipiente megalomanía del Che,
un caudillo en formación. Así se asoma una orientación
política, hacia la guerrilla y la acción individual,
una actitud que es la antítesis del marxismo y que tendría
consecuencias trágicas para la clase obrera latinoamericana
durante las décadas de 1960 y 1970.
Los diarios de motocicleta cumple una función objetiva,
cualquiera sea la intención de sus creadores. Es un aspecto
de un nuevo énfasis en torno a la figura del Che (también
se está preparando una nueva película sobre la vida
del Che, con Benicio del Toro.)
Es sintomático que la parte más interesante de
Los diarios de motocicleta ocurre cuando el Che declara su perspectiva
pan latinoamericana, el origen de su enfoque pequeño burgués.
Aquí no se trata sólo del punto de vista personal
de Salle sino de una ola política que invade a la América
Latina. En Brasil, Argentina y recientemente en Uruguay figuras
políticas que en su juventud emulaban al Che, uniéndose
a los Montoneros o a los Tupamaros, hoy en día pertenecen
a los gabinetes de gobiernos burgueses donde representan los intereses
capitalistas.
En este momento histórico en que millones de jóvenes
de los países capitalistas avanzados, bajo la influencia
de nobles ideales, participan en luchas políticas mundiales
en pos de un mundo mejor, ni el Che, quien miraba con despreció
y con desdén a los habitantes de esas naciones, ni Los
diarios de motocicleta, les pueden decir nada, no obstante las
intenciones y la simpatía que siente la película
haccia las capas sociales más oprimidas. Por el contrario,
Salles cultiva un mito que nubla el entendimiento de las derrotas
del pasado, abrazando de esa manera a los ex radicales que ahora
representan los intereses del las clases gobernantes latinoamericanas.
Salles beatifica a ese Che cuyo martirio conocemos bien, cosa
que hace venir a la memoria la definición que Ambrose Bierce
le dio a los mártires: aquellos que "siguen el sendero
de menos resistencia hacia a una muerte anhelada."
Es el camino que la clase obrera latinoamericana e internacional
debe rechazar.
Regresar a la parte superior de la página
Copyright 1998-2012
World Socialist Web Site
All rights reserved |