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Bush guarda silencio mientras conocido terrorista busca asilo en Estados Unidos

Por Bill Van Auken
21 Abril 2005

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Este artículo apareció en nuestro sitio originalmente en inglés el 14 de abril, 2005.

"Quién ampara a terroristas también es terrorista".

Estas palabras las pronunció el Presidente George W. Bush para justificar la invasión de Afganistán hace tres años y lanzar la campaña militar internacional conocida como "la guerra mundial contra el terrorismo".

Pero la verdad es que el gobierno de Bush actualmente protege a un famoso terrorista, quien la justicia desea arrestar por bombardear a un avión civil cubano en medio vuelo, perpetrar asesinatos, y llevar a cabo otros ataques letales contra centros civiles.

El terrorista en cuestión es Luis Posadas Carriles, exilado cubano entrenado por la CIA, quien sigilosamente se coló por la frontera entre México y Estados Unidos, y se pasó a este último para obtener asilo político.

Posadas entró a Estados Inidos ilegalmente, pero eso no quiere decir que su presencia en el país sea un secreto. Sus partidarios en los ámbitos de exilados anti castristas de extrema derecha en el distrito de Little Havana en Miami ya han lanzado una campaña para recaudar fondos en su nombre. El abogado que lo representa se presentó el miércoles ante una conferencia de prensa para anunciar formalmente la petición de asilo.

El gobierno de Bush, ante las exigencias de los gobiernos de Cuba y Venezuela para que Posada Carriles sea extradicto a esos países, donde se le imputarán cargos de terrorismo internacional y asesinatos, se ha quedado totalmente mudo. No ha hecho la menor movida para detener al terrorista. Más bien le ha ofrecido protección en toda la extensión de la palabra. Aparentemente Posadas Carriles ha pasado las últimas dos semanas negociando su status con funcionarios de Inmigración de Estados Unidos y el Ministerio para la Seguridad de la Patria.

El presidente cubano, Fidel Castro, anunció el lunes que su gobierno ha exigido el arresto de Posada Carriles y su extradición a Cuba, donde se le enjuiciará por haber perpetrado actos terroristas. El líder cubano pronunció un discurso bastante severo en que criticó rotundamente al gobierno de Bush de ser "hipócrita" y comparó a Posadas Carriles a Osama bin Laden.

El presidente cubano se dirigió a un público que incluía a los sobrevivientes y parientes de las víctimas de toda una serie de agresiones terroristas, respaldadas por Estados Unidos, que se iniciaron a principios de la década de los 60, inclusive el bombardeo del avión en 1976. Presente también se encontraba el padre de Fabio Di Selmo, joven turista italiano muerto en la ola de bombardeos de hoteles y otras zonas turísticas organizada por Posadas Carriles en la Habana durante 1997.

"Escuche bien, señor Bush," declaró Castro, "aquí están las víctimas de los crímenes y de los actos terroristas cometidos contra nuestro pueblo durante decenas de años. Es en nombre de ellos que pronuncio estas palabras."

Venezuela todavía considera a Posadas fugitivo de la justicia luego de escaparse de la cárcel, donde servía una condena de 25 años por haber organizado, en 1976, el bombardeo terrorista de un avión civil cubano que volaba de las Bermudas a Venezuela. Todos los pasajeros, 73 en total, murieron. En una conferencia ante la prensa, el Vice Presidente José Vicente Rangel intensificó sus exigencias de extradición: "También le vamos a pedir y ojalá que el señor Bush sea consecuente con su planteamiento antiterrorista y entregue a Posada Carriles"

Al pedir asilo político para su cliente, el abogado del terrorista declaró que intenta argüir que Posadas Carriles será víctima de la persecución política si regresa a Cuba. Agregó que cometió sus crímenes en colaboración "directa e indirecta" con la CIA.

Posadas Carriles ha participado en actos terroristas durante cuatro décadas. Luego de exilarse para oponerse a la Revolución Cubana de 1959, la CIA lo capacitó en el uso de explosivos en preparaciones para la desastrosa invasión de la Bahía de Cochinos de Cuba en 1961. Luego recibió entrenameinto militar en la escuela para (candidatos) oficiales del ejército de Estados Unidos.

Fue implicado en el asesinato, en Washington, D.C., del ex ministro del gobierno chileno, Orlando Letelier, destacado oponente de la dictadura de Pinochet. Letelier murió junto con su colega norteamericana, Roni Moffit, luego que estallara una bomba debajo del vehículo en que iban. Al mismo tiempo, la policía venezolana descubría mapas y evidencia adicional en el hogar de Posadas Carriles que lo vinculaban a estos asesinatos terroristas.

Después de escaparse de la cárcel venezolana en 1985, arribó en el El Salvador, donde jugó un papel clave en las actividades que el gobierno de Reagan había organizado para financiar y armar a los terroristas Contra que atacaban a Nicaragua.

En 1998, Posadas Carriles admitió al New York Times que el año anterior él había sido responsable por organizar toda una serie de bombardeos contra hoteles, tiendas y centros civiles de Cuba. Añadió que había empleado a mercenarios centroamericanos para llevar a cabo estas sucias actividades. Los bombardeos dejaron un muerto y a 11 heridos.

Posadas Carriles dijo en ese momento que sus actividades terroristas habían sido financiadas por la Fundación Nacional Cubano-Americana, poderoso grupo de exilados que los Demócratas y los Republicanos han agasajado y obsequiado con fondos del gobierno.

Posadas Carriles es culpable de haber tratado de asesinar a Fidel Castro varias veces. El atentado más reciente fue descubierto en el 2000 por el servicio de espionaje cubano en Panamá, donde dirigiera un complot para bombardear el lugar en que Castro pronunciaba un discurso ante una reunión cumbre iberoamericana.

Fue arrestado junto con otros tres exilados cubanos. Uno de sus cómplices conspiracionales fue Guillermo Novo, quien, luego de ser enjuiciado y encontrado culpable de participar en del atentado contra Letelier en 1976, fue puesto en libertad debido a una tecnicalidad procesal. Los otros dos fueron implicados en los asesinatos de diplomáticos cubanos, además de otros, que los grupos terroristas anti castristas habían puesto en sus miras.

A pesar de la evidencia preponderante de que los cuatro tenían la intención de bombardear una sala de cátedras llena de gente, el gobierno derechista de Panamá los enjuició bajo cargos menores. En agosto, 2004, sólo días antes de ceder las riendas del poder, la presidente panameña, Mireya Moscoso, los perdonó bajo presión de Estados Unidos y a cambio de $4 millones que grupos de exilados cubanos en Miami le habían ofrecido.

El momento del perdón no pudo haber sido más propicio: la noche antes de una gran manifestación a favor de la campaña presidencial de George Bush en Miami, donde el presidente Republicano rehusó condenar la puesta en libertad de los cuatro terroristas culpables.

Los tres compinches de Posadas Carriles eran todos ciudadanos de Estados Unidos. Se les permitió regresar a Estados Unidos sin que se les hiciera la menor interrogación. Más bien fueron recibidos como héroes por los grupos exilados derechistas. Aunque Posadas Carriles no es ciudadano, la embajada de Estados Unidos le facilitó un pasaporte norteamericano falso que le permitió atravesar Honduras y El Salvador, donde aparentemente tenía poderosos guardianes.

No hay razón alguna para creer que Posadas Carriles habría regresado a Estados Unidos sin una señal de funcionarios importantes del gobierno: que tenían toda intención de protegerlo y continuar apoyando las actividades terroristas que ha dirigido durante cuatro décadas.

Si el gobierno cubano adoptara una política similar a la del gobierno de Bush para entablar su llamada guerra mundial contra el terrosismo, tendría derecho a enviar fuerzas especiales a Miami para secuestrar o asesinar a Posadas Carriles, o hasta lanzar un ataque militar contra Washington.

Que semejante posibilidad parezca remota sólo pone en relieve el fraude de la guerra de Estados Unidos contra el terrorismo. Mientras usa la presunta amenaza del terrorismo como pretexto para agredir militarmente al mundo y alarmar al pueblo estadounidense para que acepte bovinamente la guerra y la reacción, el gobierno de Estados Unidos sigue como el peor fomentador del terrorismo estatal.

Ahí la razón por la cual un asesino como Posadas Carriles se siente seguro al llegar del frío.

 



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