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La decadencia histórica del imperialismo estadounidense
y las posibilidades del socialismo
Primera Parte
Por Nick Beams
1 Abril 2005
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el autor
Durante el fin de semana del 29 al 30 de enero, el Partido
Socialista por la Igualdad de Australia celebró una conferencia
de su militancia. Abajo publicamos la primera parte del discurso
de apertura pronunciado por Nick Beams, Secretario Nacional e
integrante del Comité de Redacción del World
Socialist Web Site. Abajo aparece la versión en castellano
de la primera parte. Tambien serán publicadas en castellano
las tres otras que quedan.
Las cuatro partes de la versión original en inglés
del discurso aparecieron en sucesión en nuestro sitio del
1ro. al 4 de febrero, 2005.
Como tan a menudo suele suceder con los desastres naturales,
la devastación que el tsunami del 26 de diciembre ha causado
a millones de gente en Asia ha puesto en relieve varios de los
procesos y las características estructurales esenciales
al orden social actual.
Aunque las causas del tsunami se arraigan en el movimiento
de planchas tectónicas en el interior profundo de la tierra,
los resultados fueron consecuencia de procesos sociales que actúan
en el mismo eje de la economía capitalista mundial.
Ha quedado claro que la cantidad de muertes causada por el
tsunamique ahora se calcula llegan a aproximadamente un
cuarto de millón, una de las peores pérdidas de
vidas debido a desastres naturalesfue consecuencia directa
de una enorme pobreza. La región en sí no tenía
ningún sistema de alarma para tsunamis, y millones de gente
quedaron vulnerables debido a las circunstancias de sus vidas.
No fue la mala suerte del destino que engendró esta pobreza,
sino los procesos económicos vitales al funcionamiento
del capitalismo global.
Esencialmente, el modo de producción capitalista consiste
de la acumulación infinita de la plusvalía, cuya
fuente es la mano de obra viva de la clase obrera. Durante el
último cuarto de siglo, el proceso de la acumulación
del capital ha atravesado por varios cambios. La extracción
de la plusvalía ahora toma lugar a través de un
complejo sistema de producción globalizada que depende
sobretodo del acceso a una mano de obra cada vez más barata.
Luego del tsunami, notamos que en muchas partes, a pesar de
la destrucción y el sufrimiento humano, las bolsas de valores
por todo el mundo, incluso en las regiones afectadas, apenas perdieron
su ritmo. Esto significa que para la propiedad y las fortunas
capitalistas, la increíble pérdida de vida no fue
de gran importancia. Pero eso no quiere decir que las poblaciones
empobrecidas del Sur de Asia no juegan ningún papel en
cuanto al proceso de la acumulación. El hecho es que juegan
un papel primordial, pues representan un enorme ejército
de reservas mano de obra que continuamente ejercen una enorme
presión para mantener los sueldos bajos, de modo que así
sostienen la tasa de ganancias. No deberíamos menospreciar
este fenómeno. Desde 1960, la riqueza del mundo se ha octuplicado,
pero la mitad de la población mundial vive con menos de
$2 al día; y un cuarto con menos de $1.
Otra cifra importante de la economía mundial es la importancia
más refinada del capital finciero. La salida de enormes
cantidades de dinero, en forma de deuda e interés, de los
países más empobrecidos juega un papel bastante
significante en el proceso de acumulación. La época
cuando los países capitalistas desarrollados se valían
de la ayuda económica a estos países para conquistar
el llamado subdesarrollo hace tiempo que pasó a la historia.
El punto de transición fue la crisis de la deuda mexicana
del 1982, luego de la cual el Fondo Monetario Internacional, en
nombre de los bancos principales mundiales, comenzó a imponer
programas de "ajustes estructurales" a los países
más pobres. Desde esa crisis de la deuda en el 1982, se
calcula que los países más pobres le entregaron
un total de aprosimadamente $3,450 billones a las naciones más
ricas. Eso equivale a 43 Planes Marshalls. En 1999, el llamado
Tercer Mundo pagó deudas que llegan a $300 billones, o
sea, cuatro veces la ayuda ofrecida por el Plan Marshall a precios
de hoy.
Las estadísticas más recientes del Banco Mundial
muestran que cinco de los países afectados por el tsunami
deben más de $300 billones en deuda externa, con pagos
anuales de $32 billones, lo cual es muchas veces más que
la ayuda prometida. En todo el mundo los países endeudados
pagan más de $230 billones a los países más
ricos. Según la organización británica de
asistencia, Oxfam, los países más pobres pagan $100
millones diarios para saldar sus deudas. India podría ofrecerle
a 18 millones de sus habitantes agua potable de emergencia con
el dinero que paga en un día para saldar su deuda. En 2002,
Tailandia, Sri Lanka y la India juntos pagaron $50 billones de
deuda. En Indonesia durante el 2004, los pagos para saldar su
deuda fueron diez veces mayores que los gastos de salud y 33 veces
mayores que los gastos para la vivienda.
Para Indonesia, el impacto del tsunami se ha exarbedabo con
el impacto del tsunami económico que devastó al
país durante 1997-1998. La deuda pública ha aumentado
más del 200% desde esa crisis y ahora se calcual en $130
billones, más o menos equivalente
Al 90% del Producto Interno Bruto (PIB) La deuda externa total
es $143 billones y los pagos de esa deuda se comen aproximadamente
el 50% de los ingresos estatales. Los gastos para los servicios
sociales han disminuído un 40% en términos reales
desde 1995-1996, y se calcula que la cantidad de gente que vive
bajo el margen de la pobreza ha aumentado del 11% de la población
en 1997 a aproximadamente el 50% hoy día. Desde 1997-1998,
más de 100 millones de gente han sido reducidos a la pobreza.
Se calcula que 39 millones han perdido sus empleos.
Una de las estadísticas más sobresalientes es
el cálculo que la Organización de las Naciones Unidas
ha hecho: se necesitarían solo $80 billones al año
para garantizarle a toda persona del globo terráqueo los
servicios sociales, inclusive el agua potable, la vivienda, alimentos
adecuados, la educación primaria, y el cuidado de la salud.
Esta cifra es una pequeñísima fracción del
presupuesto militar de Estados Unidos. Equivale a los fondos adicionales
que el gobierno de Bush actualmente busca del Congreso para continuar
la ocupación de Irak.
El impacto del tsunami no sólo ha enfocado ciertos procesos
económicos; también ha servido para poner en relieve
los procesos políticos. La reacción casual e indiferente
de los líderes principales de las potencias imperialistas
no fue nada accidental, pero sí reveló su orientación
política: para ellos el destino de millones de gente no
es ninguna razón para inquietarse. Solamente cuando se
dieron cuenta, o por lo menos cuando sus asesores se lo informaron,
que el tsunami les podría presentar la oportunidad para
adelantar sus objetivos políticos, militares y hasta económicos,
que reaccionaron.
El Primer Ministro de Australia, John Howard, fue uno de los
ejemplos más claros. Gran parte del $1.000.000.000que
se supone fue destinado a Indonesiaterminará en las
arcas de empresas australianas por medio de contratos muy lucrativos.
Esta ayuda no es producto de ninguna consternación por
el pueblo de Aceh, pero sí está muy relacionada
con la campaña del gobierno para forjar una alianza más
íntima con los militares indonesos y abrirle paso a los
intereses económicos de Australia en una región
rica en petróleo.
Condoleezza Rice, que pronto será Ministro de Relaciones
Exteriores de Estados Unidos, hizo el resumen más revelador
acerca de la orientación del gobierno de Bush y, por extensión,
de todas las potencias imperialistas, cuando se presentó
en una audiencia del Comité Sobre Asuntos Exteriores del
Senado
Cuando el Senador Voinovich hizo comentarios referentes a la
reacción de Estados Unidos ante el tsunami, Rice declaró:
"Maravillosamente...Estoy de acuerdo con que el tsunami ha
sido una oportunidad maravillosa para mostrar no sólo una
imagen positiva del gobierno de Estados Unidos, sino el corazón
de nuestro pueblo. Creo que eso nos ha pagado grandes dividendos".
Los desastres y las tragedias tienen cierta atracción
para Rice, pues le ofrecen oportunidades para adelantar los intereses
del imperalismo estadounidense. En abril, 2002, explicó
como, inmediatamente después del 11 de septiembre, ella
había convocado una reunión del personal con mayor
antigüedad del Consejo sobre la Seguridad Nacional y les
pidió que pensaran seriamente en como "aprovecharse
de estas oportunidades" para cambiar las estructuras mundiales.
Rice comparó el período al comienzo de la Guerra
Fría. Las "planchas tectónicas de la política
internacional" habían comenzado a moverse y era "importante
aprovecharse de ello para bien situar los intereses, las instituciones
y todo lo demás de Estados Unidos antes de que se solidifiquen
de nuevo".
Así como la "guerra contra el terror" ha permitido
que fuerzas militares estadounidenses se hospeden en regiones
del mundo cuyas puertas habían estado cerradas por décadas,
los programas de ayuda a las víctimas del tsunami le han
brindado a los militares de Estados Unidos nuevas oportunidades,
especialmente en Indonesia y Sri Lanka.
Las posibilidades del socialismo
Esta reunión general, luego de la que celebró
el PSI de Estados Unidos en la ciudad de Ann Arbor, estado de
Michigan, el 8 y el 9 de enero, se inquieta por el desarrollo
de la perspectiva. ¿Cuál es nuestro análisis
de la situación mundial? ¿Cuál es la misión
que surge de este análisis? ¿Cómo podemos
asesorar las posibilidades del socialismo en el Siglo XXI?
Al desarrollar perspectivas, nos interesa el análisis
de procesos históricos. Es decir, tratamos de siruar la
"marcha de los acontecimientos" en un contexto histórico
amplio en que las luchas de nuestro movimiento y los análisis
que éste anteriormente ha promulgado son esenciales. Una
perspectiva simplemente no puede ser desarrollada comenzando con
las características más destacadas de una situación
específica. Tenemos que comprender como esas mismas características
o hechos reales surgieron y evolucionaron. Nuestro análisis
de la situación no es de carácter coyuntural, sino
que se basa en análisis anteriores y en toda la lucha histórica
del movimiento revolucionario.
En su informe a la conferencia de Ann Arbor, David North hizo
un repaso de nuestra resolución de perspectivas de 1988.
Aquí quiero darle énfasis al eje de esa resolución:
explicó que nuestra perspectiva para la revolución
socialista se basaba en el significado histórico de las
nuevas formas que la producción internacional había
adquirido. Insistimos en ese entonces que la globalización
de la producción había llevado la contradicción
elemental del modo de producción capitalista a un nuevo
apogeo de intensidad: es decir, la contradicción entre
la economía mundial y el sistema de estados-naciones en
que el sistema de la propiedad privada se basa históricamente.
Como enfatizamos varias veces, la perspectiva ni es predicción
ni garantía. Es un análisis que nos ofrece los fundamentos
para orientar activamente al partido y a su participación
en el proceso histórico. Examinemos nuestra perspectiva
en términos de los dos cambios más significantes
del panorama político durante la última década
y media: el colapso de la Unión Soviética y demás
regímenes estalinistas, y la explosión del militarismo
de Estados Unidos.
Aunque la resolución de 1988 no "predijo"
el colapso de la Unión Soviética, sí dejó
bien claro la orientación esencial de la dirección
de Gorbachev y su programa de restauración capitalista.
Aún antes de la disolución formal de la Unión
Soviética, el Comité Internacional, basándose
en esa resolución de perspectiva, había explicado
la crisis fundamental de los regímenes estalinistas.
La resolución de perspectivas del Décimocuarto
Congreso de la Liga Obrera (antepasado del PSI de Estados Unidos)
en febrero de 1990 hizo el siguiente punto:
"La desintegración de los regímenes en Europa
Oriental no se puede explicar separadamente de la evolución
general de la economía mundial. Los terremotos sociales
en Europa Oriental revelan no solamente la crisis del estalinismo;
son en realidad la expresión política más
adelantada de la crisis general del imperialismo mundial. Los
regímenes estalinistas de Europsa Oriental fueron elemento
esencial de los límites políticos establecidos por
el imperialismo después de la Segunda Guerra Mundial, con
la colaboración del estalinismo, para suprimir la revolución
proletaria. El colapso de estos regímenes indica la desintegración
de todo el orden establecido después de la guerra".
Este análisisque el colapso de los regímenes
estalinistas significaba una crisis general del capitalismose
oponía directamente al triunfalismo de la burguesía,
cuyos voceros políticos e ideológicos proclamaron
el fin del socialismo y la vistoria del mercado. También
se oponía a esas tendencias radicales de la clase media
que mantenían que habíamos llegado a la "media
noche del siglo" o que el colapso de los regímenes
estalinistas significaba que la la izquierda tenía que
"reagruparse" de alguna manera.
No cabe duda que la liquidación de la Unión Soviética,
sin ninguna oposición importante de la clase obrera, fue
un golpe tremendo, consecuencia de una profunda crisis de perspectiva
sufrida durante décadas de traiciones por el estalinismo
y la supresión de la independencia política de la
clase obrera. Cierto que estas circunstancias le dieron un gran
ímpetu político al orden capitalista en una situación
en que ya habían indicios de problemas económicos
en ascendencia: el colapso de la bolsa de valores de 1987, el
colapso de la prosperidad japonesa, el estancamiento económico
de grandes sectores europeos, y los problemas en los mercados
de divisas. La clase obrera comenzó a entablar luchas de
mayor militancia: la lucha de los mineros en Estados Unidos, la
oposición cada vez mayor al gobierno laborista de Australia,
y la hostilidad, también cada vez mayor, al régimen
de Thatcher en Inglaterra. Aunque la liquidación de la
Unión Soviética le ofreció a la burguesía
ciertas ventajas políticas de corto alcance, ésta
no significó ningún progreso histórico del
capitalismo. No estableció ninguna base para un nuevo equilibrio.
Sobretodo, no estableció ningún medio real por
medio del cual las clases dirigentes podían vencer la contradicción,
cada vez más profunda, entre la producción mundializada
y el sistema de estados-naciones. Más bien, la desaparición
del orden establecido después de la guerra significaba
que esta contradicción, en la base económica de
la sociedad, ahora comenzaba a encontrar su expresión directa
en la superestructura política; expresión que se
manifestaba en los conflictos cada vez peores entre las potencias
capitalistas principales.
Ya para el 1992, el documento Guía para la planificación
de la defensa, emitido por el Pentágono, insistía
que la misión estratégica fundamental de Estados
Unidos en la época después de la guerra consistía
en prevenir que surgiera toda potencia o grupo de potencias capaces
de desafiar a Estados Unidos a nivel econónimo o militar.
Esto nos lleva al segundo cambio mayor en el panorama político
durante la última década y media: la explosión
del militarismo estadounidense. La guerra contra Irak, la abolición
de todos los conceptos que gobernaban las relaciones internacionales
durante el periódo después de la guerra, la repudiación
de los fundamentos en que se basa todo el sistema jurídico
de Estados Unidos, el surgimiento de un régimen dirigido
por gángsteres criminales, y la incapacidad de las autoridades
políticas en oponerse eficazmente a todo ello: semejantes
sucesos deben tener profundas raíces socieconómicas.
Basándonos en nuestro análisis anterior, hemos
explicado que la explosión del militarismo estadounidense
representa la desesperación de una potenciaEstados
Unidospara sobreponerse a la contradicción, cada
vez mayor, entre la economía mundial y el sistema de estado-naciones
que surge del proceso de globalización, y así establecerse
a sí mismo como potencia suprema y formar lo que en realidad
es un orden imperialista mundial.
A continuar
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