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A medida que los marinos de guerra ocupan a Puerto Príncipe

Estados Unidos respalda golpe de estado en Haití e impone reino de terror

Por Bill Van Auken
23 Marzo 2004

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Este artículo apareció originalmente en inglés el 3 de marzo, 2004.

La deposición del Presidente Jean Bertrand Aristide por Estados Unidos, y la ocupación de Haití por fuerzas militares encabezadas por el mismo EE.UU., han abierto las puertas a una sangrienta ola de represión en la empobrecida nación isleña del Caribe.

Por medio de la subversión secreta y la intervención militar desnuda, el gobierno de Bush ha derrocado a un presidente elegido por el pueblo y resucitado a fuerzas políticas que durante décadas estuvieron vinculadas a la dictadura y al terror contrarrevolucionario en Haití.

El desembarco del primer pelotón de cientos de marinos de guerra y la apresurada salida de Aristide del país a bordo de un avión de EE.UU. dio la señal a los "rebeldes" para entrar en la capital y arraigarse como fuerza de la seguridad del interior del país.

Dirigida por antiguos miembros de escuadrones de la muerte y soldados que previamente se habían relacionado con previos intentos de golpe, los matones bien armados se apoderaron rápidamente de las barracas en frente del Palacio Nacional y declararon que tenían toda intención de reconstituir el ejército haitiano. En 1955 Aristide desmanteló esta corrupta y bestial fuerza, patrimonio de la primera ocupación de Haití por Estados Unidos del 1915 al 1934. Según varios informes, el ex comandante del ejército, General Herard Abraham, se está preparando para regresar de su exilio en Miami y reanudar sus responsabilidades.

Uno de los primeros actos de los polizontes armados fue atacar la penitenciaría en Puerto Príncipe y "liberar" a más de 2000 reos. Aparentemente, el primer objetivo de esta acción fue poner en libertad a canallas criminales asociados con previas dictaduras, incluyendo a Prosper Avril, quien encabezara la junta militar que dominó el país de 1998 a 1990 y fuera encontrado culpable de encarcelar ilegalmente a disidentes políticos y torturarlos. La acción también resultó el reclutamiento de nuevos miembros, entre los criminales puestos en libertad, para los escuadrones de terror.

Guy Philippe, ex funcionario del ejército y jefe de la policía acusado de narcotráfico y dirigir ejecuciones sumarias, es uno de los líderes "rebeldes." El martes se proclamó a sí mismo "jefe militar" de Haití y anunció su intención de arrestar al Primer Ministro Ivon Neptune, quien para todo propósito ha quedado encarcelado en su oficina. Otros miembros del gabinete de Aristide se fugaron de Haití y buscaron asilo en el país vecino de la República Dominicana.

En una acción que bien revela las fuerzas políticas desatadas por el golpe de estado respaldado por Estados Unidos, el ex "presidente vitalicio" de Haití, Jean Claude "Baby Doc" Duvalier, quien ha vivido en París como exilado desde 1986, anunció que tiene la intención de regresar a Haití lo más pronto posible.

Duvalier, cuyo régimen fue responsable de la matanza de decenas de miles de haitianos, dio la bienvenida al desembarco de los marinos de guerra de EE.UU. Le dijo a un entrevistador de WFOR Television News, programa de noticias basado en Miami, que se estaban dando las condiciones para su retorno. "Creo que casi estoy a punto [de partir] y que pronto tendré la oportunidad de regresar a mi país", dijo.

El lunes, los dirigentes a quienes la prensa norteamericana por lo general se ha referido como "rebeldes" y la "oposición democrática", se reunieron en uno de los más hoteles más lujosos de Puerto Príncipe. La oposición política "democrática" anteriormente había proclamado que no tenía ningún vínculo a los "rebeldes" armados.

Estas fuerzas colaboraron, junto con un grupo de ideólogos derechistas del Ministerio de Relaciones Exteriores de EE.UU., para planear la deposición de Aristide. Entre los "rebeldes" se encuentran a elementos tales como Louis Jodel Chamblain, quien dirigió los escuadrones de la muerte de los Tontons Macoute hacia finales de la dictadura de Duvalier en la década del 80 y luego retornó como uno de los cabecillas del Frente Haitiano para el Adelanto y el Progreso o FRAPH ( de las siglas en francés).

El FRAPH, grupo paramilitar formado bajo el régimen militar que se apoderó de las riendas del gobierno en 1991 cuando Aristide fue derrocado por primera vez por un golpe respaldado por los EEUU, recibió apoyo económico y dirección política de la CIA y es culpable del asesinato de por lo menos 3000 haitianos.

La "oposición democrática" consiste en gran parte de partidos políticos y grupos empresariales que representan a una capa minoritaria privilegiada que formó la verdadera base de apoyo a la dictadura de Duvalier y de los regímenes militares que siguieron. Con el respaldo económico y político de la Fundación Nacional de Estados Unidos para la Democracia [The US National Endowment For Democracy] y del gobierno de Chirac en Francia, la oposición ha laborado durante los últimos cuatro años para movilizar apoyo internacional para la deposición de Aristide.

Se ha aprovechado de las anomalías de las elecciones legislativas del 2000 para pintar de ilegítimo al gobierno elegido, aunque nadie disputa que Aristide y sus simpatizantes habrían obtenido un triunfo aplastante no importa cuales métodos se habrían utilizado. Hasta las encuestas comisionadas por Washington han mostrado que los partidos oposicionistas de la clase dominante apenas cuentan con el apoyo del 20% del electorado haitiano.

El gobierno de Bush—que robó las elecciones en los EE.UU. ese mismo año—cínicamente usó las presuntas anomalías de las encuestas en Haití como pretexto para continuar el paro a toda ayuda a ese país. Fue el gobierno de Clinton que primero impuso este embargo, que le negó a Haití US$500 millones en ayuda humanitaria por parte de varias organizaciones de crédito. Clinton exigió nuevas elecciones como condición para reanudar la ayuda. Aristide aceptó las elecciones, pero la oposición rechazó todas las propuestas, efectivamente obstruyendo estos fondos tan necesarios y profundizando así la crisis económica y social del país.

El asesinato de los partidarios de Aristide

Desde el principio de la sublevación derechista armada el mes pasado, el gobierno de Bush, con tal de lograr la instalación de un régimen títere consagrado a defender los intereses de Estados Unidos y de la clase gobernante criolla, indicó que estaba listo para tolerar una onda de violencia contrarrevolucionaria. El martes El Globe and Mail de Toronto citó a varios funcionarios diplomáticos canadienses que describen la actitud de Washington mientras ésta presuntamente trataba de negociar un convenio entre Aristide y sus adversarios políticos para compartir el poder. "Los funcionarios estadounidenses dejaron bien claro a sus contrapartes en Ottawa que Washington tenía una ‘gran tolerancia' para baños de sangre peores en Haití y que no se dejarían presionar para defender al Señor Aristide con tal de prevenirlos", puntualiza el informe.

El gobierno de Estados Unidos rechazó toda intervención militar para ponerle paro al violento derrocamiento de Aristide. Pero una vez consolidado el golpe, una fuerza expedicionaria estadounidense, lista para la acción, fue despachada a Haití para consolidar un régimen no elegido, formado por la clase gobernante privilegiada de Haití.

En su informe acerca de la reunión del lunes entre los polizontes armados y los representantes políticos de la clase dominante haitiana, el New York Times identificó a "Faustín" entre los "rebeldes"y lo describió como "hombre elocuente que lleva un rifle M-4 colgando del cuello".

"Ahora mismo todo es euforia; todos están felices", le declaró al Times. "Pero hay que tener mucho cuidado con lo que esa felicidad esconde". El informe añade: "Dijo que había asesinado a ex partidarios de Aristide en las calles de Puerto Príncipe y que mataría de nuevo en nombre del nuevo gobierno si éste así lo ordena".

Esto es precisamente lo que actualmente sucede con el tácito apoyo del gobierno de Bush y bajo la tutela de las tropas de ocupación dirigidas por EE.UU. De acuerdo a varios informes de prensa de Haití, los polizontes derechistas armados han barrido con varios barrios pobres de Puerto Príncipe—La saline, Cite Soleil y Belaire—para atrapar a simpatizantes de Aristide y matar sin discriminación.

El lunes el canal de televisión, CNN, entrevistó a Colin Powell, ministro del Ministerio de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, quien dejara bien claro que Washington mantiene íntima comunicación con los escuadrones de la muerte. "Tenemos maneras de dialogar con varios dirigentes rebeldes y estamos satisfechos con que hayan expresado, por lo menos hasta ahora, que ya no les interesa la violencia y que quieren entregar sus armas", expresó Powell.

Esta es otra mentira de un gobierno que ha desechado como una tontería la acusación de Aristide que fue obligado a salir de Haití a mano armada. Los llamados "rebeldes"—a quienes Powell llamó "bandoleros" hace sólo dos semanas—han dejado saber que no tienen ninguna intención de entregar sus armas. Ya las represalias violentas barren con la capital.

El Boston Globe del martes publicó un informe revelador de Steven Dudley acerca de las actividades de los escuadrones paramilitares de la muerte en el barrio pobre de Cite Soleil en Puerto Príncipe. "Son paramilitares urbanos de la clase alta quienes dicen que protegen sus propiedades, sus familias y su país", escribe Dudley, refiriéndose a un escuadrón de más de veinte hombres que arrasaban la favela "con sus rifles M-4, M-14, Tech 9 y armas de 9 mm listas listos para actuar".

Según el artículo del Globe, "Estos voluntarios paramilitares son hombres de negocios". Casi todos hablan inglés puesto que vivieron en Miami o en Nueva Inglaterra [Seis estados que componen el nordeste de Estados Unidos]*. La mayoría pertenece a esa capa de la clase gobernante de Haití que tiene la piel clara y que constituye ese pequeño sector de la población que verdaderamente es dueño de propiedad. Varios han recibido entrenamiento militar. Otros pocos fueron reservistas del ejército en la universidad. Todos poseen armas". La mayoría, según el artículo, llegaron a los barrios pobres del rico distrito de Petionville, ubicado en la falda de las colinas. El informe citó a unos de los hombres armados: "Pasamos por todos los callejones, por todas las calles, barriendo con los vecindarios". Otros informes reportan que muchas de las personas a quienes se les ha sospechado de simpatizar con Aristide han sido asesinadas en la zona. Añaden que los paramilitares colaboran íntimamente con la policía. El coronel David Berger, comandante del cuerpo de la marina de guerra de EE.UU. que actualmente controla puntos estratégicos de la capital haitiana, el martes pasado le expresó a corresponsales que "no me han ordenado desarmar a los rebeldes."

Entre tanto, las condiciones vida para las masas de haitianos, que ya era miserable, se deterioran rápidamente. Las provisiones de alimentos se han agotado y la gran mayoría de los hospitales han cerrado sus puertas debido a la falta de electricidad y agua potable, según un informe de la Organización Panamericana de la Salud. Los ocho hospitales principales de Puerto Príncipe ya no admiten pacientes.

De acuerdo a la Cruz Roja Internacional, la única instalación médica que funciona en la capital es un campo abierto para emergencias, establecido por un grupo de médicos cubanos que atienden a los heridos de bala.

Al mismo tiempo que Washington declara que las reglas de ocupación no tienen nada que ver con proteger a la población civil de Haití contra la violencia armada, una de las misiones principales de las fuerzas dirigidas por EE.UU. consiste en ponerle paro a la fuga de refugiados que tratan de escapar un país arrasado por la violencia.

Buques del Guarda Costa de EE.UU. han sido desplegados a las costas de Haití. Aproximadamente 1000 "gente de botes"" han visto obligados a regresar. Sólo la semana pasada El Sumo Comisionado de las Naciones Unidas a Cargo de los Refugiados hizo una petición formal por medio de la cual le pide a los países de la región que suspendan la repatriación forzada de haitianos que tratan de escapar la crisis humanitaria de su país. Washington ha ignorado la súplica.

"Dada la violencia y el desorden que reinan en Puerto Príncipe, los haitianos nuncan debieron ser regresados a su país", expresó Joane Mariner, director asistente del Departamento de las Américas de la Organización que Vela por los Derechos Humanos. "Es injusto e inmoral que Estados Unidos abandone a familias enteras en esta zona tan peligrosa, donde pandillas de bandoleros criminales matan a la gente a balazos".

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