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Conferencias celebran el 50 Aniversario de la fundación
del Comité Internacional de la Cuarta Internacional
Los principios básicos de su fundación han sido
confirmados
Por Peter Schwarz
3 Enero 2004
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el autor
El 16 de noviembre de 1953, el Socialist Workers Party (SWP:
Partido Socialista de los Trabajadores) de Estados Unidos lanzó
una Carta Abierta, la cual fue un llamado a todos los trotskistas
ortodoxos del mundo a unirse a la lucha contra la tendencia revisionista
dirigida por Michel Pablo, en esa época Secretario de la
Cuarta Internacional. La Carta Abierta, escrita por James P. Cannon,
resultó en la fundación del Comité Internacional
de la Cuarta Internacional (CICI).
Las secciones alemana y británica del CICI el
Partei für Soziale Glichheit y el Socialist Equality Party
[Partido(s) Socialista(s) por la Igualdad )llevaron a cabo
conferencias en Frankfurt y en Londres el 23 y 30 de noviembre,
respectivamente, para conmemorar este evento y repasar el significado
de estos últimos 50 años de labor política.
Los oradores de ambas conferencias fueron Peter Schwarz, Secretario
del CICI y Chris Marsden, Secretario Nacional del SEP en Gran
Bretaña.
Abajo publicamos la contribución de Peter Schwarz.
Se necesita un nuevo partido obrero
El acontecimiento que hoy celebramos es la fundación
del Comité Internacional de la Cuarta Internacional, la
cual tuvo lugar hace 50 años. No obstante, el significado
de ese acontecimiento es de suma importancia para hoy día.
La situación mundial de hoy se define por una profunda
crisis política. En oposición a la opinión
de un apologista del imperialismo estadounidense, quien mantuvo
en el principio de la década del 90 que el colapso de la
Unión Soviética señalaba "el fin de
la historia", la disolución de la Unión Soviética
sacó a la luz todos los conflictos y contradicciones del
sistema capitalista que habían sido congelados' durante
el período de la Guerra Fría.
Hoy día el epicentro de la crisis es Estados Unidos.
El país que se consideraba centro de la estabilidad internacional
después de la Segunda Guerra Mundial ha pasado a ser el
factor más desestabilizador en todo el mundo. Para resolver
su propia crisis, el imperialismo estadounidense se siente propulsado
a reorganizar el mundo entero según sus propios intereses
y de acuerdo a su propia imagen. Al embarcarse por este rumbo,
está destruyendo todas las estructuras que en el pasado
sirvieron para templar las contradicciones políticas y
sociales a nivel nacional e internacional.
Para la década del 80, con la presidencia de Ronald
Reagan al mando, la sociedad estadounidense presenció una
polarización que se intensificó aún más
con la prosperidad de la bolsa de valores durante la década
de los 90. Este proceso formó las bases para la redistribución
de la riqueza social a manos de un pequeño grupo gobernante.
Al mismo tiempo, ciertas formas básicas de la seguridad
social fueron destruidas. Resultado: La polarización actual
de la sociedad norteamericana no tiene paralelo en la historia.
El cuarenta por ciento de la riqueza nacional se concentra en
manos del 1% de la población, lo cual es el doble de los
30 años previos. Hoy día, el típico jefe
de una corporación norteamericana gana 475 veces el salario
promedio de un trabajador.
Estas diferencias tan dramáticas son incompatibles con
las relaciones democráticas. El ascenso de una camarilla
derechista y casi criminal a los más altos niveles del
poder es consecuencia directa de esta polarización social.
George W. Bush se basa en los elementos más derechistas
y agresivos de esta capa privilegiada de Estados Unidos, quienes
disfrutan de los vínculos más íntimos con
la derecha cristiana y las fuerzas abiertamente fascistas. Pero
entre los Demócratas no se puede encontrar la más
mínima oposición seria a esta política. Apoyaron
la farsa del juicio político contra Clinton y aceptaron
el robo de las últimas elecciones [presidenciales]. Le
han concedido a Bush una carta blanca para que lleve a cabo su
guerra contra Irak y votaron a favor de todas las medidas para
asegurar la ocupación de ese país. Los Demócratas
y los Republicanos ambos se arraigan en la misma oligarquía
que controla la economía. A medida que las contradicciones
entre esta privilegiada oligarquía y las amplias masas
intensifican, los Demócratas cada vez más son menos
capaces de entablar una oposición seria..
Estados Unidos inexorablemente se dirige hacia un enfrentamiento
revolucionario, de paso hundiendo al mundo en el caos y en las
contradicciones sociales que se han intensificado enormemente.
No hay región del mundo que se escape de este proceso.
Todos los países de mundo, de una manera u otra, exhiben
esta creciente polarización social.
La antigua Unión Soviética, que en cierta época
gozaba de cierta estabilidad relativa, se encuentra entre las
sociedades de mayor desigualdad del mundo. Las masas de la población
han sido sumidas en la pobreza y en la desesperación al
mismo tiempo que 17 individuos se han convertido en billonarios.
Un proceso similar está en juego en Europa Oriental, donde
las masas preponderantes de la población han sido reducidas
a un nivel de subsistencia sin esperanzas a la vez que una pequeña
capa, con orígenes en la nomenclatura anterior o en el
hampa, ha batallado hasta llegar a la cumbre. El capital financiero
sistemáticamente empobrece a las regiones más pobres
del mundo en África, Asia y Latinoamérica. Cientos
de millones han sido condenados a una vida de hambre, sin agua
y sin atención médica. Numerosas víctimas
de esas condiciones arriesgan sus vidas todos los días
al cruzar las fronteras de los países industrializados
con esperanzas de encontrar algún tipo de trabajo ilegal
que, a fin de cuentas, termina por esclavizarlos. En Europa Occidental,
los gobiernos se han empecinado en lograr en pocos meses
lo que no pudieron durante la década del 80: la destrucción
total del bienestar social. Toda base objetiva para la política
basada en la armonía social y los convenios ha dejado de
existir.
La guerra contra Irak significa una nueva etapa en la crisis
del capitalismo. Para apoderarse de los pozos petrolíferos
de Irakpor la fuerza si es necesarioy de la región
del Golfo Pérsico, que tan importante es desde el punto
de vista estratégico, el gobierno de Estados Unidos violó
el derecho internacional; hizo caso omiso a las instituciones
internacionales que había establecido con sus propios esfuerzos;
y terminó por desacreditarse totalmente a sí mismo
con las mentiras más flagrantes.
A pesar de su superioridad militar abrumadora, Estados Unidos
no puede ganar esta guerra. La resistencia a la ocupación
militar cada día aumenta más. Estados Unidos tampoco
puede irse en retaguardia sin perder toda credibilidad y arriesgar
una explosión revolucionaria en su propio interior. Ha
reaccionado a este dilema como si fuera un niño que hace
una pataleta y opta por "quemar la tierra"; política
que más y más se enfoca no sólo sobre el
pueblo iraquí, sino también sobre los países
vecinos y hasta sobre sus propios aliados. En este respecto, la
guerra de Irak no es más que el principio de guerras imperialistas
más sangrientas. En estas circunstancias, incontables personas
de todo el mundo han llegado a comprender que sus más elementales
intereses son incompatibles con la sociedad tal como existe. Los
partidos políticos y los sindicatos, por los cuales votaron
y a los que en el pasado le brindaron su apoyo, han terminado
en ruinas.
En Alemania, el Partido Socialdemócrata (SDP: siglas
del alemán) dominante y el Partido Verde, los cuales accedieron
al poder hace cinco años, se han virado a la derecha de
tal manera como para quitar el aliento. En comparación
a la "Agenda 2010" actual del Canciller Schröder,
la política social de su predecesor, el conservador Hemult
Kohl, parece afirmativamente progresista. Al momento, la oposición
al SDP se expresa con la pérdida de militantes y votos
electorales. Desde principios de la década del 90, 300,000
miembros se han esfumado de sus filas. Y las pérdidas siguen
aumentando. El año pasado 26.000 abandonaron el partido
y esta año 30.000 se han ido. Estos datos no incluyen la
pérdida de los 7.000 miembros que han fallecido. Y las
encuestas de opinión pública indican que las pérdidas
del SPD serán peores. Por primera vez en las elecciones
de un estado de Alemania Occidental, el PSD recibió menos
del 20% del voto, según una encuesta reciente en Bavaria.
En las elecciones locales más recientes del estado de Brandemburgo,
sólo uno de cada diez miembros del electorado votó
por el SPD.
La Socialdemocracia en otros países europeos también
atraviesa por procesos similares. El New Labor Party [Nuevo Partido
Laborista] de Tony Blair es partido sólo en nombre. En
Francia, los partidos tradicionales de izquierda han sido incapaces
de aprovecharse de que el gobierno derechista ha perdido apoyo
con una rapidez galopante.
Pero el aumento de la influencia de los partidos conservadores
y ultra derechistas, evidente en recientes encuestas de opinión
y en elecciones, no significa que el pueblo en general se ha virado
a la derecha. Esto se debe ante todo al deterioro de los viejos
partidos obreros reformistas. Esto no significa, sin embargo,
que las fuerzas de la derecha no presentan una amenaza. Tenemos
el ejemplo del gobierno de Bush, que tampoco goza de amplia popularidad.
Ahora la misión política de mayor importancia
es el establecimiento de un nuevo partido que represente los intereses
del pueblo trabajador, capaz de articular sus inquietudes. El
futuro de la humanidad depende de que esta misión se cumpla.
Durante las últimas semanas y meses, han aparecido claras
indicaciones de una creciente oposición al capitalismo
mundial, la cual se expresó con las enormes manifestaciones
que tuvieron lugar contra la Organización Mundial del Comercio
(OMC) y varias reuniones de jefes de estado. El 15 de febrero
del presente, la mayor manifestación internacional contra
la guerra de toda la historia tuvo lugar. Las manifestaciones
en contra de las medidas para desmantelar los programas de bienestar
social también aumentan. El 1º de noviembre, 100.000
personas se congregaron en Berlín para protestar y manifestarse
en contra de la "Agenda 2010" del gobierno. Esta cifra
fue mucho mayor que la que los organizadores de la manifestación
esperaban; manifestación boicoteada por los sindicatos
obreros principales.
Las manifestaciones sociales y políticas aumentan más
cada día más; anuncian la llegada de un gran movimiento
social. Pero este movimiento no puede espontáneamente formular
una estrategia política que le facilite a la clase obrera
apoderarse de su propio destino. Este es el significado de los
50 años de historia del Comité Internacional de
la Cuarta Internacional.
Durante medio siglo, bajo las condiciones más difíciles,
el Comité Internacional ha defendido el programa y los
principios del marxismo revolucionario. Ha resistido toda embestida
para sacrificar los intereses de largo alcance de la clase obrera
en el altar del oportunismo político. El Programa de la
Cuarta Internacional coincide ahora con un nuevo cambio revolucionario
de la clase obrera y forma la base para dirigirlo a la victoria.
No es posible establecer un nuevo partido de los trabajadores
sin comprender la razón por qué todos los antiguos
partidos han fracasado y aprender las lecciones que las experiencias
políticas del siglo XX nos enseñan. En este respecto,
el CICI representa una experiencia única; su historia es
la expresión concentrada de las lecciones del siglo XX.
La lucha contra el Pablismo
El CICI se fundó en 1953 para defender el programa de
la Cuarta Internacional contra el Pablismo, tendencia liquidacionista
dirigida en esos tiempos por Michel Pablo y luego por Ernest Mandel.
Pero, ¿qué era lo que estaba en juego en 1953?
León Trotsky analizó la trayectoria de las derrotas
sufridas por la clase obrera internacional al final de la década
del 20 y durante la de los 30; todas consecuencias de la política
falsa y crecientemente contrarrevolucionaria de la dirigencia
estalinista de la Comunista Internacional. Desde la formación
de la Oposición Izquierdista en 1923, Trotsky luchó
contra el avance de la burocracia estalinista, sometiendo el programa
nacionalista de ésta y a sus zigzag tácticos a una
implacable crítica. En oposición al concepto de
Stalin el "socialismo en un solo país"siempre
insistió en el carácter internacional de la revolución
socialista.
En China, Trotsky se opuso a la subordinación del Partido
Comunista al Kuomintang burgués. Su lógica fue confirmada
en 1927, pero de manera trágica, cuando el Kuomintang organizó
la masacre de los comunistas de Shanghai. En Alemania, Trotsky
planteó un Frente Único de comunistas y socialdemócratas
para oponerse a los nazis. Advirtió que la política
de Stalin y Thaëlman resultaría en consecuencias desastrosas,
pues habían catalogado a la socialdemocracia como gemela
del fascismo, dividiendo así a la clase obrera y abriéndole
el camino a Hitler para que tomara el poder. En Francia y España,
se opuso a la política del Frente Popular, la cual amarró
a la clase obrera a su propia "burguesía democrática",
paralizó al movimiento de los trabajadores y permitió
su derrota.
En 1933, luego de la derrota de la clase obrera alemana y el
fracaso de la Internacional Comunista en conducir todo debate
serio acerca de lo sucedido, Trotsky concluyó que la Tercera
Internacional, para todo fin revolucionario, estaba en su lecho
de muerte y que era necesario establecer una Cuarta Internacional,
la cual por fin se fundó en París en 1938.
El programa de su fundación declara: "Dos factores
determinan la orientación de las masas: primero, las condiciones
objetivas del capitalismo en decadencia; y segundo, la política
traicionera de las viejas organizaciones obreras. Solo la Cuarta
Internacional puede resolver la crisis del liderazgo del proletario,
que es la crisis de la cultura humana."
Otra sección declara: "La Cuarta Internacional
declara guerra implacable contra las burocracias de la Segunda
y la Tercera Internacional, así como también contra
las Internacionales de Amsterdam y la Anarcosindicalista, y a
sus satélites centristas... Todas estas organizaciones
no son promesas para el futuro; son vestigios decadentes del pasado".
Los pablistas abandonaron este concepto al principio de los
años del 50. Promovieron
una idea completamente diferente al concepto de la revolución
social. Dejaron de considerar que la revolución social
sería consecuencia de la lucha de la Cuarta Internacional
por la independencia política de la clase obrera. Más
bien la consideraban como producto de las actividades de los burócratas
estalinistas, de los nacionalistas pequeño-burgueses y
de otras fuerzas sociales que, bajo la presión de los acontecimientos,
se movían hacia la izquierda. Según la idea, la
misión de la Cuarta Internacional ya no consistía
en luchar por la conciencia socialista en la clase obrera y en
la promoción de la estrategia y las tácticas políticas
para capacitar a los trabajadores a ejercer su responsabilidad
revolucionaria. Los pablistas más bien se definieron a
sí mismos como buscadores de tendencias "revolucionarias"
dentro de las burocracias estalinistas a las cuales les darían
su apoyo. Pero no fue más que una fórmula para liquidar
a la Cuarta Internacional.
Los pablistas revisaron el análisis de Trotsky que la
burocracia estalinista era contrarrevolucionaria e insistieron
que ésta todavía podía jugar un papel progresista.
No fue nada sorprendente que reaccionaron de manera superficial
e impresionista a los acontecimientos políticos que se
dieron luego de la Segunda Guerra Mundial.
Movimientos revolucionarios de la clase obrera surgieron al
fin de la guerra, pero fueron traicionados o directamente suprimidos
por la burocracia estalinista. Con este fin los partidos comunistas
de Italia y Francia ingresaron en los gobiernos burgueses. En
la Europa Oriental, que la Unión Soviética había
ocupado, aplastaron todo movimiento popular independiente. Pero
después de 1948, la burocracia estalinista se vio obligada
a reaccionar a la política agresiva de Estados Unidos durante
la Guerra Fría. Tomó medidas anticapitalistas en
los países de Europa Oriental, donde la industria pesada
y el sistema bancario, para no decir el transporte y los medios
de comunicación, fueron parcial o totalmente nacionalizados.
Basándose en estos sucesos, Pablo concluyó que
las presiones podían obligar al estalinismo a desempeñar
un papel revolucionario. Pero al llegar a semejante conclusión,
ignoró un hecho incontrovertible: las nacionalizaciones,
cuyo objetivo principal era mantener la posición de la
burocracia misma, se habían llevado a cabo sin la participación
de la clase obrera. Pablo también optó por ignorar
que el estalinismo seguía en su papel contrarrevolucionario
a nivel mundial y bestialmente suprimió todo movimiento
independiente de la clase obrera, tal como sucedió cuando
aplastó al levantamiento de los trabajadores en Junio 17,
1953, en Alemania Oriental y a la rebelión popular en húngara
de 1956.
Según Pablo, ya no era la lucha de clases entre la burguesía
y el proletariado (en el cual el estalinismo funcionaba como agencia
de la burguesía) lo que determinaba la realidad social,
sino que como él mismo escribiera en sus propias
palabras "la realidad social objetiva" consistía
del "régimen capitalista" y del "mundo estalinista".
Hasta llegó a decir que el socialismo se lograría
luego de "siglos de estados obreros deformados" muy
similares a los que se habían desarrollado en Europa Oriental.
De acuerdo a esta teoría, ya no había necesidad
de establecer secciones de la Cuarta Internacional. Las organizaciones
en existencia podían funcionar como asesoras de los partidos
estalinistas o disolverse completamente dentro de la maquinaria
estalinista. Pablo adoptó una postura similar en relación
a los movimientos nacionalistas en las colonias que jugaban el
papel de dirigentes en la lucha antiimperialistas. Aunque Trotsky
había enfatizado que en aquellos países la clase
obrera debía organizarse independientemente de la burguesía
nacional y rechazar toda confianza en ella, Pablo abogaba por
la completa liquidación en los movimientos nacionales.
Eventualmente fue a parar en Argelia donde se convirtió
en ministro del gobierno de Ben Bella y asumió la responsabilidad
de apoyar y auspiciar los movimientos nacionales en toda África,
colaborando así íntimamente con la burocracia de
Moscú.
Pesimismo hacia la clase obrera
Si procedemos superficialmente, la línea de los pablistas
1953 parece más "práctica", más
"realista" y "optimista" que la del Comité
Internacional, el cual insistía que el establecimiento
de la sociedad socialista sólo era posible bajo la dirección
de la clase obrera y que, además, dependía de la
formación de las secciones del CICI. Pero en realidad,
el contenido de la línea que los pablistas adoptaron era
un profundo pesimismo en el potencial revolucionario de la clase
obrera.
Quiero analizar esta cuestión con más detalle
porque líneas similares han jugado un importante papel
en la evolución de numerosos movimientos políticos,
sobretodo en Alemania. De ninguna manera eran las opiniones de
Pablo y Mandel aisladas; más bien éstos reaccionaban
a tendencias ideológicas más amplias. Después
de la Segunda Guerra Mundial hubo numerosas tendencias que expresaron
dudas acerca del potencial revolucionario de la clase obrera.
Trataron de encontrar las razones para las derrotas de los años
de 1920 y 1930 no en las falsas trayectorias políticas
de los dirigentes estalinistas y socialdemócratas, sino
en el carácter social de la misma clase obrera.
Analizaron varios eventos y llegaron a la conclusión
general que la clase obrera, por naturaleza, era incapaz de desempeñar
un papel revolucionario: las víctimas y la ruina causada
por la Segunda Guerra Mundial; la destrucción de toda una
generación revolucionaria a manos del estalinismo; la estrangulación
de luchas revolucionarias por la burocracia estalinista; y, por
fin, la estabilización político-económica
y la fuerza aparente de los partidos estalinistas y socialdemócratas
al comenzar la época de los 50.
Un documento escrito durante los últimos años
de la guerra y publicado por primera vez en 1947seis años
antes de la escisión en la Cuarta Internacional es
típico de esta perspectiva. El texto es explícito:
"La impotencia de los trabajadores no es simplemente una
estratagema de la clase gobernante, sino consecuencia lógica
de la sociedad industrial".
Esta tesisque la impotencia de la clase obrera es consecuencia
lógica de la sociedad industrialse desarrolla extensamente
y se repite de varias maneras. Por ejemplo:
"Mientras más complicada y precisa la maquinaria
social, económica, y científica con la cual el sistema
de producción se ha armonizado, menos prácticas
las experiencias que puede ofrecer". De esta manera, "la
experiencia de las naciones" más o menos se parece
a la de los anfibios".
Más adelante, el texto se refiere a "que las masas
que han sido educadas acerca de la tecnología están
enigmáticamente dispuestas a postrarse ante cualquier despotismo"
y que tienen una "afinidad auto-destructiva hacia la paranoia
popular". Es decir, la clase obrera es una muchedumbre sin
voluntad propia y víctima indefensa de toda demagogia derechista.
Estas oraciones pueden encontrarse en el libro, Dialéctica
de la ilustración, de Max Horkheimer y Theodor W. Adorno,
obra clave de la "Escuela de Frankfurt", que hasta ahora
ha tenido una prolongada influencia sobre la vida intelectual
alemana e internacional. El movimiento estudiantil de 1968 y el
Partido Verde fueron, como ya sabemos, influenciados considerablemente
por esta escuela de pensamiento.
Horkheimer y Adorno se consideraban críticos izquierdistas
del capitalismo. Muchos los llegaron a considerar, erróneamente,
marxistas. Sin embargo, ambos rechazaron contundentemente la perspectiva
marxista que el papel revolucionario de la clase obrera se basa
en su posición objetiva dentro de la sociedad capitalista.
Y llegaron a afirmar que la evolución del capitalismo y
de sus contradicciones funcionaron cada vez más para paralizar
a la clase obrera y rendirla incapaz de acción revolucionaria.
Presentaron a la clase capitalista gobernante como todopoderosa
y dispuesta a explotar, manipular y engañar a los trabajadores
según le diera la gana.
Escriben lo siguiente: "Los gobernados aceptan como necesidad
indudable la trayectoria de cierto desarrollo: que con cada aumento
en el estándar de vida más indefensos quedan. Y
cuando el estándar de vida de los que todavía permanecen
empleados para servir a las máquinas puede ser garantizado
es decir, con una porción mínima de las horas
laborales a la disposición de los gobernantes de la sociedadla
población sobrante, que es la mayoría, se ve obligada
a convertirse en otro batallón, en elemento adicional de
los grandes planes del sistema, no sólo en el presente,
sino en el futuro. Las masas entonces se convierten en el ejército
de desempleados. Para ellos, ser reducidos a meros objetos de
la vida administrada, lo cual preforma todo sector de la vida
moderna, incluyendo los idiomas y la percepción, representa
la necesidad objetiva, contra la cual piensan que no pueden hacer
nada".
En este cuadro la clase obrera no juega ningún papel
como sujeto revolucionario. La única escapatoria que ofrece
este círculo vicioso de Horkheimer y Adorno es el "pensamiento
crítico" (es decir, la crítica de la sociedad
por intelectuales como ellos).
Pablo y Mandel no cubrieron la distancia de Horkheimer y Adorno,
pero es evidente que al virarse hacia la burocracia estalinista,
que presentaban como que tenía el potencial de llevar a
cabo la revolución, fueron enormemente influenciados por
las ideas que los fundadores de la Escuela de Frankfurt habían
articulado de manera tan clara. Compartían con estos últimos
un profundo pesimismo acerca de la naturaleza revolucionaria de
la clase obrera, la cual consideraban simplemente un objeto de
la historia, no sujeto de ella.
La relación de fuerzas entre el oportunismo
y el marxismo
Las ideas que los pablistas adoptaron tuvieron consecuencias
prácticas. Su adaptación al estalinismo y al nacionalismo
pequeño-burgués en nombre de la Cuarta Internacional
sirvió para apartar a los trabajadores que, con la perspectiva
revolucionaria del marxismo, habían entrado en conflicto
con las maquinarias burocráticas. Al mismo tiempo los pablistas
hicieron todo lo que su autoridad les permitía, inclusive
provocaciones y malas jugadas, para aislar a la Cuarta Internacional.
En Sri Lanka, el Partido Lanka Sama Samaja (LSSP), a quienes
los pablistas brindaron su apoyo político, entró
a un gobierno burgués de coalición, y así
capituló al chauvinismo singalés, cimentando así
las bases de la sangrienta guerra civil que continúa hasta
hoy día. En América Latina miles de jóvenes
perdieron sus vidas al obedecer el llamado de los pablistas a
integrarse al guerrillerismo. Desde sus bases selváticas,
estos luchadores se apartaron de la clase obrera de las ciudades
y se convirtieron en presas de los militares y de los escuadrones
de la muerte organizados por el estado.
Pero a fin de cuentas, los pablistas pudieron aislar al Comité
Internacional sólo porque la situación política
era favorable. El hecho que las maquinarias estalinista, reformistas
y sindicalistas El dominio de la clase obrera por los estalinistas,
los reformistas y las burocracias sindicalistas, junto con el
dominio de las masas coloniales por los movimientos nacionalistas,
crearon grandes dificultades para el desarrollo de un movimiento
independiente de la clase obrera.
Fue en estas circunstancias que el pablismo también
tuvo sus repercusiones dentro del Comité Internacional.
En 1963, el Socialist Workers Party (SWP: Partido Socialista de
los Trabajadores) de Estados Unidos capituló y se reintegró
a los pablistas para formar el Secretariado Unificado. En 1971,
la Organization Comuniste Internacionaliste de Francia (OCI )
rompió relaciones con el Comité Internacional para
luego convertirse en columna de apoyo al Partido Socialista de
Francois Miterrand. En los años del 1990, muchos de los
cargos más importantes del Partido Socialistainclusive
el de Primer Ministro de Franciafueron desempeñados,
durante un largo período, por ex cuadros de la OCI. Finalmente,
durante los años del 1970, el Workers Revolutionary Party
[WRP: Partido Revolucionario de los Trabajadores] de Gran Bretaña,
cada vez más se encontraba en dirección hacia las
perspectivas pablistas.
La escisión con el WRP en 1985-86 significó un
cambio en la relación de fuerzas entre el oportunismo pablista
y el marxismo revolucionario del Comité Internacional.
Esta ruptura a su vez anticipó el colapso de la maquinaria
burocrática más poderosa ante la cual el pablismo
se había postrado: la burocracia estalinista del Kremlin.
Desde ese entonces, los pablistas se han desintegrado o, como
en el caso de Brasil, Italia y Francia, están en el proceso
de integrarse por completo en la política burguesa. Por
otra parte, el CICI y su revista del internet, el World Socialist
Web Site [Página de la Red Socialista Mundial], han logrado
mayor influencia y se han destacado como la verdadera voz del
marxismo.
Esta transformación en la relación de fuerzas
se arraiga en procesos objetivos. Los gobiernos burocráticos
y las formaciones pequeño-burguesas hacia las cuales el
pablismo se orientó han sido destruidos por la polarización
que ha sucedido en la sociedad capitalista. Ya no existe la neutralidad
entre, por una parte, la reacción burguesa (personificada
por el gobierno de Bush en Estados Unidos) y todos los partidos
establecidos del mundo, que cada vez más siguen la dirección
de Bush, y, por otra, la revolución proletaria internacional
que el CICI representa.
La hoja de balance del Pablismo
Cincuenta años después de la publicación
de la Carta Abierta, es posible hacer un balance del pablismo.
¿Qué ha sucedido con los "cientos de siglos
de estados obreros deformados" de Pablo?
Durante cuarenta años, el Secretariado Unificado Pablista
escrupulosamente ha investigado a la burocracia estalinista en
búsqueda de corrientes izquierdistas y revolucionarias
y siempre encuentra nuevas. Uno sus últimos libros de Mandel,
que ardorosamente alaba al dirigente soviético Mijail Gorvachev,
fue dedicado a Boris Yeltsin. Apenas se había secado la
tinta cuando el verdadero significado de la política de
Gorvachev se hizo evidente para todo el mundo: la liquidación
de la Unión Soviética, que confirmara las predicciones
de Trotsky acerca de la Unión Soviética. Durante
la década del 1930, había advertido que la clase
obrera tenía que derrocar a la burocracia estalinista o
la burocracia terminaría por destruir todas las conquistas
de la Revolución de Octubre y restauraría el capitalismo.
La clase obrera soviética e internacional ha pagadoy
continuará pagandoun precio horrible por esta derrota.
¿Y cuál ha sido el destino de los movimientos
nacionales que Pablo y Mandel elogiaron tanto?
Todos sin excepción han buscado las paces con el imperialismo.
Ni uno sólo ha podido lograr la menor independencia del
imperialismo. En los países donde alcanzaron el poder,
han establecido zonas de libre comercio y han abierto sus fronteras
a las empresas imperialistas para que éstas exploten a
sus propias clases obreras, como es el caso de China, Vietnam,
Sudáfrica, Nicaragua. La lista podría continuar
indefinidamente. En todos los países donde los movimientos
nacionalistas permanecen suprimidos, éstos cortejan el
favor de Estados Unidos con las esperanzas de ser recibidos sobre
el césped de la Casa Blanca como lo fue Yasser Arafat,
pero, tal como muestra el propio destino de Arafat, las esperanzas
para lograr el éxito son cada vez más efímeras.
El ejemplo más patético de esta práctica
es Abdulah Öcalan, dirigente Partido Obrero Kurdo. Aunque
está bajo custodia en las circunstancias más degradantes,
continúa ofreciendo sus servicios a la burguesía
turca e internacional como garante del orden en el Oriente Medio.
Otro ejemplo es el Movimiento de Liberación de los Tigres
Tamiles en Sri Lanka, el cual se esmera en negociar un arreglo,
que les permita compartir el poder con Singala, cuyo propósito
es abrir el norte y el este de la isla a las compañías
transnacionales.
Las perspectivas por las cuales Trotsky luchó y el Comité
Internacional lucharon han sido vindicadas: la liberación
contra la opresión nacional sólo es posible como
consecuencia de la revolución proletaria. Las medidas democráticas
que todavía están por completarse sólo pueden
resolverse bajo la dirección de la clase obrera. Durante
toda una época, la subordinación de la clase obrera
al nacionalismo burgués, alentado por los pablistas, ha
servido de muralla a esta solución.
La política fracasada de las organizaciones pablistas
no significa éstas simplemente desaparecerán del
mapa. Tal como el colapso de los viejos partidos burocráticos
han mostrado, la burguesía depende cada vez más
considera que los ámbitos revisionistas pueden ofrecer
nuevos reclutas que luego se convertirán en su personal
gobernante.
Ya hemos presenciado la manera en que la generación
de las manifestaciones del 1968cuya influencia fueron Adorno
y Horkheimerhan asumido puestos importantes en sus gobiernos.
Sería demasiado simplista insistir que las ideas de la
escuela de Frankfort fueron responsables por la carrera de Joschka
Fischer. No obstante, una lógica política común
une a este luchador de las calles al ministro de relaciones exteriores
de Alemania. La política del luchador de las calles, quien
sustituye a la educación de la clase obrera con enfrentamientos
con la policía, tiene el mismo desprecio hacia la clase
obrera que hoy define al ministro de relaciones exteriores actual;
desprecio cuyas bases teóricas se arraigan en Adorno y
Horkheimer.
La integración a los gobiernos burgueses no se limita
solamente a los antiguos miembros de los movimientos de protesta
de 1968, tales como Fischer, quien en la década del 70
giró hacia el Partido Verde. Esta lista también
incluye a antiguos y actuales militantes de los llamados movimientos
"trotskistas". El más conocido de todos es sin
duda el ex Primer Ministro de Francia, Lionel Jospin, que durante
dos décadas fue miembro de la OCI.
El editor principal del primer periódico francés,
Le Monde, es Edwy Plenel, ex pablista. Fue miembro de la Liga
Comunista Revolucionaria (LCR ) en la década del 70 y fue
miembro de su Comité Central y por un tiempo del comité
de redacción de su periódico, Rouge [Rojo]. Hace
dos años que publicó una biografía en la
que orgullosamente admite su pasado político y se jacta
de que decenas de miles en Francia han atravesado por la misma
escuela.
Los círculos gobernantes de Francia ahora comienzan
a familiarizarse con la idea de la alianza electoral que se ha
propuesto entre la LCR y Lucha Obrera (LO); alianza que podría
lograra un éxito considerable en las elecciones europeas
y regionales que van a tomar lugar el próximo año.
Ya han habido varios indicios que el LCR estaría dispuesto
a asumir puestos en el gobierno burgués. En la primavera
del 2002, esta organización había llamado a un voto
por Jacques Chirac en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales.
Toda organización que aboga para que el pueblo vote por
un político burgués no titubeará en integrarse
a un gobierno burgués.
En otros países, organizaciones afiliadas al Secretariado
Unificado pablista por un tiempo han jugado un importante papel
en la política burguesa. En Brasil, los pablistas se disolvieron
dentro del Partido Obrero de "Lula" ( Luis Ignacio da
Silva ), quien ahora es presidente del país. Los pablistas
tienen un ministro en el gobierno y varios miembros del parlamento,
así como también numerosos miembros en puestos dirigentes
a nivel local y regional.
En Italia los pablistas han estado activos durante un período
prolongado dentro del Partido Rifondazione Comunista (PRC). Livio
Maitán, quien se convirtió en dirigente máximo
del Secretariado Unificado después de la muerte de Mandel,
es miembro del Comité Central del PRC y uno de los asesores
más destacados del líder del partido, Fausto Bertinotti.
Entre 1994 y 2001, Rifondiazone tuvo un papel clave en mantener
al gobierno de centro-izquierda en el poder cuando este se comprometió
a reducir el presupuesto nacional como precondición para
integrarse al sistema de moneda única de la Unión
Europea, acción que exigió el desmantelamiento enormes
porciones del bienestar social. En varias ocasiones, el gobierno
de centro-izquierda tuvo que enfrentarse a votos de confianza
por parte del parlamento y tuvo que depender del PRC para sobrevivir.
Hasta en Estados Unidos, probablemente el más anticomunista
de los países occidentales, es posible verificar la integración
de los pablistas en la política oficial burguesa. En las
recientes elecciones para la destitución y el reemplazo
del gobernador de California, el candidato principal del Partido
verde fue Peter Camejo, quien en otra etapa de su carrera se había
postulado para la presidencia como candidato del Partido Socialista
de los Trabajadores [SWP: siglas en inglés]. En la década
del 60, Camejo jugó un papel importante en la expulsiónde
la organización juvenil del partidoa los simpatizantes
del Comité Internacional. Durante la campaña electoral
[en California], los círculos gobernantes reaccionaron
de manera sorprendentemente amistosa hacia su candidatura. En
un país que muestra pocos escrúpulos en revelar
los más íntimos detalles de la vida privada de una
persona para denigrarla, nadie se molestó en mencionar
el pasado "trotskista" de Camejo.
El hecho de que la burguesía ahora se ve obligada a
necesitar de los servicios de los pablistas es un indicio de la
profundidad de su crisis. El abismo que separa al Comité
Internacional del pablismo es el abismo que existe entre el poder
obrero y el dominio burgués.
El Comité Internacional todavía no es un movimiento
de masas, pero su programa le da voz a la clase obrera internacional
y es su expresión consciente. Esto lo confirma la creciente
número de lectores del WSWS, que lo ha establecido como
el más popular de todos los sitios internacionales socialistas
del internet. Los "principios de fundación" citados
por James P. Cannon hace 50 años, han sido confirmados
y mantiene su validez. Permítanme en mi contribución
citar estos principios tal como los formuló la Carta Abierta:
"1. La agonía de muerte del sistema capitalista
amenaza con destruir la civilización con peores depresiones,
guerras mundiales y fenómenos barbáricos como el
fascismo.
"2. El descenso al abismo solamente puede evitarse reemplazando
al capitalismo con la economía planificada del socialismo
a nivel mundial y así continuar el progreso en espiral
que el capitalismo abrió en su inicio.
"3. Esto únicamente se puede lograr bajo la dirección
de la clase obrera en la sociedad. Pero la clase obrera se enfrenta
a una crisis de liderazgo, aunque la relación mundial de
fuerzas sociales nunca ha sido tan favorables como hoy para que
los trabajadores tomen el camino al poder.
"Para organizarse y alcanzar este objetivo histórico
mundial, la clase obrera de cada país debe formar un partido
socialista revolucionario cuyo modelo fue establecido por Lenín
; es decir, un partido de combate capaz de integrar dialécticamente
la democracia y el centralismo".
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