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Los Demócratas y la "guerra de Bush"
Por el Comité de Redacción
17 Abril 2004
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el autor
Este artículo apareció originalmente en inglés
en nuestro sitio el 9 de abril del presente.
La explosión de la guerra de resistencia nacional contra
la ocupación de Irak ha puesto en relieve dos hechos que
no se pueden ocultar: el carácter criminal de la invasión
del país por Estados Unidos; y que todo el sistema político
es culpable de arrastrar al pueblo norteamericano a esta vergonzosa
aventura colonial.
Por lo menos 40 marinos de guerra y soldados han perdido sus
vidas en las últimas rebeliones. Las autoridades que dirigen
la ocupación ni siquiera se molestan en contar la cantidad
de bajas sufridas por los iraquíes, pero informes provenientes
de todas las regiones del país indican que éstas
pasan de los 1000, la mayoría hombres, mujeres y niños
que no llevan armas y que han sido muertos por cohetes teledirigidos,
bombas y fuego de ametralladora contra zonas urbanas de densa
población.
El hecho que la rebelión se ha esparcido desde el llamado
triángulo sunni a los barrios pobres de Bagdad y a los
pueblos y ciudades predominantemente chiitas en el sur de Irak
desmiente las declaraciones presuntuosas de Washington, que había
ganado el apoyo del pueblo iraquí y creado instituciones
para el auto gobierno del país.
Más bien la humillación diaria de la ocupación
extranjera, junto con el enriquecimiento de los contratistas estadounidenses
y la evidente intención de Estados Unidos de apoderarse
de la riqueza petrolífera de Irak, ha engendrado el furor
y la rebelióm de las masas.
Los tumultuosos acontecimientos en Irak han creado la crisis
más profunda del gobierno de Bush desde que asumiera las
riendas del poder en la Casa Blanca. Las encuestas sobre la opinión
popular indican que una significativa mayoría no está
de acuerdo con la política del presidente en Irak, y que
la cantidad de estadounidense que exigen el retiro de las tropas
de ese país va aumentando.
Con ciudades enteras cayendo en manos de los insurgentes y
sangrientas batallas de casa en casa en las calles de Fallujah,
el gobierno de Bush, con la corrupta y servil prensa repitiendo
sus palabras como una cotorra, insiste en que las fuerzas militares
de Estados Unidos sólo se enfrenta a pequeñas pandillas
de "malhechores" y "terroristas". Ha jurado
"mantener el curso".
Pero, ¿qué de los presuntos adversarios del gobierno,
los Demócratas? ¿Han tratado de desenmascarar las
mentiras del gobierno en cuanto al carácter de las rebeliones
en Irak? ¿Han dado un paso hacia adelante para condenar
las atrocidades que se están cometiendo en nombre del pueblo
de Estados Unidos? ¿Han exigido que los jóvenes
norteamericanosmujeres y hombresque están perdiendo
sus vidas y sufriendo heridas y traumas sean rescatados del peligro
y retirados de Irak?
Hacer las preguntas es contestarlas.
Claro, existen opiniones divergentes entre los funcionarios
del Partido Demócrata. Edward Kennedy, senador por el estado
de Massachussets, se ganó la ira de los Republicanos y
hasta la censura de varios miembros de su propio partido cuando
pronunció un discurso el 5 de abril en que se refirió
a Irak como "el Vietnam de Bush".
Criticó al gobierno duramente por mentir acerca de la
armas para la destrucción en masa que sirvieron de pretexto
para lanzar la guerra. Acusó al gobierno de haber "desviado
la verdadera guerra contra el terrorismo" al invadir a Irak.
Pero las palabras de Kennedy fueron notablemente vacías.
Ni sugirió que Estados Unidos debería salirse de
Irak, ni ofreció ninguna alternativa política.
Otros altos funcionarios Demócratas en el Senado, tales
como Tom Daschle, por el estado de Dakota del Sur, y Evan Bay,
por el estado de Indiana, repitieron el mandato de Bush "para
mantener curso" como si fueran ecos. En una entrevista en
el programa de televisión "Today" ["Hoy"],
por la cadena nacional NBC-TV, Bayh le instó a los estadounidenses
que se acostumbraran a la matanza y a la muerte y dijo que "todo
esto, más que otra cosa, pone nuestra perseverancia a prueba.
Va a ser difícil y desafortunadamente vamos a sufrir demasiados
días de tragedia, como el de ayer".
Lieberman: usemos una "fuerza aplastante"
Varios le han instado al gobierno de Bush que intensifique
la represión violenta. El Senador Joe Lieberman, Demócrata
por el estado de Connecticut y candidato que fracasara en conseguir
la nominación de su partido a la presidencia, declaró
que habían muy pocas tropas estadounidenses en Irak para
poder "batallar a los insurgentes y establecer el orden civil".
Le exigió que Bush que "aplicara la doctrina de Powell",
la cual aboga por el uso de la fuerza aplastante en irak. Le instó
al presunto candidato presidencial de los Demócratas, el
Senador John Kerry, por el estado de Massachussets, que se uniera
al presidente para planear la intensificación de las fuerzas
militares.
El mismo Kerry ha actuado ha tomado extremas precauciones en
cuanto a la cuestión de Irak. Durante un discurso sobre
la economía el miércoles, fue forzado a comentar
sobre el tema. Declaró que "no importa cuantos desacuerdos
tengamos sobre la política en Iraky los tenemostodos
estamos unidos como nación al apoyar nuestras tropas y
en alcanzar nuestro objetivo: un Irak estable".
¡Qué cobardía! Kerry, quien comenzó
su carrera política como dirigente del grupo llamado Veteranos
de Vietnam Contra la Guerra, bien sabe el tipo de apoyo que a
la mayoría de las tropas en Irak les gustaría (muchos
ya tienen más de un año en ese país): un
avión que los regrese a Estados Unidos.
Kerry criticó burlonamente al gobierno por haber predicho
que el pueblo iraquí recibiría a los soldados norteamericanos
con flores, pero su mayor crítica fue a los planes anunciados
por el gobierno de Bush que le iba a entregar la "soberanía"
a un gobierno de Quisling el 30 de junio. La lógica explícita
es que el dominio y la represión coloniales deben continuar.
Los columnistas supuestamente liberales de los periódicos
principales de Estados Unidos comparten la misma estrecha visión.
El miércoles pasado, Harold Meyerson, quien se había
opuesto a la guerra, escribió en el Washington Post
un lamento titulado "En Irak no queda otra alternativa".
Luego de declarar que la política de Bush había
fatalmente socavado el proyecto de una "nación basada
en el pluralismo", Meyerson concluye que no había
ninguna opción excepto seguir el rumbo empezado. Según
esta lógica, el carácter criminal e inmoral de la
invasión ha convertido a la continua ocupación una
obligación moral.
"Pero es precisamente porque esta es una guerra que no
tuvimos que luchar, abandonar el país sería un engaño
desde el punto de vista político y moral", escribe
Meyerson. "Nos apoderamos de Irak cuando no teníamos
que hacerlo, pero abandonarlo a su propia violencia sectaria sería
un horrible fin. La única buena y correcta alternativa
política que le queda al pueblo de Estados Unidos es sacar
al presidente que nos metió en este atolladero".
Nada indica de la manera más clara lo poco que las cosas
cambiarían si Kerry sale victorioso en noviembre.
También tenemos Al inefable Thomas Friedman, del New
York Times, quien promovió la guerra como misión
para democratizar al Oriente Medio. El jueves el periódico
publicó otra de sus columnas típicas: santurrón,
banal y engañosa.
El título de la pieza es una provocación: "¿Existen
iraquíes en Irak?". Pregunta que los soldados que
luchan en tierra a penas se preguntarían; quienes saben
que los iraquíes están ahí porque los sunnis
igual que los chiitas les están disparando. Friedman comienza
con la idea que la rebelión en Irak recibió su ímpetu
del sectarismo y el fanatismo religioso, y que la cuestión
que se ha planteado es si la "mayoría silenciosa"
de Irak se responsabilizaría para contrarrestar la sublevación.
Escribe: "¿Existe una masa lista para identificarse
a sí misma, no como sunnis o chiitas o kurdos, sino como
iraquíes que están listos para luchar por la oportunidad
de lograr la auto determinación para el pueblo iraquí
en general?"
El concepto que Friedman tiene en cuanto a la auto determinacióntérmino
que sufrió muchísimos abusos durante el curso del
Siglo XXtiene que ser la definición más perversa
de la historia. Luchar por la auto determinación, le dice
a sus lectores, "los iraquíes verdaderos" tienen
que apoyar la ocupación estadounidense contra aquellos
que exigen la expulsión de tropas extranjeras del suelo
iraquí.
Acusa a los insurgentes de tratar de "disfrazar sus verdaderos
objetivos detrás de la manta del anti americanismo"
para engañar a la "mayoría silenciosa de Irak".
(Friedman no le atribuye esa frase infame a su autor original:
Richard Nixon.) Friedman no explica por qué este "disfraz"
anti americano tiene su atractivo si es que, tal como él
insiste, la "mayoría silenciosa" apoya el proyecto
de Estados Unidos en Irak La única conclusión lógica,
es decir, si Friedman es capaz de ser lógico, es que esta
mayoría, como los rebeldes mismos, consideran que la auto
determinación consta en expulsar a Estados Unidos.
Friedman concluye con una crítica al gobierno de Bush
por no haber suministrado suficientes recursos a la ocupación.
Sigue escribiendo: "Se que la manera correcta de actuar ahora
es mantenernos en curso, derrotar a los malos, quitarle las armas
a las milicias y tratar de establecer una estructura política...Pero
ésto llevará tiempo y sacrificios, y la única
manera de conseguirlos es reclutando a la ONU, la OTAN y a todos
nuestros aliados".
Restringiendo la legitimidad del debate sobre
Irak
Estas palabras pudieron haber salido de la boca de Kerry mismo.
Es la plataforma política fundamental de los Demócratas
a medida que las elecciones de noviembre se acercan. Puede que
al gobierno de Bush se le critique por la manera en que se preparó
para la guerra, o porque no obtuvo el permiso de la ONU , pero
en cuanto a la continuación de la guerra contra el pueblo
iraquí no puede haber ningún debate.
Esta unidad esencial sobre la ocupación de Irak en los
niveles más altos del Partido Demócrata (y lo que
hoy pasa por voces liberales en la prensa) refleja los intereses
fundamentales de la clase gobernante de Estados Unidos. También
es consecuencia de la manipulación política bien
calculada del concurso para obtener la nominación Demócrata
a la presidencia.
El año pasado, antes de las elecciones internas [para
la nominación a la presidencia] del Partido Demócrata,
hubo cierto activismo político que reflejaba una enorme
oposición popular a la guerra contra Irak. Inicialmente,
este activismo en gran parte fue limitado a apoyar la candidatura
de Howard Dean, ex gobernador del estado de Vermont. Debido a
las críticas que lanzó contra el gobierno de Bush
y los Demócratas que habían apoyado la guerra, Dean
surgió, según las encuestas sobre la opinión
popular antes de las elecciones internas, como el candidato preferido.
Su popularidad meteórica alarmó a las autoridades
políticas.
El descubrimiento que Bush podía ser derrotado en el
2004por cierto algo que la clase gobernante, por sus propias
razones, considera cada vez con mayor favor como la opción
preferiblerequería que se escogiera un candidato
Demócrata leal y de experiencia. Los medios de prensa atacaron
implacablemente a Dean, y éste no tenía el talento
político para defenderse, aunque hizo lo mejor que pudo
para reconciliarse con sus críticos. Así comenzó
a darle énfasis a que había apoyado la guerra en
Afganistán y que, a pesar de criticar la invasión
de Irak, apoyaba la continua ocupación del país
por Estados Unidos. La prensa pintó a Dean como persona
inestable, incapaz de ser elegido, y viró su apoyo hacia
John Kerry, veterano de guerra, el miembro más rico del
Senado de Estados Unidos, y cuyo voto había contribuido
a la autorización de la guerra en Irak.
El objetivo fundamental de toda estas maniobras políticas
no fue contrarrestar la percibida amenaza que Dean, como político
burgués bastante conservador, presentaba. Más bien
el objetivo fue neutralizar los efectos del sentimiento contra
la guerra dentro del proceso político y excluir toda oposición
popular a la ocupación de Irak por Estados Unidos en el
contexto de las elecciones presidenciales. Los últimos
acontecimientos en Irak han mostrado por qué esto fue tan
necesario, y la reacción de los Demócratas ha confirmado
que se ha logrado el objetivo político de excluir todo
debate serio acerca de la guerra en Irak.
La guerra que se está llevando a cabo contra el pueblo
iraquí no es solamente una aventura criminal del gobierno
de Bush. Es una política que ambos partidos promulgan.
Detrás de todas las excusas de los liberales Demócratas
en cuanto a no "abandonar" al pueblo iraquí se
encuentran los intereses estratégicos del imperialismo
de Estados Unidos: controlar los recursos petrolíferos
de Irak y de todo el Oriente Medio.
La elección de Kerry no significa que las tropas norteamericanas
serán retiradas de Irak. Éstas continuarán
matando y muriendo en cantidades cada vez mayores. La oposición
a esta masacre sólo puede progresar políticamente
por medio de la escisión decisiva con el Partido Demócrata
y con el establecimiento de un movimiento, político e independiente,
de las masas trabajadoras determinadas a luchar contra la guerra
y la desigualdad social.
El Partido Socialista por la Igualdad y sus candidatos participan
en las elecciones del 2004 para establecer las bases políticas
de este movimiento. Nuestro partido continuamente exigirá
el retiro inmediato e incondicional de todas las tropas estadounidenses
de Irak y el enjuiciamiento de todos los criminales que conspiraron
para lanzar esta guerra.
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