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Se intensifican los ataques contra las tropas estadounidenses
en Irak
Por Peter Symonds
24 Septiembre 2003
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Washington y sus militares repetidamente han negado que la
resistencia armada contra la ocupación estadounidense de
Irak no sólo se ha ampliado, sino que se ha intensificado.
Pero hacia fines de la semana pasada, una emboscada de tropas
estadounidenses en los pueblos de Tikrit y Khaldiyah, en el norte
y el oeste de Bagdad, respectivamente, se convirtieron en batallas
a mano armada que duraron horas, a pesar de la abrumadora superioridad
de las armas de fuego de los Estados Unidos.
El jueves por la tarde, en Kahldiyah, explosiones de minas
emboscaron a dos convoyes estadounidenses. Cuando el primer convoy
se detuvo, fue atacado por pequeñas armas de fuego y granadas
lanzadas con rifles de propulsión. La batalla rugió
por más de tres horas, y los Estados Unidos usó
tanques de guerra, vehículos de combate Bradley y helicópteros
con ametralladoras para destruir a los luchadores. Tres vehículos
de Estados Unidos fueron destruidos.
Según varios testigos oculares, los soldados estadounidenses
respondieron al ataque disparando al azar y amenazaron a los periodistas
que trataban de cubrir el evento. Un fotógrafo y su chofer,
de la Prensa Asociada, fueron forzados a huir por sus vidas cuando
uno de los tanques le abrió fuego a su carro con una ametralladora
pesada. Las tropas estadounidenses se fueron al caer el crepúsculo,
remolcando tras ellas los vehículos quemados.
Dos soldados estadounidenses resultaron heridos en el incidente.
Las bajas de los combatientes y civiles iraquíes todavía
son desconocidas. El Pentágono ha rehusado mantener cuenta
de las bajas iraquíes. Residentes locales le expresaron
a la prensa que tres jóvenes habían sido heridos:
dos en el hombro y el otro en el tórax. Tras las tropas
estadounidenses retirarse, cientos de residentes de Khaldiyah
bailaron en las calles y dispararon sus rifles al aire.
Jihad Afash Masi, de 40 años de edad, le dijo a uno
de los reporteros que él le había permitido a dos
luchadores disparar contra el convoy desde atrás de una
cerca de concreto que protege el patio de enfrente.
No había otro lugar mejor para que ellos [dispararan],
dijo. Añadió que no le temía a la venganza.
Nos estamos sacrificando por nuestra patria. Otros
indicaron que apoyaban el regreso de Saddam Hussein y la estabilidad
relativa de su gobierno.
Khaldiyah, igual que la ciudad vecina de Fallujah, es centro
de las hostilidades contra la ocupación estadounidense
y casi se ha convertido en una zona donde a los soldados estadounidenses
no se les permite entrar. Los residentes consideran que la policía
local son colaboradores pagados por Estados Unidos. El lunes pasado,
el jefe de la policía, el Coronel Khedeir Mekhalef Ali,
fue ajusticiado en un ataque a plena luz del sol cuando regresaba
a su casa en Fallujah. El policía Fouad Fadhil Eissa se
queja desde su cama en el hospital: No hay ninguna seguridad.
Y no habrá ninguna estabilidad siempre que los estadounidenses
mantengan su presencia aquí.
Más tarde, el jueves por la noche, tres soldados estadounidenses
fueron muertos en el pueblito de Al Ouja en las afueras de Tikrit
después que su patrulla fuera atacada prolongadamente por
pequeñas armas de fuego. Los militares de Estados Unidos
respondieron con una fuerza abrumadora. Le dispararon a casas
y edificios granjeros con helicópteros de combate tipo
Apache en un combate que duró toda la noche. Al amanecer,
casi 60 iraquíes habían sido detenidos bajo sospecha.
Según el comandante local de Estados Unidos, el Coronel
James Hickey, la emboscada fue parte de toda una serie de ataques
contra el ejército estadounidense que parecía haber
sido coordinada con anticipación. Vimos que la acción
tomó lugar en el este y oeste de la ciudad. Eso es raro,
dijo. Hickey trató de menospreciar los ataques y despreció
a los atacantes como un puñito de militares en retaguardia
que todavía quieren mantener cierta pertinencia política.
La explicación de Hickey simplemente refleja el punto
de vista trillado de Washington: que toda resistencia contra la
ocupación proviene de aquellos que todavía creen
en el Partido Baatista, de criminales o de terroristas islámicos
extranjeros al país. Pero las mentiras siguen languideciendo
a medida que la amplia hostilidad hacia Estados Unidos y sus colaboradores
se hace más evidente. Puede que el Pentágono no
presente detalles de sus búsquedas de casa en casa, de
sus arrestos arbitrarios y de la cantidad de civiles muertos,
pero sus actividades de polizonte todavía tienen su impacto.
Un artículo que apareció en un sitio del internet,
Occupation Watch, el 17 de septiembre explica que los militares
estadounidenses a diario ejecutan redadas contra los hogares,
cosa que la prensa no acostumbra a reportar. Revientan los
portones, dice el artículo, patean y derriban
puertas y hacen a la gente morder el polvo. Los detalles
del informe son gráficos. El martes pasado, con mujeres
gritando en manifestación, los soldados arrastraron y se
llevaron como a doce hombres. Un niño de diez años
de edad, que fue empujado como ganado con su familia y encerrado
en su propio jardín, declaró: Un día
seré luchador iraquí y mataré a los norteamericanos.
Ellos son el enemigo.
El New York Times reportó la semana pasada que
varios funcionarios estadounidenses se están inquietando
cada vez más con la creciente hostilidad en Irak hacia
la ocupación. Se expresaron porque su identidad iba a quedar
anónima. Dijeron que había sido error del gobierno
despreciar el papel de los iraquíes ordinarios, cuya ira,
causada por la presencia estadounidense, parecía atizar
el fuego de los que atacan las fuerzas estadounidenses. Para
muchos iraquíes ya no somos los tipos que derrocaron a
Saddam. Somos los que derriban puertas y violentamente interrumpen
las vidas de sus esposas y sus hijas, dijo uno de los funcionarios.
De acuerdo al periódico, una encuesta de opinión
pública en Irak, conducida recientemente por la sección
de espionaje del Ministerio de Relaciones Exteriores, ha averiguado
que la hostilidad hacia la ocupación
ha alcanzado niveles significantes. Sigue el periódico:
Funcionarios dicen la hostilidad se ha extendido mucho más
allá del sector del país dominado por los sunnis,
el cual ha sido la ubicación principal de los ataques contra
las fuerzas estadounidenses. Ahora ésta incluye al sur,
que lo dominan los shiítas, cuyos ciudadanos le han brindado
mayor apoyo a la presencia militar de Estados Unidos, pero sin
protestar en alta voz por las redadas y otras acciones de los
estadounidenses.
Ciertos funcionarios ha tratado de menospreciar el análisis
de la encuesta, pero otros han dicho que las cosas se va a poner
peor. A medida que pasa el tiempo y la infraestructura no
mejora, y las tropas de los Estados Unidos se encuentran al frente
y en el centro de los problemas, es difícil creer que el
humor del público va a mejorar, le dijo uno al New
York Times. Además, a medida que las organizaciones shiítas
y los militares kurdos que participan en el Concilio Gobernante
de Irak cada vez más se revelan como títeres del
gobierno de Estados Unidos, la resistencia armada ha de expandirse
más allá de las regiones de los sunnis.
Las bajas diarias de las tropas estadounidenses ha logrado
que el Pentágono acelere sus planes para capacitar a la
policía iraquí y a reformar el ejército del
país. Los militares estadounidenses también se encuentran
tratando de llegar a ciertos acuerdos con los jefes tribales,
los comandantes de milicias y los caudillos locales para conseguir
su apoyo en la patrulla de las ciudades y pueblos claves. El jefe
administrador de Washington, Paul Brenner III, anunció
a principios de mes que Estados Unidos le pagaría a los
luchadores de las tribus para que vigilen la infraestructura,
sobretodo los oleoductos petrolíferos y los circuitos de
electricidad.
Inevitablemente, los resultados serán los mismos que
en Afganistán, donde una red semi organizada de caudillos
guerreros todavía dominan al país sin importarle
un bledo los derechos democráticos o el bienestar social
de la mayoría de la población. Además, aquellos
que asistan a la ocupación estadounidense serán
considerados colaboradores y traidores a su patria y, junto con
las tropas de la coalición, también se convertirán
en blancos de los ataques. Los acontecimientos de los últimos
días han confirmado estos procesos fundamentales.
* La ira de los residentes de Fallujah se tornó aún
más colérica el miércoles pasado cuando una
patrulla estadounidense le disparó a un joven de 14 años,
dejándolo muerto. También hirió a seis otros
cuando confundió unos disparos de festejo que provenían
de unas bodas. De acuerdo a uno de los habitantes locales, los
soldados, creyendo que eran atacados, se salieron de sus Humvees
y comenzaron a disparar sin tino en todas direcciones. La muerte
del joven sucedió menos de una semana después de
las manifestaciones en contra de la matanza de 10 policías
de Fallujah y un guardia jordano a manos de los soldados estadounidenses
en un incidente de fuego amistoso.
* El sábado por la mañana, una miembro del Concilio
Gobernante de Irak, Aquila al Hashimi, fue emboscada poco después
de salir de su casa en el oeste de Bagdad. Fue llevada al hospital
con heridas graves en el vientre. Hashimi es la única miembro
del Concilio que pertenecía al Partido Baatista y al régimen
de Saddam Hussein. Este atentado es el primero contra un miembro
del Concilio Gobernante.
* Tres soldados estadounidenses más fueron muertos en
dos ataques diferentes el sábado. Dos soldados también
murieron y 13 sufrieron heridas en un ataque con morteros contra
el presidio de Abu Gharib, a 20 kilómetros de Bagdad. Otro
soldado también fue muerto en Ramadi, en el oeste, a 110
kilómetros de Bagdad, cuando el vehículo en que
viajaba explotó debido a un dispositivo explosivo
improvisado. Estas muertes suben a 82 la cantidad de soldados
que han perecido durante ataques guerrilleros a pesar que el 1ro.
de mayo el presidente Bush anunció que las principales
acciones de la guerra habían cesado.
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