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Casa Blanca prohíbe noticias acerca de ataúdes
que regresan de Iraq
Por Bill Vann
30 Octubre 2003
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el autor
El miércoles pasado, el Washington Post publicó
la noticia que el gobierno de Bush ha ordenado que el Pentágono
prohíba todo informe noticioso acerca de los ataúdes
que regresan de Irak. Con este apagón, la Casa
Blanca trata de hacer pasar la pesadilla de Irak como sueño
de hadas.
El corresponsal del Post que cubre la Casa Blanca, Dana
Milbank, escribe lo siguiente: Desde la Guerra de Vietnam,
todos los presidentes han temido que sus acciones militares les
cuesten su popularidad si el público llega a presenciar
los ataúdesenvueltos en la banderade los soldados
muertos que llegan a las bases militares. Pero el gobierno de
Bush ha encontrado una simple solución a este problema:
ha prohibido que la prensa cubra y fotografíe, en todas
las bases militares, la llegada de los ataúdes de los soldados
muertos en combate.
Hubo una época, tras la Guerra de Vietnam, en que la
llegada de los restos de cualquier miembro de las fuerzas armadas
de Estados Unidos muerto en el extranjero era una ocasión
solemne auspiciada por el Estado. El trauma que Vietnam causójunto
con la desaparición de más de 58,000 soldadosforzó
la cancelación de la práctica que prevalecía
durante aquella guerra; práctica en que la frase enviado
a su país en bolsa plástica dejaba bien claro
la indiferencia con que el gobierno de Estados Unidos trataba
a las tropas en los campos de batalla.
Esa fue la razón por qué el presidente Jimmy
Carter asistió a una ceremonia conmemorativa celebrada
en la base aérea de Dover, estado de Delawarela cual
se había convertido en la mayor casa mortuoria de las fuerzas
militarescuando arribaron los cadáveres de las personas
que habían muerto como resultado del rescate fracasado
de los rehenes en Irán. Reagan colocó medallas en
los ataúdes de los marinos de guerra que habían
muerto en El Salvador, y también asistió a las ceremonias
conmemorativas de los 241 marinos que habían perdido sus
vidas en el bombardeo de las barracas en Beirut. George Bush padre
también le hizo homenaje a los soldados fallecidos en Panamá
y el Líbano al mismo tiempo que se planeaban complicadas
ceremonias para recibir los ataúdes que arribaban en Dover,
en las base aéreas de Andrews, estado de Maryland, de Ramstein,
Alemania, y en varias otras.
El comando militar y el gobierno de Estados Unidos nunca han
puesto en duda el impacto que estas imágenes tienen. El
general de ejército, Henry Shelton, ex jefe del Estado
Mayor, una vez comentó en 1999 que todas las intervenciones
por parte de las fuerzas militares de estados Unidos tendrían
que pasar por la prueba de Dover; es decir, la reacción
del público a las fotografías y noticieros acerca
de ataúdes que bajaban de los aviones militares de transporte.
El gobierno actual decidido que simplemente no va a tratar
de pasar esta prueba. Más bien, se burla de
la prensa por ésta enfocar las matanzas y perjuicios sufridos
por el personal militar de estados Unidos en ataques lanzados
por las fuerzas de resistenciaque suceden con un promedio
de 25 veces al díapara no decir las matanzas y los
daños físicos que los mismos civiles iraquíes
sufren. El gobierno ahora insiste en que los noticieros de televisión
se enfoquen en los éxitos logrados, tales como la nueva
moneda diseñada por Estados Unidos.
En su gran mayoría, los órganos de prensa, que
le pertenecen a los grandes negocios, ha obedecido la orden. La
atención que la prensa ahora le da a la desaparición
de soldados, a los funerales y al sufrimiento de las familias
que pierden a sus seres queridos es mínima.
Bush ha usado portaviones y masas de soldados y marineros como
fondo para adornar sus fotografías propagandistas, pero
ha tratado a los soldados en Irak con desprecio. En la Casa Blanca
nunca se había visto un presidente tratar con tanta indiferencia
la desaparición de los hombres y mujeres uniformados de
Estados Unidos. La cantidad de muertes ya se aproxima a las 3250,
pero Bush todavía no ha asistido a un sólo funeral
o reunión conmemorativa.
Al dejarse convencer por su propia propagandaque el pueblo
iraquí recibiría las fuerzas de ocupación
de Estados Unidos como liberadoresel gobierno
ha fracasado en desplegar o equipar adecuadamente a las fuerzas
militares del país en un ambiente cada vez más hostil.
Al mismo tiempo, los soldadoshombres y mujeresviven
en condiciones horribles, en gran parte debido a que los servicios
de apoyo fueron vendidos a empresas con buenas relaciones políticas;
empresas que, una vez que reconocieron que Irak era todavía
una zona de combate, se negaron a proveer los servicios prometidos.
El tratamiento de los soldados que han sufrido daños
físicos en Irak es un escándalo. Los que han sido
dados de alta por los hospitales militares, en muchos casos los
que han quedado incapacitados de por vida, han averiguado que
dichos hospitales les están cobrando por los alimentos
que consumieron. Estos soldados se han quedado boquiabiertos e
iracundos.
En Fort Stewart estado de Georgia, donde Bush apareció
luego de la invasión y usó a las tropas que regresaban
de Irak como utilería de teatro, se le está negando
servicios médicos rápidos a aproximadamente a 600
reservistas que han sufrido daños físicos. Viven
en condiciones desastrosas en barracas de cemento construidas
durante la Segunda Guerra Mundial. Les falta agua corriente y
aire acondicionado. Los reclutas heridos son forzados a caminar
30 yardasmuchos de ellos apoyados de muletasa una
letrina comunitaria llena de bichos. Han sido obligados a comprar
su propio papel higiénico.
Según un artículo publicado por el periódico
Atlanta Journal Constitution el miércoles pasado,
aproximadamente 400 de los reclutas le revelaron a la prensa las
condiciones en que viven. Los superiores les ordenaron a formar
fila el martes por la mañana y los reprocharon severamente.
El sargento Dennis Stewart, quien es bombero en la ciudad de Terre
Haute, estado de Indiana, le dijo al periódico: Nos
dijeron que íbamos a limpiar más, a trabajar más,
y a mantener los picos cerrados.
Pero, ¿quiénes son estos soldados a quienes el
Presidente y su gobierno tratan tan mal? En su gran mayoría
son de la clase obrera. En muchos casos se integraron a las fuerzas
armadas porque necesitaban empleo o dinero para su educación.
El especialista Simeon Hunt, de 23 años de edad y residente
de la ciudad de Orange en el estado de New Jersey, fue muerto
a balazos el 1ro. de octubre mientras patrullaba en Al Khadra.
Le sobreviven su esposa, una hija de año y medio de edad,
y un hijo que nunca llegó a ver. Hunte asistía
a la Universidad Estatal de Montclair pero no llegó a graduarse.
Ingresó en el ejército para obtener ayuda económica
con la cual lograr sus objetivos, según un informe
de la prensa sobre su desaparición.
Analaura Esparza-Gutiérrez, de 21 años de edad,
nació en Monterrey, México. Emigró a Estados
Unidos cuando tenía siete años de edad. Se preparaba
a solicitar su ciudadanía. Era cabo del ejército.
Fue muerta el primero de octubre cuando el convoy militar en que
iba fue destrozado por un explosivo y granadas lanzadas con tiracohetes.
Había asistido al Houston Community College en el estado
de Texas, pero había ingresado al ejército para
que sus padres no tuvieran que sacrificarse tanto para pagar la
matrícula. Dijo su padre: Siempre se preocupaba más
por nosotros que por ella misma.
El sargento David Travis Friedrich, de 26 años de edad,
residente de la ciudad de Naugatuck en el estado de Connecticut,
fue muerto el 21 de septiembre en un ataque de morteros contra
su base militar cerca de Bagdad. Su madre puntualizó que
se había inscrito en las reservas para juntar dinero y
poder pagar por sus estudios post-graduados en la Universidad
de New Haven. También tenía un empleo en jornada
completa en una fábrica antes que la llamaran al servicio
activo.
Ryan Carlock, de 25 años de edad, de la ciudad de Colchester,
estado de Illinois, murió en combate al norte de Bagdad
el 29 de septiembre. Había ingresado al ejército
tres años atrás para ganarse la vida así
poder mantener a su esposa y dos hijos, y para recibir capacitación
en algún campo para conseguir mejor empleo. Dijo su padrastro:
Trataba de decidir cual iba a ser su próxima movida:
quedarse [como soldado] o asistir a la universidad.
Hay un hilo común que une las biografías de la
gran mayoría de los que han perdido sus vidas en la guerra
contra Irak y la ocupación de éste: la lucha y el
sacrificio ante un mercado que menos y menos empleos ofrece y
en el cual el costo de las matrículas universitarias ha
aumentado fuera de control. Sus vidas no se pueden comparar a
la del Presidente de Estados Unidos pues los separa un enorme
abismo. La fama y la riqueza de su familia garantizaron que Bush
fuera aceptado como estudiante por la famosa Universidad de Yale,
de donde se graduó. Y también aseguró que
se escapara del servicio militar obligatorio y consiguiera todos
esos puestos bien pagados antes de llegar a la presidencia.
Para Bush, Cheney y Rumsfeld, así como también
para las empresas de Halliburton, Bechtel, Chevron Texaco y ConocoPhillips,
las vidas de estos jóvenes se pueden sacrificar fácilmente.
Es como si fueran el pago por adelantado, en sangre, por las enormes
ganancias que resultarán al apoderarse de las reservas
petrolíferas de Irak y el saqueo de la tesorería
de Estados Unidos por medio de contratos gordos para la presunta
reconstrucción del país.
Para el pueblo trabajador estadounidense, la muerte de estos
jóvenes es una terrible tragedia y desperdicio humano.
Estos soldados, como el pueblo estadounidense en general, fueron
arrastrados a esta guerra ilegal por mentiras acerca de las dichas
armas para la destrucción en masa y los vínculos
de Bagdad con terroristas; mentiras inventadas para encubrir los
objetivos predatorios del gobierno de Bush. Han sido obligados
a quedarse en Irak siete meses después de la caída
del régimen de Hussein bajo condiciones en que ha aumentado
la hostilidad popular hacia lo que en realidad es el colonialismo
de Estados Unidos contra un país indefenso.
El gobierno de Bush es famoso por creer que lo único
que importa es la imagen de las cosas y que puede practicar cualquier
política criminal siempre que la pueda cubrir con la bandera
y que la prensa sea lo suficientemente servil para tapar la verdad.
Aunque pueda prevenir que las cámaras filmen los ataúdes
que llegan a la base aérea de Dover, los cadáveres
todavía seguirán llegando de Irak para ser enterrados
en los pueblos y ciudades desde el estado de Nueva York hasta
el de California.
A medida que sectores más amplios de la población
se dan cuenta de lo innecesario de estas desapariciones y que,
además, éstas son el resultado de lo que solamente
se puede describir como una acción criminal, inevitablemente
el pueblo comenzará a exigir que Estados Unidos retire
todas sus tropas de Irak. Entonces sacará cuentas con los
que han sido responsables por las muertes innecesarias de los
iraquíes y los propios estadounidenses.
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