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Bush aboga por décadas de guerra para establecer la "democracia" en el Oriente Medio

Por Bill Vann
18 Noviembre 2003

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El 6 de noviembre el Presidente Bush pronunció un discurso ante la organización National Endowment for Democracy (NED) [Fundación Nacional por la Democracia] en el que pintó a la ocupación militar de Irak como la primera etapa de una campaña que Estados Unidos ha de llevar a cabo por la "democracia" en la región durante "las décadas venideras".

Dejando claro que ni el aumento en las fatalidades de los soldados estadounidenses—30 han muerto solamente esta semana—ni las encuestas de opinión pública que muestran que el pueblo se va oponiendo a la guerra cada vez más, Bush declaró que Washington "ha adoptado una nueva política, una estrategia progresista de la libertad en el Oriente Medio". Indicó que los planes de su gobierno para invasiones militares futuras en la región ya van bien avanzados.

"La democracia iraquí tendrá éxito, y ese éxito enviará las buenas, desde Damasco a Teherán, que la libertad puede ser el futuro de todas las naciones", puntualizó Bush. "El establecimiento de un Irak libre en el mismo corazón del Oriente Medio será un momento histórico en la revolución democrática mundial".

Este tema repite la tesis que los ideólogos derechistas de la dirección civil del Pentágono—principales planificadores de la guerra—presentaron anterior a ella. Afirmaron un ataque militar sagaz por parte de Estados Unidos para derrocar a Saddam Hussein esparciría una sensación de "sacudida y espanto" por todo el Oriente Medio, impulsando la caída de los regímenes en Irán y Siria como si fueran piezas de dominós e inspirando al pueblo palestino a darse por vencido ante la agresión israelí.

Esta es la misma gente que imputó a Irak de conducir programas avanzados para el desarrollo de armas nucleares y que aseguró al pueblo de Estados Unidos que los soldados estadounidenses serían recibidos como libertadores y bienvenidos con flores.

Pero los horribles sucesos en Irak han unido a los pueblos del mundo árabe en hostilidad hacia el imperialismo de Estados Unidos. Lejos de considerar que Irak es una nación "libre", la mayoría de la gente opina que Washington se ha embarcado en una nueva etapa del colonialismo y usa su poderío militar para apoderarse de los recursos petrolíferos y establecer su hegemonía en la región. Existe gran simpatía por la resistencia de los rebeldes que desean expulsar a las fuerzas estadounidense del país.

Que Bush insiste en el pretexto de que esta es una guerra por la democracia indica que sectores decisivos de la clase gobernante de Estados Unidos se ha comprometido a continuar esta desastrosa política en Irak, pues consideran que cualquier retaguardia sería una derrota estratégica para sus intereses mundiales.

Pero la excusa de que la misión de Estados Unidos—única en el mundo— es extender la democracia y la libertad por todo el mundo para encubrir su política rapaz no representa ninguna creatividad del gobierno de Bush, como el mismo ha admitido. Bush ha comparado su nueva doctrina sobre el Oriente Medio a los "Catorce Puntos" de Woodrow Wilson y a las "Cuatro Libertades" de Franklin D. Roosevelt.

El imperialismo de Estados Unidos históricamente ha cubierto sus ambiciones mundiales bajo el manto de la benevolencia democrática. Wilson proclamó que, diferente a las potencias europeas, quienes querían lograr la ventaja geopolítica y el dominio de las materias primas y mercados mundiales, el único objetivo de Estados Unidos al participar en la Guerra Mundial era "asegurar la democracia del mundo". La intervención de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial también fue pintada con los colores de una cruzada completamente altruista contra el fascismo alemán y el militarismo japonés.

Durante todo el período de la Guerra Fría, Washington catalogó todas sus agresiones—desde la matanza de 3 millones de vietnamitas hasta todos los golpes de estado militares-fascistas que hundieron a Latinoamérica en dictaduras bestiales—como golpes a favor de la "democracia".

Pero nunca ha habido una tanta hipocresía en cuanto a la democracia como el discurso de Bush ante la NED, organización establecida por el gobierno de Reagan para darle cobertura a actos contrarrevolucionarios y subversivos que previamente la CIA había llevado a cabo en secreto.

En circunstancias en que Estados Unidos dirige una guerra ilícita de agresión contra Irak y gobierna al país con un régimen militar de ocupación, que Bush quiera pasarse de campeón de la liberación democrática es el colmo de la arrogancia y el cinismo. Esto también significa que Washington se ha dado a sí misma el derecho a llevar la "democracia" a cualquier nación que le plazca con los mismos métodos. A la soberanía nacional, al derecho internacional y a las fatalidades civiles no se les permitirá cerrarle el paso.

Bush hasta llegó a sugerir que esta nueva política hacia el Oriente Medio era en realidad una corrección de lo que había sido la política equivocada de Estados Unidos en la región. Declaró que "Las naciones occidentales por sesenta años han tratado de excusar y acomodar la carencia de libertad en el Oriente Medio, pero esto no logró nada para darnos la seguridad, porque, a largo plazo, la estabilidad no se puede comprar a expensas de la libertad".

Con esto el presidente estadounidense sugiere que Washington sólo era culpable de una negligencia benigna hacia las aspiraciones democráticas de los pueblos del Oriente Medio. Con esta versión tergiversada de la historia no se podría llegar a entender que los peores déspotas de la región—desde el Shah de Irán hasta la monarquía saudita—fueron instrumentos impuestos o establecidos directamente por Washington como manera de dominar la región y sus recursos estratégicos, y suprimir luchas populares por los derechos democráticos y el adelanto social.

Washington seguirá valiéndose de estos regímenes clientes para imponer su dominio donde quiera que le convenga a sus intereses. Pero Bush quiere que todo el mundo sepa que ya Washington no tiene que atenerse a las limitaciones de esta política. Más bien, esta preparada, en nombre de la "libertad", a conducir agresiones militares de conquista y ocupaciones tipo colonial.

El discurso del presidente dejó pocas dudas acerca de la identidad de los próximos blancos destinados a ser "liberados" por Estados Unidos. No repitió sus advertencias al "eje del mal" que hizo en 2002, pero sí lanzó una amenaza directa a Irán, país que había vinculado a Irak y a Corea del Norte en la famosa frase. Advirtió que el régimen de Teherán tiene que "obedecer las exigencias democráticas del pueblo iraní o perder su último derecho a la legitimidad". La doctrina de Bush en cuanto a la guerra preventiva pondría a Irán en la lista de países que merecen un "cambio de régimen" impuesto militarmente por Estados Unidos.

El contenido del discurso también puso al gobierno de Siria a la par con el régimen de Saddam Hussein que fue derrocado por la invasión llevada a cabo por Estados Unidos: "Los dictadores de Irak y Siria prometieron la restauración del honor nacional, del retorno a las glorias de antaño. Pero más bien dejaron un patrimonio de tortura, represión, miseria ruina".

Al señalar el contraste entre, por una parte, la malevolencia presuntamente única de Irán y Siria y, por otra, los grandes adelantos hacia la reforma democrática en países gobernados por déspotas aliados con Estados Unidos, Bush no dejó ninguna duda que las amorosas relaciones de su gobierno con la libertad sólo sirven para encubrir sus preparaciones para a utilizar los métodos más bestiales con tal de lograr los objetivos geopolíticos de Estados Unidos.

Bush critica a Irán furiosamente porque, desde el punto de vista de la democracia, éste no goza de ninguna legitimidad. Pero la verdad es que en Irán las elecciones y las manifestaciones públicas se han convertido en rutina. ¿Y a quién pone de ejemplo como luz de la esperanza en toda la región? A Arabia Saudita, donde todos los partidos políticos, los sindicatos, y grupos partidarios de los derechos humanos son declarados ilegales y la nación entera es gobernada como si fuera una posesión de la familia real. Dice Bush: "El gobierno saudita está tomando los primeros pasos hacia la reforma, inclusive un plan para la introducción gradual de las elecciones. El gobierno saudita podrá mostrar que es un verdadero líder al darle al pueblo saudita mayor participación en su propia sociedad".

Tenemos que hacer caso omiso al hecho que el régimen saudita por lo regular tortura a sus reos, administra azotes en público, amputa extremidades y ejecuta a ciudadanos por haber cometido el "crimen" de la homosexualidad. Pero Arabia Saudita pertenece al campo "democrático" porque la familia real ha acordado celebrar elecciones, dentro de tres años, para 30% de los puestos de un consejo asesor.

Igualmente, Bush alabó a la familia real de Kuwait por haber "elegido, por voto directo, la asamblea nacional". Claro, no vale la pena mencionar que a sólo el 5% de la población total del país se le permitió votar, puesto que Kuwait es aliado acérrimo de los intereses de Estados Unidos en la región.

Otra cosa "extraña". Con todo lo que dijo acerca sembrar la democracia en el Oriente Medio, Bush no dijo ni una sola palabra acerca de Israel. Más bien, sólo se refirió al conflicto israelí-palestino cuando repitió las insistencias de Washington—que se han convertido en rito—que el problema se puede resolver fácilmente cuando los palestinos cesen toda resistencia a la ocupación ilegal de sus tierras, que Israel ha mantenido por 36 años.

"Los dirigentes palestinos que le ponen obstáculos a la reforma democrática y la socavan; que nutren [al pueblo] con odio y animan la violencia no son líderes para nada", declaró Bush. "Forman el obstáculo principal a la paz y al éxito del pueblo palestino".

Es decir, los palestinos, para no hablar de los pueblos del mundo árabe, tienen la idea errónea que el "obstáculo principal a la paz" es la ocupación misma. Bush no dio ningún detalle acerca de como la democracia puede establecerse bajo las condiciones creadas por la ocupación militar: la confiscación de tierras palestinas para establecer colonias sionistas; asesinatos políticos no permitidos por normas judiciales; la destrucción de viviendas y la parálisis de la vida económica por medio del bloqueo de carreteras; toques de queda; y una muralla de seguridad que obliga a los palestinos a vivir en favelas inmundas.

Estados Unidos se ha opuesto a las elecciones en territorios palestinos porque bien sabe que los palestinos escogerán a líderes que no son del agrado de Washington.

"En vez de concentrarse en las ofensas del pasado y culpar a otros, los gobiernos del Oriente Medio deben hacerle frente a los problemas reales y así defender los verdaderos intereses de sus países", declaró Bush en referencia oblicua al conflicto israelí-árabe. Pero, ¿no es la presencia de Israel en medio de estos países—armada por Washington hasta los dientes, poseedora de armas nucleares, y cuyos objetivos agresivos hacia todos sus vecinos árabes son sumamente agresivos—un "problema real"?

La "resolución real" apenas llega de sorpresa. "Las sociedades exitosas privatizan sus economías aseguran los derechos de propiedad". Pero ésta es justamente la misma política que se está poniendo en práctica en Irak por órdenes del procónsul de Estados Unidos, Paul Bremer: "La amplia privatización de la economía iraquí, en que todos los sectores que muestran beneficios se ponen en subasta ante el capital extranjero y los menos beneficiosos son liquidados, junto con los empleos de sus trabajadores. Uno de los objetivos claves del imperialismo estadounidense en toda la región consiste en desbaratar el control estatal de la producción y reservas petrolíferas y así abrirlas al control directo de las empresas energéticas gigantes basadas en Estados Unidos.

Lo que este plan significa para las masas árabes, si es que se pone en práctica, se puede ver en el sendero hacia la "libertad" tomado en la ex Unión Soviética durante la década del 90: la mitad de la población ha sido arrojada a la pobreza para crear a 17 billonarios.

El discurso de Bush plantea el siguiente problema: ¿cuáles son precisamente sus antecedentes como campeón de la democracia? "A medida que presenciamos y animamos las reformas en la región, tenemos que darnos cuenta que la modernización no es lo mismo que convertirlos en países occidentales", puntualizó al público de la NED. "Gobiernos representativos en el Oriente Medio reflejarán sus propias culturas. No serán—y no deben ser—reflejos nuestros".

¿Significa ello que la elección de los presidentes en esos países se basará en el cuento de votos o en que el perdedor de las elecciones asumirá las riendas del poder porque jueces politizados lo deciden? Y estos presidentes, ¿se arrogarán el poder de declarar como "enemigo combatiente" a cualquier ciudadano que le de la gana para mantenerlo preso indefinidamente, sin imputarle cargos, presentarlo ante una audiencia o llevarlo ante un tribunal? Bush no aclaró si en estos casos está preparado a permitir semejantes diferencias culturales.

Los métodos y la política que el gobierno de Bush usa en el Oriente Medio y a nivel internacional son una extensión de los que emplea en el mismo interior de Estados Unidos. Este es un gobierno que no ha sido elegido, que ha asumido poderes policiales sin precedente en el país, y que ha participado en un enorme traslado de la riqueza de las manos de las masas trabajadoras a la oligarquía que gobierna la economía. Busca en el Oriente Medio imponer un gobierno colonial moderno por medio de la fuerza militar. Así puede apoderarse de las riquezas petrolíferas de la región y asegurarse para sí mismo una nueva fuente de beneficios que satisfagan a los principales accionistas de las empresas basadas en Estados Unidos. Este es, en realidad, el verdadero contenido criminal de las ficciones democráticas.

Hay cierta locura en presumir que semejante política puede ponerse en práctica si importar un bledo el amargo patrimonio del colonialismo en el Oriente Medio y la historia de prolongadas y sangrientas luchas que los movimientos nacionales de la región han entablado contra el dominio extranjero. Ya esta fantasía que los pueblos árabes están listos para darle la bienvenida a los ejércitos desplegados por Estados Unidos en nombre de la "democracia" ha causado una horrible tragedia en Irak. Si se extiende por toda la región, encenderá la mecha de rebeliones populares que llevarán a Estados Unidos cara a cara con la catástrofe.

Ni la prensa ni el Partido Demócrata hicieron críticas serias al discurso de Bush, pues por lo general aceptan que la política de Estados Unidos se basa en el idealismo y la filantropía democrática, aún cuando es evidente que Halliburton y otras empresas—que tienen los vínculos más íntimos con el gobierno de Bush—están saqueando a Irak y sacando enormes ganancias.

La oposición a la política de conquista y colonialismo sobre la cual Washington se ha embarcado saldrá de aquellos elementos de la sociedad estadounidense obligados a pagar su precio, no sólo desde el punto de vista económico, sino con las vidas de los jóvenes soldados que han sido enviados para luchar y morir. Es decir, nos referimos a las amplias masas del pueblo trabajador de Estados Unidos.

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