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En Italia: 10 millones se van en huelga general en contra de las reducciones de las pensiones

Por Marianne Arens
5 Noviembre 2003

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El viernes, 24 de octubre, 10 millones de trabajadores y oficinistas participaron en una huelga general encontra de la política del gobierno de Silvio Berlusconi, cuyo objetivo es reducir las pensiones. Millón y medio de personas, inclusive jubilados, estudiantes y desempleados, participó en las manifestaciones que tomaron lugar en los centros de las ciudades principales de Italia. Varias vallas rezaban: "¡Defendamos nuestro futuro!", "Mejor morir joven que viejo si Berlusconi se sale con la suya".

El nuevo proyecto de ley sobre las pensiones resulta de un acuerdo del Consejo de Ministros. Éste pacto plantea que, comenzando con el 2008, los empleados han the reunir los siguientes requisitos para recibir sus pensiones: haber hecho contribuciones al plan de jubilación durante 40 años, o por lo menos haber cumplido un mínimo de 65 años (60 para las mujeres) de edad. Hasta recientemente, los trabajadores italianos habían podido jubilarse a los 57 años de edad luego de contribuir al plan de jubilaciones por 35 años. Si los trabajadores lograban comprobar que habían contribuído durante 37 años, podían jubilarse antes.

Empezando con el 2008, todos los que han pagado menos de 40 años de contribuciones van a recibir pensiones enormemente reducidas. Pero en una situación en que el desempleo va creciendo y los empleos basados en jornada parcial también han aumentado, se ha hecho más difícil, para no decir imposible en muchos casos, alcanzar los 40 años necesarios de contribuciones. El promedio de la tasa de desempleo entre los jóvenes que todavía no han cumplido la edad de los 24 años afecta a uno de cada tres en la fuerza laboral. Esta cifra llega al 50% en el sur del país.

Por cuatro horas, la huelga del viernes paralizó todo el transporte: aéreo, ferroviario, marítimo y de autobuses. El transporte de todas las ciudades principales de Italia cesó por completo. La línea aérea Alitalia tuvo que cancelar 155 vuelos, y un 50% de los trenes nacionales se vieron afectados. Muchas escuelas, bancos, museos, bibliotecas, oficinas de correo, tribunales e instituciones públicas tuvieron que cerrar sus puertas durante todo el día. Los barrenderos de la ciudad y los trabajadores de la salubridad pública también se fueron a huelga, y sólo quedaron actoivos los servicios de emergencia de los hospitales.

La participación en la huelga de los trabajadores del sector privado fue más esporádica. En Sicilia, casi todos los trabajadores de la Termini Imerese (fábrica de automóviles de la Fiat), de la empresa petro-química en Gela y de los puertos de Palermo se unieron a la huelga. En las regiones industriales del norte del país, entre el 50% y el 70% de la fuerza laboral también se unió a la acción.

En Nápoles, donde aproximadamente 80,000 personas participaron en manifestaciones, el principal orador fue Luigi Angeletti, secretario sindicalista (UIL). Trabajadores en la industria de los asbestos lo recibieron con ira, pues se oponen rotundamante a las nuevas leyes que les prohíbe a los los trabajadores de las industrias peligrosas se jubilarse a temprana edad. Entre los pendones que llevaban se encontraban "La injusticia es la primera prioridad de este gobierno" y "Ustedes son unos tontos e idiotas. ¿De qué valen sus baboserías? Queremos acción".

En Turín, Florencia y Bolona, se calcula que aproximadamente 70,000 participaron en las manifestaciones. 60,000 se marcharon en Génova. Doscientos mil participaron en las acciones de Milán, inclusive trabajadores de la fábrica de Alfa Romeos (sucursal de la Fiat) en Arese. Esta fábrica y la de la Fiat en Sicilia han amenazado con cerrar sus puertas. Milán es la ciudad donde Berlusconi se crió, y muchos quedaron sorprendidos por la envergadura de la manifestación. Ninguno de los dirigentes sindicalistas se dirigió a la manifestación de Milano. Aproximadamente un 50% de los militantes eran obreros que trabajan en empleos "precarios", desempleados, jubilados y los pobres. La voz de la multitud expresó, alta y clara, la repugnancia que siente hacia el gobierno de Berlusconi. Pero en ningún momento aplaudieron sus integrantes al representante de la UIL, ni siquiera después de su discurso.

La manifestación en Roma marchó de la Piazza della Bocca della Verità a la Piazza Navona. Participantes llevaban una enorme boca, fabricada de cartón piedra, llamada "la boca de la verdad", que representa un oráculo que pone a prueba la honradez de los que meten la mano en ella. Un sindicalista, disfrazado con una máscara a imagen de Berlusconi, metió la mano en la boca e hizo burlas al mismo tiempo hacía recordar a todas las mentiras y promesas que el Primer Ministro había roto..

Igual, este espectáculo en realidad fue una expresión de la impotencia de las manifestaciones convocadas por los dirigentes sindicalistas; la "Boca" no ha mordido a nadie desde los tiempos antiguos. Los sindicatos en realidad no son ninguna amenaza al gobierno, y dos de los sindicatos—la UIL y la CISL, que es Católica,— ya habían firmado un convenio con Berlusconi en julio, 2002: "El Pacto para Italia". Desde ese entonces, se han reunido varias veces con el gobierno para planificar las "reformas" a las leyes que rigen las condiciones de trabajo.

Parece que esta última huelga general de cuatro horas de duración indica que la unidad del movimiento sindicalista es deja mucho que desear. El objetivo principal del sindicato principal, la GIGL, se limita a participar en reuniones con el gobierno para negociar las medidas para la reestructuración. Su perspectiva política se limita a respaldar partidos oposicionistas que participan en la Alianza del Árbol de los Olivos, coalición de organizaciones burguesas e izquierdistas componentes del gobierno en existencia antes de Berlusconi llegar al poder. Pero el hecho es que el Árbol de los Olivos no ofrece ninguna alternativa al gobierno actual. Cuando la alianza tenía las riendas del poder, inició sus propias agresiones contra los programas sociales, puso en práctica la privatización, y redujo los pagos del seguro social. Todo para disminuir los gastos públicos del gobierno italiano y ajustarlo a las órdenes del Tratado de Maastricht.

Los dirigentes de la oposición usaron la huelga general del 24 de octubre para darle brillo a su imagen pública. Toda una sucesión de dirigentes de las organizaciones que salieron del Partido Comunista de Italia después de la Segunda Guerra Mundial marcharon lado a lado con Savino Pezzotta, de la CISL: Fausto Bertinotti (Comunistas Refundados), Piero Fassino (Izquierda Democrática) y Armando Cossutta (Comunistas Italianos). El CISL hizo alarde de su nacionalismo, bañando a la manifestación en un mar de banderas con los colores nacionales de Italia: rojo, verde y blanco.

En Bolona, el secretario general de la CGIL, Guglielmo Epifani, se manifestó junto a su predecesor, Sergio Cofferati (ID), quien actualmente hace campaña como candidato de varios partidos de centro-izquierda para alcalde de Bolona. Partidos oposicionistas consideran que es posible que Cofferatti llegue a ser primer ministro si el gobierno de Berlusconi cae.

El gobierno y los patronos empresariales han tratado de menospreciar el significado de la huelga. Antonio D'Amato, presidente de la Federación de Patronos Italianos Confindustria, ya declaraba al mediodía del mismo viernes que sólo 30% de los trabajadores se habían particpado en la huelga. Al mismo tiempo, Roberto Maroni (Liga del Norte), Ministro de Asuntos Sociales y Laborales, se mostraba el mismo desdén, llamándola una "huelga a medias".

Pero es evidente que el gobierno se muestra inquieto y tenso ante estos desarrollos. En 1994, planes para desarrollar el complot contra las pensiones forzaron la renuncia del primer gobierno de Silvio Berlusconi. Hoy día, los trabajadores ponen en contraste sus grandes diferencias con los burócratas que rigen los sindicatos, pues grandes sectores sólo sienten ira y desprecio hacia el gobierno de Berlusconi, a sus agresiones contra el bienestar social y a su apoyo a la guerra contra Irak dirigida por Estados Unidos. El año pasado, más de 13 millones se manifestaron en contra de planes para abolir el Párrafo 18, que protege a los trabajadores de los despidos arbitrarios. Y durante la primavera de este año, 3 millones se lanzaron a las calles a manifestarse en contra de la guerra de Irak.

Durante las últimas semanas, una serie de conflictos internos ha debilitado profundamente al gobierno. A principios de octubre, Gianfranco Fini, Primer Ministro splente y cabecilla de la Alianza Nacional (AN, organización fascista moderna), quien actualmente es el representante italiano en la Unión Europea, sorprendió a todo el mundo cuando abogó por el derecho de los inmigrantes asimilados a votar. Pero ésto fue solamente una maniobra táctica cuyo fin era fortalecer a la AN contra la Liga del Norte, organización infame por su racismo, cuyo dirigente máximo, Umberto Bossi, vigorosamente se opone a tal medida. En cuanto a las pensiones, Bossi declaró con demagogia que vigorosamente defendería a las "pensiones del norte" ("a las pensiones del norte no se les tocará"). Por su parte, Roberto Maroni, también militante de la Liga del Norte, declaró que los planes del gobierno eran "inviolables".

El sindicato de la UGL, que sostiene vínculos muy íntimos con la Alianza Nacional, celebró su propia manifestación en Roma en contra de los planes para las pensiones. Las divisiones del mismo gobierno han forzado a Berlusconi a demorar las "reformas" hasta 2008. También ha anunciado varios tipos de ayuda para los trabajadores que voluntariamente deciden trabajar por más tiempo.

La presencia de tantos policías durante el día de la huelga general pone en relieve la debilidad y las tensiones del gobierno. El mismo día la prensa publicó numerosas noticias acerca del arresto de seis personas acusadas de pertenecer a las Brigadas Rojas Italianas. En la madrugada, la policía condujo cientos de redadas e inspecciones por toda Italia. El objetivo de estas acciones fue intimidar a los que intentaban participar en la movilización de las masas y cubrirlos con el manto del terrorismo.

El Ministro del Interior italiano, Giuseppe Pisanu, declaró que los arrestados habían asesinado a Massimo D'Antona y a Marco Biagi (dos asesores del Ministerio del Trabajo). Este último había sido el autor del proyecto de ley que radicalmente iba a cambiar las condiciones de trabajo que tomarían efecto el 24 de octubre, día de la huelga general.

Los sindicatos obreros han amenazado con llevar a cabo huelgas adicionales y de mayor duración el 30 de octubre. Para el 7 de noviembre, los trabajadores ingenieros de la FIOM han planeado una huelga que cuenta con el apoyo de varios sindicatos que no pertenecen a los sindicatos oficiales. Por su parte, el gobierno tiene la intención de "apretar" las leyes pertinentes al derecho de huelga y ha ofrecido protección policial a los patronos afectados por la huelga del 7 de noviembre.

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