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Problemas económicos mundiales empeoran e intensifican
las divisiones del grupo G8
Por Nick Beams
24 Mayo 2003
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el autor
La reunión de los ministros de finanzas del grupo G8
es decir, de las siete economías industriales principales
y Rusia se celebró este fin de semana en Daeuville,
Francia. Mostró dos tendencias significantes: la intensificación
de escisiones entre los países capitalistas más
importantes; y la impotencia creciente ante los problemas que
azotan la economía mundial, la cual no mejoraría
aún si llegaran a un acuerdo.
En mayo, la revista Australian Financial Review publicó
un sucinto resumen de los resultados de la reunión, que
será seguida por una reunión cumbre de los jefes
de gobierno del grupo.
"A pesar de las enormes presiones sobre las economías
de Europa y Japón que la precipitada baja del dólar
estadounidense ha causado contra sus monedas, los ministros de
finanzas dejaron bien claro que no había ninguna perspectiva
para coordinar la acción política en cuanto a la
moneda, las finanzas o el dinero en circulación".
Desde principios de año, el dólar ha perdido
9% de su valor en comparación al euro. Actualmente se encuentra
25% por debajo del nivel de un año atrás y 40% por
debajo de su mayor valor, alcanzado a finales del 2000. Esto significa
que los beneficios [o ganancias] de los exportadores europeos
han disminuido hasta el 25% en los mercados Estadounidenses. A
la misma vez, los productores se enfrentan a una competencia más
firme por parte de las exportaciones estadounidenses.
John Snow, Ministro de la Tesorería de los Estados Unidos,
no hizo nada para apaciguar las sospechas que el gobierno de los
Estados Unidos, a pesar de su apoyo oficial a un "dólar
fuerte", quiere que su moneda siga bajando. El hecho es que
el mismo Snow contribuyó a debilitarlo aún más
al describir la reciente baja del dólar como "una
modesta realineación".
No hubo mención del dinero en circulación en
el comunicado final y los ministros de finanzas llegaron a un
acuerdo: nadie haría comentarios acerca del dólar
tras la reunión.
Hans Eichel, ministro de finanzas alemán, leyendo sus
notas, declaró: "Aquí mismo lo dice entre corchetes:
Si los periodistas hacen preguntas acerca de los tipos de
cambio, todas las regiones ya han comentado sobre la política
y las posturas que han adoptado en cuanto a los tipos de cambio
durante los últimos días. G8 no tiene nada que añadir'".
El comunicado final consistió de un remiendo de frases
insignificantes que estas reuniones usan con mayor frecuencia.
Los ministros declararon que, aunque sus economías se enfrentaban
a "muchos problemas...todavía tenían confianza
en la posibilidad de un crecimiento más fuerte". Los
Estados Unidos en particular crearía empleos y alentaría
los ahorros y las inversiones privadas. Japón se comprometió
a continuar las reformas estructurales e "intensificar sus
esfuerzos para combatir la deflación". Europa se esforzaría
en crear una economía más "flexible".
Toda persona que observe el proceso de estas reuniones puede
llegar a la conclusión que se ha puesto en práctica
una nueva ley de economía política internacional:
mientras peores los problemas de la economía mundial, menos
tienen los representantes de las potencias capitalistas principales
que decir, para no hablar de como resolverlos.
Aparte de los alborotos crecientes causados por la caída
del dólar, esta reunión se llevó a cabo mediante
indicios muy claros de una recesión mundial. A medida que
la reunión se congregaba, se publicaron estadísticas
acerca de Holanda, Alemania e Italia: sus economías se
habían contraído durante el primer trimestre del
año, respectivamente con tasas de crecimiento de -0.3,
-0.2 y -0.1 por ciento. Holanda y Alemania oficialmente ya se
han declarado en recesión, ya que han tenido crecimiento
negativo durante dos trimestres consecutivos.
El viernes pasado, la revista británica, Financial Times,
escorió a los políticos europeos por fracasar en
iniciar medidas contra el estancamiento. Expresó que éstos
"vivían en un universo paralelo poblado por optimistas
que permanentemente se engañan a sí mismos".
Notó que la semana pasada los ministros de finanzas
europeos habían declarado que la recuperación económica
durante la segunda mitad de año "parecía más
y más posible". Pero "se han olvidado que han
hecho predicciones semejantes acerca del futuro desde comienzos
del 2001, sólo para repetidamente tener que bajar las miras
de sus predicciones".
El Banco Central Europeo (BCE) tampoco representa una alternativa
mejor. Su boletín mensual más reciente predice que
el fortalecimiento gradual del Producto Interno Bruto empezará
luego este año y que seguirá tomando auge durante
2004. "Aquellos que escribieron este editorial", continúa
la Financial Times, "no necesitaron ponerse a ver lejos para
inspirarse: el boletín de noviembre pasado concluyó
que "se espera que en el 2003 el crecimiento casi regrese
a sus tasas potenciales'".
El editorial del Financial Times advierte que el peligro al
cual se enfrenta la región europea es que "caería
en un prolongado período de estancamiento donde todos se
culpan unos a otros por los males económicos". Lo
mismo sucedió con Japón durante la década
del 90 y ahora vemos indicios de una versión europea.
Aunque actualmente la economía de los Estados Unidos
muestra una tasa positiva de expansión, la economía
del país actualmente se encuentra enviando advertencias;
cifras para abril muestran los menores aumentos de precios en
37 años, lo cual ha suscitado temores que una deflación
bien marcada pueda surgir. Pero no se habló de ninguna
medida que pudiera prevenir que Europa y los Estados Unidos sigan
el camino deflacionario de Japón. De acuerdo a Eichtel,
"Nos pusimos de acuerdo que no había ninguna necesidad
de arriesgar la deflación".
Ni siquiera el anuncio del colapso del treintiunavo banco mayor
del mundo, Resona Holdings, basado en Osaka hecho que el
sábado por la noche causara una reunión de emergencia
del gabinete japonés parece haber merecido el debate
serio.
Tras el anuncio del gobierno japonés que iba rescatarlo
mediante la infusión de $17 billones, Snow expresó
que apoyaba la medida que el Primer Ministro Koizumi describiera
como muestra de su esmero en prevenir la crisis económica
- y dijo que se sentía "animado porque Japón
le está haciendo frente a estos problemas y adoptando las
medidas correctas".
Pero estas palabras apenas van a calmar a las autoridades de
las finanzas japonesas. Uno de los factores principales de esta
crisis bancaria ha sido el poco crecimiento durante la última
década y el desarrollo consecuente de la deflación:
los precios japoneses están bajando por una tasa de 3.5%
anual. No obstante, la movida de los Estados Unidos hacia un dólar
más débil y, por lo tanto, el aumento del valor
del yen que va a resultar, ha de empeorar ambos problemas.
Igualmente, bajo condiciones en que la única fuente
importante de desarrollo para la región europea ha provenido
de las exportaciones, el dólar en descenso intensificará
la recesión europea aún más, pues obligará
a sus exportaciones a ser más caras. Además, intensificará
las presiones deflacionarias que ya están en proceso debido
a las importaciones más baratas y la reducción de
beneficios (ganancias) de los productores europeos.
Un análisis de estos temas permite explicar por qué
la reunión del Grupo G8 rehusó debatir los problemas
principales a los cuales la economía mundial se enfrenta:
la intensificación de los conflictos entre las potencias
capitalistas principales se habría revelado.
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