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Washington intensifica agresión contra Cuba debido
a juicios de disidentes
Por Bill Vann
8 Mayo 2003
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el autor
Debido a las últimas acciones represivas del gobierno
de Fidel Castro, el gobierno de Bush está considerando
nuevas medidas drásticas contra Cuba, que incluirían
la prohibición de envíos de divisas por parte de
los cubanos de los Estados Unidos a sus familias en la isla, y
los vuelos fletados por los emigrados cubanos para visitar su
patria. El objetivo de ambas sanciones es endurecer el bloqueo
de cuarenta años contra la nación caribeña
e intensificar las cargas emocionales y económicas que
pesan sobre los cubanos que viven en ambos lados del Estrecho
de Florida.
La campaña internacional que Washington fomenta para
aislar a Cuba, presuntamente basada en la violación de
los derechos humanos, es sin duda un espectáculo de hipocresía
desenfrenada. El propio gobierno estadounidense ha encarcelado
a más de 600 personas, incluso a niños, en la base
naval de la Bahía de Guantánamo sin imputarles ningún
cargo, pero ahora condena a Cuba por encarcelar a 75 disidentes,
todos respaldados por Estados Unidos, a partir de las decisiones
tomadas en juicios sumarios breves y sin jurado. Cuando era gobernador
del estado de Texas, George Bush, ordenó la ejecución
de 152 individuos. Sólo el mes pasado fue responsable de
la masacre de miles de civiles iraquíes. Ahora se alarma
indignado cuando Cuba ejecuta a tres piratasprimeras ejecuciones
impuestas por el estado en los últimos tres añospor
haber secuestrado un transbordador cubano y amenazado con matar
a los pasajeros del barco.
La cobardía de los gobiernos mundialesy sobre
todo la de la Unión Europeaante las intimidaciones
de los Estados Unidos, se muestra en las acciones de la Comisión
sobre los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones
Unidas, la cual optó por adoptar una resolución
edulcorada instando a Cuba a aceptar un inspector de derechos
humanos a la vez que ignora, en absoluto silencio, el comportamiento
bestial de los Estados Unidos en Irak y en el campo de concentración
en Guantánamo.
No cabe duda que Washington ha jugado un papel estelar en provocar
las acciones del régimen cubano, y las está explotando
deliberadamente para sumar nuevas agresiones contra la asediada
nación caribeña.
Sin embargo, el desprecio a las fanfarronerías del gobierno
de Bush cuando trata de pasarse por campeón de los derechos
humanos y, además, la defensa del derecho de Cuba a protegerse
de la agresión estadounidense, de ninguna manera significan
que las medidas draconianas del régimen de Fidel Castro
se puedan justificar.
Los socialistas se oponen a la pena de muerte en los Estados
Unidos y también deben rechazarla en Cuba. Juicios sumarios
que duran sólo un día y que terminan en ejecuciones
o en sentencias de hasta 28 años de cárcel le hacen
burla a los derechos democráticos básicos, no importa
quien sea el acusado o que gobierno lleve a cabo el enjuiciamiento.
Que el gobierno castrista tenga que recurrir a estos métodos
pone de manifiesto la profunda crisis interna del régimen.
En realidad, la crisis es consecuencia de dos factores: la presión
de los Estados Unidos y las decisiones políticas del partido
gobernante de la misma Cuba; partido que llegó al poder
en 1959 tras el derrocamiento de la dictadura de Fulgencio Batista,
quien se mantuvo apuntalado por los Estados Unidos.
El apoyo de la colonia de exiliados cubanos derechistas que
reside en la Florida jugó un papel importantísimo
en la instalación de Bush en la Casa Blanca en el 2000,
pues éstos ayudaron a poner fin al recuento de votos en
ese estado. Bush incluyó en su gobierno a muchos de esos
elementos derechistas nacidos en Cuba, como el líder Otto
Reich, nombrado al frente de la política hacia Latinoamérica.
El gobierno de Bush envió a La Habana a un nuevo jefe
de la Sección de Intereses de EE.UU. [SIE], James Cason,
con órdenes de fomentar la oposición al gobierno
cubano. El diplomático primero usó las oficinas
de SIE para celebrar reuniones con disidentes y el mes pasado
invitó a estos elementos a su casa para una conferencia.
Ha sido funcionario en la fundación de grupos opositores
en Cuba y ha emitido declaraciones públicas criticando
al régimen de Castro. Simultáneamente, ha alabado
a los opositores como futuros líderes del país.
Cason ha dado a conocer abiertamente que su objetivo es unificar
a todos los grupos disidentes en un partido opositor único.
Con el objetivo de debatir este proyecto, por lo regular se reúne
con la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA) y otros
grupos de exilados implicados en complots terroristas contra Cuba.
Por otro lado, la declaración pública del gobierno
de Bush sobre la guerra preventiva ", junto con las
acusaciones sin fundamento de John Bolton, tercer funcionario
más alto del Ministerio de Relaciones Exteriores, de que
Cuba ha emprendido un programa de guerra biológica, han
causado temores justificados en la Habana de que la política
de los Estados Unidos hacia Cuba derive progresivamente hacia
una agresión militar sin paliativos. La guerra contra Irak
suscita la inevitable pregunta de si Cuba está entre los
próximos objetivos de cambio de régimen
por medio de acciones militares.
El embajador de los Estados Unidos ante la República
Dominicana, Hans Hertell, recientemente planteó precisamente
la misma cuestión. Le declaró a la prensa dominicana
que Creo que lo que pasa en Irak va a mandar una señal
muy positiva y es muy buen ejemplo para Cuba. Añadió
que la guerra en el Oriente Medio era sólo el comienzo
de una cruzada de liberación que cubrirá al
mundo entero, inclusive Cuba. Jeb Bush hermano del presidente
y gobernador del estado de la Florida, ha expresado ideas semejantes.
Esta extraordinaria campaña de provocaciones encabezada
por Cason en cuanto a los disidentes cubanos parece haber sido
hecha con la intención de provocar precisamente la reacción
de Castro.
En artículos publicados en las dos últimas semanas,
el veterano diplomático estadounidense Wayne Smith (que
renunció en 1982 como dirigente de la SIE en La Habana
por no estar de acuerdo con la política del gobierno de
Reagan hacia Cuba) ha dado a entender que, con las ejecuciones
y los encarcelamientos en Cuba, el gobierno de Bush ha conseguido
exactamente la reacción que quería.
Smith escribió lo siguiente en el diario Los Angeles
Times del 7 de abril: El gobierno de Bush se sentía
incómodo con los indicios de tolerancia que Castro había
mostrado, pues eso simplemente había alentado a los que,
en los Estados Unidos, que querían suavizar las restricciones
impuestas a los viajes y comenzar a desmantelar el embargo. Se
esperaba que el Congreso nacional comenzara a adoptar esa línea
durante esta primavera. Pero, ¿qué hacer para desviarlos?
Lo que el gobierno hizo está bien claro. Le ordenó
al jefe de la SIE en la Habana que empezara a convocar a varias
reuniones con los disidentes cuyo propósito era la provocación
y hasta dio cursillos en su propia residencia, donde les entregó
equipo diverso. Hasta llegó a dar conferencias de prensa
después de varias reuniones. El gobierno sabía que
estas tácticas provocarían la reacción de
Cuba, preferiblemente exagerada.
El gobierno de Bush ansiaba poner freno al sentimiento, creciente
entre los Republicanos de los estados agrícolas (los que
mejor representan los intereses de la industria agropecuaria)
de que las restricciones al comercio con Cuba se estaban cancelando.
El conflicto encarnizado entre estos elementos y los exiliados
rabiosamente anticastristas, quienes forman una de las bases clave
de los Republicanos, le han presentado al gobierno un grave problema,
pues se acercan las elecciones. Los partidarios en el Congreso
que respaldan legislación para ponerle fin a las sanciones
han dado a conocer que esta propuesta ha mordido el polvo.
Durante más de cuarenta años, Castro ha sido
continuado objetivo de la agresión de los Estados Unidos,
inclusive de intentos de homicidio y provocaciones. No parece
posible, pues, que simplemente haya caído inocentemente
en la trampa de Bush. La decisión de ejecutar a tres personas
y enviar a otras 75 a la cárcel fue, desde el punto de
vista político, tan intencional como las provocaciones
de los Estados Unidos.
Disidentes cubanos financiados por los Estados
Unidos
Wahington no ha hecho ningún esfuerzo concertado para
refutar las pruebas detalladas que el gobierno cubano ha presentado
afirmando que las actividades antigubernamentales de muchos de
los que encausó y fueron hallados culpables habían
sido financiadas enteramente por fondos estadounidenses.
A la prensa no se le permitió presenciar los juicios
y la evidencia anunciada por el gobierno cubano no se refería
a todos los acusados. Puede que entre los encausados se encuentren
opositores políticos al régimen castrista que no
actuaran bajo salario de los Estados Unidos o que no fueran agentes
de éste. No obstante, las pruebas presentadas por el gobierno
cubano dejan bien claro que el eje del llamado movimiento disidente
ha sido el Ministerio de Relaciones Exteriores de los Estados
unidos, la CIA, y la Sección de Intereses Estadounidenses
en la Habana.
En una conferencia a principios de mes en La Habana, el Ministro
de Relaciones Exteriores de Cuba, Felipe Pérez Roque, presentó
a la prensa extranjera una gran cantidad de pruebas. Que el material
fuera tan copioso se debió sobre todo a que el gobierno
cubano había infiltrado profundamente a los grupos disidentes.
Ocho espías testificaron durante los juicios; varios
habían participado durante una década en estas organizaciones
disidentes respaldadas por el dinero estadounidense. Se cree que
otra cantidad de espías permanece infiltrada en estos grupos,
y el ministro de relaciones exteriores de Cuba ha afirmado que
su gobierno posee información adicional acerca de las actividades
secretas de los Estados Unidos entre los disidentes que no ha
revelado al público.
Las pruebas presentadas por Pérez Roque contra los encausados
por subversión se basaron en el historial de agresión
de los Estados Unidos contra Cuba y en el análisis detallado
de como el dinero pasa de Washington a los bolsillos de aquellos
que se han autoproclamado activistas por los derechos humanos
y periodistas independientes.
Dijo: Nosotros consideramos y los fiscales consideran
y el pueblo de Cuba considera que el que recibe dinero de una
potencia extranjera, apoya el bloqueo, contribuye a difundir información
tendenciosa que justifica el bloqueo; comete actos al servicio
de una potencia extranjera ... y por tanto, nuestras leyes deben
servirnos para defendernos de estas conductas.
El ministro de relaciones exteriores citó testimonio
prestado ante el Congreso de los Estados Unidos de que la Agencia
para el Desarrollo Internacional (AID) ha gastado alrededor de
$22 millones desde 1997 para poner en práctica disposiciones
de la Ley Helms-Burton, que obligan al gobierno a financiar a
los adversarios del régimen castrista en Cuba. Y la CIA,
a través de arreglos secretos, también provee fondos
para desestabilizar a la isla políticamente.
Gran parte del dinero destinado a AID provino de organizaciones
que presuntamente no son gubernamentales, las cuales, de acuerdo
a estadísticas citadas por Pérez Roque, son dirigidas
por exiliados cubanos anticastristas. El Center for a Free Cuba
(Centro para una Cuba Libre) recibió $2.3 millones; el
Internal Dissidence Working Group (Grupo Interno de Trabajo sobre
la Disidencia), $250,000; Freedom House (Casa de la Libertad),
más de $1.32 millones; Dissidence Support Group (Grupo
para el Apoyo de los Disidentes), $1.2 millones; Cubanet, sitio
en del internet, $800,000; y el Instituto por la Democracia en
Cuba, $1 millón.
La AFL-CIO como dispensadora de fondos
También entre aquellas organizaciones que envían
fondos para la subversión se encuentra American Center
for International Solidarity (Centro Estadounidense por la Solidaridad
InternacionalACILS), frente de la CIA manejado por la burocracia
sindicalista de la AFL-CIO [Federación Estadounidense de
los Trabajadores-Congreso de Sindicatos Industriales] ACILS, que
hace un año contribuyó al golpe fracasado contra
el gobierno venezolano de Hugo Chávez, recibió $168,575
para establecer un proyecto que desalentara las inversiones extranjeras
en Cuba.
La National Policy Association (Asociación para la Política
Nacional), recibió tres veces esa cantidad para los mismos
propósitos. Esta organización incluye en su junta
directiva a burócratas de la AFL-CIO, tales como el presidente
Charles Sweeney y al presidente de UNITE, Jay Mazur, así
como también a jefes ejecutivos empresariales como Frank
Carlucci, presidente del grupo Carlyle y antiguo servidor de la
CIA y el Pentágono.
Fiscales cubanos presentaron documentos con los gastos y recibos
de este dinero y así pudieron seguir la pista de documentos
del gobierno de los Estados Unidos hasta llegar a los disidentes.
Además de los salarios mensuales, el dinero se usó
para comprar de todo: computadoras, televisores, muebles para
el hogar, y equipos de ollas y sartenes. En varios casos, estas
mercancías fueron obsequiadas a otros con el propósito
de ganar su cooperación.
Entre los pagarés se encontraban los firmados por Osvaldo
Alfonso Valdés, del grupo Todos Unidos, así
como también cartas enviadas a él por Carlos Alberto
Montaner en las que confirmaba el envío y recibo de cientos
de dólares en pagos mensuales. Muchos sospechan que Montaner,
periodista de extrema derecha basado en Madrid, es espía
de la CIA.
En una declaración al tribunal, Alfonso Valdés
admitió que en nuestro trabajo opositor hemos podido
ser utilizados por funcionarios de la Sección de Intereses
y que los disidentes sabían que los recursos que
nos llegan para nuestras labores provienen de fondos que aprueba
el gobierno de ese país. También admitió
haberse reunido con un funcionario de USAID, quien había
ido para comprobar que el dinero le estaba llegando a él
y a otros, así como para hablar sobre la manera más
segura de trasladar los fondos.
El ministro de relaciones exteriores de Cuba también
estableció que los grupos de oposición habían
hecho circular ciertas publicaciones impresas en las mismas oficinas
de la Sección de Intereses, como fue en el caso de Revista
de Cuba, o publicadas en el exterior con dinero del gobierno de
los Estados Unidos y enviadas a Cuba por medio de conductos diplomáticos,
como lo fue en el caso de la revista, El disidente.
Dijo Pérez Roque: Por eso cuando a mí me
dicen que estas son Organizaciones No Gubernamentales, siempre
aclaro que sí son gubernamentales, lo que pasa es que son
del gobierno de Estados Unidos y actúan a su servicio.
¿Qué se puede decir de escritores y activistas
políticos cubanos que dependen de fondos del gobierno de
los Estados Unidos? La verdad es que no son disidentes; son conformistas;
gente que se ha aliado con lo que ellos creen es el ganador. En
un país cuya cultura nacional ha sido definida por la lucha
contra el dominio estadounidense, estas figuras apenas pueden
auto denominarse como representantes de la liberación.
Pero sí ha habido disidentes verdaderos en Cuba. A principios
de la década del 60, los trotskistas cubanos presentaron
un programa socialista basado en la movilización independiente
de la clase obrera como única manera de defender a la revolución
cubana del imperialismo. Su caso mostró que no tenían
ningún vínculo a potencias extranjeras. No obstante,
el régimen castrista los encarceló, confiscó
sus publicaciones y destruyó su imprenta.
No cabe duda que las actividades de Cason y el financiamiento
de los disidentes por los Estados Unidos son una burda infracción
de la soberanía cubana y una intromisión en sus
asuntos internos, ambas llevadas a cabo por un gobierno comprometido
con el derrocamiento del régimen cubano.
Espías de Castro encabezan grupos disidentes
Pero a pesar de su resonancia, estos grupos disidentes no representan,
por sí mismos, ninguna amenaza al régimen castrista.
El hecho que varios espías cubanos se elevaran hasta la
cabeza de estas organizaciones es revelador de la debilidad de
estos grupos y de su dependencia de los Estados Unidos.
Resulta que la principal asociación de los periodistas
independientes era dirigida por dos agentes de la seguridad
cubana. Cason se vio obligado a admitir que uno de ellos había
funcionado como organizador principal de la reunión que
tuvo lugar en su residencia. Igualmente, el presidente del Partido
pro Derechos Humanos de Cuba era miembro de las fuerzas
de seguridad cubanas. Es casi imposible que agentes secretos obtengan
el liderazgo de un movimiento que goce de un amplio apoyo popular.
¿Cuál era, entonces, la urgencia de convocar
juicios de un día de duración y enviar a la mayoría
de estos disidentes a largos plazos de cárcel? Si la idea
era lanzar una clara señal de advertencia a Washinton sobre
la firme determinación de Cuba a resistir la agresión
militar, ¿no habría sido más apropiado expulsar
a Cason el Provocador del país? Éste todavía
permanece firmemente arraigado en la Sección de Intereses
Estadounidenses en La Habana.
En cuanto a la ejecución de los tres piratas, la pena
capital ni siquiera puede justificarse argumentando sobre la índole
del delito, pues ninguno de los pasajeros sufrió daño
físico alguno. Por otra parte, no es probable que frene
a la gente desesperada y pobre que quiere emigrar por razones
generalmente económicas y no políticas. Los partidarios
de las ejecuciones han catalogado a los piratas de terroristas
y hasta han sugerido que son espías de los Estados Unidos
para justificar estos asesinatos aprobados por el Estado.
No cabe duda que Estados Unidos tiene cierta responsabilidad
en la provocación de estas acciones de piratería
(han ocurrido siete durante los últimos meses) al incumplir
su compromiso migratoriofirmado por el gobierno de Clintonde
conceder 20,000 visas anuales: apenas 700 visas han sido emitidas
durante los últimos seis meses. Pero ha sido el mismo régimen
castrista el que ha usado la emigraciónel bote de
los marielitos en 1980, así como también
la oleada de balseros a mediados de la década del 90para
aliviar las presiones sociales del país y presionar a Washington.
Es muy probable que el mensaje subyacente en las dacronianas
medidas represivas no haya sido dirigido a Washington, a los grupos
disidentes aislados o a potenciales piratas, sino a elementos
dentro del propio régimen de Castro. Tras más de
40 años en el poder, las contradicciones políticas
y económicas que forman las bases del régimen han
cambiado en profundidad y extensión.
La revolución cubana no originó ni el socialismo
ni un estado obrero en la isla. El poder político cayó
en manos de un ejército guerrillero encabezado por Castro
cuya base era la pequeña burguesía nacionalista
cubana. Aunque su programa inicial era de carácter democrático,
reformista y nacionalista, el movimiento castrista se vio obligado
a tomar medidas radicales por dos motivos: las exigencias de las
masas cubanas y la oposición intransigente de los Estados
Unidos a toda mejoría de las condiciones sociales que se
hiciera a expensas de las ganancias/beneficios privados y de los
intereses de las empresas estadounidenses.
La respuesta de Castro fue el inicio de una ola de nacionalizaciones,
primero de las industrias estadounidenses y luego de las cubanas,
seguido por una orientación hacia la Unión Soviética
para conseguir ayuda. La alianza entre el régimen de Castro
y la burocracia estalinista de Moscú, que sumado a la adopción
del guerrillerismo castrista por fuerzas izquierdistas en Latinoamérica,
contribuyó enormemente a la desorientación del movimiento
obrero por todo el continente y todo un ciclo de derrotas catastróficas
que culminaron en dictaduras militares. [Ver El castrismo
y la política del nacionalismo pequeño-burgués
http://www.wsws.org/es/articles/1998/jan1988/cas-j17.shtml]
La encrucijada económica y política
de Cuba
La disolución de la Unión Soviética por
la burocracia del Kremlin y su adopción de una política
restauradora del capitalismo significaron el desastre económico
para Cuba, que dependía en gran medida de las subvenciones
soviéticas. El bloque soviético era mercado para
el 83% de las exportaciones de Cuba y también abastecía
al país con el petróleo subvencionado.
Esta isla nación todavía ha de recuperarse de
las consecuencias que trajo la disolución de la URSS. Su
economía está hecha pedazos. El año pasado,
sus exportaciones disminuyeron de $1.7 billones a $1.4 billones,
y se espera que registre otra baja este año. Antes de desaparecer
la Unión Soviética, las exportaciones cubanas llegaban
a $5.4 billones.
La contracción mundial del comercio turísticoprincipal
fuente de los ingresos de la isla durante los últimos añosha
profundizado la crisis. En comparación al año anterior,
la Cuba del 2002 registró una baja de 5% en la cantidad
de turistas que viajan a la isla. Y el aumento del precio del
petróleo importado sólo ha complicado los problemas.
La orientación hacia el turismo y a la economía
basada en el dólar ha conducido a una polarización
social muy aguda en el país, lo que ha puesto en peligro
las conquistas sociales, de salud, y educativas de la revolución
cubana.
A medida que el líder cubano se acerca a los setenta,
crece la especulación acerca de por cuanto tiempo más
puede dirigir las riendas del gobierno y que forma tomará
la sucesión. Esta situación abre la posibilidad
que un sector de la élite gobernante quiera restablecer
la economía basada en el mercado libre y las buenas relaciones
con Washington.
Es posible, pues, que los juicios y ejecuciones hayan sido
advertencias a elementos en el interior del régimen castrista.
No sería la primera vez que el líder cubano se
ha valido del pelotón para ejercer su control monolítico.
En 1989, el General Arnaldo Ochoa y otros tres generales fueron
ejecutados. Se les había imputado los cargosfalsosde
traficar con drogas y un tribunal marcial los condenó sumariamente.
Siendo adolescente, Ochoa se había unido a guerrilleros
antibatista en 1958 y durante treinta años sirvió
en las fuerzas armadas de Cuba, desde la batalla contra la invasión
de la Bahía de Cochinos auspiciada por la CIA en 1961 hasta
la campaña contra las fuerzas de África del Sur
y otras bajo el control de la CIA en Angola durante la década
del 80.
Era el comandante más popular de las Fuerzas Revolucionarias
de Cuba y los oposicionistas lo consideraban una baza atractiva
cuando la burocracia moscovita, bajo Mikhail Gorbachev, se dirigía
a marchas forzadas hacia la restauración capitalista y
deseaba distanciarse de la Habana.
El mensaje estaba bien claro: no se toleraría ninguna
duda acerca del régimen de Castro.
Resulta trágico el callejón sin salida al que
se enfrenta hoy la revolución cubana y las crecientes dificultades
que 40 años de sanciones le han impuesto a pueblo cubano.
Pero esto de ninguna manera altera el carácter social esencialmente
burgués y autoritario del régimen castrista. Al
contrario; la cuesta abajo de la revolución cubana está
indisolublemente vinculada a estos hechos políticos.
Las decisiones políticas tienen sus consecuencias. Aquellos
que presentaban al castrismo y al guerrillerismo guevarista como
nueva estrategia de la lucha revolucionaria eludiendo, por tanto,
la necesidad de luchar por el desarrollo de una dirección
socialista consciente y por la independencia política de
la clase obrera, son muy responsables de la crisis de perspectiva
actual, no sólo en Cuba, sino por toda Latinoamérica.
La defensa de Cuba contra la agresión estadounidense
es principalmente cuestión política más que
militar. La derrota de toda intervención de los Estados
Unidos depende del desarrollo de una nueva perspectiva revolucionaria
que se oponga a la política del nacionalismo burgués
que el régimen de Castro practica. Requiere la movilización
de la clase obreraen la misma Cuba, en los Estados Unidos
y en toda Latinoaméricacomo fuerza política,
independiente y unida internacionalmente, para la lucha por el
socialismo. Esta es la perspectiva por la cual lucha el Partido
Socialista por la Igualdad en los Estados Unidos y sus partidos
fraternales de la Cuarta Internacional que existen por todo el
mundo.
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