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La conferencia de prensa del presidente

Por David North
19 Marzo 2003

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Según el viejo refrán, hasta las mentiras deberían tener sentido. Pero esto es una ley que el presidente de los Estados Unidos — por razones principalmente políticas pero también neurológicas — es incapaz de obedecer. Los objetivos políticos del gobierno de Bush requieren tantas falsificaciones seguidas y flagrantes que todo vínculo entre lo que el presidente dice y lo que las masas por lo general perciben se pierde. Las mentiras del gobierno por obligación entonces asumen un carácter áspero y grotesco.

Las cosas no mejoran cuando se toma en cuenta que el presidente no tiene la capacidad mental, ni la disciplina intelectual, para la lógica. Pero no importa lo ilógico y absurdo sus declaraciones, se espera que el pueblo acepte, sin pensar o reflejar en nada, todo lo que él diga. Es decir, se espera que actúen como la prensa.

Durante las horas que precedieron la conferencia el jueves por la noche, la prensa predijo que Bush se valdría de la ocasión para explicarle al pueblo estadounidense por qué la invasión de Irak era necesaria e inevitable. Lo que terminó expresando fue una monótona letanía de mentiras e inferencias que no pueden deducirse de ningún axioma.

Dirigiéndose a un pequeño grupo de mercenarios de la prensa, quienes entendían que no estaban ahí para indagar, ni siquiera indirectamente, acerca de la legitimidad de la campaña del gobierno por la guerra, Bush repitió los mismos lemas estúpidos e insensatos de costumbre, todos girando alrededor del mismo tema apocalíptico: la amenaza inminente de Saddam Hussein — el diablo encarnado — y sus Armas para la Destrucción en Masa.

Declaró el presidente que los Estados Unidos "se enfrenta a la amenaza contra nuestra nación y la paz que Saddam Hussein y sus armas de terror representan".

Hace varias décadas que el destacado historiador Richard Hofstadter hizo un estudio muy interesante acerca del papel que la paranoia juega en la política de los Estados Unidos. Si estuviera vivo seguro pondría su libro al día con un capítulo entero consagrado a la obsesión del presidente con Saddam Hussein. Oyendo a Bush hablar ocasionalmente acerca del canalla de Bagdad daba la impresión que su imaginación es extrañamente juvenil, pues para él el presidente iraquí se ha convertido en un monstruo que asusta a los niños.

"Saddam Hussein y sus armas para la destrucción en masa representan una amenaza directa a este país...No dejaré al pueblo estadounidense a la merced del dictador iraquí y sus armas... Saddam Hussein es una amenaza para nuestra patria...Solíamos creer que a una persona como Saddam Hussein se le podía frenar, que los océanos nos protegerían de este tipo de terror...Creo que Saddam Hussein es una amenaza al pueblo estadounidense...Es un asesino...Maestro del engaño...el pueblo estadounidense sabe que Saddam Hussein posee armas para la destrucción en masa..."

Cada vez que Bush trataba de superar las frases programadas, entraba en dificultades. Hizo aseveraciones flagrantemente falsas que poco menos de doce horas después fueron directa y claramente refutadas por los Drs. Hans Blix y Mohammed ElBaradei, dirigentes del programa de inspecciones de la ONU.

Bush abrió su discurso con la siguiente declaración: "Espías iraquíes siguen escondiendo substancias biológicas y químicas para evitar que los inspectores las detecten. En algunos casos, estos materiales cambian de lugar cada 12 o 24 horas, o se almacenan en vehículos ubicados en vecindarios residenciales".

Esta acusación, que simplemente repite las alegaciones hechas por el Secretario de Relaciones Exteriores, Colin Powell, durante su desastrosa presentación ante la ONU el mes pasado, de nuevo fue refutada por Blix en su informe del viernes al Consejo de Seguridad.

"Tal como notara el 14 de febrero", declaró Blix, "autoridades del espionaje han alegado que armas para la destrucción en masa se mueven por todo Irak en camiones y, específicamente, que existen unidades móviles que producen armas biológicas. Los iraquíes sostienen que dichas actividades no existen. Varias inspecciones, en relación a las unidades móviles de producción, se han llevado a cabo en lugares declarados y no declarados. Se han localizado talleres móviles y para alimentos, así como también grandes envases con equipo para el proceso de semillas. Hasta ahora no se ha encontrado ninguna actividad proscrita" (énfasis nuestro).

Bush también declaró: "Varias fuentes de espionaje nos han informado que los científicos de armas en Irak siguen siendo amenazados con perjuicios si cooperan con los inspectores de la ONU". Pero a la mañana siguiente Blix contradijo este cargo: "Durante el último mes", declaró, "Irak nos ha entregado los nombres de muchas personas que pueden ser fuentes de información pertinente, sobretodo de personas que en 1991 participaron en las varias etapas de la destrucción unilateral de armas biológicas y químicas y cohetes teledirigidos proscritos".

Aunque dio a conocer que el proceso de entrevistas no carecía de problemas, Blix notó que "los iraquíes parecen haber alentado a los entrevistados a no solicitar la presencia de funcionarios iraquíes — llamados observadores — o la grabación de las entrevistas". Blix explicó que los inspectores tenían toda intención de solicitar que varias entrevistas tomen lugar en el exterior de Irak.

Pero a pesar de ciertas flaquezas, Blix criticó favorablemente el progreso general de las entrevistas. Las consideró "útiles" y notó que "desde que empezamos a solicitar entrevistas, a 38 individuos se les pidió entrevista privada. Diez aceptaron nuestras condiciones, y de esos siete aceptaron durante la semana pasada".

Durante el curso de conferencia de prensa, el presidente Bush declaró repetidamente que Irak no se estaba deshaciendo de las armas. En medio de la destrucción muy pública de los cohetes teledirigidos Al-Samoud de Irak, Bush descaradamente proclamó: "Si el régimen iraquí estuviera desarmándose, lo sabríamos porque lo podríamos ver. Irak le presentaría sus armas a los inspectores y el mundo sería testigo a su destrucción". Mejor hubiera dicho Bush dicho que "no crean lo que ven, porque yo les digo que no lo ven".

Esto fue demasiado hasta para el Dr. Blix, quien por lo general permanece impávido. Echó a un lado su fraseología cautelosa y diplomática y replicó con agudeza y burla a los cargos ridículos de Bush: "La destrucción que ha tomado lugar [de los cohetes teledirigidos Al- Samoud] constituye una medida substancial del desarmamiento; más bien es la primera desde bajo mediados de la década del 90", declaró Blix en su informe al Consejo de Seguridad. "No estamos presenciando la destrucción de palillos de dientes. Son armas mortíferas las que se están destruyendo".

Es educacional, y hasta cierto punto algo deprimente, comparar el texto de los comentarios de Bush ante la conferencia de prensa a los de Blix y ElBaradei. Nada que remotamente pueda considerarse raciocinio aparece en las aseveraciones del presidente. Más bien, hay toda una serie de acusaciones sin pruebas, presentadas en oraciones que por lo regular no tienen más de cinco a diez palabras. Un ejemplo típico del método de Bush esta secuencia compuesta por tres oraciones: "Saddam Hussein no se está desarmando. Esto es verídico. No se pude negar".

No hay que ser partidario de la política o de misión de Blix y El Baradei para uno darse cuenta que ambos son muy capaces e inteligentes. Tienen el talento para integrar y sintetizar gran cantidad de evidencia muy compleja. A su propia manera, y con la sutileza que su profesión exige, ambos tratan de influir la opinión pública internacional con la fuerza de su raciocinio. Todas sus conclusiones se basan en pruebas que pueden comprobarse.

El informe que Elbaderei presentó fue especialmente preciso y mucho más concluyente que el de Hans Blix en su refutación de las mentiras del gobierno de Bush. Comenzó señalando que la situación objetiva de la infraestructura industrial de Irak le prohíbe toda posibilidad de emprender todo programa serio de armas nucleares:

"Para comenzar permítanme hacer una observación general: durante los últimos cuatro años, en la mayoría de los emplazamientos iraquíes, la capacidad industrial ha deteriorado substancialmente debido a que gran cantidad de expertos, además de la asistencia extranjera, cuya presencia era común hacia finales de la década del 80, han abandonado el país. Iraq tampoco puede cuidar, limpiar o reparar sus sofisticados equipos de manera uniforme. Son pocos los lugares dedicados a las investigaciones industriales, al fomento y a la manufactura - es decir, lugares que han sido inspeccionados - que han modernizado sus instalaciones o empleado a personales nuevos. Este deterioro general del poder industrial de Irak está relacionado lógica y directamente a su capacidad para resumir un programa de armas nucleares".

El informe de ElBaradei dio cierta idea del extraordinario alcance de las inspecciones que actualmente se conducen en Irak. Desmienten las imágenes con que hasta ahora el personal de las inspecciones se ha pintado: figuras caricaturescas desorientadas, vacilando a ciegas en la oscuridad o en el desierto mientras buscan pruebas — imposibles de encontrar — de las armas para la destrucción en masa que los astutos y engañosos iraquíes han escondido.

"La Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA) ya ha conducido un total de 218 inspecciones en 141 emplazamientos, inclusive 21 que anteriormente no habían sido inspeccionadas. Además, peritos de la Agencia han participado en muchas inspecciones llevadas a cabo por la AIEA en conjunto con UNMOVIC.

"La asistencia técnica para las inspecciones nucleares ha continuado su expansión. Las tres unidades a cargo de analizar el aire han reunido, en varios lugares claves de Irak, muestras de partículas de aire que envían a los laboratorios para ser analizadas. Los laboratorios en cuestión han enviado resultados adicionales de análisis del agua, los sedimentos, la vegetación y otras substancias.

"Nuestros equipos que viajan en vehículos e inspeccionan la radiación han viajado más de 2000 kilómetros durante las últimas tres semanas. Nuestras inspecciones han ganado accesos a más de 75 instalaciones, inclusive guarniciones y campamentos militares, fábricas de armas, parques para camiones, instalaciones para la manufactura y zonas residenciales".

Quizás las secciones de mayor importancia en el informe de Elbaradei tengan que ver con las personas que reaccionaron a las acusaciones de los Estados Unidos y la Gran Bretaña — que la prensa repitió retumbantemente — que los iraquíes habían tratado de continuar, ilegalmente, su programa de armas nucleares.

Los Estados Unidos y la Gran Bretaña habían alegado, con mucho bombo y platillos a finales de 2002, que Irak había tratado de importar tubos de aluminio para fabricar los centrífugos necesarios para la producción secreta de armas nucleares. En diciembre los gobiernos británico y estadounidense declararon que este asunto era de importancia primordial y, cuando los iraquíes vehentemente protestaron estas acusaciones, los ingleses y los norteamericanos le hicieron caso omiso con desprecio.

ElBaradei reportó que el asunto de los tubos de aluminio había sido cuidadosamente investigado por la AIEA. ¿Conclusión? "Investigaciones extensas en el campo y análisis de documentos no han producido evidencia alguna que era la intención de Irak usar estos tubos de 81 mm para proyectos que no fueran la ingeniería en reversa de cohetes [tal como Irak había explicado anteriormente]...

"Basándose en la evidencia a su disposición, el equipo de IAEA concluye que los esfuerzos de Irak por importar estos tubos de aluminio lo más probable no tenían que ver nada con la fábrica de centrífugos. Además, era muy improbable que Irak hubiese podido hacer un nuevo plan, luego de considerable esfuerzo, para resucitar el programa de centrífugos".

La campaña propagandista de los Estados Unidos e Inglaterra sufrió un revés aún más devastador cuando la acusación que Irak había tratado de adquirir uranio de Níger [país] fue refutada. En diciembre, 2002, el espionaje británico alegó que había descubierto documentos que hacían constar que un funcionario iraquí había tratado de negociar la compra de uranio durante una visita a Níger en febrero, 1999. En un expediente de datos fechado 19 de diciembre, 2002, el Ministerio de Relaciones Exteriores de los Estados Unidos exigió saber la razón por qué el documento de 2,000 páginas que Irak le presentó a la ONU "ignora los esfuerzos por obtener uranio de Níger". El "expediente de datos" preguntaba, "¿Por qué el régimen iraquí trata de ocultar la adquisición de uranio?"

Elbaradei le informó al Consejo de Seguridad:

"En cuanto a la Adquisición de Uranio, la AIEA ha hecho adelantos en su investigación de los informes acerca de Irak al éste tratar de comprarle uranio a Níger durante los últimos años. La investigación se concentró en documentos, presentados por varias naciones, que indicaban un acuerdo entre Níger e Irak para la venta de uranio entre 1999 y 2002.

"La AIEA ha debatido estos informes con los gobiernos de Irak y Níger y ambos niegan que semejante actividad haya ocurrido. Por su parte, Irak le ha entregado a AIEA una explicación muy detallada de sus relaciones con Níger, y ha descrito las visitas de cierto funcionario iraquí a varios países africanos, inclusive a Níger, durante febrero, 1999, que Irak cree incitaron los informes. La AIEA tuvo la oportunidad de repasar la correspondencia de varias agencias del gobierno de Níger y compararla a la forma, la estructura general, el contenido y las firmas de dicha correspondencia con los documentos relacionados con las adquisiciones que se han alegado.

"Basándose en un análisis minucioso y detallado, la AIEA concluye, con la concurrencia de peritos exteriores, que estos documentos — base de los informes acerca de las recientes transacciones de uranio entre Irak y Níger - de hecho no son auténticos. Por lo tanto hemos llegado a la conclusión que estas acusaciones específicas son infundadas" (énfasis nuestro).

Si se nos permite poner este veredicto en lenguaje menos formal, el gobierno de Blair en Londres se valió de documentos falsificados por sus agencias de espionaje para tramar el caso pro bélico.

El gobierno de Bush afanosamente usó los mismos documentos - y lo más probable es que supiera que eran falsificados - para el mismo fin. Dadas las consecuencias de esta mentira - es decir, la invasión de Irak y los agravios y matanzas de cientos de miles de su pueblo - los que planearon, pusieron en marcha e hicieron esta provocación son criminales en el sentido más profundo y fundamental de la palabra.

ElBaradei concluyó con un resumen de los resultados de la labor de la AIEA en Irak: "Luego de tres meses de inspecciones intrusas, hasta la fecha no hemos descubierto ninguna evidencia o señal plausible que Irak ha resucitado su programa de armas nucleares".

Los informes colectivos y dictámenes de Flix y ElBaradei constituyen una refutación estrepitosa de las declaraciones del presidente de los Estados Unidos la noche anterior. Pero, para ser francos, si su intención era solamente responderle a Bush, dieron mucho más de lo requisito para lograr objetivo tan limitado.

Escuchar a Bush divagar sin rumbo de una cosa absurda a otra requiere que no sólo suspendamos nuestro juicio, sino toda actividad cognitiva. Por ejemplo, luego de rodear a Irak con 300,000 tropas, Bush declaró que "Es el pueblo iraquí quien ha de escoger la estructura y la dirigencia de ese gobierno". Cinco minutos después dijo: "Cambiaremos el régimen de Irak para el bienestar del pueblo iraquí".

Toda la conferencia de prensa estuvo recargada de contradicciones tan estúpidas e insensatas.

Aún aquellos entre nosotros que debido a nuestras responsabilidades profesionales nos vemos obligados a escuchar y a leer lo que el presidente pronuncia, no podemos dejar de sentir que la experiencia de alguna manera nos ha degradado. A pesar de los proverbiales seis grados de separación, el espectáculo de ignorancia, cinismo y sadismo que se televisa desde la Casa Blanca nos deja avergonzados. Después de todo, Abraham Lincoln una vez vivió en el mismo edificio.

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