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El imperialismo en Iraq: lecciones del pasado

Primera Parte

Por Jean Shaoul
30 Junio 2003

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Las semejanzas entre los acontecimientos que hoy se despliegan en Iraq y los sucesos en ese país durante la primera mitad del Siglo XX no dejan de sorprender a toda persona que las investigue.

La lista de potencias imperialistas que se han interesado en la región es similar, pero la dominante en aquel entonces no era Estados Unidos; era la Gran Bretaña. Las tropas armadas británicas invadieron a Mesopotamia—como se le conocía a Irak en aquella época—en 1914 con promesas de liberarlos de los turcos. Pero las promesas eran propaganda para el consumo público. Como de costumbre, la retórica escondía los verdaderos motivos: el petróleo. Pero, igual que hoy día con Estados Unidos, la Gran Bretaña vigorosamente negaba que sus interés en la región era de semajante índole.

Las ventajas militares con las cuales el ejército británico gozaba también eran favorables. Y tras la guerra para la "liberación de los árabes" del dominio turco, lo que se dio fue la ocupación británica y nada de liberación.

La ocupación también se destaca por el horrible bombardeo aéreo. También hay todo un ciclo de negociaciones sórdidas entre las potencias imperialistas—Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, Italia—acerca de como repartirse el botín de la guerra. Gran Bretaña trata de adelantársele a sus presuntos aliados. La Liga de las Naciones (antepasado de la Organización de las Naciones Unidas) desvergonzadamente respalda la división del país.

De mayor importancia es que la defensa de los intereses petrolíferos significa el dominio británico sobre Irak, aunque no en nombre, bajo un mandato de la Liga de las Naciones vigente hasta 1932. El pueblo iraquí se ve oblighado a asumir el peso económico de la guerra, la ocupación y el gobierno de la Gran Bretaña.

El dominio británico termina en 1958, cuando enormes manifestaciones en las calles casi pierden el control. El ejército interviene, derroca la monarquía, toma el poder y pone en marcha planes para controlar el petróleo de Irak.

Un análisis de este período y del papel que las potencias imperialistas jugaron en establecer las condiciones políticas, económicas y sociales en Irak es muy instructivo. Aunque todas las potencias trataron de controlar los recursos petrolíferos del Oriente Medio, fue sólo después de la matanza de millones de trabajadores durante la primera guerra mundial imperialista y muchas artimañas que los británicos pudieron establecer su hegemonía.

Semejante análisis confirma que, lejos de la liberación y el futuro progresista, la ocupación estadounidense de Irak tras la guerra más reciente en el del Golfo simplemente significa que el imperialismo ha regresado para controlar los recursos petrolíferos del país y establecer su dominio. Esta vez por los Estados Unidos, con la Gran Bretaña como socio menor.

Intereses imperialistas en Mesopotamia antes de la Primera Guerra Mundial

Gran Bretaña es la primera potencia en establecerse en el Oriente medio. Al principio se vincula a la región porque desea proteger la ruta a la India y el comercio con ese país. Para lograr esos fines, las tropas navales británicas repetidamente lanzan ataques contra las costa árabe. Ya en 1840 establece posesiones coloniales en el Golfo Pérsico y en Aden. Al dominar la costa, Gran Bretaña abre las puertas del interior de la región al imperialismo occidental.

Mesopotamia era el nombre con que se conocía a las tres provincias - Basora, Bagdad y Mosul (predominante kurdo)—que hoy componen al Irak moderno, el cual por varios siglos había sido la frontera más oriental del Imperio Otomán. Su economía rural se había estancado en el subdesarrollo; gran parte del pueblo era casi nómada. Al concluir el Siglo XIX, la apertura del Canal de Suez y el desarrollo del transporte fluvial por los británicos logra que Mesopotamia expanda su integración en una economía capitalista de mayor alcance. La provincia de Basora asume mayor importancia con la exportación de cereales y algodón a Manchester y a Bombay.

Al mismo tiempo, el interés por los recursos petrolíferos de la región comienza a desarrollarse. Con la excepción de varios usos locales primitivos, no hay industria desarrollada, pero sí se sabe por miles de años que ciertas regiones de Mesopotamia y Persia, como antes se le conocía Irán, contienen manantiales y filtraciones de petróleo. Europa comienza a interesarse en la explotación del petróleo mesopotámico y persa para uso comercial durante los últimos veinticinco años del Siglo XIX. A menudo, bajo el pretexto de excavaciones arqueológicas, se trata de lograr que Constantinopla conceda permiso para llevar a cabo numerosas exploraciones. En 1908, en el sur de Persia, la Compañía de Petróleo Anglo-Persa descubre el primer petróleo para la explotación comercial.

Aunque el comercio británico e indio dominaban la región con un 75% del total, el capital alemán comienza su invasión de Mesopotamia, sobretodo cuando en 1903 a Alemania se le concede la construcción de una vía férrea de Turquía a Bagdad. Puesto que la intención es continuar la vía hasta Basora y a Kuwait, ello podría establecer un vínculo directo entre el Mediterráneo y el Golfo Pérsico, planteando así una amenaza estratégica a la posición de la Gran Bretaña en la India.

El ferrocarril adquiere mayor significado tras el descubrimiento en Persia del petróleo explotable para uso comercial, pues la concesión incluye los derechos exclusivos sobre los minerales que se encuentran a veinte kilómetros de cada lado de los rieles.

En 1904, cuando la Real Marina Británica cambia de combustibles—del carbón al petróleo, lo cual crea un transporte más barato y rápido—el gobierno trata de obtener abastecimientos más cercanos que el Golfo de México y con un futuro es más amplio. Los asesores del gobierno británico creen que, puesto que las exportaciones de los productores de petróleo principales van a sufrir bajas, las empresas mayores estan en buena posición para dictarle a la Real Marina los términos sobre los cuales el imperio depende. Durante los próximos veinte años, la política del gobierno británico se enfoca más y más en la necesidad de controlar las fuentes y los abastecedores del petróleo. El gobierno, por consiguiente, le brinda apoyo diplomático total a los colonialistas británicos para que aseguren las concesiones petrolíferas de Mesopotamia.

En 1911, Turquía le concede al consorcio anglo-alemán (Royal Dutch Shell, el empresario C. S. Gulbenkian, el Banco Nacional (Británico) de Turquía, y el Banco Alemán, derechos exclusivos para la explotación todo el petróleo dentro de las fronteras del imperio. La Compañía Turca de Petróleo (CTP), como pronto llega conocerse, se une a la Compañía Anglo-Persa de Petróleo en 1913, cuya propiedad la comparten intereses británicos, alemanes, holandeses y de Gulbenkian. En agosto, 1914, luego de negociaciones prolongadas, el gobierno británico se apodera de la mayoría de las acciones de la Compañía Anglo-Persa de Petróleo (antecesora de British Petroleum, actualmente la mayor empresa británica) por 2.2 millones libras esterlinas, lo cual le facilita los derechos a Mesopotamia y fortalece sus intereses en la región.

Al mismo tiempo, numerosos grupos internacionales comienzan su afán por obtener concesiones de petróleo en los alrededores de Bagdad y Mosul. Estas tensiones comerciales juegan un papel primordial en precipitar la Primera Guerra Mundial, cuya causa fundamental es el repartimiento de las tierras orientales de Turquía. En cuanto a la Gran Bretaña, el hecho que las nuevas fuentes de petróleo, tan primordial para la existencia de su imperio, se encuentran fuera de sus fronteras inevitablemente la lleva a la conclusión que el Imperio tiene que expandirse.

Gran Bretaña se apodera de Mesopotamia tras la Primera Guerra Mundial

Durante gran parte del Siglo XIX, la Gran Bretaña basaba su política hacia el Oriente en el respaldo del Imperio Otomán, que ya estaba en ruinas, como baluarte contra el expansionismo de la Rusia zarista. Pero cuando la primera Guerra Mundial estalla y Turquía entra a la guerra y se une a Alemania y Austria, la política de la Gran Bretaña cambia totalmente.

Con temor que Turquía establezca, bajo órdenes de Alemania, barreras a los abastecimientos de petróleo y al comercio, las autoridades británicas en la India envian un cuerpo expedicionario a Basora para prevenir que Turquía interfiera con los intereses británicos en el Golfo, sobretodo con los de los campos petrolíferos en el sur de Persia. Estas acciones pronto convierten al Oriente Medio en un gran teatro de guerra. La política británica es explícita: destruir el Imperio Otomán y conquistar los territorios árabes.

Turquía sufre varias derrotas humillantes, pero ello no significa que el control de los territorios que había dominado va a ser fácil. Gran Bretaña, pues, entra en varios acuerdos cínicos, fraudulentos y recíprocamente irreconciliables con el fin de asegurar la derrota de Turquía y expandir sus propias ambiciones comerciales y territoriales en la región.

En primer lugar, Gran Bretaña piensa que un levantamiento árabe sería de valor incalculable para atacar y derrotar a los turcos desde el sur. De tal modo se puede establecer una ruta a Europa desde el Oriente Medio y ponerle paro a la irresoluta lucha sangrienta en las trincheras de Flandes. Gran Bretaña se comunica inicialmente con los hashemitas, dinastía del desierto en Hejaz (hoy día en la Arabia Saudita) que controla la Meca y Medina, ciudades musulmanes sagradas. Los hashemitas desean reemplazar el dominio otomán con el suyo. La Gran Bretaña razona que esta alianza sería útil para asegurar la lealtad de los indios musulmanes inscriptos en el Cuerpo Expedicionario Mesopotámico, a quienes usa como carne de cañón en la guerra contra Alemania. Las desastrosas derrotas en Galípoli obligan a Gran Bretaña a aceptar las disposiciones definidas en el Protocolo de Damasco: los británicos apoyarían a los árabes para derrocar al dominio turco a cambio de la independencia árabe en los territorios que hoy día se conocen como Siria, Líbano, Israel/Palestina, Jordania, Irak y Arabia Saudita. En 1915, llegan a un acuerdo con el hashemita Sherif Hussein de la Meca. Le prometen la independencia y éste, en cambio, le prestaría su ayuda en la guerra contra los turcos.

Segundo, al mismo tiempo que Gran Bretaña usa a los árabes para conseguir sus fines, se ve cara a cara con sus aliados en la guerra: Francia y Rusia. Ambas desean compartir el Imperio Otomán después de la guerra. Gran Bretaña se ve forzada a entrar en un pacto con ambas naciones. El 16 de mayo, Gran Bretaña firma el Pacto Tripartita, mejor conocido como el Acuerdo Sykes-Picot. Según sus disposiciones, Rusia ha de recibir Estambul, el Bósforo y partes de Armenia. Francia ha de quedarse con lo que hoy se conoce como Siria y Líbano. Y Gran Bretaña sería dueña de Bagdad, Basora y Transjordania (Jordania). Evidentemente, Gran Bretaña se descuida bastante cuando le cede parte de la provincia de Mosul—probablemente rica en petróleo - a Francia, y pasa todo el período siguiente tratando de integrar a Mosul a su esfera de influencia. Palestina ha de separarse de Siria para ser administrada por un gobierno internacional; su destino sería decidido después, en una conferencia internacional al finalizar la guerra. Sólo en la Península Árabe—la división más pobre y subdesarrollada de la región—se le concedió a los árabes la independencia.

Claro, los pueblos afectados por estas provisiones no tienen ninguna voz para decidir su futuro. Además, los términos del pacto se mantienen secretos. Tras la Revolución Rusa, cuando los bolcheviques publican el pacto secreto para desenmascarar a las intrigas imperialistas contra los pueblos oprimidos de la región, Sherif Hussein exige una explicación. Pero los británicos y los franceses prometen la independencia para los árabes.

La declaración de la alianza anglo francesa de noviembre 7, 1918 estipula: "Los fines que Francia y Gran Bretaña tratan de lograr al proseguir con la guerra desatada por las ambiciones alemanas son: la liberación total y definitiva de los pueblos que por tan largo tiempo han sido oprimidos por los turcos y el establecimiento de gobiernos y administraciones nacionales que derivan su autoridad de la iniciativa y de la elección libre de la población indígena. Francia y Gran Bretaña han llegado a un acuerdoh para alentar y asistir con el establecimiento de gobiernos y administraciones indígenas...y en los territorios cuya liberación buscan".

Tercero, en noviembre, 1917, Gran Bretaña trata de adelantarse a los avances de Francia y asegurar sus propios intereses en la región. Se queda con Palestina, y se compromete una vez más, bajo el cínico pretexto de sentimientos humanitarios por los judíos, con la Declaración de Balfour, la cual es deliberadamente vaga. Con ésta declara que "simpatizamos con el establecimiento de una patria judía en Palestina".

Con la ayuda de los árabes, los británicos logran vencer sus infortunios y, en marzo, 1917, despojan a Turquía de Bagdad. Luego también le quitan Jerusalén y Damasco. La Rebelión Árabe contra los turcos, encabezada por Faisal, hijo de Sherif Hussein de Hejaz, es de importancia estratégica para los británicos. Paraliza a las tropas turcas a lo largo de la línea férrea entre Amman y Medina e imposibilita a las tropas turcas y alemanas en Siria vincularse a la guarnición de Yemen.

En Mesopotamia, las tropas militares británicas, siempre pérfidas y traicioneras, ignoran el Armisticio con Turquía en Mudros, 30 de octubre, 1918. Continúan la marcha hacia el norte y pocos días después capturan a Mosul, provincia predominantemente kurda. Dos factores motivan esta acción: no vale la pena quedarse con las provincias septentrionales y sureñas de Mesopotamia sin la provincia de Mosul al norte, la cual es rica en petróleo. Mosul también es importante desde otro punto de vista: sirve como guarnición central sobre en la ruta que llega a los estados del Caspio y del Cáucaso, los cuales Rusia domina y son ricos en petróleo. Gran Bretaña entonces expropia el 25% de las acciones de la Compañía Turca de Petróleo que le pertenecen a Alemania; empresa que Compañía Turca de Petróleo planeaba explotar los campos petrolíferos.

Por consiguiente, ya para fines de 1918, las tropas británicas centradas en Cairo han conquistado a Palestina y a Siria y ayudado a arrojar a los turcos de Hejaz. Tropas británicas de la India conquistan a Mesopotamia y obligan a Persia y a Ibn Saud Nejd, en la Península Árabe, a integrarse en la órbita británica. Estas atraviesan a Persia mientras se dirigen al norte para defender al Cáucaso contra los turcos. A la misma vez, otras tropas también se dirigen al norte y luchan contra el Ejército Rojo en apoyo de la "independencia" de los estados controlados por los Blancos: Azerbaiján, Armenia, Georgia y Daghestán, todos ricos en petróleo. Las tropas permanecen ahí hasta 1920, cuando son forzadas a retirarse.

Promesas de liberación prueban ser fraudulentas

Los países victoriosos hacen fila para apoderarse de las antiguas provincias otomanas y las colonias alemanas y austríacas en África y el Oriente Lejano, pero los británicos están determinados a quedarse con sus conquistas en el Oriente Medio para defender las rutas comerciales a la India y asegurar el petróleo de la región. Tienen planes bien firmes para quedarse con Palestina, las tres provincias de Mesopotamia—ahora llamada Iraq—y gobernar a Kuwait desde Iraq. A la misma vez, mantienen su esfera de influencia sobre Persia y las costas occidentales de la Península Árabe. El Golfo Pérsico y el Mar Rojo se convierten en lagos británicos.

El gobierno británico administra las provincias centrales y septentrionales de Mesopotamia desde la India. Las pone bajo ley marcial hasta que se firme un armisticio. Los británicos ponen en práctica las lecciones aprendidas en la India y se tornan hacia los líderes de las tribus—cuya influencia había declinado hacia fines del Siglo XIX—para colectar los impuestos y controlar la población predominantemente rural. En cambio, Gran Bretaña les asegura su posición social permanentemente. Esto sólo exacerba el latifundismo, el empobrecimiento del campesinado y una profunda hostilidad hacia la ocupación británica. Los británicos también cultivan las pequeñas pero importantes minorías, sobretodo la colonia cristiana y la judía, que luego jugarían un importante papel económico y cuyas relaciones con los británicos eventualmente tendrían repercusiones importantísimas al inicio del conflicto entre los sionistas y los palestinos.

Los kurdos en Mosul, que recientemente ha sido capturada, aceptan la palabra de los británicos e inmediatamente establecen una nación independiente que la Gran Bretaña dura casi dos años tratando de suprimir bestialmente con tropas británicas e indias. Se le llama a la Real Fuerza Aérea para bombardear a los guerrilleros y Churchill, en ese entonces Ministro de Estado para la Guerra, aprueba el uso de gas asfixiante.

Se supone que Mosul va a ser integrada a la nación iraquí, lo cual significa que la idea de establecer la autonomía kurda incluida en el Tratado de Serves tiene que abandonarse. Un funcionario británico se expresa de la siguiente manera: "Toda idea de establecer una nación árabe es simplemente una tontería manchada de sangre".

Pero los planes de la Gran Bretaña para integrar el mundo árabe a su imperio son frustrados repetidamente. Primero, sus aliados durante la guerra, sobretodo Estado Unidos, están determinados a prevenir que se quede con la mayor parte del botín. Los Catorce Puntos que el presidente Woodrow Wilson plantea justamente antes de los Estados Unidos participar en la guerra es el precio que Gran Bretaña y Francia tienen que pagar a cambio del respaldo de los Estados Unidos.

[Los Catorce Puntos] significan un nuevo orden mundial en el cual los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos predominan sobre los de las antiguas potencias imperiales. Le prohíbe a las fuerza victoriosas la diplomacia secreta y las anexiones. Dicta que a las antiguas colonias hay que concederles el derecho a la auto determinación. Pero lo más importante es que exista una política de Puertas Abiertas respecto al comercio, lo cual significa el fin de los derechos exclusivos a los recursos y al comercio. En el contexto del Oriente Medio e Irak, lo que en realidad importa es el futuro de las concesiones de petróleo que los británicos extraen de los turcos. Los británicos consideran que la política de Wilson es una amenaza tan vil que prohíben la publicación de los Catorce Puntos, pero éstos por fin aparecen en Bagdad dos años después.

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