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La guerra contra Irak: Punto decisivo en la política
internacional
Por Peter Schwarz
21 Julio 2003
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el autor
Publicamos el discurso pronunciado por Peter Schwarz ante
una reunión pública de la World Socialist Web Site
(WSWS) y el Partido Socialista por la Igualdad de Alemania (PFSG:siglas
en alemán), que tuvo lugar el 1ro. de junio en Berlín.
Schwarz es miembro del Comité de Redacción Internacional
de la WSWS. El tema central de esta reunión consistió
en "La lección de la guerra contra Irak y la misión
de la clase obrera europea".
La guerra en Irak es uno de los puntos decisivos de la política
internacional; punto cuyo significado y cuyas enormes insinuaciones
hasta ahora no se han comprendido muy bien. Es como si a un edificio
de compleja estructura le quitaran las columnas que lo sostiene.
Primero se ve que las paredes y otros elementos arquitectónicos
mantienen al edificio como estructura única; sólo
se pueden detectar varias grietas y quiebras. Pero todo esfuerzo
por tapar las grietas o corregir las fallas fracasa. Eventualmente
el edificio se desploma. Ninguno de sus elementos queda intacto.
De manera similar, la nueva dirección de la política
exterior de los Estados Unidos ha dejado al desnudo las bases
de los viejos mecanismos políticos y las instituciones
del período post Segunda Guerra Mundial. Esto se aplica
no sólo a las relaciones internacionales, sino también
a las condiciones nacionales. En cualquier país apenas
existe una estructura política o social que no se base
en una forma u otra de estos mecanismos e instituciones internacionales.
En este sentido, la guerra en Irak tiene verdaderas insinuaciones
revolucionarias. Las revoluciones no son meramente consecuencia
de la intensificación de tensiones sociales, aunque estos
desarrollos juegan un papel importante. Las revoluciones se desarrollan
cuando orden social en existencia es incapaz de resolver los grandes
problemas históricos. Hemos ingresado en ese período.
Las normas internacionales y las instituciones con las que
el gobierno de Bush ha barrido en su guerra contra Irak habían
formado las bases de la política mundial durante todo el
período tras la Segunda Guerra Mundial. Fue Estados Unidos
mismo quien originara y garantizara los principios de derecho
internacional de aceptación universal: la soberanía
de las naciones, la prohibición de las guerras de agresión
y el establecimiento de instituciones como la Organización
de las Naciones Unidas.
Durante los últimos meses, el gobierno de Bush ha dejado
bien claro, para que no se cometa ningún error, que ya
no está obligado a obedecer estas leyes o instituciones.
La nueva política internacional de Estados Unidos se basa
en el poder militar, la intimidación, la mentira y la intriga
política. Esta nueva orientación se aplica no sólo
a las llamadas naciones "pillas" y a los países
menos desarrollados, sino también a sus "aliados"
y a los países más desarrollados.
"Están con nosotros o están en contra".
Es la declaración de Bush que resume la esencia de toda
su política internacional.
El recorrido de Bush por Europa para dar su aprobacióna
Varsovia por estar "dispuesta" o mostrar su arrogancia
- hacia Berlín por no estarlo - deja claro que ahora Estados
Unidos ahora usa su influencia para dividir y debilitar al viejo
continente, no para unificarlo y estabilizarlo como en el pasado.
La postura más bien infantil de Bush tiene su compinche:
un programa económico que le pone enorme presión
al euro [moneda europea] y a la industria de las exportaciones
europeas con la devaluación intencional del dólar.
La política internacional de Bush no significa solamente
volver a la situación antes del 1945; es decir, a la época
anterior a las Naciones Unidas, al sistema de alianzas militares
internacionales y a la alianza trasatlántica. Más
bien representa el retorno a la situación anterior al 1918,
antes de la Liga de Naciones o los "14 puntos" del Presidente
estadounidense Woodrow Wilson. No es otra cosa que el regreso
a las formas más agresivas del imperialismo. A fin de cuentas,
esto le abre el camino a otra guerra mundial, porque, como explicara
Lenín, bajo el imperialismo, sólo la fuerza, inclusive
la militar, puede decidir las relaciones antagónicas entre
las grandes potencias.
¿Cuál es el objetivo de la nueva política
exterior de los Estados Unidos? La subyugación de todo
el planeta para satisfacer las necesidades de los grandes negocios
estadounidenses.
Durante los primeros cincuenta años del Siglo XX, Alemania,
como la economía capitalista más desarrollada y
dinámica del viejo continente, intentó dos veces
superar sus propias contradicciones mediante la violenta división
nueva de Europa. Ahora, Estados Unidos, que ostenta la más
desarrollada y dinámica economía del planeta, pretende
dividir violentamente a todo el mundo.
Al tratar de lograr este objetivo, Estados Unidos no sólo
se contenta con conquistar militarmente a los países y
robarles sus materias primas, como sucede con Irak, sino que busca
reestructurar la economía mundial entera sobre a base de
las formas más carniceras y despiadadas del libre mercado.
Desde el punto de vista de la clase dominante estadounidense,
toda medida para el bienestar social, todos los impuestos sobre
los ingresos y las ganancias, todos los servicios públicos,
toda interferencia del estado en la economía, y toda ley
para proteger el medio ambiente es una restricción inaceptable
a la "libertad" para explotar al mundo.
He ahí la razón por qué la trayectoria
de la política exterior de Estados Unidos no solo ha alterado
todas las relaciones internacionales, sino que también
ha tenido grandes repercusiones en la situación interior
de las relaciones sociales en cada país. Intensifica las
contradicciones entre las clases sociales y amplifica la inestabilidad
política y liquida las bases para lograr todos los convenios
sociales o llegar a un arreglo entre las clases.
¿Porqué Bush tiene el talento
para dominar?
Si se publicara un libro sobre las biografías de los
representantes del gobierno de Bush, la política internacional
de éste no sería nada sorprendente. Son los ideólogos
intelectuales del conservadurismo, a quienes hasta hace pocos
años se les consideraba excéntricos; tipos como
Paul Wolfowitz, Richard Perle y otros voceros importantes del
Pentágono; fanáticos religiosos como el Fiscal General
de la Nación, John Ashcroft; multimillonarios de la industria
del petróleo; y empresas delictivas como Enron. Esta pandilla
la encabeza un hombre que fue alcohólico hasta los 40 años
y quien carece de toda preparación seria.
El verdadero tema es por qué esta pandilla de extrema
derecha ha podido apoderarse de los puestos principales en el
gobierno estadounidense e imponer su voluntad no solo al pueblo
estadounidense sino a todo el mundo?
En el prefacio a la biografía de Hitler, el historiador
británico, Ian Kershaw, escribe que a él no le interesa
tanto el carácter del dictador alemán como le interesa
"el problema de cómo Hitler fue posible". Kershaw
escribe: "Si no se puede encontrar una solución satisfactoria
a este problema basándose en las características
personales de Hitler, entonces es necesario analizar principalmente
la sociedad alemana: la fuerza motriz social y política
que catapultó a Hitler".
Es necesario analizar el fenómeno Bush de la misma manera.
¿Cuáles son las fuerza motrices socio-políticas
que facilitaron la creación de este gobierno?
Aparte de una pequeña capa de super ricos millonarios
y de la prensa, la cual también rigen los enormes negocios
empresariales, el gobierno de Bush carece de una base social significativa.
Se robó las elecciones presidenciales, en que recibió
menos votos que su contrincante Demócrata, Al Gore. Llegó
a la presidencia únicamente porque la Corte Suprema, dominada
por la extrema derecha, lo quiso así.
No obstante, Bush ha podido poner en práctica su programa
político para el exterior y el interior del país
sin ningún estorbo. En el interior ha logrado enormes reducciones
en las rentas internas de los ricos. Al mismo tiempo agrede a
las capas sociales más empobrecidas.
Esto ha sido posible únicamente por el colapso de toda
clase de resistencia por parte de la oposición política
oficial. El partido Demócrata le obsequió a Bush
una carta blanca para que lanzara su guerra contra Irak. No se
ha atrevido a oponerse a su política exterior o a sus agresiones
contra los derechos democráticos y sociales.
La prensa estadounidense ha jugado el mismo papel. Hasta los
periódicos como el New York Times, que en otra era se enorgullecía
de sus tradiciones liberales, no han hecho otra cosa que repetir
las mentiras y la propaganda del gobierno.
Esta conducta ha de tener profundas razones objetivas. La sociedad
estadounidense se ha dividido hasta tal punto que toda clase de
convenio social o político ha sido declarada imposible.
En la Alemania de los primeros años de 1930, todos los
partidos de la burguesíalos Nacionalistas, los Liberales,
el Centro Católico y, sin mucho entusiasmo, los Socialdemócratas
(SDP) favorecían un régimen autoritario porque
la crisis económica había rendido imposible todo
tipo de pacto social. La única verdadera alternativa era
la reorganización de la sociedad sobre las bases del socialismo.
Hoy día, debido a las mismas razones, así todo
el sistema político en Estados Unidos se ha alineado a
Bush. Hasta la más modesta oposición podría
desatar las fuerzas sociales cuyas exigencias excederían
la tolerancia del Partido Demócrata.
Al apoyar a Bush, el sistema estadounidense esta reaccionando
a la profundizante crisis de la sociedad estadounidense y de todo
el sistema capitalista mundial, que ha sido dominado por Estados
Unidos durante todo un siglo. Las tensiones internas de la economía
y la sociedad estadounidenses exigen que el país adquiera
acceso sin restricciones a todas las materias primas del mundo.
La burguesía estadounidense ya no puede tolerar que países
soberanos en todas partes del mundo hagan decisiones perjudiciales
al capitalismo estadounidense. La economía mundial ya no
es más compatible con la autodeterminación de las
naciones. Estados Unidos no puede tolerar a ningún rival.
Esta es la base en las tensiones trasatlánticas que se
intensifican.
La trayectoria que el gobierno de los Estados Unidos ha emprendido
inevitablemente conduce a la catástrofe. La pandilla homicida
que dirige a la nación representa el 5% de la población
mundial, y no podrá imponer indefinidamente su voluntad
sobre el 95% restante.
La bestial destrucción de Irak es un presagio del futuro.
Son pocos los ejemplos de guerras luchadas de manera tan desigual.
Las armas tecnológicas super avanzadas masacraron a reclutas
y civiles iraquíes cargados con armas primitivas.
En el mismo Estados Unidos, los derechos democráticos
fundamentales han sido destruidos uno tras otro en nombre de la
"guerra contra el terrorismo". Cuando el gobierno le
cargue al pueblo el costo de la guerra, niveles horrorosos de
desigualdad social serán exacerbados.
¿Cómo se le puede hacer frente
a este peligro?
El sábado pasado, el periódico alemán
Frankfurter Allgemeine Zeitung, en conjunto con el francés
Libération, le hicieron una petición al filósofo
alemán Jürgen Habermas y a su colega francés,
Jacques Derrida, quien trató dar una respuesta a esta pregunta.
Ambos le pidieron al público europeo que se opusiera a
los planes unilaterales de Estados Unidos. Según la petición,
"Europa debe usar su influencia a nivel internacional y en
las Naciones Unidas para servir de contrapeso al unilateralismo
hegemónico de los Estados Unidos".
El documento va acompañado de varios artículos
que lo respaldan; artículos escritos por intelectuales
de fama publicados en varios periódicos europeos prominentes.
El escritor italiano, Umberto Eco, publicó una pieza en
La Repubblica, Adolf Muschg publicó en Neue Zürcher
Zeitung, y el artículo del filósofo estadounidense,
Richard Rorty, apareció en el Suddeutsche Zeitung.
Hay que concederle a estos intelectuales que identifican el
punto delicado.
Su respuesta, sin embargo, consiste en una patética
mezcla de deseos piadosos y falsas esperanzas. Le imploran a los
gobiernos europeos que se opongan a la campaña de Estados
Unidos por la hegemonía y que establezcan un "orden
internacional multilateral legítimamente instituido",
así como también "una política mundial
eficaz para cada país dentro de los límites de una
reformada Naciones Unidas". Declaran que "si el momento
había llegado para que la opinión pública
forzara a los políticos a ser más idealistas de
lo que les gusta ser, entonces esta era la hora".
Habermas y Derrida han llegado a su postura demasiado tarde.
Si hay una lección que aprender de los eventos de las últimas
semanas ésta es que los gobiernos europeos por lo general
son absolutamente incapaces, y sobretodo la coalición SPD-Verde
en Alemania, de emprender toda oposición al gobierno de
Bush. Al respaldar, post facto, la resolución de las Naciones
Unidas que permite la ocupación estadounidense-británica
de Irak y establece la legitimidad de la guerra en los hechos,
la oposición oficial de Berlín y París se
desplomó ingloriosamente.
En Berlín, la negativa inicial del gobierno del Canciller
Gerhard Schröder y el Primer Ministro de Relaciones Exteriores,
Joschka Fischer, en respaldar la guerra no fue solamente una maniobra
electoral. Ambos estaban verdaderamente preocupados que las acciones
temerarias de los Estados Unidos podrían afectar gravemente
la estabilidad del Oriente Medio y socavar sus propios intereses.
Por su parte, Francia vio la que la postura alemana le presentaba
la oportunidad para ponerse a la cabeza de una muralla internacional
contra los Estados Unidos y así ampliar su influencia sobre
el mundo.
La violenta reacción de Washington le cayó como
agua fría a ambos países. No estaban preparados
para una situación en la que el gobierno estadounidense
podía usar su influencia en Europa de manera tan bestial
para fragmentar el continente.
Al mismo tiempo, animados por el tono anti bélico de
los gobiernos Alemán y Francés, millones salieron
a las calles para manifestarse en contra de la guerra. Fueron
las mayores manifestaciones internacionales contra la guerra de
todas las épocas. Tomaron lugar el 15 y el 16 de Febrero.
Habermas y Derrida describen estas manifestaciones como un
acontecimiento extraordinario que pasará "a los libros
de historia como la señal que marcara el nacimiento de
un nuevo público en Europa". Basan sus esperanzas
en tales manifestaciones para establecer una fuerza adversaria
europea que se oponga a los Estados Unidos, pero se ciegan ante
el hecho que existe un profundo abismo entre este movimiento y
los gobiernos europeos.
Cierto que muchos de los manifestantes tienen ilusiones en
la política de los gobiernos de Alemania y Francia. No
obstante, ha quedado bien claro que las enormes manifestaciones
tienen raíces mucho más profundas y que comprobaron
que es posible establecer un movimiento por toda Europa contra
la política antisocial de los gobiernos europeos.
Habermas y Derrida están ciegos ante el significado
de este acontecimiento. En su petición no se encuentra
una sola palabra acerca de las profundas divisiones sociales de
Europa (y en Estados Unidos). Más bien tratan de glorificar
a la Unión Europea en forma grotesca.
Sostienen que "durante la segunda mitad del Siglo XX Europa
"encontró soluciones ejemplares a dos problemas":
la Unión Europea era una forma ejemplar de gobierno que
rompía las barreras nacionales"; y el sistema de bienestar
de Europa es un modelo que "no debe quedarse atrás
como consecuencia de una futura política cuyo objetivo
es domar al capitalismo dentro un marco que cada vez cuenta con
menos fronteras
En realidad, la Unión Europea - amalgamación
de gobiernos europeos dominados por los intereses comerciales
más poderososes de las mayores fuerzas impulsadoras
del desmantelamiento del sistema de bienestar social de Europa.
Esta organizaciónesfuerzo por unir a Europa desde
arribade ninguna manera expresa la unidad del pueblo europeo.
Hasta Habermas y Derrida deberían saber que los criterios
Maastricht de la Unión Europea abogan por una estricta
austeridad del presupuesto a expensas de las previas reformas
sociales. Las masas europeas cada vez más identifican a
la Unión Europea y a su burocracia en Bruselas como agentes
que van a eliminar los empleos y a desmantelar el sistema de bienestar
social.
La capitulación ante Washington
Las manifestaciones populares han llevado a los gobiernos de
Alemania y Francia a conclusiones muy diferentes a las de Habermas
y Derrida, aunque el ministro alemán de relaciones exteriores,
Joschka Fischer, se reconozca a sí mismo como estudiante
de Habermas. Consideran que la participación de millones,
inclusive de mucha gente joven, presenta un obstáculo a
sus propios programas políticos y reaccionan vinculándose
de manera más íntima aún con el gobierno
de Bush.
Al votar a favor de la última resolución de las
Naciones Unidas, han clavado un puñal en la espalda del
movimiento contra la guerra. No se le puede dar mayor resonancia
al alcance y significado de esta descarada capitulación,
la cual terminó fortaleciendo no sólo al gobierno
de Bush, sino también a las fuerzas de extrema derecha
de toda Europa. Ahora Bush puede jactarse, en el interior del
país y en el extranjero, de que las Naciones Unidas ha
aprobado la guerra contra Irak.
El Süddeutsche Zeitung comentó que el gobierno
de Bush había "obtenido, post facto, la legitimidad
para cumplir su política intervencionistaque en vano
había tratado de conseguir anterior a la guerra... [Habían
obtenido] la aprobación oficial de las Naciones Unidas
y con ello por los menos la apariencia de legalidad y legitimidad.
Los que están en el poder le echarán en cara a sus
críticos esta resolución, diciéndoles: "Miren,
el Consejo de Seguridad nos ha confirmado como gobernadores de
Irak. Por tanto, implícitamente ha reconocido nuestra intervención
y nuestra doctrina de la guerra preventiva en su totalidad. Las
viejas leyes internacionales han fallecido. ¡Qué
viva la autoridad del Imperium Americanum!"
La retaguardia de Berlín y París fortalece a
todas aquellas fuerzas que ya planifican la próxima guerra,
lo más probable contra Irán o Siria. Al mismo tiempo
hay señales muy evidentes que la capitulación de
Schröder y Fischer han excavado sus propias fosas políticas.
El cambio completo del gobierno alemán en cuanto a la cuestión
de Irak ha fomentado la ofensiva de las capas derechistas dentro
del SPD, quienes desean liquidar la coalición SPD-Partido
de los Verdes a favor de la coalición entre el SPD y la
oposición conservadora.
De acuerdo a las encuestas sobre la opinión pública,
la popularidad del SPD ha llegado a su nadir. Schröder puede
mantener a su partido bajo control amenazándolo a diario
con ultimatums y con que va a renunciar. Pero, a pesar de esta
campaña de intimidaciones, casi la mitad de los miembros
del SPD continúa rechazando la política [de Schröder]
de reducir el presupuesto; es decir, su "Agenda 2010".
Cientos están dejando el partido cada día. El ala
derechista del Partido intenta utilizar esta crisis para instalar
un gobierno antidemocrático, buscando exteriorizar estos
ataques que ya han excedido todos los contenidos de la "Agenda
2010".
Por el establecimiento de un nuevo partido
de los trabajadores
Si debemos aprender una lección fundamental de estos
eventos, ello es que la oposición al imperialismo estadounidense
sólo puede evolucionar en conflicto con los gobiernos y
las instituciones en existencia. Es necesario establecer un nuevo
partido internacional de trabajadores que combine la lucha contra
la guerra con la defensa del progreso social logrado por la clase
obrera.
Los trabajadores deben desarrollar su propia respuesta independiente
ante el peligro que plantea el imperialismo estadounidense. Tienen
que rechazar todo convenio o reconciliación con el imperialismo
de los Estados Unidos y no dejarse engañar por la algarabía
conciliatoria que la burguesía europea ahora le propone
a Washington.
Toda la prensa europea está obsesionada con el dilema
de como mejorar las relaciones con Washington. Pero nuevos conflictos
con el imperialismo estadounidense son inevitables. Actualmente
éste presenta el mayor peligro a la paz mundial y a la
igualdad y justicia social. Lo único que las concesiones
de la burguesía europea lograrán es abrir su voraz
apetito aún más. El problema no es cómo prevenir
la confrontación con el imperialismo estadounidense, sino
cómo prepararse para semejante conflicto.
La solución pacifista"contra la guerra y
el militarismo"no es suficiente. Es totalmente pasiva.
La clase obrera requiere una política activa: ¡Luchar
por la disolución de la OTAN! ¡Por una alianza que
defienda al pueblo europeo y a los pueblos de África y
el Oriente Medio!
Lo primordial no es un movimiento contra la guerra, sino un
movimiento contra el imperialismo estadounidense.
Este movimiento debe basar su política en el conflicto
entre los intereses clasistas de la clase obrera estadounidense
y europea por una parte, y los del imperialismo estadounidense
y europeo por otra. Debe ser dirigido contra todo intento de la
burguesía europea para imponerle al continente las condiciones
que Estados Unidos exige, empezando con la "Agenda 2010"
de Schröder.
El conflicto con sus propios pueblos ha conducido a la burguesía
europea a aliarse con el imperialismo estadounidense. En 1940,
luego de la derrota de Francia en la guerra contra la Alemania
nazi, la mayoría de la clase dominante francesa decidió
a favor del gobierno basado en Vichy, Francia, para funcionar
como socio menor de la gran potencia victoriosa. Luego de la guerra
contra Irak, existe el peligro creciente de otro gobierno tipo
Vichy que domine a Europa entera y funcione como socio menor del
imperialismo estadounidense.
Las condiciones internas de semejante Europa no serían
nada mejores que las que prevalecían en la Francia dominada
por el gobierno basado en Vichy. Sería dominada por los
intereses comerciales y económicos más poderosos
y presenciaría el desmantelamiento de todas las protecciones
sociales, salarios de pobreza, el militarismo y la supresión
de los derechos democráticos. Las fuerzas más reaccionarias
de Europa, sobretodo en Europa oriental, cuyas bases sociales
son las más angostas, ya forman fila detrás de la
bandera de los Estados Unidos.
Nuestra respuesta a la Unión Europea de los grandes
bancos y las grandes empresas industriales es la Unión
de los Estados Socialistas de Europa: la unificación de
Europa desde abajo basada en una política socialista revolucionaria
para la clase obrera.
Somos partidarios de la unidad de la clase obrera europea y
la internacional. Abogamos por una Europa de fronteras abiertas,
con derechos políticos y sociales de la igualdad para todos
los trabajadores, sin distinción de nacionalidad o color.
Nuestro objetivo consiste en unificar a toda la clase obrera en
la lucha contra el imperialismo.
Esta política no tiene nada que ver con el anti norteamericanismo.
Es precisamente lo contrario, pues sería un polo de atracción
para la clase obrera del mismo Estados Unidos. La dirigimos no
contra los estados Unidos, sino contra su clase gobernante. Esta
política rápidamente dejaría bien claro que
el imperialismo estadounidense ni es ni todopoderoso ni invencible.
Además, mostraría que su fortaleza es solamente
una apariencia, consecuencia directa de la cobardía de
los gobiernos europeos y de la oposición política
oficial en el interior mismo de Estados Unidos.
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